sábado, 12 de agosto de 2017

5"Sargento, ¿a qué esperar para comenzar la revolución?” v/…n

5"Sargento, ¿a qué esperar para comenzar la revolución?” v/…n
Se cumplen 58 años de dictadura comunista en Cuba
(En construcción)

La libertad es el gran espejo mágico
 donde toda la creación pura y cristalina
 se refleja; en ella se abisman los espíritus
 tiernos y las formas de la naturaleza entera.
Novalis
"Un Asunto Cubano"

¿La Constitución peinada con la raya al medio?

Al “ABC” se le pierde el bate y sale del juego
Ya desde el 22 de agosto de 1933 el ABC’, Directorio Estudiantil Revolucionario, líderes de los sargentos, soldados Ejército y la Marina, pero con la pequeña Aviación bajo tensa calma y otras entidades de grados y  sumisiones estatales indispensables por su dependencia del poder central. Trataban de recobrarse,  ya estremecidas como todo lo estatal,  confundidas todas y todos con la defenestración del gobierno de Gerardo Machado (en fugas desde agosto 12) además de otras organizaciones con mayor o menor fuerza (exceptuando a los comunistas) todas patrióticas; se rebelaron. Lo hicieron con comicidades, contra en una resistencia tan beligerante como una escandalera tan pacífica en cualquier noche en el “Palacio de los Gritos” (Frontón Nacional de Cuba) Porque la algarabía se hizo escuchar hasta en las altas esferas de las sombrillas en portales de los cafés y timbiriches del “Paseo del Prado” Era, contra las directrices u órdenes de los oficiales administrativos del nuevo gobierno, en especial los viejos militares no habituados a lidiar con civiles. Tanto que los revolucionarios hicieron algo más audaz: emitieron e hicieron circular en los medios de difusión, un manifiesto pidiendo la radicalización del gobierno de Céspedes y reiterando un llamando solemne a fin de convocar una Asamblea Constituyente.

En el entorno de criterios, despuntaba la inaplazable ansia de estabilizar y finalmente eliminar el caos legal y constitucional, roto por el Presidente Machado. El cual denotaba ser imparable tras el crack de 1929, que afectó sensiblemente a todas las Bolsas de Valores, en el ámbito mundial. Pero el ABC, la poderosa fuerza política del momento; cargada de un prestigio de consenso con las otras fuerzas políticas; deseaba por boca de sus dirigentes; “otra cosa de inmediato” para la Cuba estremecida.

Lo real era que no existían las condiciones mínimas, en lo legal, espiritual y del buen juicio preventivo y de cordura suficiente, a fin de mantener y recuperar lo ya perdido, incluyendo el respeto mutuo. Urgía pensar con la ecuanimidad requerida para reflexionar en una Asamblea Constituyente con todas las de la ley, que salvara las ¿imperfecciones? De la Carta Constitucional de 1901. Una Constitución que tal se pudo hacer y poner en vigor; tanto que sirvió a los cubanos por más de tres décadas. Buena parte de la opinión pública estimaba que ‘mal que bien’ (al menos no se conocen públicamente registros) que las “tres intervenciones” de los norteamericanos, de acuerdo con la Ley Suprema de 1901, estuvieron mal justificadas por nuestra impericia e intolerancia.

No obstante, otra parte sensible de la población; en especial la más joven; presionó por una revisión completa de la Carta y su adecuación a los momentos actuales; tal se percibía tras la invasión de Corea y Manchuria por tropas japonesas. El fantasma remoto de otra guerra mundial, tomó cierta solides. Al sargento Fulgencio Batista, en ese día específico, se le destacaban signos inequívocos de insomnio y cansancio. Su semblante rasurado por completo, acusaba una mezcla de rasgos achinados de palidez cetrina acentuados por la tropicalización veraniega. Su cabellera negra, cortada ahora al estilo de que “le dio la gana”; peinada hacia atrás según la moda; pero sin la raya al medio como la de su futuro opositor, el Dr. Antonio ("Tony") Guiteras Holmes; le daba a su aspecto un tono de determinación agresiva. Exacto al que sus seguidores necesitaban, ante lo vertiginoso de los acontecimientos acaecido. Un verdadero revolico según transcurrían las horas.

Por otra parte, el ánimo de los oficiales mandados al descanso domiciliar; al contrario de los líderes de la revolución en marcha, desde la caída del gobierno de Gerardo Machado; andaban algo dispersos en sitios varios de la capital, atentos a órdenes que nadie impartía. Y quizás por su rango militar alto y estando carentes de mando; les hacía sentirse, intolerantes, tensos; empingorotados o fatuos de que los norteamericanos entrarían en acción; a fin de devolverles las riendas de la nación y el orden. Esperaban a que las relaciones con los sargentos y soldados y los otros complotados entraran un incierto ajusté de cuentas (imaginarias, para justificar su rebeldía) aunque fuera sólo de "boca pa'fuera" Nadie se atrevía a excitar o calmar a la soldadesca medio enterada de su papel y más ansiosa, de qué arrancarían hechos y no promesas al gobierno en ciernes, atendiendo a los acontecimientos avizorados como de inevitable precipitación violenta.

—«Ahora —, dijo Andrés Benítez a su cuñado Guillermo, fiancista de los vivaques y juzgados criminales de primera instancia, en Marianao— veremos si el agua está o no, para chocolates»

El sargento, meditaba desde hacía semanas, mucho antes del 12 de agosto; reflexionando con otros conjurados de su facción sobre lo ignoto e impredecible que se le presentaría en ese día septembrino, el más decisivo de su vida. Porque esa tarde el grupo de los militares complotados, alejados de las otras fuerzas, habían citado a una reunión urgente. Ellos, extraoficialmente, podían hacerlo. Esta se efectuaría en la casa de un extranjero nacionalizado, “amigo de alguien” Esas actividades secretas fueron conocidas como "La revuelta de los sargentos y clases" A este grupo de sargentos, con otros oficiales de academia incorporados, les pareció requerir alguna orden de mando. Batista recibió un mensaje aparatoso en sobre cerrado, sellado con lacre. Provenía de la Secretaria de Gobernación, donde Carbó no cesaba de entrevistarse con otros líderes e impartir órdenes. En tiempos de revoluciones, de peligro extremo.

            —«Ustedes, cáguense en las noticias, porque por ahí andan unos cuantos ‘picu’os’ que se dicen ser timbaleros, pero lo son solo ‘de mentiritas’ Y que se las dan de ser ‘guapos de barrio’ siendo gallinas. Pero les advierto a todos esos bururús-bararás de adentro y también a los de afuera, que no importan cuantos digan ser timbaleros, porque deben saber que el único ‘timbalero’ de hoy día, aquí, en “Poma” a soy yo, Sergio Carbó, porque soy yo el que tiene los timbales. Y porque y todos los demás, son ‘fuña’ (**) —advertía a sus espectadores, simpatizantes, enemigos o correligionarios.

(**) Según crónicas de la época, esta expresión de Sergio Carbó era la versión ampliada copycat de una de las frases originales (cubanismos) atribuidas al su admirado ex Presidente Gral. Mario García Menocal y Deop (1913-1921) También conocido por “El Mayoral”; dicha por éste en otro momento y lugar, durante su fructífera presidencia.   

Entre la tarde y la noche anterior, el sargento Batista había retornado de Matanzas después de verse con otros conjurados de la zona, evadiendo los agentes y chivatos (apapipios) sirvientes de la incipiente Inteligencia Militar (estructurada durante el gobierno de Machado) del gobierno provisional de Céspedes, apostados en la "Pesa de Camino" Punto comercial de pesaje y entrada a la La Habana para los camiones de carga con destino a la capital. La esposa de Batista, Su esposa trajo café con leche, pan de flauta (de manteca) y mantequilla. Ella quedó, en éxtasis contemplativo de "su hombre" y suspiró orgullosa. No estaba muy al tanto de los trajines conspirativos del marido, pero su sexto sentido le anunciaba buenas, aunque peligrosas, nuevas.

El reloj, ya marcaba las siete de la mañana. Afuera, el chillido inconfundible del Hispano-Suiza J12 (de 12 cilindros), un espléndido Cabriolet negro charolado y grande. Recordó que el cabo Urria venia por él. Se colgó con gestos maquinales los arreos militares por estrenar. A la derecha, la Colt .45 "Caballo de Flecha" nueva, perfectamente acerada. Y a la izquierda, el par de magazines extras, todos, entre un montón de cosas militares adquiridas, "nuevecitas y de paquete" Era un ensayo general del que después sería Presidente, que lo fue para un armamento que adquirió a consignación en una armería de la Habana Vieja. Pero al final, el fundamento del atuendo se redujo al uniforme convencional de faena, de sargento.

Pero ya Elisa, la esposa, le tenía preparado la otra vestimenta de oficial (del “completo para desfiles”, el reglamentario. Todo para vestirse de pies a cabeza, según las circunstancias; con gorra, arreos, armamento, sus entorchados e insignias, como oficial del Ejército Nacional. Habría un momento. Batista soñaba acerca del sitio, desde (como decía el dicho) “de y por donde vendrían los tiros’ Nadie descolgó el teléfono de la guarnición del Palacio Presidencial, a pesar de su insistencia. Porque algunos temerosos de la servidumbre palaciega, se las hallaban en “las de Villadiego”, dijeron, “por si las moscas”

El inquilino de Calle Refugio No. 1
Esta era (y es) la dirección postal del Palacio Presidencial de Cuba, construido durante la etapa del Presidente Mario García Menocal y residencia oficial del Presidente Constitucional de la República de Cuba. Hoy la emblemática y señorial dirección postal de dicho Palacio, hogar y despacho de todos los presidentes republicanos de Cuba, hasta enero 1 de 1959. Por un simple capricho, propio de escenarios y proscenio delanteros de “las tablas” (teatro) Decir que allí, quedaban pastando los viejos integrantes de la Guardia Presidencial de Palacio. La que ahora cuidaba el Presidente Interino, Col. Carlos Manuel de Céspedes, un producto emblemático de la revuelta armada bajo el ala de Welles; pero inocuo para todas las facciones, en sus remembranzas del abolengo y al que nadie, respetuosamente, le hacía caso, ni tampoco le temían. Por entonces, Céspedes inspeccionaba solazado los daños causados por el huracán que azotó días antes las ciudades de Cárdenas y Sagua la Grande, al nordeste y sudeste de la isla, a unos cientos de kilómetros de La Habana. Su ausencia de la capital, le venía como anillo al dedo a los conspiradores de todas las tendencias.

En especial, los ávidos por radicalizar el proceso, sin quitarles el ojo a los "correveidile" de la embajada norteamericana. Ya Machado, en su calidad de ex presidente desde lejos, ‘ni pinchaba ni cortaba’ en el “Asunto Cubano” La nueva generación de revolucionarios intelectual y los de la pequeña y alta burguesía, comenzaban a tocar en todas las puertas estatales.

A la sazón, volviendo al líder defenestrado y bien temprano, el ex presidente Machado deambulaba aburrido y roñoso sobre la arena quieta de una de las playas de Nassau. Era su destino desde la aparatosa fuga. Ahora caminaba por una de las playas del sector residencial, de aquellas posesiones británicas montadas sobre zancos, lacustre, en el archipiélago de las Bermudas. Esperaba un correo secreto de la gobernación de la isla, que nunca llegó. Al parecer, sólo le restaba irse a vivir a Miami, ya conocida como "La Ciudad Mágica", estaba a un tiro de piedra, como de aquel quien dice.

Porque estaba claro en que él y su familia nunca volverían a Cuba, y motivo por el cual desde antes había encargado un lote y lápidas sencillas en el cementerio principal de Miami, para él y su fidelísima esposa Elvira. Ella, su compañera amable, miraba asombrada desde el cobertizo del chalet; sin ningún lujo; a la figura corpulenta e inconfundible del ex presidente, su marido de tantos años. Claro que aquello no era Palacio, pero lo importante es que hubiesen salvado la vida.

Aunque le sorprendió que un hombre tan conservador y de rectitud fiera en su vida personal, se remangara los pantalones para caminar descalzo, zapatos y medias en mano, pisando el agua de la orilla. Como si recordara sus andares de adolescente. Ella no había advertido desde cuándo su "Gerardito" andaba por las afueras del bungalow, reflexionando como una tortuga vieja metida en un carapacho que todavía se le antojaba joven.

―« ¡Coño, me cago en la que canta y no pone! » –maldijo Machado entre dientes, encolerizado y atormentado por los recuerdos, empleando una expresión campesina, al sentirse arañado en la planta del pie, por un diminuto caracol y chasqueó la lengua. Y se reconfortó diciendo–. «De verdad, que no hay nada como Varadero. Pero es el colmo de los colmos y de lo que no acabo de entender, es cómo carajos los americanos les han dejado pasar a esos comunistas, la frescura de que se sienten en mi silla presidencial»

― ¡«Carajo, que estos cabrones estudiantes me hayan echado de Palacio»! A mí. El General Gerardo Machado y Morales. ¡Le zumba el mango!

Sándwiches cubanos del "OK"
En la capital cubana, en tanto, la cosa no era así de apacible. El pueblo, ahora sumado en masa a los vencedores, se dedicaba a cazar a los chivatos, "apapipios" y “porristas” —porque Machado en su desesperación, creó "La Porra", un destacamento represor de búsqueda y castigo de los opositores activos, casi idéntica a la montada por los fascistas italianos—, algunos de los cuales fueron ajusticiados en plena vía pública, colgado de los postes del alumbrado público o arrastrados por vehículos motores. Casi a diario, encontraban alguno y lo cazaban como a una fiera, para despedazarlo. Entonces, cada grupo oposición al gobierno machadista se consideraba con el mejor derecho a conducir los destinos patrios. Entre ellos, las clases y soldados de las Fuerzas Armadas, casi acéfalas, de bajo nivel escolar y huérfanas de su oficialidad de academia fueron puestas a dormir y a buen resguardo, considerando los embates de los tiempos que se avecinarían durante ese período de paz relativa.

A través de la primera etapa conspirativa, este sargento se las había arreglado para denominarse simplemente el "sargento Batista", porque todavía no era "Fulgencio Batista y Zaldívar", sino "Rubén Zaldívar" y ni siquiera "Batista", así de pela'o, era su nombre original. Otros dicen que fue el Gral. Herrera, quien de un plumazo ordenó que le cambiaran el nombre, para completo y así, ajustarlo a su su rango actual de “Sargento Mayor Jefe de todas las Armas” Después Batista se las arregló para armar el juego de apellidos reales (nada reprobable) porque al final, cuando se presentó como candidato a las elecciones generales de 1940, era ya de facto, el líder más influyente en el Asunto Cubano Además, tal como exigían la Constitución y la Ley Electoral; para ser Presidente de la República de Cuba, se requería tener 35 años cumplidos o más y bajo una condición sine qua non, “ser ciudadano cubano por nacimiento” En esto último, el ya Coronel, no tuvo mayores tropiezos, dado que se demostró por varias instancias escritas, Batista era una cubano nacido en el poblado de Banes, Oriente.

Debe aclararse que este intríngulis, vinculado su origen inicialmente ‘natural’ por la unión de sus padres y el consecuente patronímico de Batista, no era ni son de extrañar ni en aquella ni en nuestra época. Ver los casos rampantes en nuestra comunidad del siglo XXI, con las denominadas "madres solteras “ Sucede que en el caso del Líder Máximo de la fichada como "Revolución Cubana", porque al parecer y en el criterio del régimen comunista imperante en Cuba, nunca antes sucedió otra “revolución” que la comunista, culminada en enero 1 de 1959 y a posteriori; apuntan hoy los historiadores castristas ya descubiertas todas las tramas al respecto; este y otros líderes contemporáneo de igual prosapia oriental (u otros líderes) en su infancia, sufrió tribulaciones semejantes en el ajuste de sus apellidos. No siempre han existido reseñadores que se hubiesen atrevido a hurgar en estos entuertos de chismes, cotilleos y trifulcas parroquiales tan singulares en las agrestes regiones rurales, en especial las orientales y todas las otras de historiografías tan conspicuas de la Isla de Cuba.

Otras de las cosas que sorprenden a los hurgadores de aquellos períodos borrascosos y aun después de que los tutelados bajo ojos del ciudadano común hasta haberse encumbrados como el líderes aceptados en la política cubana, la cuidadosa ocultación de los origenes, nombres reales y otras escudillas soperas de los líderes comunistas, tal aconteció con el conocido como “Julio Antonio Mella” (en la realidad “Nicanor Mella McPartland” de padres dominicano el uno e irlandesa la otra, quizás, probablemente nacido en República Dominicana y no en Cuba.

De hecho, cuyo nombre y probablemente el sitio de origen, fueron transfigurados ex professo y por quien sabe cuáles razones, nunca aclaradas por los bolcheviques cubanos. Batista no dispuso de su último nombre completo, porque legítimo era, hasta 1939 cuando se presentó por primera vez en calidad de candidato presidencial para las elecciones generales de 1940 y diafanizo su origen con anuencia del padre.

Porque lo curioso también y a pesar de lo que digan los ideólogos comunistas, acerca de la probidad de las instituciones aquella época republicana, lo cual sería de interés especialmente para historiadores y analistas políticos (no marxistas y menos castristas), a los que nunca se les debe creer, es que entonces el Tribunal Superior Electoral, era una entidad decente y creíble.

Tal aseveración era de fiabilidad aceptable para todos los partidos políticos, dado que en Cuba existían entonces el “sistema electoral multi partidista”; consideran la alternación de poderes cada cuatrienio, sin derecho a reelección. No como desde 1959 cuando los nuevos partos y sus nepóticos, dueños de todos los registros, monopolizan un partido único: el Partido Comunista de Cuba (PCC) que metió sus manazas en todo y lo revolvió todo. Cuando los Consejos Electorales de de aquel entonces, gozaba de tanto respeto que no pedía, sino que “exigían sin excusas ni pretextos” a todos los aspirantes presidenciales “una partida de nacimiento irrefutable y notarizada” Y a pesar de lo que digan los ideólogos marxistas (y sus  cúmbilas del castroevo) acerca de aquella época republicana.

Fue entonces cuando Batista estaba en vísperas de comenzar en el sentir de los historiadores “su época de oro”, coincidente con el fin de la Guerra Civil Española, (1939) y la invasión de Polonia por la triunfante, Wehrmacht y sus blindados (divisiones panzer alemanas), punta de lanza de la Blitzkrieg (Guerra Relámpago) que puso en guardia a las democracias, obligando a que formaron más tarde y a la carrera, formidable Entente de los “Aliados” Ya por entonces los comunistas había sido reconocidos por el gobierno de Cuba (Batista) con la anuencia de Washington; escudados estos bajo la fachada (sombrilla aflecada) del Partido Socialista Popular (PSP) y tornado líder de la Cuba de la pre II Guerra Mundial y agradable encomienda de "Promotor de la Constitución de 1940” y Presidente de la República de Cuba (1940-1944)"

En la estima de algunos contemporáneos, toda una dupleta de joyas legislativas para su tiempo, aceptadas por una mayoría del pueblo cubano; en un memento cimero de “Arcaño y sus Maravillas” Para sus opositores, una especie de ‘calma chicha’ sin un viento alísio de paso letal, al amparo de la coalición de los “Aliados” comandada por los EE.UU. Pero eso y más, sucedió después que su ayudante Urría, toco seco y fuerte a la puerta de su modesta vivienda en los altos de la panadería de la “Esquina de Toyo” Sucede que eso de la guerra, sucedería mucho después, traspasando por ciertas vicisitudes, aprietos y aventuras riesgosas, incluyendo la posible neutralización de sus contrarios virtuales o reales, que en ocasiones proliferaban o calmaban en función del ascenso de su fama y notoriedad o rechazo u opacidad de su fama.

            —Mi jefe, el carro está listo —dijo Urria y saludó militarmente a su pasajero único y jefe directo, en cuanto la esposa abrió la puerta. Batista le conminó en tono fuerte y gutural,

            —Primero, Elisa te servirá tú café y más tarde, mientras estemos en la reunión, quiero que ya para las diez, tengas encargado que nos lleven café con leche y 20 sándwiches cubanos, de los ‘magistrales’, como los del "OK" de Zanja y Belascoain, y de paso, atento a lo que deseen los demás asistentes. Contacta con Señor Albert el mayordomo, para que disponga el servicio. No quiero recargar a los señores dueños de esta casa —le ordenó Batista a Urría, sin que se le escapara lo de "demás oficiales", para no levantar la paloma.

Ahora los ajetreos de Urría y el otro cabo de confianza se multiplicaron, pues les esperaba un viaje no corto hasta la casona de los libaneses (todos de figura y atuendo, “a la europea’, allá por el Country Club. Ante la insistencia del cabo, ya arribado el carro a la mansión regia, Batista descendió del “cabriolet” y penetró en la mansión, bajo cuidados extremos ante la mirada de los custodios, ya en el lugar, pero vestidos de paisanos. A todos los citados, aquel ambiente extraño y refinado les impresionó. Se trataba de una edificación regia de estilo español (entonces, denominado, “al estilo ‘indiano’) sin patio interior y prestado con la servidumbre libanesa esencial y el resto de la batería, vajilla y ajuar de cocina y mesa, innecesariamente desplegado para el grupo de los militares conspiradores. Todo lo cual fue cambiado en nada.

La casona magistral pertenecía a una familia de joyeros libaneses, ya instalados como otros comerciantes (los sefarditas judíos) en el “Callejón del Cristo” a la entrada de la Habana Vieja (hoy casco histórico) ahora en un conveniente viaje de paseo por la Florida. Una familia, increíblemente aliada en negocios con esos sefarditas moderados, dedicados al mercadeo de telas y productos de optometría y otros, en los almacenes de telas y géneros de las calle Muralla y Obispo. La mansión era una edificación de dos pisos, donde operaba por etapas y funcionaba el punto de la conspiradera militar armada por los sargentos. En el lugar, lo esperaban entre otros, el aforados de rango similar, Andrés Benites, designado como futuro jefe del estratégico Cuartel Maestre de "San Ambrosio", situado al borde interior de la bahía de La Habana, con entrada de pertrechos militares desde la bahía y el resto de los otros sargentos y civiles complotados. Era un grupo no muy numeroso, pero decidido a salirse con las suyas.

            —«Yo creo y...  esto que digo no es un mandato—, señaló Batista, con cuidado extremo. Luego éste abrió la reunión y disertó por un rato sobre aspectos generales, de manera que fuese él y no otro, quien abriera el juego, definitivamente. Además, se había sentado de manera conveniente en la cabecera de la mesa, para que sus compañeros de aventuras; sin él insinuarlo; se acostumbran a verlo en el punto central de las reuniones. Trucos muy simples, que les había recomendado el "Viejo Lulo", un oficial del Ejército Mambí, ya retirado.

            —Coincido en que este es el instante preciso, Batista—, le interpeló uno de los sargentos, José Eleuterio Pérez, su principal cuadro de fuerza, uno de los "músculos" de los complotados y del gobierno futuro—. Contamos con el Directorio, los intelectuales, Carbó, Guiteras, el ABC y un montón de civiles y por supuesto, nuestras clases y alistados—, apuntó finalmente desde la gran mesa oval. Los complotados, deliberaron largo rato, a los que paulatinamente se incorporaron varios civiles.

            —Caballeros, ¿dicen ustedes que el A Be Ce (ABC) y no todos los mencionados son aliados seguros? —. Alertó Estevaz Maimir en tono jocoso—. Ya es tarde y nos vamos a perder las croquetas de jamón, pasteles de guayaba y sándwiches que nos trajeron cortesía de la casa.

            —Sí, hay que estar temprano en Columbia —coincidió otro de los asistentes—, porque los amarres debemos hacerlos antes del meeting.

            —Yo creo, y no quiero que mi opinión se interprete como un mandato, porque aquí soy el último de los últimos. Es que ya cada uno de ustedes, sabe a cuál unidad debe dirigirse, para asumir el mando. Recuerden siempre ir por lo menos con una escuadra de soldados portando armas largas, cortas y parque para dos horas. Y nada de policías—, señaló Batista. En tanto, Barreras y Pérez miraron recelosos hacia el cielo encapotado.

Batista, todavía no había contactado con la que sería su "Madrina Mayor", una cubana deliciosamente culta y estudiosa de las religiones no convencionales y el sincretismo religioso africano, la cual poseía una residencia de magnitud apreciable (Finca "San José") con una cerca sólida de tres o más metros de altura, que le circunvalaba el perímetro de la propiedad lindante con la "Calzada Real" (actual, Ave. 51) y la calle Primelles, en el barrio obrero de Pogolotti, Marianao, La Habana.

            —«Todo les irá bien»—, les había profetizado el “mulato Silvio”, un corpulento y educado oficial del Cuerpo Municipal de Bomberos de Marianao.

Este era un babalaow, quien también fungía de sargento político de los concejales de ese mismo barrio, el cual era colindante con la llamada “finquita” donde la iglesia de los ñáñigos, apelativo por el cual se conocía a los miembros de la tal secta africana. Se trataba del lugar, por azares de la política (increíble por también internacional) coincidentemente, en el cual el galeno cubano, Dr. Carlos J. Finlay hizo sus experimentos sobre el mosquito Æedes ægypti, como vector transmisor de la “Fiebre Amarilla” y otras endemias.

Silvio, guía de la actividad, estaba listo para el espectáculo de la procesión religiosa dominguera de los negros ñáñigos en la barriada de Pogolotti. Para entonces estaba preparado con el torso desnudo y descalzo, mientras sostenía entre sus dientes la cabeza sangrante de un gallo bolo sacrificado y mientras, se azotaba la espalda con sendos mazos, uno de "escoba amarga" y el otro, quizás de apazote. Porque la prenda del “güáo” estaría puesta entre las raíces de la ceiba, el árbol sagrado de los santeros para ‘refrescarse con el sereno de la noche, hasta la tarde del día siguiente (domingo)

            ―«Tébere monina, tébere monina»

Se repetían interiormente algunos de los militares y civiles integrantes o asistentes al conclave de la conspiradera. El team director de ese grupo subversivo, fundamentalmente comandado por Batista, denominados “los Ocho de Columbia” resulto ser en solo unas horas, el que dispuso de mayor relevancia e importancia definitiva, en la consolidación del coup d’État (golpe de estado militar) que polarizo las acciones (golpes de mano) desarrollados entre agosto 12 y septiembre 4 de 1933.

Este sector de opositores, para sorpresa de la mayoría de las facciones políticas conspiradoras, fue el movimiento revolucionario que dio al traste con la dictadura machadista. Excepto los comunistas cubanos, sabiéndose ser obedientes a los bolcheviques moscovitas, tal fue el conjunto de fuerzas oposicionistas citadas para la noche y madrugada entre el 4 y 5 de septiembre de 1933 al mitin del Campamento de Columbia. Esta avalancha cívico-militar fue la que de manera espontánea, esa noche tomó el mando de la política cubana y de hecho, los gestores cívico-militares que asumieron el nuevo gobierno que consolidaría la “Pentarquía” cuando hasta entonces, cada grupo o facción andaba por su lado con proyectos y planes diferentes..

Exactamente la frase mágica que Silvio predijo, les traería suerte; y que ahora en el conjuro callejero el babalaow repetiría junto con otras palabras ininteligibles en el idioma de los feligreses, en voz baja. Mientras con los mazos de hierbas limpiaba el suelo por donde se desplazaban los Íremes (diablitos); sonando campanas, cencerros y cascabeles atados a su tobillos y cintura, al tiempo que ejecutaban pasillos de bailes mágicos al compás de los tambores sagrados de la Potencia Ñáñiga del lugar. Según los entendidos, era la "Potencia Número 40" Entre otros, eran los sincretismos ‘permitidos discretamente dentro de la libertad de cultos’ lograda por ciertas legislaciones permitidas en la “Constitución de 1901”

Fue entonces que el minúsculo grupo de “los Ocho de Columbia” ya afianzados en los puntos clave de La Habana y de inmediato en provincias, modificó todo el quehacer político, económico y social isleño, ya con la nueva “Constitución de 1940” Cuba consiguió alcanzar por vez primera, en las tres décadas siguientes, un desarrollo económicotecnológico, comercial y social en todos los frentes; al colocarse en un envidiado tercer lugar entre el resto de los países más competitivos de Latinoamérica, después de EE.UU. y Canadá. Así a pesar de trastornos sorpresivos; algunos fuertes (como la irrupción de la subversion castrista), hasta enero 1, 1959, cuando todo se volvió al revés.

La saga continúa.

© Lionel Lejardi. Agosto de 2013
Legacy Press
Addendum

1          Con el advenimiento del comunismo a la arena internacional (Rusia, China, Vietnam, Cuba, Bloque comunista, etc.), la naturaleza auto destructiva intrínseca del este sistema, produjo de inmediato el estamento o clase sustituta del ancien régime. De ahí el surgimiento de la “Nueva Clase”, tal la tan acertadamente denomino el yugoslavo Milovan Đilas (Montenegro, 1911-1925). Su obra principal, “The New Class: An Analysis of the Communist System (La Nueva Clase: Un Análisis del Sistema Comunista). Criticó acerbadamente el orden estalinista y se auto denominó como un “socialista demócrata” Tal denuncia de un renegado y avergonzado de las atrocidades comunistas (el modus operandi habitual en los totalitarismos) le costó a Milovan Đilas, torturas y prisión.
2          Un ejemplo puede ser visto en el film "We Were Strangers", 1949 (en español, "Rompiendo las cadenas"), 1949 protagonizado por John Garfield, cuyas copias (salvo una, cuentan a sotto voce algunos críticos y analistas del cine cubano) fueron incineradas por los castristas, inmediato que se encaramaron en el poder. Trataba sobre un hecho real sucedido cuando el machadato: el intento de asesinar al Presidente Machado, cuando éste asistiera al entierro de Clemente L. Vásquez-Bello, Presidente del Senado de la República, quien previamente había sido escopeteado y muerto por disparos de shootguns (perdigones cal. 12) de estudiantes universitarios opositores, quienes tomarían el entierro del político como, lugar y momento para el magnicidio contra Machado. Los Castro, temían el ejemplo de un pueblo cubano iracundo, contra un gobierno autoritario que los ciudadanos de entonces (como los de ahora) estimaron despótico y tiránico, cuando los ciudadanos todos, decían y hacían lo que les daba la real gana.
3          “Havana Biltmore Yacht and Country Club” (Havana, hoy Ciudad de la Habana). Entonces un club privado exclusivista de la clase alta, extranjeros (en lo fundamental, norteamericanos, el cual disponía de amplias instalaciones de recreación, como un embarcadero para yates, campos de golf, canchas de tenis, un cuadro de béisbol, tablado de basquetbol, piscinas y playa. También restaurantes y bares finos, etc.
Era frecuentado, anterior a la implantación de régimen comunista de los hermanos Castro, por personas extranjeras famosas y la élite aristocrática, de la banca, comercio, industria, política y gobierno. Durante la era comunista, inicialmente, fue abierto al público y junto con sus instalaciones de bienes raíces y una mega construcción, convertido en la “Escuela Nacional de Arte” Hoy, tras decenas años de comunismo, es un territorio selvático asolado y con sus edificaciones sumidas en ruina completa.

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