5"Sargento, ¿a qué
esperar para comenzar la revolución?” v/…n
Se cumplen 58 años de dictadura comunista en Cuba
(En construcción)
La libertad es el gran espejo mágico
donde toda la creación
pura y cristalina
se refleja; en ella se abisman los espíritus
tiernos y las formas de
la naturaleza entera.
Novalis
"Un Asunto Cubano"
¿La Constitución peinada con la raya al medio?
Al “ABC” se le pierde el bate y sale
del juego
Ya
desde el 22 de agosto de 1933 el “ABC’, Directorio
Estudiantil Revolucionario, líderes de los sargentos,
soldados Ejército y la Marina, pero con la pequeña Aviación bajo tensa calma y otras entidades
de grados y sumisiones estatales indispensables
por su dependencia del poder central. Trataban de recobrarse, ya estremecidas como todo lo estatal, confundidas todas y todos con la defenestración
del gobierno de Gerardo Machado (en fugas desde agosto 12) además de otras
organizaciones con mayor o menor fuerza (exceptuando a los comunistas) todas patrióticas; se rebelaron. Lo hicieron con
comicidades, contra en una resistencia tan beligerante como una escandalera tan
pacífica en cualquier noche en el “Palacio
de los Gritos” (Frontón Nacional de Cuba)
Porque la algarabía se hizo escuchar hasta en las altas esferas de las
sombrillas en portales de los cafés y timbiriches
del “Paseo del Prado” Era, contra las
directrices u órdenes de los oficiales administrativos del nuevo gobierno, en
especial los viejos militares no habituados a lidiar con civiles. Tanto que los
revolucionarios hicieron algo más audaz: emitieron e hicieron circular en los
medios de difusión, un manifiesto pidiendo la radicalización del gobierno de
Céspedes y reiterando un llamando solemne a fin de convocar una Asamblea Constituyente.
En el
entorno de criterios, despuntaba la inaplazable ansia de estabilizar y
finalmente eliminar el caos legal y constitucional, roto por el Presidente
Machado. El cual denotaba ser imparable tras el crack de 1929, que afectó
sensiblemente a todas las Bolsas de Valores, en el ámbito mundial. Pero el ABC, la poderosa fuerza política del
momento; cargada de un prestigio de consenso con las otras fuerzas políticas;
deseaba por boca de sus dirigentes; “otra cosa de inmediato” para la Cuba
estremecida.
Lo real
era que no existían las condiciones mínimas, en lo legal, espiritual y del buen
juicio preventivo y de cordura suficiente, a fin de mantener y recuperar lo ya perdido,
incluyendo el respeto mutuo. Urgía pensar con la ecuanimidad requerida para reflexionar
en una Asamblea Constituyente con todas las de la ley, que salvara las ¿imperfecciones? De la Carta Constitucional de 1901. Una Constitución que tal se pudo hacer y
poner en vigor; tanto que sirvió a los cubanos por más de tres décadas. Buena
parte de la opinión pública estimaba que ‘mal
que bien’ (al menos no se conocen públicamente registros) que las “tres intervenciones” de los
norteamericanos, de acuerdo con la Ley Suprema de 1901, estuvieron mal
justificadas por nuestra impericia e intolerancia.
No
obstante, otra parte sensible de la población; en especial la más joven;
presionó por una revisión completa de la Carta y su adecuación a los momentos
actuales; tal se percibía tras la invasión de Corea y Manchuria por tropas
japonesas. El fantasma remoto de otra guerra mundial, tomó cierta solides. Al
sargento Fulgencio Batista, en ese día específico, se le destacaban signos
inequívocos de insomnio y cansancio. Su semblante rasurado por completo,
acusaba una mezcla de rasgos achinados de palidez cetrina acentuados por la
tropicalización veraniega. Su cabellera negra, cortada ahora al estilo de que “le dio la gana”; peinada hacia atrás
según la moda; pero sin la raya al medio como la de su futuro opositor, el Dr.
Antonio ("Tony") Guiteras
Holmes; le daba a su aspecto un tono de determinación agresiva. Exacto al que
sus seguidores necesitaban, ante lo vertiginoso de los acontecimientos acaecido.
Un verdadero revolico según transcurrían las horas.
Por
otra parte, el ánimo de los oficiales mandados al descanso domiciliar; al
contrario de los líderes de la revolución en marcha, desde la caída del
gobierno de Gerardo Machado; andaban algo dispersos en sitios varios de la
capital, atentos a órdenes que nadie impartía. Y quizás por su rango militar alto
y estando carentes de mando; les hacía sentirse, intolerantes, tensos; empingorotados
o fatuos de que los norteamericanos entrarían en acción; a fin de devolverles
las riendas de la nación y el orden. Esperaban a que las relaciones con los
sargentos y soldados y los otros complotados entraran un incierto ajusté de cuentas
(imaginarias, para justificar su rebeldía) aunque fuera sólo de "boca pa'fuera" Nadie se atrevía a excitar
o calmar a la soldadesca medio enterada de su papel y más ansiosa, de qué
arrancarían hechos y no promesas al gobierno en ciernes, atendiendo a los acontecimientos
avizorados como de inevitable precipitación violenta.
—«Ahora —, dijo Andrés Benítez a su cuñado Guillermo,
fiancista de los vivaques y juzgados criminales de primera instancia, en
Marianao— veremos si el agua está o no, para
chocolates»
El
sargento, meditaba desde hacía semanas, mucho antes del 12 de agosto; reflexionando
con otros conjurados de su facción sobre lo ignoto e impredecible que se le
presentaría en ese día septembrino, el más decisivo de su vida. Porque esa
tarde el grupo de los militares complotados, alejados de las otras fuerzas,
habían citado a una reunión urgente. Ellos, extraoficialmente, podían hacerlo.
Esta se efectuaría en la casa de un extranjero nacionalizado, “amigo de alguien” Esas actividades
secretas fueron conocidas como "La
revuelta de los sargentos y clases"
A este grupo de sargentos, con otros oficiales de academia incorporados, les pareció
requerir alguna orden de mando. Batista recibió un mensaje aparatoso en sobre
cerrado, sellado con lacre. Provenía de la Secretaria de Gobernación, donde
Carbó no cesaba de entrevistarse con otros líderes e impartir órdenes. En
tiempos de revoluciones, de peligro extremo.
—«Ustedes,
cáguense en las noticias, porque por ahí andan unos cuantos ‘picu’os’ que se
dicen ser timbaleros, pero lo son solo ‘de mentiritas’ Y que se las dan de ser ‘guapos
de barrio’ siendo gallinas. Pero les advierto a todos esos bururús-bararás de
adentro y también a los de afuera, que no importan cuantos digan ser
timbaleros, porque deben saber que el único ‘timbalero’ de hoy día, aquí, en “Poma” a soy yo,
Sergio Carbó, porque soy yo el que tiene los timbales. Y porque y todos los
demás, son ‘fuña’ (**) —advertía
a sus espectadores, simpatizantes, enemigos o correligionarios.
(**) Según crónicas de la
época, esta expresión de Sergio Carbó era la versión ampliada copycat de una de las frases originales
(cubanismos) atribuidas al su admirado ex Presidente Gral. Mario García Menocal
y Deop (1913-1921) También conocido por “El Mayoral”;
dicha por éste en otro momento y lugar, durante su fructífera presidencia.
Entre la
tarde y la noche anterior, el sargento Batista había retornado de Matanzas
después de verse con otros conjurados de la zona, evadiendo los agentes y chivatos (apapipios) sirvientes de la incipiente Inteligencia Militar (estructurada
durante el gobierno de Machado) del gobierno provisional de Céspedes, apostados
en la "Pesa de Camino" Punto
comercial de pesaje y entrada a la La Habana para los camiones de carga con
destino a la capital. La esposa de Batista, Su esposa trajo café con leche, pan
de flauta (de manteca) y mantequilla. Ella quedó, en éxtasis contemplativo de
"su hombre" y suspiró
orgullosa. No estaba muy al tanto de los trajines conspirativos del marido,
pero su sexto sentido le anunciaba buenas, aunque peligrosas, nuevas.
El
reloj, ya marcaba las siete de la mañana. Afuera, el chillido inconfundible del
Hispano-Suiza
J12 (de 12 cilindros), un espléndido Cabriolet negro charolado y
grande. Recordó que el cabo Urria venia por él. Se colgó con gestos maquinales
los arreos militares por estrenar. A la derecha, la Colt .45 "Caballo de
Flecha" nueva, perfectamente acerada. Y a la izquierda, el par de
magazines extras, todos, entre un montón de cosas militares adquiridas, "nuevecitas y de paquete" Era un
ensayo general del que después sería Presidente, que lo fue para un armamento
que adquirió a consignación en una armería de la Habana Vieja. Pero al final, el
fundamento del atuendo se redujo al uniforme convencional de faena, de
sargento.
Pero ya
Elisa, la esposa, le tenía preparado la otra vestimenta de oficial (del “completo
para desfiles”, el reglamentario. Todo para vestirse de pies a cabeza, según
las circunstancias; con gorra, arreos, armamento, sus entorchados e insignias,
como oficial del Ejército Nacional. Habría un momento. Batista soñaba acerca
del sitio, desde (como decía el dicho) “de
y por donde vendrían los tiros’ Nadie descolgó el teléfono de la guarnición
del Palacio Presidencial, a pesar de su insistencia. Porque algunos temerosos
de la servidumbre palaciega, se las hallaban en “las de Villadiego”, dijeron, “por si las moscas”
El inquilino de Calle Refugio
No. 1
Esta
era (y es) la dirección postal del Palacio Presidencial de Cuba, construido
durante la etapa del Presidente Mario García Menocal y residencia oficial del
Presidente Constitucional de la República de Cuba. Hoy la emblemática y
señorial dirección postal de dicho Palacio, hogar y despacho de todos los
presidentes republicanos de Cuba, hasta enero 1 de 1959. Por un simple
capricho, propio de escenarios y proscenio delanteros de “las tablas” (teatro)
Decir que allí, quedaban pastando los viejos integrantes de la Guardia
Presidencial de Palacio. La que ahora cuidaba el Presidente Interino, Col.
Carlos Manuel de Céspedes, un producto emblemático de la revuelta armada bajo
el ala de Welles; pero inocuo para todas las facciones, en sus remembranzas del
abolengo y al que nadie, respetuosamente, le hacía caso, ni tampoco le temían. Por
entonces, Céspedes inspeccionaba solazado los daños causados por el huracán que
azotó días antes las ciudades de Cárdenas y Sagua la Grande, al nordeste y
sudeste de la isla, a unos cientos de kilómetros de La Habana. Su ausencia de
la capital, le venía como anillo al dedo a los conspiradores de todas las
tendencias.
En
especial, los ávidos por radicalizar el proceso, sin quitarles el ojo a los
"correveidile" de la
embajada norteamericana. Ya Machado, en su calidad de ex presidente desde
lejos, ‘ni pinchaba ni cortaba’ en el “Asunto Cubano” La nueva generación de
revolucionarios intelectual y los de la pequeña y alta burguesía, comenzaban a
tocar en todas las puertas estatales.
A la
sazón, volviendo al líder defenestrado y bien temprano, el ex presidente
Machado deambulaba aburrido y roñoso sobre la arena quieta de una de las playas
de Nassau. Era su destino desde la aparatosa fuga. Ahora caminaba por una de
las playas del sector residencial, de aquellas posesiones británicas montadas
sobre zancos, lacustre, en el archipiélago de las Bermudas. Esperaba un correo
secreto de la gobernación de la isla, que nunca llegó. Al parecer, sólo le
restaba irse a vivir a Miami, ya conocida como "La
Ciudad Mágica", estaba a un tiro de piedra, como de aquel
quien dice.
Porque
estaba claro en que él y su familia nunca volverían a Cuba, y motivo por el
cual desde antes había encargado un lote y lápidas sencillas en el cementerio
principal de Miami, para él y su fidelísima esposa Elvira. Ella, su compañera
amable, miraba asombrada desde el cobertizo del chalet; sin ningún lujo; a la
figura corpulenta e inconfundible del ex presidente, su marido de tantos años.
Claro que aquello no era Palacio, pero lo importante es que hubiesen salvado la
vida.
Aunque
le sorprendió que un hombre tan conservador y de rectitud fiera en su vida
personal, se remangara los pantalones para caminar descalzo, zapatos y medias
en mano, pisando el agua de la orilla. Como si recordara sus andares de
adolescente. Ella no había advertido desde cuándo su "Gerardito" andaba por las afueras del bungalow, reflexionando como una tortuga vieja metida en un
carapacho que todavía se le antojaba joven.
―« ¡Coño, me cago en la que canta y no pone! » –maldijo Machado entre dientes, encolerizado y
atormentado por los recuerdos, empleando una expresión campesina, al sentirse
arañado en la planta del pie, por un diminuto caracol y chasqueó la lengua. Y
se reconfortó diciendo–. «De verdad, que no
hay nada como Varadero. Pero es el colmo de los colmos y de lo que no acabo de
entender, es cómo carajos los americanos les han dejado pasar a esos
comunistas, la frescura de que se sienten en mi silla presidencial»
― ¡«Carajo, que estos cabrones estudiantes me hayan echado de
Palacio»! A mí. El General Gerardo Machado y Morales. ¡Le zumba el mango!
Sándwiches cubanos del "OK"
En la
capital cubana, en tanto, la cosa no era así de apacible. El pueblo, ahora
sumado en masa a los vencedores, se dedicaba a cazar a los chivatos, "apapipios"
y “porristas” —porque Machado en su
desesperación, creó "La Porra",
un destacamento represor de búsqueda y castigo de los opositores activos, casi
idéntica a la montada por los fascistas
italianos—, algunos de los cuales fueron ajusticiados en plena vía pública,
colgado de los postes del alumbrado público o arrastrados por vehículos
motores. Casi a diario, encontraban alguno y lo cazaban como a una fiera, para
despedazarlo. Entonces, cada grupo oposición al gobierno machadista se
consideraba con el mejor derecho a conducir los destinos patrios. Entre ellos,
las clases y soldados de las Fuerzas Armadas, casi acéfalas, de bajo nivel
escolar y huérfanas de su oficialidad de academia fueron puestas a dormir y a
buen resguardo, considerando los embates de los tiempos que se avecinarían
durante ese período de paz relativa.
A
través de la primera etapa conspirativa, este sargento se las había arreglado
para denominarse simplemente el "sargento
Batista", porque todavía no era "Fulgencio Batista y Zaldívar", sino "Rubén Zaldívar" y ni siquiera "Batista", así de pela'o, era su nombre original. Otros dicen
que fue el Gral. Herrera, quien de un plumazo ordenó que le cambiaran el
nombre, para completo y así,
ajustarlo a su su rango actual de “Sargento
Mayor Jefe de todas las Armas” Después Batista se las arregló para armar el
juego de apellidos reales (nada reprobable) porque al final, cuando se presentó
como candidato a las elecciones generales de 1940, era ya de facto, el líder más influyente en el Asunto Cubano Además, tal como exigían la Constitución y la Ley
Electoral; para ser Presidente de la República de Cuba, se requería tener 35 años
cumplidos o más y bajo una condición sine
qua non, “ser ciudadano cubano por nacimiento” En esto último, el ya
Coronel, no tuvo mayores tropiezos, dado que se demostró por varias instancias
escritas, Batista era una cubano nacido en el poblado de Banes, Oriente.
Debe
aclararse que este intríngulis, vinculado su origen inicialmente ‘natural’ por
la unión de sus padres y el consecuente patronímico de Batista, no era ni son
de extrañar ni en aquella ni en nuestra época. Ver los casos rampantes en
nuestra comunidad del siglo XXI, con las denominadas "madres solteras “ Sucede que en el caso del Líder
Máximo de la fichada como "Revolución Cubana", porque al parecer y en el criterio del
régimen comunista imperante en Cuba, nunca antes sucedió otra “revolución” que la comunista, culminada
en enero 1 de 1959 y a posteriori;
apuntan hoy los historiadores castristas ya descubiertas todas las tramas al
respecto; este y otros líderes contemporáneo de igual prosapia oriental (u
otros líderes) en su infancia, sufrió tribulaciones semejantes en el ajuste de
sus apellidos. No siempre han existido reseñadores que se hubiesen atrevido a hurgar
en estos entuertos de chismes, cotilleos y trifulcas parroquiales tan
singulares en las agrestes regiones rurales, en especial las orientales y todas
las otras de historiografías tan conspicuas de la Isla de Cuba.
Otras
de las cosas que sorprenden a los hurgadores de aquellos períodos borrascosos y
aun después de que los tutelados bajo ojos del ciudadano común hasta haberse encumbrados
como el líderes aceptados en la política cubana, la cuidadosa ocultación de los
origenes, nombres reales y otras escudillas soperas de los líderes comunistas,
tal aconteció con el conocido como “Julio Antonio Mella” (en la realidad “Nicanor Mella McPartland” de padres dominicano el uno e irlandesa la otra, quizás, probablemente nacido en República
Dominicana y no en Cuba.
De
hecho, cuyo nombre y probablemente el sitio de origen, fueron transfigurados ex professo y por quien sabe cuáles razones, nunca aclaradas por los bolcheviques cubanos. Batista no dispuso
de su último nombre completo, porque legítimo era, hasta 1939 cuando se
presentó por primera vez en calidad de candidato presidencial para las
elecciones generales de 1940 y diafanizo su origen con anuencia del padre.
Porque
lo curioso también y a pesar de lo que digan los ideólogos comunistas, acerca de la probidad de las instituciones aquella
época republicana, lo cual sería de interés especialmente para historiadores y
analistas políticos (no marxistas y
menos castristas), a los que nunca se
les debe creer, es que entonces el Tribunal Superior Electoral, era una
entidad decente y creíble.
Tal
aseveración era de fiabilidad aceptable para todos los partidos políticos, dado
que en Cuba existían entonces el “sistema
electoral multi partidista”; consideran la alternación de poderes cada
cuatrienio, sin derecho a reelección. No como desde 1959 cuando los nuevos partos y sus nepóticos, dueños de
todos los registros, monopolizan un partido único: el Partido
Comunista de Cuba (PCC) que
metió sus manazas en todo y lo revolvió todo. Cuando los Consejos Electorales
de de aquel entonces, gozaba de tanto respeto que no pedía, sino que “exigían sin excusas ni pretextos” a
todos los aspirantes presidenciales “una
partida de nacimiento irrefutable y notarizada” Y a pesar de lo que digan
los ideólogos marxistas (y sus cúmbilas
del castroevo) acerca de aquella
época republicana.
Fue
entonces cuando Batista estaba en vísperas de comenzar en el sentir de los
historiadores “su época de oro”, coincidente
con el fin de la Guerra Civil Española,
(1939) y la invasión de Polonia por la triunfante, Wehrmacht y sus blindados (divisiones panzer alemanas), punta de lanza de la Blitzkrieg
(Guerra Relámpago) que puso en guardia a las democracias, obligando a que
formaron más tarde y a la carrera, formidable Entente
de los “Aliados” Ya por entonces los comunistas había sido reconocidos
por el gobierno de Cuba (Batista) con la anuencia de Washington; escudados
estos bajo la fachada (sombrilla aflecada) del Partido
Socialista Popular (PSP) y
tornado líder de la Cuba de la pre II Guerra Mundial y agradable encomienda de
"Promotor de la Constitución de 1940”
y Presidente de la República de Cuba
(1940-1944)"
En la
estima de algunos contemporáneos, toda una dupleta de joyas legislativas para
su tiempo, aceptadas por una mayoría del pueblo cubano; en un memento cimero de “Arcaño y sus Maravillas” Para sus opositores, una especie de ‘calma chicha’ sin un viento alísio de
paso letal, al amparo de la coalición de los “Aliados”
comandada por los EE.UU. Pero eso y más, sucedió después que su ayudante Urría,
toco seco y fuerte a la puerta de su modesta vivienda en los altos de la
panadería de la “Esquina de Toyo”
Sucede que eso de la guerra, sucedería mucho después, traspasando por ciertas
vicisitudes, aprietos y aventuras riesgosas, incluyendo la posible
neutralización de sus contrarios virtuales o reales, que en ocasiones
proliferaban o calmaban en función del ascenso de su fama y notoriedad o
rechazo u opacidad de su fama.
—Mi jefe,
el carro está listo —dijo Urria y saludó militarmente a su
pasajero único y jefe directo, en cuanto la esposa abrió la puerta. Batista le
conminó en tono fuerte y gutural,
—Primero,
Elisa te servirá tú café y más tarde, mientras estemos en la reunión, quiero
que ya para las diez, tengas encargado que nos lleven café con leche y 20
sándwiches cubanos, de los ‘magistrales’, como los del "OK" de Zanja
y Belascoain, y de paso, atento a lo que deseen los demás asistentes. Contacta
con Señor Albert el mayordomo, para que disponga el servicio. No quiero
recargar a los señores dueños de esta casa —le ordenó Batista a
Urría, sin que se le escapara lo de "demás
oficiales", para no levantar la
paloma.
Ahora
los ajetreos de Urría y el otro cabo de confianza se multiplicaron, pues les
esperaba un viaje no corto hasta la casona de los libaneses (todos de figura y
atuendo, “a la europea’, allá por el Country Club. Ante la insistencia del
cabo, ya arribado el carro a la mansión regia, Batista descendió del “cabriolet” y penetró en la mansión, bajo
cuidados extremos ante la mirada de los custodios, ya en el lugar, pero
vestidos de paisanos. A todos los citados, aquel ambiente extraño y refinado
les impresionó. Se trataba de una edificación regia de estilo español
(entonces, denominado, “al estilo ‘indiano’)
sin patio interior y prestado con la servidumbre libanesa esencial y el resto
de la batería, vajilla y ajuar de cocina y mesa, innecesariamente desplegado
para el grupo de los militares conspiradores. Todo lo cual fue cambiado en
nada.
La
casona magistral pertenecía a una familia de joyeros libaneses, ya instalados
como otros comerciantes (los sefarditas
judíos) en el “Callejón del Cristo” a
la entrada de la Habana Vieja (hoy casco histórico) ahora en un conveniente
viaje de paseo por la Florida. Una familia, increíblemente aliada en negocios
con esos sefarditas moderados,
dedicados al mercadeo de telas y productos de optometría y otros, en los
almacenes de telas y géneros de las calle Muralla y Obispo. La mansión era una edificación
de dos pisos, donde operaba por etapas y funcionaba el punto de la conspiradera
militar armada por los sargentos. En el lugar, lo esperaban entre otros, el
aforados de rango similar, Andrés Benites, designado como futuro jefe del
estratégico Cuartel Maestre de "San
Ambrosio", situado al borde interior de la bahía de La Habana, con
entrada de pertrechos militares desde la bahía y el resto de los otros
sargentos y civiles complotados. Era un grupo no muy numeroso, pero decidido a
salirse con las suyas.
—«Yo
creo y... esto que digo no es un mandato—, señaló
Batista, con cuidado extremo. Luego éste abrió la reunión y disertó por un rato
sobre aspectos generales, de manera que fuese él y no otro, quien abriera el
juego, definitivamente. Además, se había sentado de manera conveniente en la
cabecera de la mesa, para que sus compañeros de aventuras; sin él insinuarlo;
se acostumbran a verlo en el punto central de las reuniones. Trucos muy
simples, que les había recomendado el "Viejo
Lulo", un oficial del Ejército Mambí, ya retirado.
—Coincido
en que este es el instante preciso, Batista—, le interpeló uno
de los sargentos, José Eleuterio Pérez, su principal cuadro de fuerza, uno de
los "músculos" de los complotados y del gobierno futuro—. Contamos con el Directorio, los intelectuales, Carbó,
Guiteras, el ABC y un montón de civiles y por supuesto, nuestras clases y
alistados—, apuntó finalmente desde la gran mesa oval. Los
complotados, deliberaron largo rato, a los que paulatinamente se incorporaron
varios civiles.
—Caballeros,
¿dicen ustedes que el A Be Ce (ABC) y no todos los mencionados son aliados
seguros? —. Alertó Estevaz
Maimir en tono jocoso—. Ya es tarde y
nos vamos a perder las croquetas de jamón, pasteles de guayaba y sándwiches que
nos trajeron cortesía de la casa.
—Sí,
hay que estar temprano en Columbia —coincidió otro de los
asistentes—, porque los amarres debemos hacerlos antes
del meeting.
—Yo creo, y no quiero que mi opinión se
interprete como un mandato, porque aquí soy el último de los últimos. Es que ya
cada uno de ustedes, sabe a cuál unidad debe dirigirse, para asumir el mando.
Recuerden siempre ir por lo menos con una escuadra de soldados portando armas
largas, cortas y parque para dos horas. Y nada de policías—, señaló
Batista. En tanto, Barreras y Pérez miraron recelosos hacia el cielo
encapotado.
Batista,
todavía no había contactado con la que sería su "Madrina Mayor", una cubana deliciosamente culta y estudiosa de
las religiones no convencionales y el sincretismo religioso africano, la cual
poseía una residencia de magnitud apreciable (Finca "San José") con una cerca sólida de tres o más metros de
altura, que le circunvalaba el perímetro de la propiedad lindante con la "Calzada Real" (actual, Ave. 51) y
la calle Primelles, en el barrio obrero de Pogolotti, Marianao, La Habana.
—«Todo
les irá bien»—, les había profetizado el “mulato Silvio”, un
corpulento y educado oficial del Cuerpo Municipal de Bomberos de Marianao.
Este
era un babalaow, quien también fungía
de sargento político de los concejales de ese mismo barrio, el cual era
colindante con la llamada “finquita” donde
la iglesia de los ñáñigos, apelativo por el
cual se conocía a los miembros de la tal secta africana. Se trataba del lugar,
por azares de la política (increíble por también internacional)
coincidentemente, en el cual el galeno cubano, Dr. Carlos J. Finlay hizo sus
experimentos sobre el mosquito Æedes
ægypti, como vector transmisor de la “Fiebre
Amarilla” y otras endemias.
Silvio,
guía de la actividad, estaba listo para el espectáculo de la procesión
religiosa dominguera de los negros ñáñigos
en la barriada de Pogolotti. Para entonces estaba preparado con el torso
desnudo y descalzo, mientras sostenía entre sus dientes la cabeza sangrante de
un gallo bolo sacrificado y mientras, se azotaba la espalda con sendos mazos,
uno de "escoba amarga" y el
otro, quizás de apazote. Porque la prenda del “güáo” estaría puesta entre las raíces de la ceiba, el árbol sagrado
de los santeros para ‘refrescarse con
el sereno de la noche, hasta la tarde del día siguiente (domingo)
―«Tébere monina, tébere monina»
Se
repetían interiormente algunos de los militares y civiles integrantes o asistentes
al conclave de la conspiradera. El team director de ese grupo subversivo,
fundamentalmente comandado por Batista, denominados “los Ocho de Columbia”
resulto ser en solo unas horas, el que dispuso de mayor relevancia e
importancia definitiva, en la consolidación del coup d’État (golpe de estado
militar) que polarizo las acciones (golpes
de mano) desarrollados entre agosto 12 y septiembre 4 de 1933.
Este
sector de opositores, para sorpresa de la mayoría de las facciones políticas
conspiradoras, fue el movimiento revolucionario que dio al traste con la
dictadura machadista. Excepto los comunistas cubanos, sabiéndose ser obedientes
a los bolcheviques moscovitas, tal
fue el conjunto de fuerzas oposicionistas citadas para la noche y madrugada
entre el 4 y 5 de septiembre de 1933 al mitin del Campamento de Columbia. Esta
avalancha cívico-militar fue la que de manera espontánea, esa noche tomó el
mando de la política cubana y de hecho, los gestores cívico-militares que
asumieron el nuevo gobierno que consolidaría la “Pentarquía” cuando hasta entonces,
cada grupo o facción andaba por su lado con proyectos y planes diferentes..
Exactamente
la frase mágica que Silvio predijo, les traería suerte; y que ahora en el
conjuro callejero el babalaow repetiría
junto con otras palabras ininteligibles en el idioma de los feligreses, en voz
baja. Mientras con los mazos de hierbas limpiaba el suelo por donde se
desplazaban los Íremes (diablitos);
sonando campanas, cencerros y cascabeles atados a su tobillos y cintura, al
tiempo que ejecutaban pasillos de bailes mágicos al compás de los tambores sagrados de la Potencia Ñáñiga del lugar. Según los entendidos, era la "Potencia Número 40" Entre otros, eran los sincretismos ‘permitidos
discretamente dentro de la libertad de
cultos’ lograda por ciertas legislaciones permitidas en la “Constitución
de 1901”
Fue
entonces que el minúsculo grupo de “los Ocho de
Columbia” ya afianzados en los puntos clave de La Habana y de
inmediato en provincias, modificó todo el quehacer político, económico y social
isleño, ya con la nueva “Constitución de 1940” Cuba consiguió alcanzar por vez primera, en las tres décadas siguientes, un desarrollo económico, tecnológico, comercial y social en todos los frentes; al colocarse en un envidiado tercer lugar entre el resto de los países más competitivos de Latinoamérica, después de EE.UU. y Canadá. Así a pesar de trastornos sorpresivos; algunos fuertes (como la irrupción de la subversion castrista),
hasta enero 1, 1959, cuando todo se volvió al revés.
La saga
continúa.
© Lionel Lejardi. Agosto de
2013
Legacy Press
Addendum
1 Con el advenimiento del comunismo a la arena internacional
(Rusia, China, Vietnam, Cuba, Bloque comunista,
etc.), la naturaleza auto destructiva intrínseca del este sistema, produjo de
inmediato el estamento o clase sustituta del ancien régime. De ahí el surgimiento de la “Nueva Clase”, tal la tan
acertadamente denomino el yugoslavo Milovan Đilas (Montenegro, 1911-1925). Su
obra principal, “The New Class: An Analysis of
the Communist System” (La Nueva Clase: Un Análisis del Sistema
Comunista). Criticó acerbadamente el orden estalinista y se auto denominó como
un “socialista demócrata” Tal
denuncia de un renegado y avergonzado de las atrocidades comunistas (el modus operandi
habitual en los totalitarismos) le costó a Milovan Đilas, torturas y prisión.
2 Un ejemplo puede ser visto en el film
"We Were Strangers", 1949 (en español, "Rompiendo las cadenas"), 1949
protagonizado por John Garfield, cuyas copias (salvo una, cuentan a sotto voce algunos críticos y analistas
del cine cubano) fueron incineradas por los castristas,
inmediato que se encaramaron en el poder. Trataba sobre un hecho real sucedido
cuando el machadato: el intento de asesinar al Presidente Machado, cuando éste
asistiera al entierro de Clemente L. Vásquez-Bello, Presidente del Senado de la
República, quien previamente había sido escopeteado y muerto por disparos de shootguns (perdigones cal. 12) de estudiantes
universitarios opositores, quienes tomarían el entierro del político como,
lugar y momento para el magnicidio contra Machado. Los Castro, temían el
ejemplo de un pueblo cubano iracundo, contra un gobierno autoritario que los
ciudadanos de entonces (como los de ahora) estimaron despótico y tiránico, cuando
los ciudadanos todos, decían y hacían lo que les daba la real gana.
3 “Havana Biltmore Yacht and Country Club”
(Havana, hoy Ciudad de la Habana). Entonces un club privado exclusivista de la
clase alta, extranjeros (en lo fundamental, norteamericanos, el cual disponía
de amplias instalaciones de recreación, como un embarcadero para yates, campos
de golf, canchas de tenis, un cuadro de béisbol, tablado de basquetbol,
piscinas y playa. También restaurantes y bares finos, etc.
Era
frecuentado, anterior a la implantación de régimen comunista de los hermanos
Castro, por personas extranjeras famosas y la élite aristocrática, de la banca,
comercio, industria, política y gobierno. Durante la era comunista,
inicialmente, fue abierto al público y junto con sus instalaciones de bienes
raíces y una mega construcción, convertido en la “Escuela Nacional de Arte” Hoy, tras decenas años de comunismo, es
un territorio selvático asolado y con sus edificaciones sumidas en ruina
completa.
Serás
bienvenido a mis blogs alternos:
EDR: 5071/ pag /16/16