jueves, 28 de abril de 2011

Uniones sindicadas y otros poimandres herméticos

Uniones sindicadas y otros poimandres herméticos
Se cumplen 52 años de dictadura comunista en Cuba
Sin la venia Ajena
Versos de rima átona, con intenciones
No es extraño que disturbios económicos como la recesión actual en EE.UU, hayan roto las cadenas que mantenían ancladas a medias aguas; en la gran ciénaga político-social; el cofre de las trampas, subterfugios, armadijos y el resto de las inverecundias que nos atormentan. En un tropo forzado, la similitud deviene al toparnos con la farsa de un iceberg; el de los funcionarios y dirigentes de uniones, hablo de aquellos indecoroso no de los buenos; los cuales le hicieron dar la vuelta de campana, hasta que emergió chorreando toda clase de miserias humanas.
La cosa estalla con la diseminación de sartas escandalosas, que los protagonistas preferirían mantener sumergidas y enterradas en el fondo del pantano común. O también, en alguna que otra charca particular, a disposición de cada depredador de la vergüenza pública.
Sin artes ni magias, los sellos se liberaron y con ello, los secretos herméticos vedados al oído y vista de los tristes mortales, los contribuyentes inermes. Porque nosotros los catalogados como los juansinnada, empleados y desempleados de “a pie”; somos la parte mayoritaria productora, cuya carga más álgida es la función de mantener de por siempre; el fabuloso estándar de vida de la parte no productora de la sociedad, los burócratas.
Esta última porción parásita (conceptual), sin la menor compasión; vive a nuestras expensas tragándose todo el erario público y hasta aquello pensado intragable, el menudo de nuestros bolsillos. Sus componentes, "Ellos", son los empleados gubernamentales de la nación norteamericana.
Como en todo hay excepciones, tales son los factores destinados a la oficina ejecutiva, seguridad nacional y defensa, legislación y la judicatura, por mencionar ejemplos casuísticos proto salvables. Los secretos herméticos en parte, se refieren a la repartición del pastel presupuestal, intercambio de influencias, amiguismo, nepotismo, cabildeo, compromisos con y entre las uniones y las administraciones en todos los EE.UU. Y no hablar del resto de las iniquidades que van emergiendo a la superficie, en el día a día.
El echar aceite al mar para calmar las furias en medio de esta tormenta, en nada les ha servido a los pícaros. Tales intentos dilatorios, en su lugar, ha recalentado la indignación ciudadana. Porque la cuestión atañe y es responsabilidad de las uniones y sus afiliados, los cuales se han prestado con “el silencio de las ovejas”, directa o indirectamente, a sancionar y chupar de estos manejos siempre perjudiciales a los contribuyentes.
Y como hace buena parte de los oficiales electos, aplican en su beneficio el dogma de laissez-faire, laissez-passer (dejar hacer, dejar pasar) no émulo de las sociedades abiertas y democráticas como la norteamericana, aunque muy acorde al mercantilismo barato de pulgueros y kandongas. Sucede que al estado, tan pequeñito como un condado o ciudad, es moda à la dernière, estandarizarlo acomodado al silabario del katagana, gobernador de los altos principios de los "Tres Monos Sabios" del templo de Nikko. Pero lo que sí es incierto, como asegura una reportera, que si los controladores aéreos se duermen (los cuales no tienen por qué) es debido a no estar sindicalizados, sino simplemente a que el escalón inmediato donde pace el supervisor cayuco, no funciona o también el tipo andaba dormido
Aconteció que todas las trampas que pusieron a los ciudadanos norteamericanos hasta ayer, les estuvieron saliendo bien. Nos referimos al hermetismo indecoroso en el cual, ex professo, se han envuelto desde siempre los dineros engullidos por la avidez insaciable, de los estamentos que componen la "vieja clase" gubernamental: dirigentes y dirigidos.
Un botín de guerra sui generis
Es opinión de los entendidos que los titulados "paquetes de beneficios", en modo alguno son conquistas de los trabajadores, mejor, empleados públicos. Existen opiniones a cualquier nivel analítico que los consideran lo más parecido: a la repartición simple de un botín de guerra, arrancado a los contribuyentes indefensos; manu militari; por los integrantes de una partida irregular al acecho en los caminos conducentes a la perdición de la vergüenza ciudadana.
La catástrofe nacional actual, provocada por la enorme burocracia ineficiente, inoperante y gastadora; de sueldos descomunales, pensiones múltiples y el resto de los denominados "beneficios"; se traga casi el 90% de los ingresos aportados por los contribuyentes fuera del juego oficial. De igual modo, y es la esencia de la denuncia, esta calamidad contamina y hace metástasis a pie de condados y municipios y sus instituciones fantasmas colaterales, lastrados todos en sus "partos de los montes" con sus uniones.
Estas capas son a grosso modo, la patronal (funcionarios) y la sindical (los empleados), donde yacen incrustados al estuco, todos y cada uno de sus integrantes. En el peor de los casos, las uniones sindicadas protegen bajo sus alas caldeadas de ventajismos, tanto a funcionarios como a los que debieran ser la antítesis naturales de estos últimos, los empleados.
Ambos, son cocidos a fuego lento en la misma olla. Sabrán Dios y las 11,000 vírgenes, la embocadura vinícola del menjurje. Pero si no lo podemos degustar, sí palpamos y conocemos sus resultados ruinosos para la sociedad entera. En nuestro caso, tienen en bancarrota plena a todas las arcas municipales y condales del estado floridense. De ahí, evidente, el terror a la intolerancia comercial de las privatizaciones.
Y aquí desplegamos el abanico de los agraciados por esa mano de cartas divina, que constituyen los empleados gubernamentales. En cada piso del poimandre hermético de cada estado, anidan desde un gobernador hasta el último “limpiapisos” (les intouchables), del último de sus municipios. Nada de qué enojarse, porque en la vida civil el que suscribe, sabe las técnicas de exprimir el trapo y menear la escoba, tan temidos por los falsarios.
El estremecimiento que experimentó nuestra sociedad con la jornada exitosa de la revocación alcaldicia condal, fue desatado por “las viñas de la ira ciudadana” ante el desparpajo en la repartición de sueldos, prebendas, botellas, sinecuras, etc.; en todos los estamentos estructurales del Miami-Dade County (MDC). Ver que los líderes nuevos dicen saber del desefreno y que barrerán con todo eso.
Estimados conservadores repetitivos desde siempre, arrojan un exceso de plantilla de los jefes alrededor del 46% y subalternos, entre un 18 y 21%. Estos valores encajan al igual en el resto de los estados y de nuestra nación, atribulada por los burócratas y sus amigos lánguidos, los ”tragasellos” y otras yerbas del welfare.
Métrica del poema nominal
¿Para qué, sino para mantener a un buen número morones (Amici degli Amici) escondidos entre los empleados decentes y trabajadores; sirve la nómina de unos 60 Jefes de Departamentos y 30,000 empleados en el MDC?. El ejemplo, es aplicable a cualquier estructura nacional. Tan es así, que de igual modo casi todos los futuros aspirantes nuevos (porque debemos desechar a los viejos burladores de la ciudadanía) a los puestos de alcaldes y comisionados en municipios y condados de toda la nación; plantean en sus plataformas reducciones de nóminas y rebajas de salarios, drásticas pero necesarias.
Y recalcamos los nuevos, porque debemos desechar a los viejos –no por viejos, sino por sinvergonzones en sus alianzas invirtuales con las uniones en la repartición del pastel– quienes nos dejaros un legado horroroso: el poema nominal de nuestra ruina como comunidad.
De ahí, y nos sorprende, que formadores de opinión de seriedad indudable, al parecer confundidos en mimetismos con lo que no son (voceros); quizás informales y así ruego; de los estamentos, nos hacen escuchar plañidos, voces y lamentos herrumbrosos y extrañamente amplificados por estos mismos bardos.
La cosa va con las injustificaciones orquestadas por las cabezas iracundas de los estamentos; que se resisten a modificar o poner en su verdadero lugar (el basurero), prácticas inmorales etiquetadas como lesivas a la sociedad. No son palabras, sino, ver la magnitud del desastre económico en que nos han hundido el eje de funcionarios-uniones.
¿Quién se atrevería en sus cabales de persona decente y decorosa, a justificar que un simple bombero de cualquier parte de los EE.UU se ufane de ganar $300 o $450,000 anuales, y lo mejor que se pregunta el pueblo: haciendo qué, para ganar mas sueldo que el Presidente de los Estados Unidos?. Es indudable que algo muy preocupante ha entrelazado las ententes gobierno-sindicato en todo el país. ¿Es resultado del cohecho? Inquirimos alarmados y aterrados, porque se trata de los dineros del pueblo. El nuestro.
El conjunto involucra sectores y actividades diversas de cabilderos de la gran masa, ya acanallada por esos mismos funcionarios y vectores sindicales; a quienes los buenos tiempos del regodeo y la gozadera con los dineros de los contribuyentes, les ha convertido en “demagogos perfectos”, hoy reyectados por la opinión pública.
Saber que el “unionismo” (una especie viva de “unicornios azules” copycats del barrio habanero de Los Pocitos, pero sin guitarras cantautoras encenagadas en la biblia zurda) es una de tales actividades marginales al igual que improductivas –al parecer, esta se auto mantiene el estatus con dinero ajeno–; constituyen el trajín sindical típico, cuyos resultados han devenido en la indignación ciudadana a escala nacional. Ningún estado o sitio, ha escapado de esta práctica cripto proletaria nociva y adictiva.
Cantos fúnebres de las ocas imperiales
Una que otra voz matutina o vespertina, quizás muto propio annon o, han elevado sus cantos funerales en defensa del sacrosanto derecho de los empleados y patronos a pagar una coima a las uniones que les representan, independientes o consolidadas. Pero claro que tienen razón, no hay por qué regañarlos, sólo recordarles que lo hacen a medias. Es que a tales adalides defensores del agua tibia, hay que enseñarles que no se pugna por un derecho que de hecho, existe por acuerdo entre las partes, aunque en contra del pueblo.
Es como lanzar exorcismos banales contra los demonios inexistentes que nos impiden respirar el aire marino de Miami Beach. Los sindicatos, uniones, clubs, gremios y asociaciones deben ser los lobbists de sus afiliados y no simples cajeros de los zánganos que cabildean en los pasillos gubernamentales. He ahí la queja, sobre los dineros supuestamente desvanecidos que las voces, al parecer no entienden, pero que al final se traducen en impuestos al contribuyente.
Cada individuo está en pleno derecho de decidir a ”quién” o a “cuálapôtre –¡por Dios, entenderlo en el sentido de “apóstol” y no de “souteneur”, porque son hechos involuntarios debidos a las trampas de las "homofonías antinómicas”, increíbles, existentes en la “perífrasis sinonímicas” de la lengua francesa (es un intríngulis)!– hace la infeliz entrega mansa y perruna, de sus óbolos.
En el trasfondo –se cuenta bajo cuerdas–, que en todas partes las uniones les dicen a los afiliados de marras que ellos (quizás tal sucedió en Yukon), son intocables. Da igual si el acto ampara por igual a los buenos trabajadores como a los ineficientes, impuntuales, botelleros, vagos, ausentistas, amiguitas de alguien o morones del que “me duele aquí Macorina”.
Se asegura que nadie los toca, ni puede, como a los pariahs, vacas o monos sagrados, indúes. Sucede que estos líderes sacrificados, a su vez mantenidos por los empleados que les agradecen su protección, siempre cuentan con ecos cebados para descarrilar a la opinión pública y dejarla en dubitaciones asoladoras.
Es que no acaban de entender las liaisons existentes entre todos y cada uno de estos pejes (por error, les dicen “líderes”) que detentan el poder en cada lugar. Se trata de las antiquísimas canastas intercambiadas a plena luz del día en las callejuelas de la Casbah condal o estatal, tal si fueran las de Atenas, las de los favores mutuos, grandes y chiquitos.
¿Dónde se escondieron estos líderes en ocasión del revocatorio?. Todos, sino casi todos partout, dan la impresión de estar interconectados a una misma tripa que les ensarta por el ombligo. En verdad es fea la imagen que ofrecen de nuestra hermosa sociedad norteamericana.
Para nosotros dolientes, se evidencia que la función de los sindicatos está desvirtuada, adulterada, corrompida y devastada por el oportunismo, la glotonería y la irresponsabilidad tanto de los sacrificados (líderes) como de los victimados (afiliados).
Todos piensan en cómo y cuánto acumular en las pensiones del gobierno para el retiro dorado. Que en el relajo se ha tornado no en "la" sino por "las" pensiones. Resulta imagen vergonzosa que estos cabritos blancos al degüello en el ara del dueto funcionarios-empleados gubernamentales, cada uno a su manera, “le aguanta la pata a la vaca”.
Sindicatos amarillentos
Ahora las uniones andan en temores de la aversión exacerbada de la ciudadanía harta, que va despertando por la generosa acción de líderes del calibre del Sr. Norman Braman, y no de ninguno de los otros "líderes vaporosos", esas postales que se escondieron a la “hora de los mameyes” y que hoy andan afilándose dientes y uñas, intentando volvernos al desparpajo que ellos crearon.
A todas esas cosas feas de la segunda personalidad u "otro yo" del individuo maligno –apuntado por Stevenson en su "The strange Case of Dr Jekyll and Mr Hyde"– le dicen, alter ego amarillento, al que designo como los yerbajos que comen los "Chivos de la Quirino".
Y le nombro “Sr. Norman Braman” y no “ricachón”, “millonario”, “bimillonario”, “multimillonario” o cualesquiera de esas sandeces envidiosas que les endilgan los energúmenos, sencillamente: porque me da la real gana y el respeto que tengo por la que presumo magnitud de sus “joyas familiares”.
El color amarillo canario era el preferido por Henry M. Flagler para pintar sus hoteles, diseminados por toda la costa este de los Estados Unidos. Sin embargo, el “amarillismo sindical” no es nada parecido a la euritmia estética de los arquitectos e ingenieros de aquel barón de los rieles. Si no, al emético o su consecuencia, la regurgitación de los búhos.
Luego, no sucede ni es lo usual en cada sociedad emética, ante la decencia y la ética; que les espantan como la ristra de ajos o el crucifijo de plata, a los vampiros extra humanos.
Un recuento a escala nacional de la obra de estos artefactos sociales (las uniones), nos mostraría la desolación que lograron en nuestras áreas industriales y de los servicios (ejemplos simples: el desmonte de las industrias y fábricas en Detroit y Hialeah o el desguace de la Eastern en Miami), dejando cientos de miles, quizás millones, de desempleados.
El modus fasciendi de protección sindical es inmoral e inético, atenta contra los altos principios; y en nada se diferencia de las mobs de antaño, salvo las vendettas cruentas, decretando como válida la conexión coima-protección. ¿O no es visto así por el ciudadano común?. Luego, ¿a qué vienen esos ditirambos acerca de las cuotas sindicales, sabidas mal cobradas y al parecer, peor empleadas, en cabildeos fantasmas?
En la realidad contemporánea, agregan los eruditos y salvo excepciones; las uniones de empleados y funcionarios gubernamentales, han demostrado de manera magistral el dominio de dos triquiñuelas de uso corriente:
–Acomodarse a los intereses de la administración de turno y subsistir en una especie de nirvana romano, ecechando arrancar cada año dádivas a la administración (también corrupta en algunos casos) y que en primer lugar; van contantes y sonantes a los bolsillos de ellos mismos en forma de sueldos, seguros, viáticos, horas extras, retiros, etc. Los distróficos mentales, que además son cínicos, tratan de seducirnos a los contribuyentes y les dicen “beneficios”.
–A cambio, utilizando el sudoku de los “Tres Monos Sabios”, todos se hacen de la vista gorda ante la repartición del presupuesto oficial en cualquier instancia (después de asegurarse su mordida alícuota) por parte de la administración, gravámenes por nuevos impuestos, aumentos de cuotas por servicios y obligaciones a la población ya esquilmada, etc. En esencia, no se puede probar la malversación, cohecho, soborno o el robo.
Un parche ineludible que da ronchas
La consecuencia de este modus operandi desfachatado, nos muestra un caso típico, no singular, tal es el escándalo general desatado en el Condado de Miami Dade y ciertas de sus ciudades, que culminó con el arrebato revocatorio impuesto por el voto ciudadano, al alcalde del condado y parte de sus colegas y beneficiados.
Un caso contrario, excepcional al parecer, de poner el parche antes de que salga el grano; pudo verse en Hialeah, donde el alcalde Julio Robaina dijo haberse enfrentado y contenido a las uniones, poniéndolas en su lugar. A falta de dinero, este funcionario disponía de dos opciones unicas: reducir sueldos o reducir personal. Osadía (nadie la ha desmentido), que al parecer no tuvieron ninguno de los “comecandelas” anteriores, ni que se atreverán los posteriores, ya cocinados en el mismo caldo. Desconocemos otros aspectos de la trayectoría política de Robaina.
Una variante de los sindicatos amarillos es aquella que se manifiesta en los países sometidos a gobiernos autoritarios, dictaduras, castas fundamentalistas y otras abyecciones políticas y religiosas; donde las uniones no son libres y autónomas y sí, impuestas de dedo por la alta instancia de la pandilla depredadora nacional encaramada en la cúpula, sus caudillos, líderes, iluminados o como quiera llamárseles.
Los totalitarismos y sus instituciones, todos, operan de esta forma indecorosa, y lo mejor del cuento: no se esconden y además; desafiantes; cuentan con decenas de apologistas y ocas nacionales y extranjeras (algunos pagos y el resto fellow travellers), a tiempo completo.
Volviendo al patio con el tema plañidero de lamentos, llantos y gemidos de algunos comunicadores; por las ententes de nuestras virtuosas uniones de empleados y funcionarios, no sorprende que al final del día aciago, los ciudadanos les pregunten a los políticos, funcionarios y empleados malos; ya rabiosos y soltando espumarajos por sus bocas retorcidas y desdentadas:

¿Y no les da vergüenza esquilmar así también, a sus familiares, amigos y vecinos?

Claro que no. O como dijo el Hon. Thurgood Marshall, magistrado de la Corte Suprema de los Estados Unidos: "...quizás cuando América vuelva a ser la América que todavía no ha sido".
© Lionel Lejardi. Abril, 2011
lejardil@bellsouth.net
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