*3 «Sargento, ¿a qué esperar
para comenzar la revolución?»
iii/...n
(Miniserie, editada bajo la EDC)
Se cumplen 59 años de
dictadura comunista en Cuba
“Un Asunto Cubano”
«El “Existencialismo”, quiso decir Sartre,
es “el humanismo de la izquierda”
Tal si esta aberración sociopática
y anti historicista, tuviera relación
alguna con la
misericordia cristiana
Lionel Lejardi
«Lo lógico —sentenció el sacerdote—, es
mirar hacia unos Estados Unidos exitosos»
El Shamán y el sueño
de "La Macorina"
Para sorpresa del escucha, esa fue la frase
sorprendente; socio-política; adelantada por el Brujo Mayor al sargento vestido como soldado raso, encartonado por
al almidón, dentro de su uniforme kaki
de faena. Todo el ceremonial había terminado, mientras el primero exhalaba
despacioso un humo de tonalidad rara, entre verdoso y azulado. Volutas del
mismo, provenían como otros tantos de pequeños incendios forestales desatados
por los fumadores, controlados; escapados cigarrillos, tabacos torcidos, de
cachimbas de picaduras aromatizadas con mieles o clepsidras turcas acrónicas, de caña-brava; ciertas que expelían
densas humaredas, casi irrespirables, pero excelentes para impresionar y convencer
al cliente de sus poderes y vaticinios. Nuestro soldado tangerino ya alertado,
apartaría la hojarasca para advertir lo real de aquellos esoterismos híbridos,
cocinados con yerbas naturales. Según los entendidos, posibles de encontrar en
selvas húmedas, por ser viejas e intrincadas, cubiertas de nueces y hongos de coco,
todos mágicos. El hechicero estampó muecas en su rostro e hizo genuflexiones
aparatosas con sus manos, inteligibles hasta por los espíritus, tal si
devolviera un préstamo a la nada de aquella caseta encerrona del hábitat hórrido. Luego el brujo le
ofreció un tazón con el brebaje, pero el soldado lo rechazó sonriente y amable,
tal le aconsejó su madrina, la
etnóloga blanca de la finca San José, su ilustrada consejera espiritual. La
cuestión era antes de armar su cábala como respuesta al futuro de su cliente.
Sucedió, tras una noche de brujas y cánticos
apagados, palmarios hasta después de que brujo
ingiriera buches de tizanas varias; en especial las ofrecidas por el oxiduco, el molino sagrado de piedras volcánicas
traídas desde Yucatán. El artefacto
destinado a pulverizar el peyote y un
mezcal aguado entre otros enteógenos
naturales. Por instantes, el militar creyó sentir en su mente el rugido de sus fans, unos izquierdistas y otros liberales,
tales si estuvieran junto a él en la sala del fambá; después miró de reojo al brujo y suspiró ansiedades y
chorros de angustias similares de quienes se sienten deudores de pecados
triviales y otros errores reprobables que algún vidente le auguró en su futuro.
El no tocó, olio, bebió, o aspiro ‘nada
de nada’ Un privilegio cubierto por una indulgencia incluida en los
honorarios, del brujo.
—Yo ni sé, ni entiendo de estas cosas —dijo
con un murmullo entrecortado y sintió que sus nervios estaban bien calmados y
contento de estar en control completo de la situación—. Porque
este “social”, se imagina que le estoy creyendo sino todo, una parte del
cuento.
Igual devino para el otro personaje-objeto, una
especie de ayudante ceremonial asiduo a tales sesiones místicas, porque le
estremeció ver el corazón diminuto ensangrentado, que el brujo le mostró en la
palma de su mano, antes de echarlo al fuego de la hornilla. El mismo latir
arrancado ese amanecer a un pájaro extraño, una ave de plumaje raro de tonos
violetas, que visitaba cada año el islote situado en medio del lago artificial
de la pista del Hipódromo del "Oriental Park", en Marianao. Un
sitio donde coitaban en invierno los flamencos floridenses, un tanto nacarados,
como los personajes de "Aura y las
violetas"
El soldado, todavía asombrado, sonrió, y el Shamán se estremeció e igualó su gesto
mágico con la inefable expresión filipina estampada en la faz de su cliente,
alertado de visiones anunciadas de "La
Macorina" Porque la ‘pajita’
absorbente, pasada a un creyente católico astuto y sin otras pinceladas,
despreció este cliente, fervoroso católico, quien 'por si acaso', no se tragó nada del menjurje.
Cuando el soldado se marchó, portaba entre sus manos y bien envueltos
los atributos y prendas confeccionadas con pedazos de ramas de arbustos, sándalo, telas
finas multicolores, carapachos de animales, polvo de huesos de humanos
fallecidos y otros de nosesabequé,
entre una decena y además, de otras cosas del amuleto. Eran las prendas permanentes, porque las de estación dependería de la época del
año, donde se ofrecerían aquellos animales sacrificados y santificados por el
brujo. Este soldado, líder en ciernes del Ejército, se sintió asegura’o para aquello que le pronosticaron
ciertos nigromantes a principio de agosto de 1933, que para su sorpresa
coincidía bastante con lo que le dijo
ese mismo Brujo Mayor, quien ejercía
sus habilidades no convencionales en su covacha inmediata al "Tejar de ladrillos y tejas" situado
en la hondonada al costado de la barriada obrera. Este “soldado” lo era
solamente por el uniforme, tal como acostumbraba, para ser desapercibido.
«Porque
lo primero que hacen los 'mandamases' es conectar a los adivinos con los
servicios de inteligencia», reflexionaba el sargento, en no pocas
ocasiones».
La interrogante del “Bobo” de Abela
Había lugar a la pregunta lanzada por Sergio
Carbó en su artículo, cargado de insinuación ardiente; instando a las fuerzas
vivas, los estudiantes y los ciudadanos probos, activos o pasivos, a poner en
marcha una nueva y genuina revolución que restaurara la democracia con todas
sus libertades, ventajas, prerrogativas y también peligros. Pareció decir
anticipado: "Una Revolución dentro
de la Revolución" (1967) consonante con el decir a posteriori con el título homónimo de una obra literaria del
excelente periodista y escritor francés, comunista radical por antonomasia, Régis Debray. Se trata de un intelectual
atontado con flecos del existencialismo de Jean Paul Sartre, consecuente con
los sueños latentes en los intelectuales e Intelligenza
de los años 60s.
Aquellos enfundados en los calcetines donde se
auto estiman pertenecer a las rara avis
y no lo que son en la realidad latente, como simples ‘avetontas’ que han existido en todos los tiempos. Siempre renqueados
por los líderes marxistas cazabobos,
tales tirantes de carretas arrastradas por la izquierda morona, atetados por
populistas con el Überich
encolerizado, tales Gracos babubistas. Tolva generadora sin igual de cuánto
ptialismo holgazán y de vagabundeos inimaginables por los sociópatas
izquierdistas. Un mal endémico propio del aburrir auto complacido como los de
Proust y sus martingalas, tales son los esqueletos sostenedores del dogma
marxistas, siempre a caza de esperanzas y ensueños de los juveniles.
Y peor, la cantaleta de sus propagadores en
experiencia cubana de los años 30 y sus posteriores. Devenida esa especie de zika moderno de la música rag y no otra que la urbana; que oblonga
la masa cerebral y el consecuente menos común de los sentidos, cuya posología
terapéutica de cura, supera cualquier dogma explicativo del fracaso de la
izquierda fascistoide. Igual que los aires revolucionarios de los 30. Es manía que
enarbolaron aquellos pioneros comunistas aterrizados, en la Cuba de 1925, y
nada menos que a los fines de sopapear a Gerardo Machado y Morales. Un líder serio,
muy popular entonces, el cual gozaba de la simpatía de la abrumadora mayoría de
sus electores.
Es que este personaje de "el Bobo", al parecer y nos avisan
observadores magros y silenciosos de los viejos cuentos y crónicas del tiempo d’ España, devino interludio
obligado y polizón italiano. Sucede que Debray, como tantos exégetas alucinados
con la contemporaneidad desgarrada por aventuras similares a las
sierramaestrinas; de las que sin otro remedio quedó desengañado tras el
desastre de sus devaneos de la Bolivia selvática y saturada de quijotismo
falso; que le costaron tres años en la cárcel, le resultó un brochure envuelto en baraturas de las
huestes desarrapadas de un guevarismo trasnochado, destinado al fracaso. Ello
devenía realidad insondable, dada que entonces no eran muchos los conocedores
de los intríngulis profundos de la política vernácula cubana en talones de
1933, además de otras facetas y aromas de la problemática nacional. Que desde
inicios de los años 30 cargaba incertidumbres peligrosamente cercanas al
caciquismo político.
Arribar a conclusiones bajo la influencia de
aquella miríada de líderes apopléticos y tremendistas, que se habían expuesto a
todo y a todos los ilusos, el entender las fases diseñadas por el Comintern
para el enclave político-militar, incomprensible en forma alguna para el pueblo
cubano. Un total de segmentos y opiniones que revoloteaban en la mente de
Sergio Carbó, ya encallecida por los avatares del endrungue cubano, no
imbricaban con exactitud con los bríos revolucionarios. Tales hatos de presunciones
se corroboraron, en las tardías manifestaciones de los líderes predestinados a
provocar un cambio en los caminos y naturaleza de los parámetros democráticos
vigentes; rotos o en estados alterados por rudezas del machadato y la violencia
justiciera más que vengativa, desatada por los opositores de todas las
tendencias antimachadistas.
El país cubano en medio de convulsiones, dictó un alto en las pasiones,
indicando que no era obligado esperar por el eco popular, embriagado por el
triunfo de la vocinglera del populacho. Mas, avizorando ya una nueva etapa del
combustible populista, siempre deleitoso al paladar recalentado del lumpen proletariat, fistulado de
vagancias aunque habituado a extender la mano ávida de su ración mensual del
maná populista a cargo del bolsillo de sus vecinos contribuyentes. Es ese herpe
congénito con escamas de la algarada pancista de cada discípulo de Marx y
Engel, que de ángeles no tenían nada. Estos hombres jóvenes, cuyo hábitat esencial era absolutamente
regido por una Constitución liberal y democracia absoluta; vieron y vivieron
entristecidos ante la interpretación errónea de ciertos políticos coquetones
con la estafa comunista. Estos últimos, casi todos patricios prestigiosos pero
ineptos; que decidieron actuar de inmediato en el momento en que la vox populi y la sociedad cubana
pensante, entendió que esos valores de libertad y democracia, restantes después
del atropello debían ser reparados a la mayor premura.
Tras el derroque del gobierno machadista por la acción y pasión
mancomunada de esa clase intelectual vanguardista y la clase media preclara, el
compás de espera indeseado se cernió sobre la expectativa de los demócratas.
Tal impulso resultó a todos insoportable de explicar al sentido común del
ciudadano común y medio, ansiosos de resultados palpables que mejoraran los
años de sofocación y carencias. Igual que ahora sucede en la Cuba ahogada por
los castristas. Porque a los
pudientes de la media y alta burguesía, generadores impetuosos en la creación
de riquezas y al resto de las clases vivas grandes y pequeño burguesas,
profesionales y trabajadores simples de medio
pelo; el conflicto creado por la obsesión de la filosofía machadista (si
existió), había terminado. Luego, su paranoia obsesiva de sembrarse en el poder
(ver el similar endiablamiento obsesivo y prepotente de la gerontocracia guerrillera
actual, soldada al poder en Cuba desde 1959), devino repulsa popular contra
Machado y con la consecuente expulsión de este líder de probidades
independentista ciertas, en su calidad de un presidente electo, pero confundido
y atropellador del país cubano.
"Lo lógico
—sentenció el sacerdote al soldado, ya en el dintel de su covacha—, es mirar hacia unos Estados Unidos, siempre exitosos"
Tras
la caída o defenestración, el 12 de agosto de 1933, del gobierno dictatorial
del Gral. Gerardo Machado, se articuló un gobierno provisional civil y
democrático recién estrenado, el cual se denominó Comisión Ejecutiva del Gobierno Provisional, liderado por una
figura anodina (el hijo del Padre de la
Patria) el Dr. Carlos Manuel de Céspedes y Quesada. Este cubano, se tornó
una esperanza borrosa pero absolutamente irreconocible como tal, para los
cubanos; ansiosos de cambios sustanciales en el modo de hacer la política y
gobernar la Isla de Cuba, cuidando que cualquier acción se realizara dentro de
un marco democrático genuino. Dicho Gobierno
Provisional perduró del 12 de agosto de 1933 hasta el 5 de septiembre de
ese año, en que se sucedió un acontecimiento importante para y en la Revolución de 1933. Porque se produjo un
golpe de estado cívico-militar, iniciado en el “Campamento de Columbia” y que tomó
el nombre de “Revolución de las Clases y
Sargentos”, con la constitución de un junta de notables denominada “Pentarquía”
Uno de cuyos ejemplos más destacados e inusitado para aquellos
aprendices acerca de qué y cómo hacer la ‘política dura’ pero con guantes, sin chapucerías. Tal resultó
aquella otra realidad con la cual los revolucionarios toparon en sus narices:
el modus operandi propuesto por los
EE.UU. cuya estabilidad y desarrollo social, industrial, científico y
económico, tras la impronta de la Guerra de Secesión, devino biblia
ejemplarizante para el resto de las personas cuerdas e inteligentes del
planeta. Hoy EE.UU. es sin dudas, la democracia genuina más vieja, exitosa y
duradera en la historia de la Humanidad.
Los políticos avezados en la trama cubana, acopiaron el sentir de sus
seguidores, a fin de romper el estaticismo
dejado correr por Céspedes a causa del desconocimiento, carencia de liderazgo o
temor a lo que pensaran algunos sectores norteamericanos. Este líder,
lamentablemente, dejo correr en balde su apellido ilustre y otras bienandanzas que
la Nueva Cuba republicana esperaba de
él. A nadie, cubanos y extranjeros, les avenía en gracia esa calma chicha que
impregnaba toda la isla durante ese caluroso mes de agosto, sin un plan a
vistas por parte del novel Gobierno
Provisional.
Carbó, autor del artículo en cuestión, intervino
para deshacer el impasse soltando un chorro de sugerencias acopiadas junto con
sus seguidores; algunas inquietantes para los amigos de mantener quietud en el
esquema viejo, con buena parte de los mismos jugadores y actores fracasados del
Establecimiento. Mientras que otros,
los de mayor imaginación financiera y desarrollista, sentaron cátedra con
nuevas ideas de transformación social, económica y tecnológica para la Isla de
Cuba.
Pero los nuevos líderes, jóvenes inquietos, ya
fogueados durante los años de confrontación con el machadato; ardían por la
lenidad exasperante del nuevo gobierno provisional que sustituyó al machadato y su paciencia tocó fondo, en aquel de “no
hacer” diario de los cespedistas en el cual nada sucedía, que ni anunciaba
ni sugería nada para iluminar el futuro inmediato. Es que para la mayoría de
los ciudadanos excitados con el triunfo de las fuerzas opositoras anti
machadistas, se evidenció la interrogante de si sería necesario reiniciar actos
de agitación como incitación abierta a retornar a algún tipo de subversión,
como amagos de una posible acción contra el arrobador e inerme, gobierno del
Presidente Céspedes.
Claro es que el periodista Carbó, entonces uno
de los Pentarcas; por entonces y al
parecer, tenía enchumbado el cerebro quizás con una tisana mezclada conceptual,
de ‘té mongol’ endulzado con ‘jalea real’ de los apicultores sureños; del
recolectado por entonces para el emperador de Manchuria y café caracolillo
colado al estilo carretero, arriado desde las faldas de la Sierra Maestra a
expensas del muladar guajiro, siempre presto. Pero sus lectores, ya
acostumbrados a estas genialidades exuberantes, no le prestaron mayor atención
a la incitación abierta de arrollar con un gobierno de facto, que ni pinchaba ni cortaba aunque por un
instante, resulto lo mejor que se pudo encontrar entre los de tinte
democrático. No por eso Carbó se desdoró ni un ápice ante sus simpatizantes,
que abarcaban casi todos los estratos de la ciudadanía de intra y extramuros.
Sin embargo, siendo este, el "Punto Jonbar de Inflexión" de la
patria cubana; de una manera paralela e inadvertida; un avispado y eficiente
taquimecanógrafo por cuyos esfuerzos, ganó su puesto por oposición y quien
resultó asignado a las Cortes Militares del Estado Mayor del Ejército Nacional
de Cuba a los fines de reflejar las extenuantes transcripciones de los juicios
y pleitos legales. Este militar, tras devorar el artículo de Carbó en ‘La Semana’
rehízo la lectura una y otra vez, hasta casi memorizarlo. No resultó extraño
que más tarde en pleno gobierno machadista, este sargento supusiera que “Él” y su exiguo grupo de militares
conspiradores y de andanzas iguales; cuchicheaban sorderas en el seno del ya
conspicuo "Grupo de los Ocho"
tal se denominaron ellos mismos, resultaron artífices de la chispa que les
catapultó hacia el estrellato político. Y como dice el refrán: “A veces, el
Diablo vende billetes de Lotería”
En definitiva, como otros tantos aforados,
oficiales y clases, los nuestros regidores, se organizaban con fines similares.
Luego, quedó meditando si tal sería factible además, si ‘Él’ en lo particular,
se apoderara de la llave de lo que sería ‘su
triunfo personal’ como líder. Cierto que la situación implicaba riesgos,
atenidos a la etapa anterior al 12 de agosto. Tanto entonces en lo posible y
ante la reacción del gobierno machadista, como hacia ahora en la nueva etapa
desde las filas de sus competidores.
— ¿Y por qué no? —murmuró en medio del almuerzo, que Elisa su
esposa dedicada y solícita le había preparado. La mujer le escuchó sus palabras
de significado ininteligible, lo miró y le prestó el máximo de atención.
—
¿Decías amor? —le inquirió ella, atenta a cada suspiro de su amado,
desde la diminuta cocina.
—No, no nada Eli. Es que comentaba en alta
voz sobre los resultados de la quiniela, de la última carrera de caballos del
domingo pasado en el “Oriental Park”.
¡Albricias, por los pichones del "querequeté!"
Era sabido que la invitación a Moscú de Sergio Carbó,
provino de una invitación al Kremlin; tal como sucedió a otros tantos ‘criollos curiosos’ por conocer de cerca
el ‘fenómeno bolchevique’ sostenido
por la facción del Partido Social
Demócrata Ruso (izquierda extremista)
comandada por “Lenin” (née, Vladimir Il'ich Uljanov, “Revolución de Octubre, 1918”);
contraria de manera filosófica y táctica a la facción menchevique (social-demócrata
moderada) comandada por “Mártov” (née,
Yuli Ósipovich Zederbaum, “Revolución de febrero, 1918”) Una invitación pre cocida para los curiosos (tontos útiles)’ del ámbito mundial. Un
tinglado armado de manera permanente por la Secretaría Ideológica del Partido Bolchevique (comunista); que envolvió a la partida
de sus parroquianos en turno. El mismo cortejo aunado a fin de deslumbrar a los
‘subdesarrollados’ simpatizantes con
las maravillas y riquezas macabras obtenidas por el ingente régimen bolchevique. El trabajo de captación definitiva
corría por cuenta y a instancias de los diferentes partidos comunistas locales de cada región o continente. El mismo
camino recorrido por líderes y militantes activos de los comunistas cubanos. Este movimiento propagandístico es lo que
Castro y sus seguidores han hecho durante más de medio siglo, incluyendo el
bautismo sincrético a las izquierdas de África, Asia, Europa, Oceanía, etc. de
donde fueron elaboradas las leyendas dantescas de mitos e ídolos falsos
genocidas, como los "pichones de querequete" del tal, “Che” Guevara
y sus secuaces.
En este interludio de vodevil, arrancó inmediato
que los bolcheviques tomaron el poder
en Rusia, debió influenciar en el olfato de periodista intrínseco del cual, a Sergio
Carbó se le atribuyó un papel que nunca jugo. Se abordó el hecho de que el sagaz
periodista fue tildado erróneamente de simpatizante de los bolcheviques. En base de los naturales devaneos de algunos círculos
de intelectuales de todos los tiempos y territorios. Dicha cuestión nunca se
pudo demostrar; aunque bajo esa interrogante era dado así por sus enemigos en
los corrillos políticos cubanos, insistiendo o redondeando otras tenidas por falsedades.
Es posible que las comparsas ñángaras, tan olvidadizas como siempre, tales
eran sus costumbres, no atendieran a que se trataba de un periodista decente,
una profesión conducente a la investigación de los hechos y sus participantes.
A pesar de su madurez, Carbó no dejaba de ser un idealista como cualquier otro
hijo de vecino. Sucede que bien temprano advirtió la demagogia bolchevique y
existen indicios de que profundizó su estrategia en lo democrático, al conocer
a fondo los designios del Comintern y
los comunistas cubanos. Lo cierto es que al final del machadato Carbó, debió
enfrentar las pandillas comunistas aunadas en su contra por miembros, la
dirigencia y botelleros de enlistados en la nómina secreta del Partido Comunista de Cuba (como filial
del Comintern) entregados después
(1959) en cuerpo y alma en brazos de la recién abierta bolsa guerrillera.
La misma riada que desde entonces succiona a la
plenitud de los guerrilleros aviesos que en 1959 asaltaron con pleno éxito
estratégico el poder político en Cuba, donde implantaron una dictadura
totalitaria, que desde el principio hasta el final de sus horrores tornose
plutocracia dinástica, a toda marcha bajo plena luz y destilando franqueza
extrema. Entonces, la contaminación marxista de la democracia y las libertades
en Cuba hizo que Sergio Carbó junto con su familia, al igual que millones de
cubanos morales y decentes, debió extrañarse al exilio miamense por oponerse a
los castristas. Su hijo Ulises, participó en 1961 como expedicionario en la
Invasión de la Brigada 2506 por las playas de Bahía de Cochinos (Girón), donde
fue hecho prisionero en combate.
“Bolo by bolo...”
¡Exacto!, porque en esas vísperas otoñales del 3
de septiembre de 1933, el relato acerca de las aventuras del Sgto. Mayor de los
Tribunales Militares de las Fuerzas Armadas de la República de Cuba, el Sr.
Fulgencio Batista y Zaldívar; muy bien podría haber comenzado al estilo de los
cuentos de la Literatura Infantil, con un clásico "Érase una vez” (bolo by bolo...) un sargento orándole a
Cachita, el santo de su devoción ..." Es que este sargento no había
ocupado la envidiada plaza actual que desempeñaba, por casualidad; sino por ser
más apto entre los aspirantes de toda la nación cubana, a ocupar la plaza de
Taquimecanógrafo Principal en los Juicios Militares del Estado Mayor del
Ejército de Cuba. A este sargento, definitivamente anodino entonces y con los
impedimentos de no de estatura alta, cabello negro aflechado, piel cetrina,
acento gutural campirano y otros rasgos no atractivos; le rodeaban emociones
que no eran exactamente las que le ayudarían en sus aspiraciones, siquiera, de
alcanzar la ansiada categoría de oficial del Ejercito de Cuba. El Presidente
Alfredo Zayas en su tiempo preparó decretos a fin de facilitar a las clases y
soldados el acceso a ser oficiales del Ejército, lo cual les era negado.
El Sgto. Fulgencio, entonces Rubén Zaldívar, fue
otrora un campesino sin mayor instrucción, salvo los rudimentos de la enseñanza
primaria y que había trepado desde la nada como retranquero de trenes en su
pueblo natal de Banes, Oriente, hasta alcanzar por méritos propios su empleo
actual en la capital. Sucede que este apacible militar guardaba longitudes
distintas de sus compañeros de fábula. Sin embargo, ahora se trataba del mismo aforado
que en horas vespertinas de la primera semana de septiembre de 1933, despachaba
a pleno goce como guía en la residencia de los dueños del restaurante la “Casa de los Aladino”; rentada y situada
en un recodo de “El Laguito”, en
pleno reparto exclusivo de la alta burguesía criolla, el entonces magnífico 'Havana Biltmore Yacht and Country Club of Cuba'
La casona, algo no convencional, estaba
arrendada a unos joyeros libaneses liberales, muy influyentes en La Habana;
oriundos del barrio de Bachoura, aledaño al Downtown de la capital Beirut,
adornados con una imagen de blancos europeos por entonces cuyos negocios se
asentaban desde tiempos atrás en el Callejón del Cristo, Habana Vieja. Ahora,
increíblemente aliados en negocios con sefarditas moderados, comerciantes de
telas finas, joyería, óptica. etc. de la calle Muralla. Allí, en una
edificación lujosa de dos pisos funcionaba el punto de la conspiradera militar.
En algún momento, la casualidad hizo que Batista recibiera los auspicios de los
libaneses.
Con los apresuramientos naturales, la reunión
finalizó y los participantes se aprestaron a la partida hacia el Campamento
Militar de Columbia. Así, antes de las 19:00 h y después de pertrecharse de
gasolina, la pequeña caravana de autos negros y lujosos pasó rauda frente a los
centinelas sonrientes de la posta No. 1. Dicha posta, ya estaba alertada, por
lo que le franquearon el paso a la caravana ante una señal de victoria con los
dedos, que les hizo el chófer delantero con los bodyguards de la avanzada y penetraron en el interior del
Campamento, al noroeste de la capital, en Marianao, rumbo al punto de
concentración en el cine Columbia.
En el lugar, Jefatura del Regimiento y la
partida de complotados finalizó su periplo en el Club de Oficiales. Dentro del
mismo, se efectuaba una reunión de las fuerzas políticas contrarias al gobierno
provisional de Céspedes — ¿igual como le sucedió al Gobierno Provisional Ruso controlado por Kérenski y los social-democratascuando Revolución de Febrero, 1917?―, tomaba forma la de una
sorprendente conspiración donde todos los implicados, cientos de ellos,
conspiraban juntos a “cielo abierto” Todos, en espera del no menos ansiado coup d’état o asonada cívico-militar. Sucedió que en este caso, los rebeldes eran
personas honorables, no la jauría etílica de asesinos comunistas que asaltaron
el Palacio de Invierno en Petrogrado, Rusia, en octubre de 1917. Cómodamente
cuando ya los social-demócratas, aliados con las fuerzas vivas de la Intelligenza y la burguesía les habían
allanado el terreno derrocando al Zar desde febrero y su régimen, mientras Lenin paseaba por
el Este de Europa, esperando órdenes del Káiser Guillermo I de Alemania, quien
lo mantuvo “de abrigo y comidas” durante
toda la guerra, en las comodidades de Suiza.
Se trataba del consecuente asalto simbólico y
pacífico al poder presidencial en manos del Dr. Carlos Manuel de Céspedes y
Quesada, el “presidente manso y bueno”
ya en funciones desde el mismo 12 de agosto anterior. Justo cuando fue
despertado ante la huida de Machado y elevado para su sorpresa a la máxima
magistratura de la nación cubana como primer mandatario. Ello, tras la renuncia
del sucesor de Machado como Presidente de facto, Mayor Gral. Julio Sanguily
Echarte, entonces Jefe del Estado Mayor del Ejército, en medio de un apagado
mar de confusiones. Los autos soltaron la carga barroca en el Club de marras.
El salón de reuniones estaba inmerso en una confusión paralela a la que debió
existir en la Torre de Babel en sus buenos tiempos. Céspedes, recién volvía de
la zona de Sagua La Grande azotada por un huracán y navegaba en su bajel
siempre apacible, sin escuchar los rugidos de alisios y el bramar de sus
tempestades; completamente ajeno a lo que sucedía en Columbia.
Los sargentos, estudiantes, civiles y soldados
concertados para el meeting, resultó difuso en extremo para los reporteros y
algún que otro curioso o elementos no invitados (tales los comunistas, sus socios anarquistas y otros de talante igual), no
veían la ocasión en que alguien llamara al orden y cada cual se revolvía dentro
de su asamblea particular rodeado de sus adeptos haciendo coro. El grupo de
sargentos de la “Conjura de los Ocho”
tales fueron bautizados, ya desde antes se habían mandado a hacer con los
sastres militares (para el gran momento que intuían a la vuelta de la esquina)
y adquirido en los cuartel maestres, todo lo que componía el atuendo de vestir,
entorchados, gorras y conseguido por trasmano las armas y botas y el resto de
los arreos exclusivos para los desfiles de modas de los oficiales.
Con buenos consejos, se conformaron los
conspiradores en utilizar (por ahora) la ropa regular de faena y los uniformes
de reglamento correspondientes al rango actual. El drama en gestación estaba
por un cambio radical en su condición de aforados simples, con vistas y
ambiciones con rumbo a formar filas entre la oficialidad alta, aunque sin
escuela. Este acuerdo de última hora, les evitaría especulaciones y resquemor
en los asistentes, cuyos aplausos más entusiastas estaban seguros, provendrían
de sus iguales en mayoría absoluta, los soldados rasos. En ese punto, radicó el
apoderamiento de la asamblea por los complotados, revolucionarios radicales.
Estos líderes militares que se auto titulaba así entre ellos, puesto que al operar en la clandestinidad no disponían de una
masa contable y confiable; en plena conspiración desde tiempo atrás; integraban
el pequeño núcleo de la denominada "Unión
Militar de Columbia" (UMC), cuyo objetivo inicial era derrocar al
gobierno machadista e instaurar en su lugar un gobierno cívico-militar, de
facto. Todo planeado para que en su andar hacia la cima, contaran con los
oposicionistas civiles, confusamente colgados de la capota militar de oficiales
de academia perteneciente al Ejército del ancien
régime machadista, apolíticos, ajenos y sin poder convocatorio en a ese
mitin conspirativo.
Pero ese escollo, ya estaba salvado de manera
intrínseca desde el 12 de agosto; por la junta de notables apoyada por la
embajada de los EE.UU. y que de repente les pasó por encima a todos los
alborotados como un "volador de a peso", elevando a de Céspedes y
Quesada a la altura de ‘Presidente
Interino’ hasta que se fijaran las elecciones. En realidad, este nuevo
presidente no sabía qué de real sucedía en sus alrededores. Al igual que la
mayoría de los asistentes, los sargentos estaban seguros junto con los
estudiantes, ABC radical, dell'intelligenza, fuerzas vivas y el apoyo de los
norteamericanos entre otros factores determinantes, de preponderar entre los
revolucionarios y alzarse con el poder.
Es que el estado revolucionario de oposición antimachadista en rebelión esa madrugada, pretendía sino militar y políticamente,
heredar una parte sustancial aunque alícuota del triunfo. Es destacable que de
los militares conjurados, resultó ser aquellos conspiradores que de chiripa,
salió mejor situada en la charada por un golpe de suerte y en especial por su
osadía. Al final, fue Fulgencio Batista y Zaldívar (ya con su nombres
completos), entonces solo era "Ruben Batista" También por aplicar la
táctica de la “pala” (pancracio en la
lucha libre) de pre elaborar el guión a desarrollar durante aquella asamblea,
que algunos cronistas catalogaron de “turba
de orates”, término aprendido de un viejo mambí habanero.
Un hipismo de penumbras
Se trata del quehacer mediocre tras, bambalinas,
de las ya sempiternas zurderas proto orientalistas, devenidas hoy en liberalismos anárquicos. Estaban
referidas a las facciones políticas extranjerizantes de quienes trataban bajo
cualquier artimaña, penetrar y revolver el ojo de la tormenta columbina. La
misma concurrencia dada cita en el Campamento de Columbia, una zona histórica
como asentamiento de Más al sur, no lejos y al anochecer del 3 de septiembre,
detrás de las caballerizas del hipódromo "Oriental
Park" al suroeste de La Habana, dos de los más altos
líderes del Partido Comunista Cubano especulaban en uno de los establos a la
luz de una linterna de kerosene, entre graznidos y suspiros sensuales de las
zancudas como música de fondo. Los comunistas, discutían sobre la manera de
colarse en el mitin convocado para esa noche en el Campamento Militar de
Columbia. De paso purgarían al dirigente de su propio Partido Comunista, el Dr.
Rubén Martínez Villena 7, por su fracaso sonado en abortar —según un acuerdo
anterior secreto pactado entre los comunistas
y el Presidente Machado— en desbaratar o disolver la huelga general
oposicionista, amagada desde julio, y desatada a principios de agosto, desde
una modesta estación de autobuses privados en la periferia de La Habana. Esta
manifestación de abierto descontento de los cubanos, se les escurrió entre los
dedos a los megáfonos redoblantes y granaderos del Kremlin, intentando
engrandecer los avisos recibidos desde el centro de control del evento.
—«Ojalá que al “Lato” (así,
despectivos, nombraban a Batista), no nos falle» —soltó el más
viejo. Todos lo miraron condescendientes, por la procacidad de la sentencia. Decir,
en un comentario fuera de lugar en el tema que abordaban.
— « ¿Nos? ¿Y en qué no nos iba a fallar, como de costumbre? Preguntaría yo, pensando al revés» —inquirió el más joven, sorprendido.
Tal era así, porque a pesar de estar al tanto de
lo que hacía su mano derecha, por el cargo que ostentaba en el Buró Político Provincial del PCC;
ignoraba las andanzas en que andaba la mano izquierda del Buró Político Nacional quien era el tal "Lato" Pero el más viejo no respondió de inicio y fue después
quien arguyó,
—«No
me hagan caso. Además, es una información compartimentada, de las que el Buró
Político denomina "sensible"
y a la que ni siquiera yo, tengo acceso. Eso sucede en todos los tiempos
difíciles»
—«Y también
en los que no son» ―acentuó el otro, un abogado sin fogueos, del Partido Comunista, molesto, a sabiendas de que le iban a "partir la siquitrilla", en nada.
Al rato, se escurrieron entre las penumbras tales gatos mitones, cuidando a no hacer ruidos mientras delinquen. Todos presurosos de llegar, hasta la
camioneta, un Ford-T que los llevaba y traía. Pero ahora, con rumbo al Campamento de Columbia, donde el mitin estaba en desarrollo tumultuoso.
La saga, continúa.
© Lionel Lejardi. Septiembre, 2011
lejardil@bellsouth.net
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Addendum
(En construcción)
1.
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