miércoles, 20 de febrero de 2019

. 4 El Descubrimiento: Un Papa sui géneris iv/v

. 4 El Descubrimiento: Un Papa sui géneris
iv/v
Se cumplen 60 años de dictadura comunista en Cuba
(En construcción)

“Un Asunto Español”
Terciando riñas entre ibéricos

Apostillados, los propios o impropios
En el entorno crudo de hoy, terciar entre partes, puede devenir en revelaciones sustanciales, sin acudir a paliativos medievales. En este caso, esa fue la cuestión en la que debió mediar del pontífice, Alejandro VI; un "pontífice sui generis" para todos los testigos del intríngulis. Sin embargo, no se trata ni sería justo proceder desde la distancia hacia aquella postal envuelta en neblinas. Decimos; lapidar o moler almas, seres o identidades (y a veces familias) apartando lo real o perceptivo que pudo ser evidente o no. Tales premisas, por separadas o conjugadas, racionalizadas o sin tal condición pueden ser desdobladas en figuras de cada época, en nuestro caso, como la del célebre Papa Alejandro VI (née, Roderic Llançol de Borja; tales eran costumbres de los ‘viviseccionadores  historicistas’  quizás excesivamente horneados, al italianizarlo simplemente como un tal "Rodrigo de Borgia” Porque no se trata de cosmetizar un quehacer cotidiano, en alto grado vulnerable, tanto del personaje como sus testigos filiales. Es que para cualquier curioso, de hogaño, sazonado entre caldos reporteriles de todo aquello delicado al paladar humano, decir cotilleos tocantes a las entretelas vecinas, siempre son bienvenidos.

Nos lleva a pensar que sería vicioso machacar lluvias sobre polvos y charadas que otros se hartaron de humectar. Cierto es que Rodrigo hizo carrera profesional a lomo del brillo familiar de sus ancestros y las ambiciones naturales del cualquier “hombre de Dios” contemporáneo. Entonces y ahora, valiéndose de todas las herramientas disponibles a fin de canalizar influencias, amistades, sobornos y en especial su “su don de gentes” natural en cada líder con garras genuinas; lo volcaríamos dentro de una caracterización sine qua non excesivamente catalizadora de su éxito, en ser nominado al mando de la feligresía católica, apostólica y romana de todo el Orbe Cristiano. No los repudiables en el sentido lato, como aquellos sátrapas punibles de ser expurgados ipso facto a tenor de saberles involucrados (por su libre albedrío) en otras idolatrías a veces paganas.

Esa especie de politeísmo religioso con retablos poblados de dioses y semi dioses multifacéticos concordantes o con apego a figuras y atributos de la fe oficial reconocida por los estados (en este caso, la fe católica) La misma que prolifera por igual en reinados, principados, oclocracias (no son mas que existe degeneración de las democracias) o por efecto de  monarquías derivadas en tiranías, aristocracias en oligarquías, etc.) incluyendo magias, ritos o supersticiones de apoyo no oficializadas. Ejemplo típico, la santería caribeña derivada en sincretismo religioso (no ortodoxo), conectado bajo cuerda con y como Santos y Apóstoles enquistados dentro del cristianismo

Tales apostillados devienen en ocasiones a causa de la existencia previa de una democracia degenerada “multitudes” (no pueblos) tornados en oclocracia totalitarista saturadas de populismo (dinástica o autocracia venal (ver teoría de la “anaciclosis abordadas por el griego Polibio y ampliadas entre otros, por Maquiavelo, Rousseau, Mackintosh, etc.) utilizada por eruditos y filósofos modernos, que forma diversa han propuesto para comenzar, la limpia de la Historia Social y Religiosa dela Humanidad (dicen estos pensadores, a los fines del orden didáctico) eliminándole los matorrales y yerbajos que confunden a los feligreses de todas las denominaciones.

Pope Alexander Vi.jpg
Papa Alejandro VI 
(1431-1503)
(
née, Rodrigo Borgia)
Oleo de Cristofano dell'Altissimo
(c. 1492)
(Cortesía, Gallery degli Uffizi
Florencia , Italia & wiki)
Rodrigo, finalmente y “por la gracia de Dios”, fue seleccionado entre los cardenales aspirantes a fungir electos como jefe de la Iglesia Católica y de esta forma alcanzó el poder papal (casi omnímodo), resultando investido bajo el solio pontificio en agosto 11, 1492, solo unos días después que Cristóbal Colon inicio su primer viaje, en agosto 3 del propio año. Y tal es la costumbre con un nombre elegido por él mismo o sea en este caso; bajo el apelativo de "Alejandro VI", en calidad de “Papa de la Santa Iglesia, Católica, Apostólica y Romana” Sentir en todos sus contemporáneos, que estábamos a inicios de la época fastuosa y sorprendente del “Renacimiento” Una etapa trascendental que llevó al mundo opaco, estreñido y a punto de parir autogestor y medio hablante; cierto conocido desde  el siglo XV en letra castiza hasta los umbrales del “Siglo de las Luces” o “La Ilustración” en pleno siglo XVIII. 

Observar la singularidad de este Papa, Alejandro VI, quien a pesar de su corto papado resultó estrella del equipo Vaticano, al conducir los asuntos italianos hasta el punto máximo de influencia político-religiosa ostentados de manera firme y estable por los estados papales, hasta su muerte en (1503) No en todos los países cultos de la Europa, el Renacimiento comenzó y dató como tal al mismo tiempo. Fue cuando los artesanos alcanzaron el título de "artistas" tras un duro bregar de aprendizaje anos en los talleres, dirigidos por 'maestros'que en ocasiones estaban protegidos por el poder financiero de ciudadanos burgueses ricos o la Iglesia Católica. Una nota,

"Lorenzo de Médicis (moteado "el Magnífico"), que gobernaba Florencia, estableció en sus jardines una escuela de jóvenes escultores, que comían en su mesa y vivían familiarmente con su hijo. El Papa León X, de la familia de los Médicis, hizo (también) ir a su Corte a pintores y escultores" (wiki).

De ahí percatamos, solo observar los casos celebres y nefastos, que sucedieron en la Europa Central,  Mediterráneo y otras regiones, en tiempos de la I Guerra Mundial, devenida secuela declarada como monarquía constitucional del mismo “Reino de Italia”, además de renovada con ciertos visos democráticos. Así, hasta la llegada al poder de la camarilla fascista (fascio) fundada por Benito (née, Amílcar Andrea) Mussolini (aka, ‘Il Duce’) pos I Guerra Mundial (1914-1918) tras su apoteósica Marcha sobre Milán de los llamados ‘camisas negras’ brazo armado de dicho partido (que de inicios se entendió representante  de la 'extrema derecha' Años después, cuando Mussolini ya convertido en político, andaba a medio camino de alcanzar sus sueños políticos; Italia se sumergió de lleno en el fascismo imperialista  e hizo reclamos a países africanos, Balcanes, Medio Oriente, Túnez, en la primera oportunidad, saltó sobre Abisinia, Somalía y Libia.

En tanto que otro de sus discípulos ocultos (‘admirador por la libre’), un curioso soldado alemán; también veterano; aprendiz de pintor y con dos “Cruces de Hierro” sobre su pecho, ganadas en batallas como soldado alemán del Káiser Guillermo II, durante la I Guerra Mundial (IGM); el cual creó de la nada y con una sarta de artimañas proselitistas, emanadas de su  propio partido político (*) copycat trasnochado por algunas de las ideas corporativas y filosofía imperial de Mussolini. Este político de ideas alucinantes, por cierto alcanzó por sus méritos la categoría de 'cabo de primera clase', Adolph Hitler, armó de la nada su movimiento "el nazismo" imperialista, junto con un grupúsculo de extremistas sociópatas (sin un ápice de diferencia en su ferocidad eugenésica con los comunistas, tambien llorosos, desilusionados y desencantados con los resultados de la IGM.

Retrotraídos a la época del Renacimiento, vemos destacada la figura de Clemente VI, un líder eclesiástico que desarrolló su actividad matizada con una impronta histórica; todos; ansiando ver resurgir el esplender del antiguo Imperio Romano Principalmente, por una serie de decisiones harto oportunas y juiciosas en el ánimo de sus historiadores y biógrafos, tomadas y puestas en práctica en favor de la difusión y empoderamiento bajo el tapete, de su patria natal (España)

Ello, acompañado con el triunfo absoluto de la evangelización casi total tras el bregar incansable durante los siglos subsiguientes. Se trataba de las tierras americanas recién descubiertas, por encargo los 'Reyes Católicos', Isabel y Fernando, bajo estandartes del cristianismo católico, apostólico y romano introducido ya exitosamente en el ámbito mundial. Ver la labor extraordinaria de los descubridores españoles que lograron expandir, evangelizar y civilizar por medio de sus misiones religiosas y colonias, en casi todos los territorios de América del Norte, Centro, Sudamérica, el Caribe incluyendo zonas del suroeste, centro y sureste de los hoy EE.UU. y grandes zonas del Pacífico y Oceanía. El poder de la Corona Española, creció como la espuma montada por enorme extensiones de la tierra (cierto que ahora conquista)en nombre de la Corona de España y en aras de la Civilización Judeo-Cristiana.

En tanto, no sorprendió, el destaque de una querella relacionada con los frutos de la hazaña del Descubrimiento, Colonización y Evangelización de las nuevas tierras; actividad popularizada y concentrada por entonces, a la par, a manos de los marinos portugueses. Este hecho tangible devino reclamo oportunista y necio (en realidad, una "percha" a colgar) sin lugar a dudas, sobre una decisión que Portugal requirió de un toma y daca (del "toma y dame acá") por parte del Pontífice.

La tal fue interpuesta y exogenizada ante la Santa Sede, mal envuelta en la picardía del Rey de Portugal, Pedro II; el cual no vaciló en plantear litigios contra los Reyes de España, Isabel y Fernando, inmediato que se dieron a conocer los descubrimientos del Nuevo Mundo y peor, tras el derroche de clarificaciones históricas, espirituales, religiosas, teológicas, bíblicas, científicas, lógicas, etc. Todas causadas desde el primer viaje de la expedición colombina, supuesta fracasada y perdida antes de zarpar, hacia un mundo todavía insondable a los ojos occidentales y para más desgracias, considerado plano.                                                                                      

Porque, a la vuelta sorpresiva de la expedición marinera con su Capitán, tripulación y parte de sus bajeles; estos últimos, excesivamente frágiles para la magnitud de la empresa; aunque todos vencedores tras arriesgarse en pos de una idea científica revolucionaria. Ello, de compromiso absoluto con el mundo real, ademas de propinar un "no" peligroso, dado que chocaba de frente con dogmas religiosos oscurantistas (las 'razones de Torquemada') como era el encontrar un camino más corto para llegas a Indias, navegando hacia el Oeste. Porque el destino les deparó sorpresas sorprendentes a Cristobal Colon, sus seguidores y convencidos como los Reyes de Espana; Isabel y Fernando; e incluyendo sus  mecenas judeo-cristianos, todos sus protectores. También, porque ese grupo de marinos soñadores confiaron en su capitán y que antes de lo esperado toparon, no con las cataratas infernales pobladas de monstruos devoradores de naves y marinos, conducentes al Infierno, de una forma u otra detallado en todos los libros de todas las religiones; sino que los expedicionarios se encontraron con tierras reales de una feracidad insospechada, los inmensos territorios americanos. Todo el cúmulo de aquellas realidades inobjetables, fueron las razones por las que el Papa fue solicitado en calidad de mediador en el aquelarre, armado entre las cabezas reales de Portugal y España, reinos ibéricos peninsulares, quienes llamaron con urgencias al recién instalado en su silla de la Curia Romana, el Papa Alejandro VI.

Tratados y Bulas
Con vistas a asegurar apartada de toda duda los descubrimientos expedicionarios de ambos reinos, Espana y Portugal. Asi, ambas cancillerías solicitaron la mediación del papado, para dejar clarificado
El intríngulis de la demanda territorial portuguesa, a priori y sin prueba alguna, presionaban al Papa para que el pontífice emitiera sin base alguna; una disposición o edicto donde se le otorgara a Portugal; en buenas expresiones diplomáticas "...unas ciertas tierras al oeste de las islas de Cabo Verde" argüían los visionarios. Solo que la tal exigencia lusitana ya era desde sus inicio "de facto" en primicias para los descubridores españoles, y de posible análisis futuro "de jure" en consonancia de 'consolación diplomática' con lo demandado tan abruptamente por la avidez territorial portuguesa. En esencia, Lisboa se "hizo la loca" y demandó la intervención papal en lo que de hecho, eran territorios españoles, hechos tangibles que insistían los portugueses en desconocer. En esencia, los portugueses escucharon campanas, desconociendo por donde sonaban las campanas. Así las diferencias se resolverían en otros estamentos, considerando que, en aquellos tiempos se trataba exclusivamente de la repartición de “un pedazo del pastel territorial descubierto por los españoles” Festín, al cual otras moscas amodorradas con la enervancia el caramelo indoamericano las cuales no tardaron en comenzar rondas depredadoras de la pastelera americana.

Para afirmar la soberanía castellana sobre los territorios recién hallados por Colón, Isabel y Fernando solicitaron ayuda al papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia), que había sido elegido en agosto de 1492 y con el que tenían una larga relación de favores mutuos. El papa emitió cuatro bulas, conocidas como "Bulas Alejandrinas", fechadas entre mayo y septiembre de 1493: la 'Primera Inter caetera', la 'Segunda Inter caetera', la 'Tercera Eximiae devotionis' y la 'Cuarta y última Dudum siquidem' (wiki) En ellas estableció que pertenecerían a la corona de Castilla las tierras y mares al oeste del meridiano situado a 100 leguas al oeste de las Azores y Cabo Verde. Se decretaba la excomunión para todos aquellos que cruzasen dicho meridiano sin autorización de los reyes de Castilla (y Aragon) Luego, los españoles afirmaron mientras que los portugueses suponían.

Se trataba de la "demarcación político, administrativa, militar, etc." de las partes reclamadas por ambas naciones (España y Portugal) sobre las tierras recién descubiertas por el Reino de España y su coterráneo, el vecino Reino de  Portugal (mas tarde conquistadas, generalmente "en nombre de la Fe Cristiana" del denominado Nuevo Mundo.  
File:España y Portugal.png
..... Linea del Papa Alejandro VI(Bula papal Inter Caetera)
    __ Tratado de Tordesillas (1494)
                                            __ Tratado de Zaragoza (1529)
                                                  Autor: De Lencer Trabajo Propio
                                                   File: España y Portugal.png
                                                   CC BY-SA 3., Dic. 2007





La solicitud inusitada por su falta de solidez, obligó al papado y de hecho a Alejandro VI, poner en marcha (que no era lo usual) a toda la Curia Romana la cual incluía todas las cabezas pensantes desde el Papa hasta el último de los consejeros y bibliotecarios. Ello incluiría de hecho a la totalidad de los decasterios (secretarías o ministerios) de gobierno del Vaticano. Luego el Papa entendió que la hazaña colombina, traspasaba todos los límites de los “posible” e "imposibles" conocidos o por imaginar y a cumplimentar por todos y cada uno de los actores que pudieron actuar en el drama colombino.

El asunto se complicaba, puesto que a fin de solucionar la gresca articulada, al parecer, se encontrarían con un Pedro, monarca conocido por sus aires de omnisciencia autosuficiente evidenciada a su carácter portugués, contra los éxitos grandiosos y resultados palpables de los Reyes Españoles. El Papa, sentado entre ambos reinos ibéricos, debería o estaría obligado a una partición territorial entre ambas entidades reales (después tornadas identidades imperiales genuinas) una golosina hostil, en cuya cima se bamboleaba una figura ya amiga a los oídos europeos, la cual hacia equilibrios y piruetas entre otros malabares.

Era la imagen de un mortal hábil e inteligente, quien devendría desde entonces la figura y nombre más popular y admirada entre los soñadores de todas las épocas; claro aspirando profundo; después de la de Jesús de Nazaret (“El Cristo”) Todo ello, por tratarse de un ser humano excepcional y héroe genuino, cuya fama perduraría sécula sæculórum: la del "Almirante de la Mar Océano y Virrey de Indias", Cristóbal Colón.

¿Es cuestión de caja o ánfora?
Este marino tan singular, no era ni fue un conquistador como es llamando por algunos historiadores. Este hombre portaba en su mente tanto como entre sus manos, infinidad de prendas tan ofensivas y mortales como la espada, alabarda y daga, tanto las mítica como fabulosa, por su importancia y relevancia humana, extremas. Todo al variar la escala de valores y sapiencias reales de toda la gama científica de aquella época. Porque para los humanos del mundo conocido de entonces, ver que algunas mentes ilustradas advertían con tozudez extrema, la ‘existencia de un mundo plano, no redondo’ tal demostró el marino, sin lugar a dudas. Pero Colón se paseaba  sus descubrimientos, orondo con un objeto virtual- real, repleto de misterios y temores, en esencia y similar a la "Caja de Pandora" recién nacido fresco junto con el Renacimiento. Pero esta vez no amenazante ni  contentivo de ‘todos los males de este Mundo’ como aquella otra caja o ánfora mítica; destinada por la curiosidad femenina, si fuese abierta, al derrame sobre los humanos frívolos del Mundo Antiguo; de todos los males como castigo. Sino, que la pieza colombina, contentiva de los bienes y bonanzas precursores de un Mundo Nuevo a cristianizar y civilizar ante el ineludible "Descubrimiento de América"

La presencia del Papa bajo cualquier estadio ajeno a esta gresca ibérica, planteaba lo inevitable del hacer estallar juicios extemporáneos. Es que Alejandro VI pareció, alelado por momentos que para otros eran de carácter permanente, no estar al tanto de la naturaleza de sus deberes pastorales y no, de los tan diferentes como los de monta y tiro. Quizás, por no imaginarse cuan inmerso navegaba, encharcaba a pedazos de confusiones, por la mala-testa o síndrome de Peter Pan; además; ignorante de los pecados capitales asomados a su destino, entre ser prelado de parroquia pueblerina y guía del inmenso y vibrante universo de la grey cristiana que adoraba a Jesús, y así continuar fiel seguidora de la Iglesia Católica Apostólica y Romana, la de “Pedro”, y las posteriores de otras denominaciones.

Dicho esto, porque sus haberes y quehaceres papales dejaron coletillas propias e impropias por doquier, todas sui generis, tales si padecieran del síndrome teenaged de los rebeldes sin causas. Digo, impropio de los sentires cristianos de sus fieles; ya agotados por siglos de oscurantismos salvajes; mal aplicados y así desmedidos en nombre de la fe; a pesar de ser dichos devotos los motores de esa fuerza dominante en la meso Europa batuqueada ya inmersa ya, por los albores del Renacentismo.

Los reinos, principados y otras formaciones socio-políticas y religiosas de entonces; representaban a los ojos del devoto cristiano; más que naciones cuerdas, torbellinos impresionantes en calidad de grupos cuasi mafiosos, los cuales a los ojos de los historiadores mostraban ser una olla enorme de grillos encrespados los unos contra los otros, salvo en los reinos fuertes. Por eso, el retorno de Cristóbal Colón a España, detonó las alarmas en todas y cada una de las cortes, cuyas arcas estaban exhaustas por los gastos excesivos de sus trifulcas militares, de ofensas interminables, casi tribales. Luego, recibidas en el Vaticano las buenas nuevas de la existencia del Nuevo Mundo; avisado el Papa por sus celadores y los correos españoles cursados de inmediatos a las principales cancillerías y cortes europeas, sobre el regreso triunfante a España de un oscuro marino de nacionalidad incierta; capitán de una expedición naval armada y sufragada por los Reyes de España y otros mecenas locales.

Esta encomienda palaciega, por lo demás aventurera, pasadas semanas interminables sin noticia alguna (¿...?), comenzó a ser dada por perdida. Ello, reconsiderando su partida en agosto de 1492 y al tratarse de un empeño empresarial riesgoso, decir, una empresa que no pocos estimaron suicida. La tal travesía casi a ciegas en busca de una quimera, se planeó realizar a bordo de tres "carabelas" (dispares), porque la mayor de las misma, la "Santa María" no era propiamente una carabela sino una "carraca” o sea, una nave de carga acondicionada para el viaje y provista de cierta artillería ligera, defensiva. Ello, aclaran los historiadores, dado que la misma estuvo destinada al transporte de toneles de vinos, mayormente a través del 'Pas de Caláis o del ‘Strait of Dover' (Paso de Calais o Estrecho de Dover) Punto neurálgico de la vieja Europa y mejor conocido en español como el "Canal de la Mancha" Este nombre último, una traducción errónea del nombre en francés incluyendo el dinero de la inversión original, desde ocurrida la partida expedicionaria para atravesar la Mar Océano, con rumbo siempre oeste hacia la nada insondable en busca de otro camino, diferente del Este, para alcanzar Indias.

Resultó entonces la mise-en-scène de ese curioso personaje, por cierto peculiar entre sus iguales contemporáneos, hizo una vida meteórica gracias a su astucia y nepotismo imparable. Hablamos del Papa Alejandro VI, nacido “Rodrigo Borgia” en Játiva, Valencia y no por casualidad en el corazón del reino de Aragón y, precisamente, enclavado en la España de Fernando. A este novísimo y entonces influyente y todavía joven Papa, su amplia grey le llegó a contar en la primera camada a cuatro hijos ya adultos, Giovanni, Cesar, Lucrecia y Goffredo. Por otras crónicas, sin embargo, le atribuyen además, una segunda camada de diez hijos más, a saber: Juan, Cattanei, Joffre, Pedro Luis, Laura, Octaviano, Isabella, Girolama, Bernardo y Rodrigo. Casi siempre en estos casos tan delicados, corrían rumores de que sus asentados descendientes no eran en lo exacto, bastardos, dado que el Papa Alejandro VI había realizado un cierto número de matrimonios secretos y bajo cuerdas, quizás, adheridos a otras tantas implicaciones bigámicas.

El "Toro Borgia
Quizás un atento a las luces. Sí, aunque parezca inaudito en el Papa Alejandro VI, pudiera ser destacado mas que por por Borgia español, también conocido de manera coloquial como "el Toro Borgia", fue el auspiciador de la fama de “cascos ligeros” de esa suya dinastía, bien conocida por los historiadores italianos, europeos, vaticanianos, decir, a escala planetaria. En particular, a causa de sus singularizadas domésticas sui géneris, a saber únicas en toda la membresía cristiana del Planeta Tierra hasta esa fecha, nunca igualado después por divinidad alguna. Lo era, por una leyenda negra tan vieja como no datable, entre fulgores y rayos; conocida tanto por casi todos los lugareños de Játiva, su cuna natal; hasta su proclamación en Roma bajo el nombre de "Papa Alejandro VI”  De cabo  rabo, esta especie de “macho cabrío tipo Alfa plus” debutó soltando pingües solstideces en cuanta ciudad pernoctó y campiñas atravesó, en aquella toda Italia, ya envuelta también esplendorosa en arenas del Renacimiento, tras siglos de atropellos sofocantes a causa del medioevo Oscurantista. Todo un desastre impuesto al espíritu creativo humano por quienes traicionaron la misericordia cristiana, confundidos, la enclaustraron entre tinieblas.

Una tarde cuasi invernal, semanas después del retorno de Cristóbal Colón, Isabel ya hastiada de las indecisiones e intemperancias de su marido Fernando; llamó a la Cancillería de la Corte, a fray Juan, quizás al más oscuro e inimaginable como consejero; quien había sido solicitado y así recomendado a la reina, como un asistente honesto y protector principal de Cristóbal Colón.

        ―«Fray Juan, pronto habrán aperturas de la Cortes y temo no estar bien informada. Don Cristóbal Colón ―me dicen―, nos propondrá nuevos viajes hacia las tierras del oeste, donde los eruditos decían que se hallaba las cataratas del abismo infernal, demarcadoras del fin del mundo, mire el vergel con el que nos hemos encontrado. Un prodigio esplendoroso, repleto de unos habitantes naturales que no practican el comercio, no tienen dinero y nada de lo que estamos acostumbrados. Es como si entráramos en otra África, pero no negra, sino con seres semi desnudos, en nada parecido a los naturales de Indias»

        ―« ¿Y…? » ―le preguntó el fray, con cuidado extremo, conocedor de las polvaredas colombinas, casi desde inicios de esa última década del siglo XV. Pero la Reina hizo mutis, y el fray se arriesgó de nuevo

        ―«Su Majestad, no sé exactamente qué debo decirle a los cortesanos que están ávidos de saber algo más al respecto. Considerando que nuevas tierras las anunciadas y descubiertas por este marino, muy poco conocido aquí en España. No, no son rumores lo catalogan a su merced de portugués, otros de veneciano. Quizás nuevas y desconocidas tierras que él y otros anuncian, yacen cargadas de prodigios, que algunos han entendido por riquezas.
        Quizás hable de otros portentos Ya barruntan por ahí, sobre ciudades construidas de oro puro. Hasta la imaginación de los soñadores le han dado el nombre de ‘El Dorado’ Pero los viajeros han retornado "brujas", sin una sola pepita de oro, plata o piedras preciosas»

 Isabel se ajustó discretamente los ropajes y le pidió a una de sus doncellas, algo de licor de manzanilla del amontillado claro, para ella y su huésped.

        ―«Estimado Fray Juan, necesito consejos de los eruditos. Y no me diga que hay otros mejores, porque necesitamos uno de entera confianza y discreción. Es una empresa magna. ¿Entiende, ahora?»

El cura, a quien le revoloteaban confusiones a causa de su fe, miró a la Reina y reflexionó con voz queda,

        ―«Majestad, déjelos que sueñen y preparemos con el Santo Papa, la legitimación de esas nuevas posesiones a nombre de los reinos de Castilla y Aragón. Y que sea el Rey de Portugal quien especule sobre el tamaño de su ‘lasca’ Si sabe que es lo que pretende. Ellos, hasta ahora, han preferido convencer al Mundo de ser dueños de los mares, con las naves y sus marinos que ellos arguyen, son los mejores de mundo.
        Todo el alboroto, se debe a las supuestas e inigualables habilidades marinas de Su Majestad, el otrora Rey Enrique “el Navegante”  A quien nadie le resta méritos, como marino, descubridor, navegantey sabio;  pero déjelos dormir y adelantemos en el tiempo, antes de que Europa entera despierte del letargo y nos cojan la delantera.
         Piense que ese Nuevo Mundo transformará todo lo conocido. Desde la Resurrección de Cristo, con perdón de Dios Todopoderoso, no ha existido otro fenómeno tan potente, deslumbrante y que nos pone en aprietos bíblicos. Lo que este marino nos ha ofrecido, es invaluable y deslumbrante.  Su alteza…» ―Apuró el Fray, quien apostaba por su promocionado.

        ―«Por favor,  fray Juan, no quiero oír más  —dijo Isabel, algo apesadumbrada por algún recuerdo—. Porque la importancia extrema del asunto evidente, hasta para los niños. Y estoy atormentada, porque la indiferencia de su majestad, el rey, no le hace entender tal como lo vemos nosotros, la grandiosa relevancia de loas que ese caballero Colón, ha puesto en manos del reino y su Majestad, el Rey, el muy… no sé qué decir, sigue con no sé qué de las lagartijas. ¡Redios, coño!, pedazo de hombre, que me revuelve el hígado! Me tiene harta»

Así, es que entonces, ante la indolencia de Fernando, la reina Isabel, al igual que cuando decidió promover a cualquier precio la propuesta colombina; envió rauda un mensajero secreto con pliego lacrado como una bula y sellado a poner en manos del Santo Padre, el Papa Alejandro VI. Éste, a pesar de ser religioso, había sido un obispo tildado de pizpireto y de 'cascos alegres' buen amigo de la reina Isabel, contemporánea con él y que además, era su compatriota del ahora mismo reino de Castilla y Aragón, tan castellano como ella.

"Siedlungen" (asentamientos)
Las cuestiones al respecto, por ejemplo el empleo de la palabra "conquista", de hecho se asociaba con "adquisición”, per se, sin que mediara el comercio de la tierra, convertida en "asentamiento" inclinaba a considerar también la existencia de una colonia, misión, etc. como prueba del reclamo de tierra en nombre del país o potencia 'descubridora'. Algunas sociedades pre y pos renacentistas, basaban sus reclamos territoriales con el término "conquista de un territorio por la fuerza” o sea, “someter a los naturales, si éstos se resistían a ser obligados a ceder sus tierras” Luego,      no resultaría extraño que en las crónicas eran registradas como complacencias en recibir "asentamientos civilizadores y evangelizadores" Parecía que todos se preguntaban lo mismo, abocado en cada pensamiento. Nadie parecía apto en acertar en "jugársela al canelo" en un sola movimiento aislado, cuando la corona de Lisboa apostó todas sus ficha a las Islas de Cabo Verde o si incumbía una tierra firme aun no dimensionada. Entonces, se dispararon las alarmas en cada corte europea. La mítica ‘princesa fenicia', se sintió raptada nuevamente pero no por Zeus, solo dispuesto para los semidioses, sino por un reino que la birló por dormilona y por él, a quienes pocos apostarían un maravedí.

Las ‘Columnas de Hércules’ que no sostenían nada, definitivamente sucumbieron a causa de este chiste no solicitado a los españoles. Es que tampoco marcarían el fin del mundo civilizado ni la antesala de “la parte inferior” (del Infierno). Fue entonces cuando Dante se revolvió en su tumba de Revena y sus restos quedaron en aprietos. La Europa bostezadora y fiestera, ya enterada del portento, extrajo del armario sus dentaduras de metales y porcelanas, para abrillantarlas al estilo demandado por tan fastuosos acontecimientos. Es que las noticias arribadas a monta de la expectación popular, no eran ni semejantes a las del chismorroteo diario en círculos gubernamentales, reales, cortes, militares, comerciales, podios, templos, etc.

Valga que primero España y después el resto de Europa, fueron muy sabios en no dejar que los musulmanes metieran sus manos retrógradas en el nuevo pastel indo americano. Tampoco, porque carecían de naves marineras afines al batallar en pleno Atlántico. Europa, entendió no justo, poblar el nuevo continente y no dejar a los nativos inmersos en sus malas costumbres; a las cuales hoy le nombran demagógicamente “cultura autóctona, costumbres, singularidades étnicas, tradiciones y valores nacionales” El abanico trágico de estas llamadas “singularidades aborígenes” corría asido de manos, de manera natural para esas especies de hábitats más bien psicológicos (copycats de tenuras coincidentes con todas las satrapías y totalitarismos fascistas de izquierda actuales) y desplegado en artes macabras varias.

Estas incluían delikatessen tales como la antropofagia gourmet sibaritismo gastronómico, sacrificios humanos por motivos religiosos (el dios o deidad “tiene una sed infinita de sangre) o simple canibalismo, porque tales andanzas sí existieron también entre los cavernícolas, homínidos, cromañones, al menos ya dejados atrás por los europeos desde cientos o miles de años antes, cuando se envolvieron en los aciertos civilizadores alcanzados por Occidente. Por ejemplo, las etnias mediterráneas o provenientes de donde fuesen, que en los inicios fungieron conformadoras de las culturas helénica, griega y romana y otras afines con el desarrollo humano.

Ello, no por gracia divina sino a causa de que la incipiente civilización unida a algún tipo de religión, fueron dulcificando la forma de vivir hacia sociedades tales nos las mostraron “los antiguos” y sus precursores inmediatos, no los posteriores de la Europa profunda, poblada e invadida a ratos anteriores a al Antiguo Testamento; por islamistas, bárbaros, hunos y cuanta cosa desaforada anduviera suelta por aquellos lares. Decir, toda la cultura en mayúsculas acarreadas tales fueron los habitantes del Peloponeso.

Es que el desorden sexual con los menores, avasallamiento, esclavitud de los seres de las clases inferiores y lo mejor del muestrario autóctono: la drogadicción, el alcoholismo y otros brebajes autóctonos, en todas sus formas y por pretextos baladíes, debieron ser abandonados de manera paulatina hasta alcanzar límites de intolerancia. Claro que esta especie de decantamiento no sucedió por igual en todas las regiones, continentes, etc. más cuando no existían conexiones entre los asentamientos humanos. La unificación de criterios, en lo posible, se estandarizó en manos, por lo general, de líderes religiosos de las diferentes denominaciones, incluyendo las de localismos autóctonos fuese animistas, panteístas u otras creencias inimaginables.

Por otra parte y nunca antes, atendiendo a la magnitud del evento, el Papa había encontrado sobre su escritorio; entre el cúmulo de su copiosa correspondencia diaria; una petición tan sólida como la planteada dentro de aquel pergamino lacrado con los sellos reales de Castilla y Aragón, no casualmente, sus preferidas. Cierto que el Papa Alejandro VI estaba al tanto y se sentía regocijado con las buenas nuevas acerca de las tierras que los españoles descubrieron, salvajes aun en personas y hábitat, excepto los reinos fuertes como los aztecas, mayas, incas, etc. cada una con sus versatilidades y grados de desarrollo humano, todas requeridas de una civilización superior más adecuada. El cúmulo de esas sorpresas, todas incógnitas, asaltaron a un marino sorprendente llamado Cristóbal Colón, quien actuaba como emisario, agente y en nombre de sus Altezas Reales, los Reyes de España, Isabel y Fernando; dos príncipes renombrados en calidad de “Los Reyes Católicos” un título que llevarían todos sus descendientes.

Tal reclamo, de su agrado extremo, en especial por la amplitud del área que alcanzaría el ámbito del poder político y religioso pronosticado por sus eruditos; atañía y se efectuaba en nombre de dos reyes adalides de la cristiandad y fieles súbditos amparados, cierto,  por la entonces dudosa “Santa Sede” Esta práctica inmemorial, se traducía en un procedimiento aceptado como derecho motu proprio, de facto y de jure, basado y amparado en aquello de que "quien llega primero, se queda con todo" La petición, sin embargo, era válida y aceptada sin remilgos, por todas las naciones civilizadas de la época.

Nada al respecto era supuesto inmoral, arbitrario o paradigma de lesa humanitas, tales fueron tildadas las modalidades de las ‘encomiendas’, un punto de vista humano y atemporal, dictado por las abrumadoras diversidades étnicas pre colombinas imperantes. Las mismas demonizadas, por la falacia demagógica de un humanismo falso y el nativismo esgrimido por los agitadores modernos; tal si aquellos conglomerados fueran sociedades utópicas y no satrapías imperiales, esclavistas, eugenésicas y sanguinarias.

     La saga continúa,

© Lionel Lejardi. Octubre 12, 2008
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Addendum
(1) Adolph Hitler (1889-1945) político, militar, pintor y escritor (austro húngaro, después nacionalizado alemán) y “Führer und Reichskanzler de Alemania” Fundó el denominado Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (Nationalsozialistische Deutsche Arbeiter Partei” o "Partido Nazi"


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