sábado, 12 de agosto de 2017

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*10«Sargento, ¿a qué esperar para comenzar la revolución?»
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(Miniserie)
Se cumplen 59 años de dictadura comunista en Cuba

“Un Asunto Cubano”
La gente,
 exige la libertad de expresión
 como una compensación
 por la libertad de pensamiento,
la que rara vez utilizan.
S.  A.  Kierkegaard

Saturno, devoró sus hijos, preludiando un culto brutal

Triunvirato virtual
'Turbulencia real para EE.UU'. Luego, tal resultó el apotegma, como línea de batalla diplomática e inteligencia de seguridad; como estandarte con el cual el funcionario descendió por la rampa lateral del “Ferry Havana-Key West” (SS “Henry M. Flagler”) De ahí raudo, fue llevado hacia el auto oficial que le esperaba en un lugar discreto del muelle, alejando la posibilidad de periodistas curiosos. Tal fue lo convenido entre el Dpto. de Estado y el Embajador de EE.UU. en Cuba, Harry F. Guggenheim. Este tycoon, todo un personaje de la época, adjunto a los diplomáticos, debió preludiar con sus homólogos norteamericanos radicados en La Habana. Era y significaba algo distinto a lo convencional en las acciones diplomáticas entre ambos países y también con sus otros homólogos continentales. Tal solapamiento resultaba llamativo al gobierno cubano recién en funciones, si nos atenemos a los poderes y otras prerrogativas investidas a este ‘Enviado Especial y Plenipotenciario de los EE.UU.’ actuando en Cuba; Welles; por el estrenado Presidente de los EE.UU. Franklin Delano Roosevelt. Este funcionario ad hoc insertado a fines específicos, lucia propender a mediar en los intríngulis generados por "El Asunto Cubano" En esencia también, abordar la acuciosa martingala colateral producto de la ya denominada 'Revolución de 1933' en desarrollo pleno, en la más importante de las Antillas Mayores, la Isla de Cuba.

Recordar que la misma era un país situado estratégicamente en pleno Mar Caribe, como llave natural al Golfo de México y resto de Centro y Sudamérica. Es dicha zona, en algunos casos, ciertas cabezas de estado embebidos desde siempre en hábitos y costumbres domésticas (cacicazgos casi tribales), se entretenían entre solsticios juninos y decembrinos del calendario; mientras otras, que se las daban  de modernistas con devaneos proto demenciales o flirts llamativos con las después potencias del Eje de Acero y otros gobiernos de prosapia similar.

Este otro enviado por Roosevelt era tan ‘extraordinario’ que su poder e influencia excedía al del propio embajador norteño. El viajero, fue conducido al pequeño aeropuerto militar de Key West, FL. de donde un trimotor de la Marina de los Estados Unidos, curiosamente un 'Fokker F.VIIA-3m', lo condujo al aeropuerto de Washington DC. Todavía en aquellos tiempos, por las calles de de La Habana, se escuchaban los acogedores pregones de los vendedores de frutas y golosinas acarameladas. De cuando Cuba destilaba suavidades como las de aquellos pregones callejeros (que los castristas ordenaron apagar por ser ‘manifestaciones pequeño-burguesas, intolerables a los oídos de los trabajadores’ así también estaba vedado vender pirulíes, boniatillos o crocantes azucarados a las salidas de las escuelas primarias. Era el despliegue a todo trapo de un mundo orwelliano alucinante, nunca antes visto por los cubanos, hoy arrinconados.

Pocos funcionarios del Dpto. de Estado de los EE.UU. tenían versiones claras acerca de la situación política imperante en Cuba, desde la defenestración el 12 de agosto de 1933 del gobierno del Presidente Gral. Gerardo Machado. Ello, producto de una revolución popular de los cubanos dirigida en contra del propio gobierno y los consecuentes cambios de equipos de dirección en la administración de la isla, arrastró a todas las capas y estamentos sociales. Ciertos ruidos entre sectores mayoritarios, alertaron al grueso de los inversionistas norteamericanos, acerca de los peligros de inestabilidad para sus intereses y negocios en tierras cubanas.

Tampoco a Washington le calmó la sorpresa de una virtual, pero inesperada incomunicación de la isla con y desde el exterior, después de la caída del gobierno machadista por manos de una revolución popular. Algunas de cuyas de sus proyecciones filtradas, las imprevistas; mostraban saber de las actividades de los comunistas al servicio de sus archienemigos de la Rusia bolchevique, contraria a los EE.UU. y el resto de las democracias. Tales incomodidades, fueron catalizadas de manera violenta en 1959, con la llegada al poder en Cuba de un régimen totalitario, copycat del existente en Rusia desde octubre, 1917; con la eliminación del zarismo junto al magnicidio de la familia imperial, perpetrados por los cuerpos represivos (CHEKA) armados por los comunistas en diciembre de 1917. Los hechos acontecidos en Cuba, corriendo ese agosto de 1933; depusieron al presidente Machado, provocando la fuga de mismo y la dispersión del gobierno machadista. Este nuevo personaje del gobierno de EE.UU. enchumbado en adusteces extremas, arribaba a la isla, cuyo nombre era Benjamín Sumner Welles, el diplomático designado por Roosevelt como Enviado Especial de los EE.UU. ante su homólogo cubano. Los poderes políticos de este funcionario, eran absolutos.

En realidad, la situación de incertidumbre empeoró tras conocerse que el presidente virtual de Cuba, el Dr. Carlos Manuel de Céspedes y Quesada, hijo del Padre la Patria cubana, fue quien logró integrar un gobierno provisional en Cuba con un gabinete del agrado de Washington, tal era lo natural en la isla, Welles se encontró al final del día con un país virado boca abajo, donde casi todas las instituciones civiles, colapsaron excepto las Fuerzas Armadas. Céspedes asumió el cargo con cierto azoramiento, ante aquella 'papa caliente' que sus iguales le había soltado con la mayor de sus generosidades y comenzó a bregar contracorriente, con la economía desplomada y la oposición demandando cambios políticos y económicos fulminantes. El país entero quedó al pairo en un compás de espera.

Céspedes, se tambalea al pairo
Tras unas semanas de no soluciones, decir, 18 días después del derrumbe institucional se produjo el movimiento cívico-militar del ‘4 de septiembre de 1933’ cuando el gobierno de Céspedes simplemente, fue ignorado por los revolucionarios con el surgimiento de la “Pentarquía” constitucional, integrada por personalidades todas ilustres. Sin embargo en los corredores de la Embajada de los EE.UU. la noticia descollante resultó en el nombre desconocido hasta entonces del nuevo Jefe de todas las ‘Fuerzas Armadas de la República de Cuba’, quien no era un oficial de carrera y de  alta graduación como los del Gobierno Provisional o los anteriores. Todo se ejecutó, según la lógica diamantina, que sustituyó al machadista; un General, Coronel o Comandante, militar de carrera y academia que ocupó provisionalmente al Presidente Céspedes; por un anodino y oscuro “sargento, llamado “Batista” o “Zaldívar”, a la sazón, el flamante “primer taquimecanógrafo de los Tribunales Militares

Otra de las sorpresas resultó para los observadores de “El Asunto Cubano” el hecho de que este personaje, para colmos del aventurerismo tropical,  se las había arreglado por ser también de la nada, uno de los firmantes del “Manifiesto dirigido al pueblo de Cuba” en la madrugada del 4 de septiembre de 1933, y nada menos que en la realidad devino con el alucinante rango militar de “Sargento Jefe de todas las Fuerzas Armadas de la República de Cuba", cargo que ni siquiera existía en el papel. O sea, la cartera oficial “más poderosa” de entre sus iguales; teóricamente; de la Isla de Cuba y por ende llave controladora como jefe de todas las armas garantes para sostener el movimiento de los nuevos amotinados, ante sus azorados seguidores, sus sus electores futuros.

Welles había sido enviado a Cuba a los fines de negociar las condiciones reales del viejo status quo tradicional imperante y por el cual se regían ambas administraciones. Y además, disposición del nuevo gobierno revolucionario instalado en La Habana, el cual daba muestras y deseos públicos de inquietudes y promesas de cambios profundos en las relaciones de Cuba-EE.UU. Roosevelt capitaneaba una ‘Política del Buen Vecino’ puesta en marcha de inmediato al ganar el poder, tendente a mejorar las relaciones bilaterales entre EE.UU. y Latinoamérica. Aunque diseñado para una transformación de la economía interior, tuvo alcances en las relaciones comerciales exteriores.

En 1933, un día después de su toma de posesión como Presidente, Roosevelt puso en marcha la denominada “Tennessee Valley Authority Act”, a la cual le surgieron ramificaciones de experiencias y colaboración con Latinoamérica toda. En el caso de Cuba, instruyó a su Subsecretario de Estado para América Latina, de que lograra un entendimiento de las discrepancias entre ambos gobiernos y negociara cualquier desavenencia a los fines de aplacar la evidente belicosidad revolucionaria; siempre azuzada por los comunistas domésticos y foráneos, con lo cual se evitaría la intervención militar de EE.UU. en la Isla. Por su parte Cuba, en virtud de lo estipulado en la “Enmienda Platt” la cual estaba aún vigente en la Constitución Cubana desde 1901. Una Isla de Cuba tranquila y un comercio bilateral justo, fue invocado por el actuante Presidente de los EE.UU. Franklin Delano Roosevelt, en ocasión del nombramiento de Welles, le aseguró a éste en tono suave,

            —«Señor Welles, necesitamos la paz, ahora que se acentúan las amenazas bolcheviques sobre Europa, Medio Oriente y África; con pretensiones iguales o semejantes a las jingoistas japonesas en Asia. A este coctel macabro, se le suman los fascistas de “Il Duce” Mussolini, los nazis “der Führer Herr Hitler” y el insaciable totalitarismo ruso implantado por los comunistas. El mismo, proclamado por Stalin y sus secuaces en Europa. Recordar que los rojos, más tarde o temprano y al descaro, se tragarán las tres repúblicas bálticas, Estonia, Letonia y Lituania. Y para más desgracia, claman por una rica parte de Polonia»

            —«Entiendo Señor Presidente, valga que que yo sé, exactamente, cómo y con quienes abordar esas molestas “malacrianzas” latinas»

             —«Recuerde, amigo Welles, que las cuatro potencias juntas y no olvide que Japón y su equipo de jingoistas, dan muestras de manera inequívoca, de saltar sobre las bases y colonias de Occidente en el Pacífico. Será el desastre, porque todas esas potencias viejas y nuevas, también ambicionan “tierras y materias primas nuevas”, tanto en Europa Central y del Este, así como en el Norte de África y Asia. Estos totalitarismos son reales, no virtuales y están repletos, ávidos de adjudicarse una buena parte del “Lebensraum nazi”, digo, el expansionismo territorial a costa de sus vecinos. Además todos, le repito, parecen haberles echado el ojo a las posesiones coloniales de los europeos en África, Medio Oriente y Asia. Un juego demasiado peligroso y el asunto —Roosevelt hizo una pausa—, hiede a una nueva guerra inevitable, en la que tendremos varios frentes»

Sumner Welles, en aquella ocasión observó al Presidente fijamente, quien sufría dolores indecibles por la agudización en etapas, de la poliomielitis que le aquejaba y apuntó,

            —«Anda Usted en lo cierto Señor Presidente. Sucede que la Pentarquía de de ahora, septiembre del 33, reciente desde septiembre 10 dispone de un presidente algo díscolo, el Doctor Ramón Grau San Martín, pero que en realidad en lugar de Pentarquía es una especie de juguete o 'Triunvirato virtual'»

            —«No entiendo bien Señor Welles. ¿Conoce a sus integrantes

            —«El Presidente —apunto Welles—, Doctor Ramón Grau San Martín’, el Secretario de Gobernación, Sergio Carbó Morera y Antonio Guiteras Holmes, Gobernador de la provincia de Oriente. Este último, un agitador de influencia política, por lo demás, afrancesada. Yo diría, uno de los más peligrosos por su influencia entre los radicales»

             —«¿Y dónde me deja a ese nombrado ‘sargento Batista, Señor Welles —argulló Roosevelt—, tengo entendido que es simplemente un Sargento Mayor, un oficinista, no un soldado de línea que manda o haya mandado tropas tropas?

            —«Por razones diferentes, no todos hemos estado en la línea, pero en mi mente, Señor Presidente, yo no veo un triunvirato sino una mesa de tres patas a la que le falta una cuarta. Este "don nadie", Señor Presidente es mi “As del Triunfo” y aunque sea en el papel; domina las tres armas, Ejército, Marina y Aviación. Decir, es el dueño de todas las armas en suelo cubano. Y me faltaba decirle que el Sargento Mayor es ahora “Coronel Jefe de todas las Fuerzas Armadas de la República de Cuba” Yo diría que por su “karma” y un golpe de suerte»

            —«Y ahora Usted nos dice, Señor Welles —intervino Roosevelt, dubitativo—, mejor, asegura, hacia dónde van estos muchachos tan inquietos. Porque la prensa ya habla de posibles nacionalizaciones, confiscaciones, entre otras amenazas. Entonces, la Pentarquía surgida el 4 de septiembre próximo pasado, no augura nada bueno para nuestros intereses. El Doctor Grau es el presidente en funciones, en sustitución de los Pentarcas. Pero no parece que la política de Grau sea igual a la del depuesto Presidente Céspedes. ¿No equivocamos, Señor Welles?»

            —«Cierto, y tiene Usted toda la razón. Pero es maleable y dúctil. No es ni será molestia alguna, le aseguro»

Sumner Welles se equivocaba, porque Grau siguió con sus galimatías más allá de sus palabras. Permaneció en el Despacho Presidencial, quizás dos horas más. Ello, en unión de Presidente, el Secretario de Guerra y el Director del FBI, quien hacia sus pininos en lo nacional. De dicha reunión se desprendió una estrategia general para lograr la normalización de la situación cubana, durante los 30 años siguientes por venir. El ya Coronel Fulgencio Batista, jugaría uno de los papeles de mayor importancia para el destino de Cuba. Mas, cuando se avecinaba la Segunda Guerra Mundial, a tenor de los avances totalitarios en Europa (los fascistas, nazis y bolcheviques) y en Asia (los jingoistas, japoneses)

La Joven Cuba
Ciertos líderes han acariciado adjetivar sus movimientos o grupos bajo su comando, partido y bandera. Tal sucedió como a otros tantos con el impetuoso e idealista Dr. Antonio (“Tony”) Guiteras Holmes y su nobel movimiento de la “Joven Cuba” Saber que no fueron pocos los grupos residuales de los desastres pos bélicos, en especial europeos, que el siglo IXX y antes de la ‘I Guerra Mundial’ que de alguna forma y motivaciones diversas, integraron el vocablo “joven” a sus facciones de experiencias debutantes, especialmente en la zona limítrofe con los Balcanes y el Mediterráneo. Por otra parte, en la Cuba pos machadista y por cierto algo desaliñada tras el machadato y la revuelta cívico-militar de ‘Septiembre 4 de 1933’ devino una etapa de consolidación de facciones de todos los tipos y programas inimaginables. Luego, dos de las figuras más significativas de ese proceso convulsivo; Sergio Carbó Moreira, el periodista más poderoso y respetado en la Cuba de entonces, en unión de otro líder de la intelectualidad pequeñoburguesa y académica, Dr. Ramón Grau San Martín, quien siempre estuvo en conjunción con el estudiantado; advirtieron la necesidad de reforzar el programa del reciente gobierno revolucionario creado. Entre ambos, acordaron instar a un líder, Dr. Antonio (“Tony”) Guiteras Holmes (farmacéutico) , líder de la ‘Unión Revolucionaria (UR)Éste, era un convencido anti comunista enemigo del Partido Comunista de Cuba (después camuflado con aka de “Partido Socialista Popular”) el Ala Izquierda Estudiantil y otras dependencias izquierdistas locales del Comintern en Cuba.

Entonces, ya participaba como funcionario de la Pentarquía en calidad de Gobernador de la provincia de Oriente y después, como Secretario de “Guerra y Marina” integradas en la Secretaria de Gobernación del gobierno central. Este líder, fue llamado a integrar el denominado “Triunvirato Virtual” el cual constituiría el pilar del estimados como el triunvirato civil perfecto, muy innovador, tras el coup d’etat septembrista para domar a Batista para que no se excediera en sus funciones. Ello extensible al resto de los recién estrenados líderes militares aglutinados dentro de su línea de control.

Los viejos stalinistas cubanos aprovecharon los intersticios que presentó el gobierno del Presidente Dr. Ramón Grau San Martín, tras la disolución de la Pentarquía creada y de la cual Grau fue su Presidente, exaltado a tal cargo después del 4 de septiembre de 1933. Los demócratas del triunvirato, debieron rechazar los intentos de otros patrocinadores izquierdistas, solapados y azuzados por los comunistas, a los fines de fundar nada menos que “soviets al estilo y criminalidad bolchevique” en la zona norte de la provincia de Oriente. Tal fue la creación alevosa en septiembre 13 de 1933, de un titulado “Soviet de Mabay” en el central del mismo nombre entre otros intentos en el ámbito nacional, por parte de grupos de abecedarios, anarquistas, anarco-sindicalistas y stalinistas agitadores. Se registró que el ‘intento de Mabay’ estuvo dirigido por Rogelio Recio, también en la antigua provincia de Oriente. Estas acciones de conato totalitario, fueron disueltas de inmediato.

Tony” Guiteras, en unión de un grupo de seguidores, impaciente por lo que el estimaba falta de atención del gobierno de facto (lo cual no era más que la repulsa de los demócratas genuinos a impedir y permitir el cambio democrático de la “Revolución de Agosto, 1933” en una aventura comunista) De ahí, sus machaqueos lentos sobre ‘la imperiosa necesidad’ de implantar un programa social ambicioso para aquellos años de penurias económicas; nutridos de los otros varios proclamados por el arcoíris de partidos y agrupaciones políticas.

La “cama izquierdista
Guiteras, embrollado entre cimbres su propia retórica, una ingenuidad e inexperiencia inigualables, además de las trampas que les antepusieron los agentes comunistas y socialistas del Comintern; infiltrados entre cada estamento y organizaciones prometedoras para servir como ‘puntas de lanzas’, en cada entramado burocrático y político de la época; no dejaron de advertir en Guiteras una de esas olivas explosivas, utilizables ‘por una sola vez’ A destiempo el líder joven y de palabra fluida, se encontró rodeado de un falso auditorio de militantes y corifeos populistas, siempre prestos a la adulación y ensalzamiento de sus simpatías. Guiteras, frustrado al confundir las manifestaciones de la claqué, con la cual lo rodearon, confundió cada vez más el silencio de sus fans artificiales con la indiferencia fabricada por los zapadores comunistas. De donde le sobrevino la abulia emocional y resbaló hacia el eclipse del desánimo. Ello le indujo más tarde a distanciarse de sus fuentes de seguridad, junto los triunviros (aunque ya relativos) del movimiento democrático sustentado por Grau y Carbó. Entonces, no resultó sorprendente que Guiteras decidiera fundar una organización revolucionaria que denominó “La Joven Cuba”

Esta decisión, difícilmente consolidada como proyecto y menos estimada como una postal idílica, devino paradoja aurea, aunque irracional en aquellos momentos. Todo ello, considerando el maratón de nacionalismo exacerbado, desbordante y propio de economías tercermundistas. Guiteras no tardó en entrar en conflicto con el Partido Comunista de Cuba, el Ala Izquierda Estudiantil y como colofón; con la Embajada de los EE.UU. otros sectores más conservadores, menos revolucionarios o simplemente engañados. O al final, al regazo de los siempre solícitos historiadores omnipresentes, encargados de confeccionar los panegíricos de los proto líderes destinados al podio de tiro, donde los “mártires” cuidadosamente seleccionados, serian inhumados. De donde Guiteras y sus seguidores de manera abierta y valiente, anticomunistas convencidos todos, según crónicas, se convirtió en el “mingo” de combate del Partido Comunista de Cuba.

En otras ocasiones este líder se destacó navegando al vaivén de las olas de agitadores, guiados en secreto por los comunistas. Es donde la de mayor consolidación apareció como el advertido como Triunvirato (virtual, no real); excepto el viejo y peligroso manifiesto original del ABC (que pocos quería revivir) Tampoco, las anquilosadas monsergas y otros copycats bolcheviques de los primeros tiempos; en la Rusia zarista ya desplomada; buena parte de las cuales demostraron ser disparates económicos y sociales. Solo constatar la saga histórica de la estarvación horrorosa (muerte por hambre y enfermedades inducidas de manera deliberada por cada régimen de terrorismo estatal) tal sucedió en Ucrania a inicios de los años 30, con saldo de unos 8 millones de muertos.

No fueron pocos los movimientos u organizaciones políticas del ámbito mundial que intercambiaron sus nombres a "Joven…..", a fin de deslindarse de los partidos políticos tradicionales Era casi moda, que en algunos movimientos revolucionarios burgueses a inicios del siglo XX, emplearan el término de ‘Joven…’  como parte del acronismo, para denotar fuerzas nuevas, repletas de innovaciones y bienaventuranzas.

Guiteras, un idealista demócrata convencido, estaba al tanto de que llevar adelante su programa particular, redactado desde antes; implicaría quizás enfrentar, ejemplificar y tal vez desafiar a los militares lo cual significaba chocar con el mismo Batista y los soldados que lo apoyaban. Sin embargo, en la etapa de consolidación de la revuelta del 4 de septiembre, fue llamado por los Pentarcas a ocupar la Cartera de Gobernación, desde cuya oficina redactó e impulsó un significativo número de leyes laborales y económicas en beneficio de los trabajadores y la economía nacional. Ya en conflicto con diversas fuerzas anti machadistas, en 1935 abogó por una lucha armada para derrocar al gobierno provisional del Gral. Carlos Mendieta y Montefur, bien visto por el embajador Caffery y Batista, en su carácter de haber indicado que sería moderado.

Mientras, se anulaba el nombre de “Ejército Nacional de Cuba” y se creaba el “Ejercito Constitucional de Cuba”, tanto que Batista recibió poderes para estructurar todas las fuerzas armadas, en especial el Ejército. El embajador de los EE.UU. Jefferson Caffery ganó influencia sobre la política cubana, asegurándoles a los líderes cubanos el apoyo de los EE.UU. Guiteras, acorralado por sus enemigos gubernamentales, trató de escapar de Cuba clandestinamente por el Morrillo (Matanzas) junto con algunos de sus colaboradores (entre ellos, Conchita Valdivieso, el venezolano Carlos Aponte y otros seguidores) a fin de organizar una expedición armada e invadir la isla por provincia de Oriente. Sorprendido por fuerzas del Ejército gubernamental, se entabló el combate y lamentablemente este líder, impoluto, resultó abatido en unión de otros seguidores.

El gobierno de los cien días. ¿Te reconozco?
Fue el dilema que surgió como una interrogante en los corrillos de la capital, Washington. Así, siguiendo los reportes de Welles, quien solicitó el envío de barcos y marinos a fin de atajar el estado caótico con la caída del frágil gobierno de Céspedes, Washington decidió que no existían garantías y reusó legitimar la Pentarquía. La vertiginosidad en el correr de los días, primó la idea de contar sine qua non con el reconocimiento por parte de los EE.UU. del nuevo equipo de un gobierno revolucionario de tipo burgués pero entintado de garibaldismo. La Pentarquía había oficiado durante 5 efímeros días en sus funciones colegiadas desde el 4 hasta el 10 de septiembre, 1933. En medio de una especie de autogolpe silencioso e incruento, surgieron tres tendencias distintas, con la proclamación del Dr. Ramón Grau San Martín, como Presidente Provisional y único de Cuba, como cabeza del novedoso gobierno democrático inicial de varias cabezas ilustres.

Sin así nombrarlo ni refrendarlo por escrito, se conformó entre sus integrantes una entidad aleatoria y expectante para el pueblo, semejante a un “Triunvirato” Dicho polo de gobierno lo integraban un ala no izquierdista pero nacionalista del Dr. Ramón Grau San Martín y con la Secretaria de Gobernación ya en manos del Dr. Antonio “Tony” Guiteras Holmes.

Este presidente, Grau San Martín, un inteligentísimo líder popular y profesor universitario, rehusó jurar el cargo y la "Constitución de 1901" tal era lo habitual, ante el Tribunal Supremo de Justicia. En su lugar advirtió que juraría ante el pueblo llano, al cual convocó a reunirse frente a la terraza norte del Palacio Presidencial de Refugio No 1, el día de la proclamación del nuevo gobierno democrático. Grau se dirigió a la multitud enardecida de nacionalismo y no dejó de alertar a sus seguidores y resto del pueblo, aseguró,

            —«No deseo ni quiero abjurar de la actual Constitución de Cuba de 1901, teniendo esta la ‘percha’ de la “Enmienda Platt” sobre los destinos de los cubanos”

Desde 1930, EE.UU. había tendido entre La Habana y Cayo Hueso, otro cable submarino; el más avanzado de entre la familia de los varios telefónicos y telegráficos, tendidos desde 1920 entre ambos puntos. Este cable permitía 7 enlaces telefónicos simultáneos y 2 telegráficos; los cuales dieron una paulatina conexión directa entre zonas (Oriente, Camagüey, Las Villas, etc.) Los centrales azucareros, los que correspondiesen, pudieron conectarse con sus casas matrices en los EE.UU. y otros territorios. Luego, no resultó raro que cuando el propio Presidente Grau, saludaba al pueblo desde la terraza norte del Palacio Presidencial; de alguna forma, su discurso fue interrumpido por uno de sus ayudantes de Palacio, quien le advirtió expectante y medroso, con un murmullo desalentador,

            —«Señor Presidente, por favor, atienda que esta llamada es de Washington»

            Grau, sin perder el aplomo, no dudo en contestarle a su funcionario en tono decidido,

            —«Dígale a Washington que espere, porque ahora yo, el Presidente, estoy hablando con el pueblo de Cuba»

De esta forma, una respuesta de tan insinuante firmeza, inusual como tacita resultó en un balde de agua fría a los ‘halcones’ del Departamento de Estado. Ello devino realidad de lo que sería el gobierno del Dr. Ramón Grau San Martín. Este día, comenzó el casi fabuloso para los cubanos democráticos todos, el periodo de transcendentalidad histórica, del después denominado “Gobierno de los Cien Días” Tanto Grau como Guiteras, se lucieron en el pliego de medidas sociales y económicas que propusieron y lograron ser sancionadas en beneficio de los cubanos de “a pie

Todo sucedía al tiempo que el primero de los nortes invernales, comenzaba a soplar premonitorio sobre el malecón habanero. Como si advirtiera a los cubanos greñosos que el Tío Sam, como el temible dios “Mabuya” de los siboneyes, se mantenía expectante desde Washington. Pero ninguno de los estrategas de ambas orillas, norteamericanos y cubanos, supuso que no habría manera que, ‘sangre alguna, real o virtual, fuese llegar al rio

En enero 14, 1934, concluyó la etapa presidencial de Grau San Martín; cuando este fue forzado a renunciar, impelido por Batista y sus seguidores que ya habían clamado y proclamado por un nuevo presidente. La acción, propendería a dar paso a un líder opaco, pero candidato predilecto, cierto que auspiciado por Batista y Welles. Cierto, que el Dr. Carlos Mendieta Montefur, médico y ex coronel del Ejército Libertador fue designado Presidente de Cuba. El 16 de enero de 1934 Batista ostentaba el grado de Coronel del Ejército de Cuba. Cinco días después Washington, ante lo que sus expertos advertían como “un aceptable grado de mesura, con garantías para la paz regional, la democracia y las inversiones extrajeras”, reconoció sin dilaciones al nuevo gobierno instalado en Refugio № 1, La Habana.

Durante el transcurso de la década siguiente, iniciada entre rumores, teniendo como colofón la nominación para la silla primada en calidad de Presidente de la República del Dr. Carlos Mendieta Montefur (1934-1936), quien desempeñó un actividad discreta pero efectiva (con el ineludible Corl. Fulgencio Batista gesticulando desde las sombras. Se cuenta que el propio Batista “sugirió” y puso en la presidencia de la república, además, a José Agripino Barnet y Vinagres (1935-1936), Miguel Mariano Gómez Árias (1936- destituido por el Congreso en diciembre 20, 1936) y finalmente, a Federico Laredo Brú (1936-1940). Época en que se avizoraba a Batista, como una figura presidenciable para los comicios próximos.

En 1940, Fulgencio Batista y Zaldívar (su nombre aún estaba incompleto), tras aprobarse la Constitución de 1940; resultó elegido de manera democrática Presidente de la República de Cuba, para el período (1940-1944) con un fuerte apoyo del voto popular; en hombros de una coalición de partidos de casi todas las tendencias, incluyendo la entonces influyente comunidad española enraizada en Cuba. Resulta curioso que el ya entonces rebautizado con la casaca de Partido Socialista Popular (en sustitución del viejo bolchevismo, fracasado internacionalmente (como ahora) y ya desprestigiado partido totalitario, fundado en 1925, como Partido Comunista de Cuba) no tuviera escrúpulos en aliarse con Batista.

Sucede, que el partido de los comunistas, ya estando legalizado por el gobierno de Laredo Brú y con el visto bueno bajo cuerda de Fulgencio Batista, líder castrense y la indispensable anuencia de los demócratas rooseveltianos del Dpto. de Estado, en concordancia con la correlación de las fuerzas democráticas integrantes de la Entente de los “Aliados”, atentos al desarrollo de la Real Politik ( Jingoistische Lebensraum politik , mejor entendida por ‘patrioterismo’) de los nazi-fascistas europeos y el ya incipiente bloque del Eje de Acero.

La saga continúa,

© Lionel Lejardi. Septiembre 4, 2010
lejardil@bellsouth.net
Legacy Press
Addendum
(En construcción)

1.     "Técnica del colpo di Stato" (La técnica del golpe de estado) de Curzio Malaparte, 1930 o "The man on Horseback: The Role of the military in Politics" (El hombre a caballo: El papel de los militares en la política) de Samuel Finer.

2     'Jingoísmo', un hipocorístico coloquial del nombre de “Jesús” (supuesto vasco), usual en Inglaterra desde finales del siglo XVII. Se vincula desde entonces con ‘un patriotismo exaltado y agresivo’ (en esencia, ‘patriotería’)

3     El término ‘Entente’ (acuerdo) ver que el concepto de los “Aliados” durante la II Guerra Mundial, aplica a un acuerdo, coalición, tratado, etc. entre las fuerzas democráticas antifascistas. La narrativa comunista lo identifican en sus libro de ideologías, “como convenio entre enemigos del Proletariado”, siendo en la realidad una “coalición de fuerzas democráticas contra el totalitarismo comunista” Sin embargo, los historiadores moscovitas (bolcheviques)  “no recuerdan” a la “International Entente Against the Third International” (fundada en 1924) que era desde entonces, “una coalición de fuerzas democráticas internacionales para luchar en contra de la III Internacional Comunista”      

Serás bienvenido a mis blogs alternos:
EDC-4794 / pag. 15/15


* 7«Sargento, ¿a qué esperar para comenzar la revolución?» vii/...n

*7 «Sargento, ¿a qué esperar para comenzar la revolución
vii/...n
(Miniserie, editada según la EDC)
Se cumplen 59 años de dictadura comunista en Cuba

“Un Asunto Cubano”
(En construcción)
Patriotismo
es tu convencimiento,
de que este país es superior
a todos los demás,
porque tú naciste en él.
George Bernard Shaw 

Detalles: A los comunistas, nadie los quiere a su lado

La “Caridad del Cobre” rehace entuertos
Todo radica en un punto insoportable: Porque huelen a traiciones. Ello lo apuntaron los sargentos, porque como buenos conspiradores del grupo de “los 8 de Columbia”, hicieron correr la bola de que “Cachita” (Caridad del Cobre) había sido la Madrinaúnica y absoluta” del golpe cívico militar del 4 de septiembre de 1933 y no el patrocinio de los comuñangas, que estaban de correveidile de Machado, durante la huelga general de julio, tal hicieron filtrar estos ultimos. Así después y no muy tarde, aseguraron los ámbias brujos habaneros de entonces y los miamenses de ahora, que tanto La Regla de Ocha y de modo igual lo de la 'Letra' y sus vaticinios, por el oráculo de Ifá. Al menos Batista, así lo creyó y con tal deducción vinculó su poder futuro a ello, cuasi divino que se le antojaba, a estas divinidades sincréticas de las mitologías africanas. Porque en la madrugada del 4 de septiembre de 1933, ya un ciclón le había allanado el camino al Palacio Presidencial, al sacar físicamente al Presidente Carlos Manuel de Céspedes de Palacio y bajo influjos de un soplo magistral, para enredarlo en la inspección de los daños causados por un meteoro, huracán, que asoló las ciudades de Cárdenas y Sagua la Grande, lejos de La Habana. Ya desde el día 3 de septiembre, la agitación ante inminencias de un golpe revolucionario contra Céspedes designado por las restantes sectores machadistas, con el visto bueno de la Embajada de los EE.UU. Oficiales de las tres armas, estudiantes, opositores de todo el espectro político, etc. recorrían los puntos de la capital que les estaban afines. El día 4 de septiembre el desorden y caos en La Habana y el resto de las capitales de provincias, era total.

Así, Batista y su gente, el Directorio Estudiantil Universitario, ABC Radical, soldados, activistas, oficiales y el resto de los civiles más notables oposicionistas, fueron convocados para el Cine Columbia, después cambiaron el rumbo hacia la Jefatura del Regimiento donde les espera Sergio Carbó y otros líderes de otras diversas facciones. Del lugar partieron para el Club de Oficiales. Es el lugar donde en medio de un gran mitin, eligieron una ‘Junta Revolucionaria’ de figuras notables conocida por el ‘Gobierno Colegiado’ o ‘Pentarquía’ compuesta de cinco figuras relevantes y de aceptación casi plena de la mayoría de los asistentes a la reunión.

Esa noche, ya madrugada, los sargentos y alistados inducidos por los líderes integrantes del denominado "Grupo de los Ocho", compuesto de militares de baja graduación entre soldados y marinos, el DEU (universitarios), ABC y el resto de las facciones (excepto los comunistas) a los que nadie quería a su lado porque hieden a traiciones. Más cuando se supo de la traición fraguada de los comunistas junto con el Presidente Machado.

Y fue así, porque los demócratas opositores ya estaban al tanto de la traición de estos arribistas de ocasión, cuando pactaron con Machado (en secreto) a fin de ser ellos quienes fueran reconocidos entre los machadistas como “amigos del Presidente” Luego, el desbarate de la huelga general convocada por todos los integrantes de la recién formada ‘Agrupación Revolucionaria de Cuba’ (ARC), quienes hicieron pública una Proclama, trascendental para el pueblo cubano, todo el cual triunfó finalmente en beneficio de Cuba.

En la misma se desconocía y descalificaba a Céspedes y su gobierno de facto como producto de un "gobierno de dedo" inconsulto con los opositores verdaderos y fabricado en 24 horas por la que los integrantes de dicha agrupación estimaban "injerencia extranjera" del ‘Enviado (o Embajador) del Presidente de los EE.UU. Franklin Delano Roosevelt. Este funcionario, Benjamín Sumner Welles era de los mejores para entenderse con los cubanos. Cierto también que todos estaban de acuerdo o en componendas, con el nuevo presidente que había sido designado provisionalmente, a la caída de Machado; en los primero momentos de huir Machado, el Gral. Alberto Herrera y Franchi el cual sustituyó al líder fugado. Herrera Franchi, gobernó solamente durante un día, hasta la designación de Céspedes y Quesada al día siguiente. Este último, ya en funciones, tomó posesión el 13 de agosto de 1933 y se mantuvo en el cargo hasta el 4 de septiembre de 1933. En ocasión del coup d’État, incruento, repleto de griterías, pero sin sangre.

Los sargentos, estudiantes, abecedarios, intelectuales, partidos políticos y otras facciones opositoras; se aferraron a un grupo original dentro del cual emergieron líderes determinantes, como Grau, Carbó, Prío, Guiteras, Batista y otras de relevancia igual como responsables del futuro de Cuba. El final teórico de la primera etapa del movimiento deviene con la proclamación como vencedora, de la “Revolución de 1933” cuya fecha se produce con la Proclama de la ‘ARC mencionada con el nombre de “Proclama del 4 de Septiembre de 1933” Subsecuente, conocida más tarde como ‘Revolución o coup d’état del 4 de septiembre de 1933’

En dicha Proclama se indicó que todo el poder político y militar ya estaba en manos de la ARC. Una de las consecuencias fue que Céspedes y su gobierno quedaron disueltos, volatizados per se, al igual que todos los oficiales de academia del antiguo “Ejército Nacional (Constitucional) de Cuba”. A estos oficiales se les aclaró y declaró ‘que perdían el mando sobre sus tropas’ De esta forma ingente se inició la siguiente fase del ímpetu revolucionario. Así estos oficiales del ancien régime quedaban cesanteados en sus mandos y relegados a una especie de "plan pijama", descansando en sus hogares, pero con paga asegurada.

De inmediato, se conformó el ‘Gobierno Provisional Colegiado’ integrado por 5 líderes prestigiosos. Este núcleo de personas, líderes revolucionarios abanderadas quedó, reflejado finalmente en la historia de Cuba como, "La Pentarquía" Este acuerdo entre los opositores anti machadistas, condujo a la aceptación en la Pentarquía de figuras tales como el Prof. y Dr. Ramón Grau San Martín, Sergio Carbó Moreira, Prof. Guillermo Portela y Möller, José Miguel Irisarri Gamio y el banquero Porfirio Franca y Álvarez de la Campa. La primera firma estampada en el documento de ‘La Proclama del 4 de Septiembre de 1933’, fue la del apasionado líder universitario del DEU, Dr. Carlos Prío Socarrás, un anticomunista probado; futuro presidente democrático de Cuba (1948-1952) Este líder a su vez fue derrocado por un cuartelazo de militares, innecesario y extemporáneo; propiciado el 13 de marzo de 1952 por el equipo simpatizante del propio ex presidente Fulgencio Batista y Zaldívar, entonces senador de la república.

A la firma de Carlos Prío Socarrás le siguieron otras 18 firmas. La última de aquellas rúbricas estampadas en la proclama de esa madrugada de los revolucionarios septembristas de 1933. Como una paradoja del destino, la última firma del documento correspondió a la del propio Fulgencio Batista y Zaldívar, el cual se rubricó entonces como, “Sargento Jefe de todas las Fuerzas Armadas de la República de Cuba” Así fue es como el Sargento Mayor Fulgencio Batista inició su carrera meteórica, al alzarse con los mandos de Ejército, Marina y Aviación, una composición institucional de entidades y organismos todos, bajo el mando del reluciente nuevo Secretario de Gobernación de la Pentarquía, el sorprendente periodista opositor, Sergio Carbó Moreira.

Este conjunto de acontecimientos, sentó premisas para una contra sublevación armada posterior, protagonizada por los oficiales de academia, despojados de mando. La agenda pública que estos revoltosos líderes cívico-militares firmantes de Proclama; proponía entre otras demandas, aumentos de sueldo, mejoras en la vida de las clases y soldados, además de posibilidades de aspirar a integrar la oficialidad de academia del Ejercito Nacional de Cuba. La agenda privada era mantener el orden a toda costa, vigilar a los oficiales y auscultar a la Embajada de los Estados Unidos.

Además existían las tareas enlazadas a preocupaciones; con respecto a ciertas leyes radicales que algunos sectores socialistas y proto comunistas encubiertos bajo otras banderas y lemas propagandísticos. Estas facciones, algunas simples grupos acéfalos, en sus delirios totalitarios, estimaron que a final, serían secundadas por el pueblo llano al que siempre estimaron (ver los castristas de 1959), como una turba ávida de saltar sobre las clases pudientes, propietarios negociantes y productores de la riqueza nacional, a los fines de saciar su vandalismos y al saqueo clásico ‘a los ricos

            El guión real oculto incluía el aprovechar la situación de confusión; la carencia de un líder civil suficientemente destacado y en consecuencia; provocar la asonada cívico-militar y tomar el poder político de Cuba, arrollando al gobierno de Céspedes y enviar a éste a alguna encomienda diplomática. Después, verían como arreglarse con los norteamericanos. Los altos mandos de Ejército, ahora casi acéfalo y los viejos líderes políticos del ancien régime, quedaron sumidos en un limbo, al parecer muy atentos a los caprichos y embelesos del Enviado Especial del gobierno de los EE.UU. el Eximo Benjamín Sumner Welles.
                               
¡Well, Well! Mister Benjamin Sumner Welles
Este funcionario —fue uno de los funcionarios de alto rango, que formó parte de la estrategia global del Presidente Franklin D. Roosevelt— debió bloquear en su tiempo cualquier intento de radicalizar al gobierno de Céspedes, en detrimento de los intereses, tanto del gobierno norteamericano, como de los intereses criollos. Luego, que ahora destituido Céspedes, Welles debía arreglárselas para olisquear más de cerca uno de los posibles pronunciamientos de los conocidos ‘polos radicales’ (Grau-Guiteras), que pudieran impactar los interese económicos de los norteamericanos. La estrategia de los halcones de Washington iba más allá del guiso fraguado en Columbia, entre otros sitios y circunstancias anteriores y posteriores. Los EE.UU. necesitaban a Cuba como puerto seguro, sus bases (las entonces discutidas “carboneras”), el níquel, cobalto y el especialísimo y estratégico "hierro de las minas de Mayarí"; entre otras bondades naturales de la cornucopia cubana.

Todo, visto al lado de las democracias y en favor de la inminente II Guerra Mundial, ya perfilada entre dos bloques hegemónicos: los totalitarismos del ya a ser denominado “Eje de Acero”(fascistas, nazis)  y bolcheviques, este último de manera provisional la URSS, unida más tarde a la Entente de los Aliados ) con las democracias republicanas. Recordar que uno de los primeros cañonazos iniciales fueron emitidos como advertencia en Abisinia y Libia (por los fascistas italianos de Mussolini) y en la Manchuria; por los jingoistas (ultra nacionalistas japoneses (anti-comunistas) bajo la denominada ‘Era Imperial Shōwa’ decir, 'periodo de paz ilustrada' Esta última, una especie de “Ilustración” japonesa, al estilo y propósitos europeos del siglo (LVIII).

Los primeros, abanderados bajo el estandarte nazi-fascista, Alemania e Italia con el remojo futuro del Japón era una amenaza, pero todavía lejana. Sin embargo, los nipones quienes desde bien temprano de los años 30 habían invadido la China Republicana, nos golpearían desprevenidos, a los EE.UU. en la mañana del 7 de diciembre de 1941. Cuando de manera sorpresiva, con el dieron el mayor zambombazo recibido por los norteamericanos en toda su historia. Hasta el artero ataque aéreo terrorista de los musulmanes radicales incubados en las denominadas ‘madrazas’, ejecutado en septiembre 11 del 2001 con el ataque aéreo y derrumbe de las “Torres Gemelas” (Twin Towers) del complejo del ‘Centro Mundial del Comercio’ (World Trader Center)  en New York.

Por entonces, antes y durante los finales de los 30s e inicios de la década de los 40s, algunos gobiernos ya por oportunismo, temor o a veces veleidosos ante la incertidumbre de la pre guerra, no sabían que hacer ante un desastre inevitable. Porque la situación atañía a casi todos los continentes y sus naciones. También a las habituadas a la simpleza de acunarse bajo las alas del más fuerte —como hoy otros o tantos en pleno siglo XXI, mirando las muecas de la derrota insostenible  y harapiento polo exo totalitario habanero—, entonces aquellos de entonces tampoco escondían sus tratos y muecas a fin de congraciarse con alguna de las naciones proto o nazi-fascistas declaradas.

Mientras que hacían buenas migas desde antes, con la Unión Soviética (URSS) Al mismo tiempo, algunas de Centro y Sudamérica andaban en tales trapisondas imaginarias, como jugar al izquierdismo bolchevique y ajustarlo al trópico caribeño e hispanoamericano también dando cabezazos pero reafirmando pasos con el mismo espejismo sahariano de las zarrapastrosas Dictaduras del Proletariadolas cuales, nunca aparecieron por parte alguna.

Salvo, un capitalismo de estado (decir, los Estados Corporativos Capitalistas (sueños fascista, nazis y bolcheviques) que no acaban nunca de materializarse y menos de lograrse) es que estos maniáticos del fracaso, no para recién salir de un abismo para caer en otro; siempre peor; sembrados por los comunistas en toda la URSS. Igual que hoy hacen en la Cuba cenicienta. Pero la otra parte de los cubanos, ya habían urdido y puesto en marcha sus planes propios. Sólo que eran como todo los sueños, virtuales.

Se le ‘subió la mostaza
Y la solución, pensó (según versiones), saldría de echar a andar la ‘pala’ (racket o sixed) Así, bien entrada la madrugada del 4 de septiembre de 1933, aquella reunión de civiles revolucionarios y militares descontentos; fue perdiendo fuerza por lo extenuante, el calor insufrible y la todavía no definitiva decisión de resolver la interrogante cívico-militar. Los criterios versaban acerca de la figura que garantizaría la Pax Romana y el orden reglamentado y por la constitución, legítimo. En un instante impreciso y no datable Batista, inquieto, golpeó la bota de uno de sus compañeros de aventuras el también sargento, Andrés, sentado a su lado. De inmediato, este último se quitó la gorra de plato y se arrascó la cabeza. Era una señal.

            Como en tiempos de los gañanes de Fuenteovejuna, uno de los integrantes de los líderes de la Unión Militar de Columbia (UMC), el soldado Rodríguez, percibió el gesto y se irguió de inmediato. Desde las primeras filas del auditorio un estudiante de complexión delgada y nariz semita perteneciente al Directorio Estudiantil, Raúl Roa García, también conjugó la señal y observó movimiento de Rodríguez respondiendo a la señal,

            —«¡Queremos, ―clamó Rodríguez en medio de la reunión, aprovechando un inesperado impasse que abrió un lapsus de silencio y demandó―, que sea nuestro  compañero, el sargento Fulgencio Batista, presente ahí en la mesa ejecutiva; quien hable sobre lo nuestro y nuestras demandas de mejoras en el trato por parte de los oficiales y el gobierno que resulte de la revolución

            El que escenificó la "pala" (racket o sixed, llamado pre elaborado de la propuesta) era otro de los complotados. Rodríguez, el ya mencionado, fue sin lugar a dudas el más culto y de labia fácil del resto de los complotado en la UMC; pero sin carisma ni habilidad para enfrentar y dirigir a los reunidos. Rodríguez, apuntó la veleta de atención del auditorio hacia el extraño rostro de color cetrino y la inconfundible figura de Batista, apostada en el borde la mesa ejecutiva. Éste, se ajustó la guerrera, levantó el mentón tal como vio hacer al otro líder mediterráneo y aspiró profundo. Entonces se colocó el puño apretado en la cadera izquierda.

Asumió una expresión tan dura como la del líder allende el Atlántico vista en una foto del diario pro machadista, ‘Heraldo de Cuba’ Se trataba nada menos que la de Il Duce, Amílcar Benito Mussolini, el fresco líder italiano propulsor de esa otra doctrina providencial salvadora del tranque económico y social en el interregno posterior de las dos guerras mundiales, el Fascismo y su denominado esquema socio-político de ‘Estado Corporativo’ en esencia, similar el que los comunistas intentan hoy imponer en Cuba, copycat burdo y fracasado, tras la experiencias totalitarias actuales observadas en China y Vietnam.

El sargento Batista, advirtió por vez primera, los deleites y sensaciones que experimentó unos segundos después de oír su dulce nombre resonando ante un público, que le observaba entre atónito y receloso. Como líder, se convenció de que ‘ese’ y no otro, era el instante esperado en que debía jugarse el todo por el todo, a una sola carta. Era la ocasión de su clímax como individuo. Con voz un tanto gutural e ignorando las ‘eses’ pero de verbo fluido y maquinal, habló a los soldados en el idioma cuartelario y de caballerizas, que ellos entendían; aunque los civiles no, por el momento. El sargento finalizó la arenga entre aplausos y vítores de sus iguales, a quienes se sumaron sigilosamente, una buena parte de los indecisos.

            —«¡Verdad es lo que dice el amigo Carbó, acerca de la ‘revolución’ que espera por nosotros  —gritó finalmente un Batista, golpeándose el pecho con ambos puños; enardecido y enfatizando cada palabra de su aseveración de respaldo al editorial de Carbó—, no hay que esperar más para iniciar la revolución

Exclamó en un tono casi diluido entre el estruendo que ya había estallado en el salón. Pareció que el resto de todas las furias se habían desatado esa noche. Batista, experimentó ser el domeñador y quien llevaría al final las riendas de esas furias y se sintió enervado como actor de una ensoñación rara, extasiado de aquel aroma oriental o brebajes de ajenjo. Solo que Fulgencio Batista y Zaldívar, ni fumaba ni bebía ni jugaba cartas o loterías. Era un abstemio fuera de serie y como la tormenta, perfecto en esos órdenes.

Los comunistas colados subrepticiamente, por supuesto unos parias; nunca invitados a reunión democrática alguna; recordado por todos su traición al aliarse con Machado en Julio de 1933, se escurrieron del mitin previsoramente tal hacen los insectos nocturnos. Ellos andaban en otras patrañas, ahora con el ya mencionado polaco, Flavio Grobart, temerosos de que descubrieran las interioridades sus viejos devaneos, conspiraciones y cambalacheos machadistas para sabotear la revolución ya consumada en sus inicios. En un aparte, Batista se reunió con sus compañeros de aventuras y desde ese momento, sus colaboradores fieles y seguidores más cercanos,

            —«Cada uno de ustedes, sabe a cuál unidad militar debe dirigirse, para asumir el mando. Recuerden siempre ir con una escuadra de soldados, portando armas largas, cortas y parque para cuarenta y ocho horas» —señaló Batista. En tanto, Benítez y Pedraza miraron recelosos hacia el cielo encapotado del ya amanecer»

Cuitas de un gorrión pendejo a un cuervo sissy 
Pero arrogantes, diría cualquier ornitólogo. Una de las cuestiones sintomáticas del carácter íntimo de Welles y que ganaba prestigio entre su iguales, se fundamentaba en que a pesar de sus flojeras de patas era era un tipo bizarro y altanero, algo que le destacaba en la valoración que hacia Roosevelt de su equipo. En consonancia con esa madrugada del 4 de septiembre de 1933 y las horas cruciales que le siguieron en otra parte de la ciudad, el elegante barrio del Vedado, un telefonema despertó a un apacible ex-funcionario del gobierno machadista. Este gorrión bien pequeño, naftalínico y mensajero insomne; no demoró en vestirse de ‘dril 100 crudo’ impecable, zapatos marrones de dos tonos, corbatín carmelita y sombrero "de pajita" Corrió y se sentó en el asiento trasero de su Packard "Phaeton" rojo (1932) y a pesar de lo avanzado de la hora, le ordenó al chófer todavía adormilado:

            —« ¡Jaime, pronto, al Hotel Nacional, rápido! ¡Porque tengo que ver y alertar a Míster Welles, porque ahora sí se armó la gorda

            El primoroso “Hotel Nacional de Cuba” (1930) era entonces el lugar de residencia oficial, (provisional) de Benjamín Sumner Welles, quien a la sazón era de hecho una especie de pro cónsul norteamericano, cuyo poder estaba por encima del propio embajador en funciones. Este funcionario, era el mismo Enviado Especial del State Department, al cual, este cubano ensoberbecido con sus primicias candentes en la ‘punta de la lengua’ andaba en ascuas y culillos, por contarle al pro cónsul norteamericano, el último chisme de El Asunto Cubano. Porque esas noticias, pensaba, es un desperdicio decirlas por teléfono como pólvora humedecida, ya sin el mismo efecto. Sino que se dan personalmente, para que el recipiente no se olvidara de su cara y del favor, como remitente.

            Esa noche, horas después ya en la tarde, allá en Nassau y antes de irse a dormir; el hasta ayer Presidente de la República de Cuba, el ya agobiado mambí Gral. Gerardo Machado y Morales; le confió a su esposa una cuita, que ni venia al caso de sus preocupaciones tan altas, hoy, quizás un simple rumor carente de veracidad:

            «Le confesó el secreto acerca del por qué la altura real sobre el nivel del mar, del Capitolio Nacional de Cuba en La Habana, era superior, decir más alto, con respecto a su homólogo, el Capitolio de los EE.UU. en Washington D.C.»

            Ella, lo miró expectante, porque no tenía la más remota idea sobre qué le hablaba su "Gerardito"

            «Por eso —exclamó el Presidente emocionado, como quien cuenta una travesura infantil— es que no me importa que los yankees no me hayan apoyado esta vez, porque yo, ya se las había cobrado por adelantado desde mucho antes. Y ahora, gústele o no, los cubanos podemos gritar que “Cuba está por encima” ¡y que se sepa, carajos! que el de los Estados Unidos de América»

Le dijo al concluir en tono socarrón. Pero en el fondo, Machado estaba repleto de orgullo por la zancadilla que, un cubano como “Él”…, (según apunta la anécdota), le puso "a los del Norte", sus antiguos patrocinadores.

Nota: Según una versión contentiva de lo real de esta aseveración del Presidente, apunta a que Machado pidió a los ingenieros o a la compañía norteamericana (“Pudri and Henderson”) constructora de la grandiosa obra arquitectónica, que modificaran los planos de la terminación de la cúpula del Capitolio Nacional de Cuba. La petición era con el propósito de que "el punto más alto de la cúpula capitolina estuviera entre tres y cuatro pies por encima de su par en Washington” En realidad la altura obtenida fue unos 304 pies de altura (15 pies en favor del cubano) por encima del tope medido y declarado como la altura máxima del Capitolio de Washington D.C. que alcanzó 289 pies)"

En cuanto Batista abandonó Columbia, instó a Urría su chofer a que lo llevara hasta la planta telefónica situada sobre en la Calzada Real (hoy Avenida 51), cerca de la ‘Parroquia de San Francisco Javier’ de Marianao, La Habana. No quería seguir a la celebración instada por sus compañeros, tras disolverse la reunión y disponer de lo inimaginable para un ex-retranquero de trenes que estaba haciendo, hora a hora, una carrera tan exitosa como increíblemente inverosímil.

Además él, no tenía vicios mundanos ni nadie le conocía otras adicciones o deslices sentimentales reprobables. Y porque lo que ahora pretendía, era toparse con un teléfono seguro; que no estuviera interceptado por los abecedarios, oficiosos como sus congéneres europeos, los cuales andaban metidos en todas partes. O quizás peor, por los secretas gubernamentales.

Ningún lugar mejor que donde el jefe de la central telefónica, su amigo Rafael, quien en su tiempo fue violinista ocasional de la orquesta Filarmónica de La Habana y en parte, de los músicos que ambientaban la temática de fondo del cine mudo de entonces, hasta la llegada de audición de las películas por medio de la banda sonora del sistema ‘Vitaphón’ inventado y comercializado por los norteamericano en 1927.

            —« ¡Mi amor, estamos en alzas, ganamos! Me hicieron jefe de todas la Fuerzas Armadas de Cuba —le enfatizó a su esposa en cuanto arribó a su modesta casita en los altos de la panadería de “Toyo” en la Calzada de Luyanó, en el tono de voz que más moderado le salió—. Así que ahora, sí prepárame los arreos militares y el uniforme de oficial completo, desde la gorra hasta las botas. Y quiero que todo este lustroso y brillante» —exclamó Batista,  entusiasmado.

Rebelión de los oficiales, abecedarios y otras yerbas
Claro que todavía no eran los tiempos en que el “el agua estuviera para chocolate” o del danzonette de “¡Ponme la mano aquí, Macorina!” para exhibir oropeles ni entonar fanfarrias. Sin embargo, desde la noche de 4 de septiembre de 1933, Batista percibió la necesidad de darle garantías para la vida y hacienda de los oficiales y pidiéndole que retornaran a a sus casas y con el que ‘después, serian avisados’ Fue entonces cuando al enterarse los oficiales de carrera, ahora impotentes sin mandos ni acceso a las armas. Lo peor al pundonor militar. Alguien mascullo,

            “… que desde ahora obedeceremos a un sargento taquimecanógrafo simple, y que para más desgracias, se trata de un seboruco  santiaguero

 Todos y cada uno de los oficiales se envolvieron en furias y les comenzó una catarsis de histeria rabiosa y convulsiva. No les dejaban otra opción. En menos de tres meses posteriores a la caída de Machado, en Cuba, sucedió un cúmulo de acontecimientos estremecedores. Uno de estos devino en la asonada de rebelión llevada a cabo por los oficiales militares de carrera y ciertos civiles involucrados.

Esta cólera de desprecio era usual entre las clases militares, un mes después, condujo a los oficiales al alzamiento militar cruento. Tras conspirar y obtener armas y efectivos, decidieron atrincherarse en el “Hotel Nacional”, como tropa amotinada y sublevada contra del entonces Jefe del Gobierno Provisional proclamado en septiembre 10 de 1933 por la Pentarquía; del Dr. Ramón (née, Antolín Eulogio) Grau San Martín), presidente designado en sustitución posterior de la propia Pentarquía. La acción de rebeldía que los oficiales pusieron en marcha y efectuaron dos meses más tarde, resulto el 2 de octubre de 1933.

Al rechazar las condiciones que Fulgencio Batista, en calidad de Jefe del Ejército, les ofreció para que se rindieran de manera pacífica, estalló el combate desigual entre efectivos del gobierno provisional y los amotinados en el Hotel Nacional. Los gubernamentales cerraron el cerco alrededor del hotel, donde fueron cañoneados desde tierra y mar, por tropas del Batallón de Montañas y los marinos de dos fragatas ("Patria" y "Cuba") apostadas en el litoral norte de La Habana. El combate duró unas horas, hasta que los oficiales se quedaron sin parque. Al final, los muertos de las fuerzas atacantes sumaron más de un centenar, mientras que las bajas de los oficiales fueron un par de efectivos, ninguno por heridas de fusil, todo a causa de un cañonazo perdido que entró por una ventana del hotel.

Recordar que una de las ventajas estratégicas de los oficiales parapetados (aparte de la elevación sobre la cual se erigió dicha edificación) consistió en que entre otras adversidades de los atacantes del hotel; estaba la ignorancia de las artes militares, al contrario de los sitiados; acerca de los misterios de la matemáticas trigonométricos manejadas por los oficiales y que rigen acerca del alza y deriva del tiro (lograr la exactitud en la puntería) de los cañones. Batista, tampoco hizo caso, ni entendió que los oficiales eran tiradores expertos y certeros con los rifles ‘Springfield 30.06’, algunos pocos habilitados con mirillas telescópicas y que disparaban con ventaja por estar en las alturas.

Para los oficiales, el combate les era como ‘cazar conejos’ (los soldados atacantes) Y lo peor, que resultó para los atacantes, fue el hecho de que entre los oficiales atrincherados se encontraba, completo, el ‘Team de Tiro Olímpico del Ejército Nacional de Cuba. Cuando las unidades enemigas, gubernamentales, partidarias de Batista se enteraron de la descomunal diferencia en las bajas, Batista no encontró la forma de aplacar a los soldados; ni tampoco que algunos de los oficiales capturados fueran fusilados o ametrallados, tras rendirse. El desastre del final de aquel combate, devino gesta deshonorable para los atacantes del reducto hotelero.

            La saga, continúa.

© Lionel Lejardi. Septiembre, 2011
lejardil@bellsouth.net
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Addendum
1...(En rconstrucción)

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