3 Génesis de Miami 3/…n
123 Aniversario de democracia feliz en Miami:
Julio 28, 1898
"Un
Asunto Floridense”
(Versión libre de hechos reales)
Florecimiento
“Chechoter”
Porque con tal nombre, sugerido en un alerta, a
fin de indicarnos de que topamos con la lengua tequesta. Vemos que si hurgamos en cuál sería su significado o
equivalencia en españoles (quizás esquivos o aproximados) algo nos arrojaría, (con
perdón de los terrícolas) el cuasi
título de un poema, "Rocío de la
Mañana" Una suavidad inesperada, tan reconfortante como lírica.
Es que la muchacha no lo era tanto en frescura juvenil, cuentan algunas
crónicas, si no mejor, una mujer hecha y derecha. Tan arrestada y decidida como
cualquiera de nuestras guajiras villaclareñas o camagüeyanas. Decir, de
aquellas selectas y tan respetables, de quienes a vistas al engrifarse, que “calzarían espuelas del quince” exclamarían
los reseñadores de querencias tan notables. Dicho sin requiebros exagerados,
con la finura de cualquier gallero de lidias orgullosas. Vale que la muchacha era
parte selecta de una de las tantas tribus asentadas en las inmediaciones del “Gran Lago”
(Okeechobee) Derramadas hasta la boca
del Río Miami, con balcón a la Vizcaíno Bay.
Ese rocío echado a la fuerza tal manto húmedo,
indispensable en la vendimia casi ritual en épocas de cosechar las frutillas de
los ‘yaupon holly’ para hacer la cassina; esa ‘bebida negra” de la cual dicen y así fue escrito; que tanto
deleitaba al cacique “Osceola”
(a la sazón, marido de la amorosa Chechoter);
y de la cual también se confeccionaba un té inofensivo, tan estimulante como
catado así y degustado por casi todas las tribus muskogeanas, una comunidad dispersada como el resto, achantadas en
el centro-este de la península floridense.
Pero no tardaría sin que el “sopapo luminoso” se lo propinaran los
patriotas norteamericanos de las ‘13 Colonias’
cargados hasta el copete, de ideas independentistas, desde aquella madrugada del
4 de julio de 1776. También, porque el resto de las Antillas Menores comenzaba
a yacer en manos de las compañías del West Indians y otras potencias europeas
como los portugueses, holandeses y franceses, en especial Holanda y con una
Alemania (Prusia) ávida de anexarse tierras americanas y que una de cuyas
escuadras tan marineras como peligrosas; exploraba y olisqueaba alguna que otra
tajada del pastel americano, donde carenar y reparar sus naves ansiosas de desflorar
pistilos tentadores del ‘Nuevo Mundo’
Charlar sobre “El Corte Inglés”
En aquel entonces, transcurridos once meses
después de iniciada la ocupación de La Habana por los ingleses, en julio de
1763; Inglaterra (Reino Unido) acuerda con España canjear la ciudad de La
Habana, al parecer ‘sin un palmo de
tierra más allá de las murallas, salvo lo razonable’ la misma conquistada por
esas mismas fuerzas inglesas de ocupación un año antes, a pesar de la
resistencia de patriotas como el guanabacoense “Pepe” Antonio. Era desdecir la
intentona colonial inglesa desabrida al paladar de los criollos al recambiar a
España ‘in tempore’, por la península
y tierras que siempre, desde entonces, formaron parte de los territorios
floridenses (ver, Misisipí, Louisiana, Georgia, Carolinas, Alabama, Áreas de
Florida Oriental y Occidental, etc. Área territorial original de Florida
cambiada a España ‘in tempore’ por la
península de la Florida. También por tanto sucedió en 1704 La Habana decidió
enviar (relocalizar) hacia Cuba a cientos de indios muskogee para ser catequizados como católicos; porque en ese lleva
y trae entre España y Inglaterra, una sensible parte de los expatriados
murieron de viruelas y otros males traídos por los colonizadores, mediando la
bien andanza de los árabes que se tragaron el norte de África, Iberia y casi
media Europa. Ello, sin que diera frutos relocalizarlos en el Nuevo San
Agustín, de Cuba; que a los indios floridanos les dio por bautizar “Ceiba Mocha” (Prov. de
Matanzas) nombre con el cual, al parecer, se quedaron conformes los lugareños.
Aquella historia ocurrida lustros atrás, decir
antes de 1821, era una parte del pasado floridense que por simple
desconocimiento, le importaba tres pepinos a la diminuta princesa seminole. Y menos, a sus consanguíneos
nativos; inmersos en un devenir oscurecido por las intrigas políticas de los
ayer "blancos europeos",
proto colonialistas, conquistadores, civilizadores, etc.; de las cuales no
entendían “ni papa" Cosas y
malentendidos acerca de aquello que ocurría entre los blancos invasores, en
especial los de habla diferente (española, inglesa, francesa, alemana,
holandesa, danesas u otras europeas) al lenguaje miccosukee, eventualmente muskogee,
su otra lengua nativa de casi todos los indígenas floridanos.
«Son cosas de los “cara pálidas»
―le había asegurado una vez, solemnemente, su marido Osceola, quien le habló en
su lengua materna, la muy popular, lengua creek
“Osceola”
Éste, era un afamado cacique, quien a su vez resultó
ser un mestizo natural de la zona de Alabama (Georgia) y conocido también como William
(née ‘Billy’) Powell (wiki)
Detalles específicos, de los cuales ella estaba al tanto por cotilleos, chismes
o que, per se, ella intuía. La
muchacha estaba plantada frente al mostrador de la tienda "General
Goods" (en realidad, la "Tienda de Larry") nombre comercial por el que los clientes cercanos
o lejanos, la conocían. Todos los presentes y el resto de cada habitantes o transeúntes
eventuales en y por esa zona tenía su seguridad asegurada, al hallarse cubierta
por la unidad militar de "Fort Brooke", una edificación
sólida de madera situada en el extremo Este de la bahía de Tampa, en la desembocadura
del río Hillsborough. Ella, Chechoter, al igual que cualquier otra mujer
avispada, quien además era princesa india,
podría mostrarse o ser tan ladina como otra tal, perteneciente a la ‘aristocracia’ indoamericana autóctona.
Ella, desplegaba su habitual sonrisa despótica, cargada
de rencores contra los "cara pálidas"
uno de los cuales una vez, pensó o imagino que la habían insultado; aún más que
sus enemigos coetáneos, pertenecientes a los poderosos creeks de las tribus del norte. Aunque en definitiva, era lo mismo
que a veces ellos les hacían a sus primos los miccosukees y otras tribus residuales, invasoras de la península
huyendo de las guerras ancestrales con los que consideraban racialmente diferentes
(tal sucedía en cada territorio del planeta) a causa de su etnia costumbres,
hábitos, desarrollo, religión, etc. y a quienes de facto, consideraban sus inferiores. Y también siempre, con la
expresión endurecida típica de aquella persona a quienes le era habitual, por
su rango social en aquel minimundo tribal, impartir órdenes. Chechoter, estaba clavada allí
observando de reojo al tendero y a su dependiente, quienes tampoco dejaban de
echarle un vistazo, disimuladamente. Así continuaba el juego. Ella se
balanceaba rítmica, desafiante, dado que se sabía una seminole noble y no una de "esas otras esas mujeres corrientes”, a las que entre las
aristócratas era costumbre llamarlas con epítetos despectivos, ‘sotto voce’ por lo que en ocasiones
algunas, eran odiadas por sus criados, guardias de protección, sirgadores, etc.
Tratado de Moultrie Creek
Y porque por ahí, ya a mediados de los años
1830; todavía daban tumbos los senderos de los Everglades, los acuerdos
efímeros entre el gobierno de los Estados Unidos y los indios nativos de varias
naciones autóctonas. La faja del norte-noroeste que corría transversal hacia el
sur-sudeste, por el “Camino de las
Lágrimas” hasta la ‘Gran Estación
Terminal’ (un apodo a veces dado a las “reservaciones
indias” dispuestas por el gobierno federal y que de hecho, conectó Florida
con la inmensa región del Mississippi.
Se trataba de aquellos acuerdos firmados entre
las naciones indias y el gobierno federal de los EE.UU. reconocidos después en
su conjunto como el "Tratado de Moultrie Creek"
3,
sin que hasta la fecha sucediera algo destacado en favor de los indios.
Incluyendo el resto de las otras minorías insertadas, que pudieran catalogarse
como tales, entre el conjunto indígena de los indios autóctonos.
Históricamente, los seminoles, fue la única tribu o nación indígena, hasta esa
fecha, que no firmó un tratado de paz con el gobierno federal.
Sin embargo, ese día en la península de la
Florida y a más de un centenar de millas al norte de la siempre sorprendente
ciudad de La Habana; en el mismo Trópico de Cáncer; esta curiosa mujer seminole, de desenvoltura significativa;
sin más ni menos, negociaba tranquilamente la compra de artículos diversos y también,
algunos sensibles aunque usuales para
la época, luego, aunque no sorprendentes para Larry el tendero dueño del
negocio, por la naturaleza conspicua de algunos de los mismos. Ciertas de estas
adquisiciones, quizás normales en cualquier lugar donde se expendiera tales
mercancías, de todo tipo; serían perfectamente utilizables para hacer la guerra
y además otros materiales y renglones, muy llamativos desde el punto de vista
estratégico. Al final, ella recontó y revisó cada reglón; a los fines de no
equivocarse y así satisfacer el pedido que le hizo su esposo.
Este cacique, Osceola, tenía facciones finas,
ojos claros y piel de tono muy blanco, que le destacan como ser de ascendencia europea
(casi un ‘cara pálida’ genuino) Hoy perfectamente
tomado como descendiente de padre caucasiano,
aunque él por otra parte; al menos públicamente entre los suyos, se consideraba
ser un muskogee genuino (¿…? aunque insertado decían, de donde no era.
Este líder, también resulto producto de la unión marital un colono irlandés y
una india.
Se decía que este cacique hablaba tanto el
inglés, (cualidad muy conveniente en negociaciones) como las lenguas indias
autóctonas afines. Tal habilidad, unida a su porte imponente y andadura
sorprendentes, denotaba o aparentaba (fama que le precedía) de ser un hombre de
valentía indudable. Ello, le dio ascendencia de jefatura real al frente a sus
iguales, más por su comportamiento valiente en las guerras tribales.
Osceola, era conocido
también entre sus iguales por el mote de ‘Asi-Yahola,
o ‘el que toma bebida negra’ era un
líder muy respetado como cacique indio y fue quien le encargó de manera
expedita a su esposa (Chechoter) también
una mestiza pero de indio con negra) que memorizara bien el pedido, con ayuda
de sus sirvientas, cuyo contenido y magnitud debía ser traspasado a otras tribus.
Era consenso general en el territorio floridense, de que no tarde se avecinarían
ciertos acontecimientos bélicos entre colonizados y colonizadores, todos, de
una importancia trascendental. Del mismo modo, Este cacique, conocido también
como había jurado cobrársela a un agente indio de la “Unión” (*), el Gral. William Thompson, pensó él, por haber
ofendido con desprecio a su esposa Chechoter.
(*) Este
apelativo no debe ser confundido, con el de “La Unión” adoptado por el gobierno real, referido
al grupo de estados norteños abolicionistas que
pelearon contra “La Confederación” el
conjunto de estados sureños
rebeldes y esclavistas al nombre genérico inicial de ‘Estados Unidos de América’ fundado por
los padres de la patria, inmediato que los EE.UU.
se independizaron, liberaron y declarado
su soberanía tras hacer las paces con su antigua Metrópolis (Inglaterra) al
mismo tiempo de ser y reconocido internacionalmente, con todos los poderes constituidos (Ejecutivo, Legislativo y
Judicial) emanado de la Revolución Americana (1775-1783), nación que
debuto soberana de manera oficial y así proclamado.
Otras mujeres indias, en diferentes lugares de
la península, ejecutaban iguales operaciones mercantiles con el mayor sigilo,
en base de lo planeado por los Consejos
de Ancianos de buena parte de tribus seminoles
y otras partidas todavía poderosas. Los indios de la zona de Tampa
("Lugar de astillas") se
las traían en cuchicheos y secreteos, que los blancos no entendían, razón por
la cual que estos últimos observaban a los nativos con recelos bien fundados.
Sin embargo, la mayor atención efectiva quien por entonces de los blancos
(colonos y soldados) que recaía sobre los indios, provenía del “Negro Pacheco"
El ‘Negro Pacheco’
Este manumiso
(denominado así, por tratarse de un esclavo emancipado por la voluntad de sus
antiguos dueños) descendía de ancestros de la etnia zulú, el cual se había instalado en las afueras de “Fort Brooke”
en calidad de empleado de la tropa federal acantonada en el enclave militar.
Pacheco, por otra parte, era un tipo de carácter vivaracho por su contacto
extenso con los españoles, procedía de la zona de San Agustín de la Florida —dicha,
‘ciudad primada de EE.UU.’ del
condado San Juan—, situada en el banco oeste del río “San Juan” pegado a la
costa atlántica, bien al noreste de la península.
Sucedió que Chechoter, durante su estancia en la
tienda, quedó sumergida en un enervante soliloquio, (fingido) mientras contaba
la mercancía adquirida. Se trataba de agujas de metal, hilos, telas, azúcar,
sal, ungüentos, medicinas, whisky, ron, medicinas trementina, municiones,
pólvora de caza y otros enseres. La muchacha y sus cuatro cargadores y
guardaespaldas, esperaban inmóviles silenciosos en las afuera de la tienda;
portando escondidas sendas dagas y pistolas de chispa (florentinas) obtenidas
todas de contrabando. En el trueque, intervino un comerciante inglés, quien con
posterioridad fue ahorcado por el sheriff
de Tampa, por instigar a los indios a traficar y acumular armas, contra el
gobierno central de los EE.UU., supuesto entonces en buenas migas con
Inglaterra.
Larry,
el trader, no prestó demasiada atención
a la india y optó por dejar en manos de “Earl
" su joven ayudante pelirrojo; quien por haberse criado y mataperreado a
sus anchas con los hijos de los indios residentes en los alrededores del fuerte
conocía bien la lengua de los nativos, de manera que fuera el joven quien
concluyera el trato con la mujer. A la sazón, el trader se entretenía absorto en observar las evoluciones de la 4ta. Compañía de Soldados de Infantería,
al frente de la cual cabalgaba como su jefe "Francis",
un virginiano reyoyo y apuesto oficial, de unos 43 años oriundo de ‘King George County’, VA.
Esta unidad militar había arribado por mar a “Fort
Brooke” (Tampa), procedente de la que ya acusaba un fuerte
desarrollo de cabotaje en las costas de Florida y en los pingües negocios con
la Isla de Cuba, la activa comunidad de Key West 4. Los reasentamientos de
las tribus seminoles en las zonas del Mississippi, fueron decretados por el
gobierno federal y hechos efectivos desde 1830.
El rollo inicial se presentó por la decisión
gubernamental de asignarles el lugar escogido por el gobierno de Washington,
puesto que se trataba nada menos que para insertarlos en los territorios
pertenecientes a la poderosa Confederación
o Nación Creeks, enemigos jurados de los seminoles. Ambas naciones indias, se discriminaban entre sí, por
pertenecer a lo que ellos (ambos) estimaban razas y tribus muy diferentes en
sus desarrollos sociales. Los reasentamientos mantenían a los seminoles en tensión contra los blancos.
Por ser estos un movimiento forzado, causó que aumentaran las fricciones ya
insostenibles entre ambas naciones indias, creeks
y seminoles. Aparte de los restos de
otras etnias nativas y los blancos. Así, varias facciones de los seminoles
radicales, a quienes sus chamanes les
suponían una rama descendientes de los Tequestas
y por ascendencia de los mismos Aztendocas.
Según leyendas, estos últimos arribaron a Florida rebordeando las costas de
Golfo de México, decidieron expulsar de sus tierras a los blancos intrusos, tal
como hicieron los creeks contra
ellos. De ahí, la inquietud de los colonos blancos y los ya oriundos de las
anteriores generaciones que determinaron quedar asentados en la Florida, casi
desde los tiempos de los pilgrims.
Sobre todo ahora por la presencia de aquellos "indeseables" crackers,
campesinos blancos, cimarrones, fugitivos de cualquier nación y otros blancos
pobres, sin propiedades y otras nacionalidades instaladas en los palenques o quilombos, del interior de los pantanos, cuando como alternativa de
supervivencia, se ponían como milicias armadas al servicio de España.
Un trader acucioso y
precavido
Larry contó los soldados recién llegados al
fuerte y sumó los apostados ya en “Fort Brooke”
Es que de la cantidad de tropas disuasivas desplegadas en los fuertes de la
península, dependía el coeficiente de la paz relativa, como factor
profiláctico. La cantidad de bocas de fuego en cualquier combate, como
indicaban las estrategias de aquellos tiempos, era el índice de la posibilidad
de triunfar en cada acción bélica.
«No estamos tan mal» ―masculló
Larry, reconfortándose.
Porque en medio de su inquietud, husmeaba las
miradas y el sigilo de los indios. También, dado que él sabía y estaba al tanto
o imaginaba, que en lo profundo de los Everglades, los indios conspiraban
desesperados. También, con frecuencia inusual, se habían observado pequeños
grupos de indios que concurrían a las tiendas para comprar (lo menos) e
intercambiar mercancías sensitivas. No tardó que las autoridades del fuerte y
sus escuchas, los cuales ya habían detectado los movimientos evidentes de los
indígenas; se mantuvieran aún más al tanto, de donde las autoridades locales y
federales del lugar, todo lo cual les indujo a solicitar refuerzos militares.
El reducto militar de “Fort
Brooke” (1824) estaba asentado en la boca del río Hillsborough,
en “Tampa”; era uno de los 200 construidos por el gobierno federal en la
Florida. Se incluía en la cifra, nuestro “Fort Dallas”
aquí en Miami, en las cercanías o inmediaciones del actual “Aeropuerto
Internacional de Miami-Dade”; incluyendo áreas del fuerte, asentamientos de
pequeñas familias de nativos Miccosukees y más tarde en las reservaciones
indias en varias zonas floridenses. La orilla norte de la desembocadura del Río
Miami a plenamar. Este reducto militar fue erigido alrededor de 1837, operando
también en calidad de estafeta postal militar.
Este fuerte original, casi edificado en el banco norte del río fue desmontado (piedra a piedra) y reedificado en terrenos del actual “Lummus Park” aledaño a la Flagler y la US1 en
la misma ciudad de Miami. Enlazado este, con el punto donde arranca lo que hoy
es Le Jeune Road y el viaducto al
Aeropuerto Internacional de Miami; desde el cual partía la antigua ‘Carretera Militar’ (actual 'Okeechobee
Road’ la cual, dispuesta a los fines militares y que atravesaba la península en
forma diagonal, desde el sudeste
hasta el noroeste, topando riveras
del Golfo de México.
Este conjunto de fuertes, eran cuarteles
ocupados por una tropa compuesta de unos 14,000 efectivos militares. Sucedió
que en la mira de los objetivos del gobierno federal, estaba mantener la paz
precaria entre casi 42,000 colonos ávidos de nuevas tierras y cerca de 6,000
indios, incapacitados por razones múltiples inadecuadas, además de la renuencia
a integrar parte de una sociedad extraña perfectamente adelantada y civilizada; además
de la imposibilidad de los indígenas de detener las continuas oleadas de
colonos procedentes del norte, amén de los esclavos escapados de las dotaciones de los estados norteños.
La reservación prometida a los indios, acordada
con el gobierno federal, supuesto ser en el centro de la Florida, siguió desde
su concertación como elemento de fracaso y al final, como figura decorativa en
los mapas. Los “hombres blancos” corrían las cercas aumentando sus territorios,
mientras que los “hombres rojos” repostaban, devastándoles los ranchos,
asesinando y robando a los colonos en algunos casos. Por esta razón, la
situación social se recalentaba día a día e iba de mal en peor, a pesar del "Tratado
de Moultrie Creek" ya mencionado
En febrero de 1835 la inquietud aumentó entre
los indios, por las dificultades en la distribución de alimentos prometidos por
el gobierno federal como compensación por las tierras perdidas. Recordar que
los indios nativos del suelo norteamericanos, al igual que la mayoría de los
nativos encontrados por los descubridores; eran recolectores, cazadores y casi
ignorantes de los cultivos, pastoreo y, levemente, conocedores de una
agricultura incipiente. Tampoco, ni siquiera conocían el uso de la rueda, los
metales y otras artes dominadas por los europeos civilizadores. Luego con la irrupción
de los colonizadores, ansioso de dar a los nativos el mejor uso a la tierra
(que los aborígenes ignoraban el "cómo")
surgieron las confrontaciones entra las múltiples culturas europeas civilizadas
y las infra estructuras incipientes de las tribus indias anquilosadas.
El 18 de
diciembre de ese mismo año, Osceola y 80 guerreros atacaron un convoy mixto de
soldados, milicianos y civiles entre Jacksonville y “Fort
King” (Ocala) Esta caravana de ayuda, venía escoltada por 250
milicianos los cuales, de manera inexplicable, fueron derrotados por los
indios; además de que en la huida perdieron todos los pertrechos. Los
nubarrones de una guerra generalizada aparecieron en lontananzas, entre las
tribus indias floridenses y el entonces Gobierno Federal, asomando orejas de los guerreros nativos y soldados republicanos, en ambos bandos.
La saga continúa,
© Lionel
Lejardi. Diciembre, 2011
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Editado Agosto, 20, 2019