domingo, 18 de enero de 2015

.Libro I/II: Relaciones diplomáticas, consulares y financieras Estados Unidos-Cuba

Libro I/II. Relaciones diplomáticas, consulares y financieras Estados Unidos-Cuba
Se cumplen 56 años de dictadura comunista en Cuba
Sin la venia  ajena 

"Un Asunto Cubano"

Tesis I

¿Pacto Obama-Castro?

Ofrendas de EE.UU a Cuba castrista, ¿por nada?  

"Cuando el río suena, agua o piedras trae"
La interrogante puede ser cierta, evidente o causada por la mala percepción del observador. Pero si atendemos a lo que la experiencia arroja como hecho palmario y mirando hacia el proverbio español que encabeza este parrafo.  seria aceptable aquello otro de que los analistas infieren con cierto empirismo como la "Real Politik" (la Política Real) Sin embargo en alemán, la expresión seria licenciada como la "política de lo posible") La causticidad inherente a los pesimistas, lo cual nos impele y conduce a preferir la frase "in Echtpolitik" (en la Política Real), cuando pensamos que lo cierto e importante, es aquello que no se ve, oye o lee. Tan cercana a la escultura japonesa de "Los Tres Monos SabiosSucede, acudiendo a nuestra calidad de pesimistas redomados, que no podemos sustraernos de pensar en el escenario peor, o sea, aquello movido cuidadosamente tras bambalinas. 

            El conjunto de puntos de aciertos y errores movibles; acusa un rosario de ofertas jugosas que ofrecemos sin nada tangible a cambio, por parte del gobierno de los EE.UU. a un régimen comunista, dinástico, totalitario, el cual oprime, hambrea, arruina y envilece al pueblo cubano desde hace 56 años. Este sistema anti democrático, incumple de manera reiterada y por decenas de años, todos o casi todos de los mandatos, leyes, acuerdos locales, regionales e internacionales, incluyendo los concejos de la ONU. 

            Tal proceder por parte de Washington, es entendido en algunos círculos; sin lugar a dudas para sus adversarios; como un pronunciamiento o gestión que envía un solido mensaje equivocado de aliento, solido mensaje  equivocado de aliento y tolerancia, a nuestros enemigos declarados.

            De donde estas fuerzas diversionistas primero y totalitarias en el momento de encamarse en el poder, entenderían que los EE.UU. acusamos un temor en el ámbito global a cuantos extremistas, subversivos, tiranos, traficantes, mafias, totalitarismos en ciernes y el resto de los antígenos no inmunizantes como defensa de nuestra filosofía socio-económica, de nuestra sociedad democrática y judeo-cristiana, 

            La Habana no es Munich. Luego este comportamiento errático, inconcebible en otros tiempos, tendría una respuesta peligrosa y letal a los intereses norteamericanos a nivel mundial, incluyendo nuestro propio territorio e inclinarnos a deambular por senderos letales, tal nos sucedió en el momento en que el Presidente Obama catalogo a los terroristas de ISIL, de movimiento sin importancia o su versión similar.

            Es un modo de auto defensa puntual, muy extendido en buena parte de quienes somos de ascendencia cubana, tal vez por alguna traza ancestral chinesca. O quizas influenciados por un patriota dominicano; independentista insigne; el Mayor Gral. Máximo Gómez Báez, a quien en sus cortos ratos de filósofo se le atribuye la sentencia demoledora de, "... ante el dilema o la duda, desconfía" 

            Nos resulta sofocante, además de agotador; que este preámbulo de dudas deja poco a la imaginación sana, candidez celestial o posible ingenuidad de arcángeles mostradas a priori por nuestro gobierno, ignorando u obviando la magnitud y letalidad de sus enemigos jurados, tanto de los de adentro, como la de afuera de los EE.UU. 

            El gobierno norteamericano parece ignorar los propósitos agresivos para desbancarnos el Medicare, Medicaid y Finanzas, al enviar agentes entrenados en Cuba a estos efectos para realizar en nuestro territorio, espionaje, sabotajes, fraudes, robos y estafas con tarjetas de crédito y otros rubros. 

            El castrismo, parte de su imagen actual, ha sido tomada por diversos sectores internos y externos de los EE.UU., los cuales tratan de camuflar al régimen comunista imperante en Cuba bajo un manto de beatitud. Si escuchamos sobre un "terrorismo remoto" sin pensar, es olvidar el terrorismo actual organizado y dirigido por La Habana, activo desde 1959 en pleno desarrollo, por ejemplo, sobre el pueblo venezolano o el colombiano. 

            Cuba es sitio de sanación, descanso, turismo, terreno de entrenamiento, fraude y falsificación de documentos, contrabando y fabricación de armamentos de cuanto truhan y malhechor que realiza fechorías en este planeta.

            La parte negociadora norteamericana, da impresión de estimar a priori a los comunistas, como si fueran miembros de una asociación benevolente de idealistas y que por ende, son arrebolados militantes comunistas integrada por Monjes Cartujanos (con votos de pobreza eterna), los hombres y Misioneras de la Caridad (vírgenes tipo la Beata Teresa de Calcuta), las mujeres.

            Esa no es la Cuba en la que quisiéramos creer, quienes hemos anhelado ver a nuestra patria de origen; liberada tras "una pelea cubana contra los demonios" real y definitiva, digo, parangonando la fina plástica del film homónimo de Miguel Barnet (Cuba)


"Una pelea cubana
 contra los demonios"
  Un film de Miguel Barnet
(Cortesía del ICAIC, Cuba) 
            Si todos y todo lo que hemos vivido y sobrevivido el inenarrable drama descrito en crónicas de "El Asunto Cubano" constituyen itos, como lo son otros tantos sitios democráticos esforzados en la narrativa épica de las diásporas. Esta saga se trata de armar cuidadosamente, en lo posible, con retazos de crónicas reconstruibles, a partir de esos horrores y narraciones individuales o colectivas. Son gritos angustiosos llevados por decantación propia, a un indeseado cuento de brujas.

            Los Castro, han descerebrado a sus seguidores y cómplices; conculcandoles la idea de que toda la Patria y Nación yace, radica y es propiedad de su dinastía, por lo demás, eterna. El resto del pueblo es una simple masa de rumiantes, bagazo corriente.

            No pocos creerían o asimilarían la veracidad de la trama real, eminentemente de naturaleza kafkiana o si tal fuera obra del Teatro del Absurdo, de Ionescu. Ahora, ciertos acontecimientos iniciados en el invierno 2014-2015 entre el gobierno de los EE.UU. y el régimen que controla Cuba dieron validez a ese cúmulo de crónicas inverosímiles para cualquier inteligencia media, incluyendo a las medianías chatas. Una de estas crónicas de los últimos días, sucedió...

            El 17 de diciembre de 2014, cuando de manera  sorpresiva, el Presidente de los Estados Unidos de América, Barack Hussein Obama, haciendo uso de su derecho constitucional y por un decreto presidencial; decidió intercambiar a Alan Groos, un rehén judío norteamericano encarcelado en Cuba desde hacía 5 años; por los tres espías restantes de la “Red Avispa” que purgaban largas condenas, hasta dos cadenas perpetuas, que restaban en cárceles de los Estados Unidos. 

            Gross, quien trabajaba como  Contratista del gobierno de Estados Unidos para la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID)fue detenido ilegalmente el 4 de diciembre del 2009, encerrado en el Cuartel General de la Policía Política castrista (Seguridad del Estado), sita en la denominada “Villa Marista”, antigua escuela católica.

            En marzo de 2011, se llevó a cabo el juicio de Alan Groos, donde se le acusó injustamente de "actos contra la independencia e integridad territorial del Estado cubano” El 12 de marzo, fue sentenciado a 15 años de prisión por “intentar establecer servicios ilegales de telecomunicación por Internet en la comunidad judía de La Habana

            Su calvario perduró durante 5 años, hasta que ambos gobiernos acordaron en secreto; después de año y medio de negociaciones sin testigos, intercambiar a Alan Groos por los tres espías antes mencionados.

            Estos últimos fueron convictos y confesos entre otros cargos de espionaje militar, por organizar y participar junto con la Inteligencia del régimen castrista, en el asesinato de cuatro ciudadanos norteamericanos pacíficos; en ocasión del derribo con cohetes aire-aire, de las avionetas civiles y desarmadas de la “Organización Humanitaria de Hermanos al Rescate” , a manos de naves de guerra (MIG de combate) en febrero 24 de 1996.

            Estas y otras decisiones deplorables contentivas en el Protocolo de EE.UU. a las negociaciones bilaterales, resultaron de decisiones unilaterales que se llevaron a cabo por la Administración del Presidente Obama, en secreto, con enviados del régimen castrista; sin consulta previa al Senado de los EE.UU., ni siquiera tomando criterios de congresistas cubano-americanos elegidos al Congreso, ni de figuras simbólicas y victimas del exilio. 

            De inmediato y sucesivamente; el 19 de enero de 2015, el Presidente de los Estados Unidos de América, Barack Hussein Obama; amplia las medidas económicas en favor de los ciudadanos y turistas norteamericanos de la isla y modifica el concepto de los viajes a Cuba por parte de ciudadanos estadounidenses.

            Reitera unilateralmente y deroga otras medidas económicas y políticas, que amplían las protecciones que ofrece los EE.UU. al gobierno cubano; en contraposición de lo indicado y establecido por las leyes del embargo al régimen dictatorial cubano. 

            Saber que cualquier estrategia de los EE.UU. llevara implícita borrar a Cuba de la lista terrorista, apoderarse esta de los créditos, arrancar a EE.UU. la base de Gitmo para después echarse bajo las palmeras a disfrutar de nuestra inocencia boba.

            De entre las medidas adoptadas por el presidente Obama, esta la decisión de reanudar las relaciones diplomáticas y consulares entre los EE.UU-Cuba. y elevar al rango de Embajada, la anterior Misión Diplomática existente en la Isla, bajo la sombrilla de la Embajada Suiza. Relaciones rotas desde inicios de los años 60 entre EE.UU. y Cuba, y proceder a nombrar un Embajador.

            Tal parece que nos hayamos frente a alguna forma de estrategia deportiva, susceptible a interpretaciones múltiples, tal fue el ping-pong chino. Solo que al no conocer que, donde y naturaleza del juego; solo nos resta rogar porque no le facilitaremos el tiempo que el castrismo desea que EE.UU. le brinde, tan pródigo gobierno, para continuar machucando al pueblo cubano secula seculorum

            Recordar que el encuentro actual habanera, entre Colombia y los guerrilleros comunistas; esta diseñado y dirigido (al igual que lo es hoy, el gobierno obediente de Venezuela) por los Castro y concluirá con la destrucción democrática de Colombia.

¿Es tiempo de reforzar o levantar el Embargo?
No, no se requiere reforzar el Embargo, nada de aumentarlo o disminuirlo, ni siquiera retocarlo; considerando la exquisita redacción y éxito  de sus progenitores. Nada de afeites, porque los éxitos rotundos desde el silencio de su fuerza disuasoria; por la mera existencia de esa ley en nombre de la libertad y democracia; demandadas para un pueblo disperso como el cubano, todavía oprimido por fuerzas oscuras; merece reverenciar la grandeza de su estilo mesurado y justo, sin mostrar la espada punitiva o justiciera. 

            En esta etapa, la actual, con las conversaciones en marcha; cualquier analista puede estimar que la misma fue y esta esta siendo sometida a una preparación artillera, a fin de reblandecer el terreno y estados de opinión de la parte norteamericana. 

            No mencionamos la "parte cubana" porque en cualquier caso seria mencionar la "parte castrista" (ellos coinciden en ello), dado que no tratamos con un gobierno legítimo producto de todo un proceso democrático; sino comunista; en el cual ni los castristas, carentes de un default democrático; el cual, no teniendo la voluntad (ellos desconocen de que se trata) sabrian como implementarlo. 

            La existencia calma y majestuosidad de la Carta, nos dice de la fuerza de sus mecanismos puntuales evidenciados en el día a día. No confundir los aullidos o rugidos actuales de los Castro y sus megáfonos de intra y extramuros, acusan ser tales licántropos oteando la luna llena.

            Con sus cantos de victorias pírricas, siempre cuajadas de "disonancias y desafines" ya fracasados en todas sus teclas, ni tampoco los ritos gregorianos de sus cómplices locales y extranjeros, lisonjeando el desplume de la Madre Oca.

            Y todo, porque el Líder Máximo continúa colgado de la brocha, rodeado de sus alevines roñosos. No es más que el licántropo original de 1959, que hoy entre jipíos nos muestra su desesperación burlada, alternada ahora en las lunas nuevas y a la vista de todos.

            Sin poder explicar por qué no se ha levantado del resbalón y despegado junto con su disparate ideológico, tras la caída que sufrió en enero de 1959, cuando sus enemigos y competidores le robaron la escalera.

            No es tiempo de reforzarlo. Aunque desde Octubre 11, 2014, el Comité Editorial del “The New York Times”  (NYT) inició la publicación de una serie de editoriales analizando y planteando criterios sobre la que se conoce por la "Ley del Embargo de los Estados Unidos a Cuba" Ello demuestra la decisión de atacar esta formidable lanza con la cual no proveyó nuestro Congreso

            Esta ley, punitiva indudablemente; fue emitida pública y devino impuesta por el gobierno estadounidense, por mandato del Congreso de los Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.) En específico, dicha ley continua vigente en todos sus por cuantos e iba dirigida contra el régimen comunista ilegal, dictatorial y autocrático instaurado por la fuerza en Cuba, desde enero de 1959. En primera instancia, la confiscación de propiedades norteamericanas, sin indemnización.

            Dicho régimen continúa operando bajo la égida del líder de una dinastía nepótica, sustentada desde sus inicios por el Comintern (Internacional Comunista, hoy supuesta inactiva por Occidente), apoyada y subvencionada por la entonces enemiga de los EE.UU., la extinta Unión Soviética, un régimen ilegal apoyado por sus seguidores y cómplices.

            Al frente, han estado los principales miembros de la que ya se articuló en calidad de una corporación militar y familiar de los hermanos, Dr. Fidel Castro Rús y su hermano Raúl. Este último, devenido ahora desde hace unos años, al figura o cabeza principal del régimen que gobierna con mano férrea, la depauperada Isla de Cuba, convertida por los Castro, de manera intencional en un manicomio totalitario.

            El primer editorial del NYT se tituló: "End the U. S. Embargo on Cuba" (Terminar el embargo de los EE.UU. sobre Cuba), sugiriendo o impeliendo al gobierno de los EE.UU. a levantar las restricciones impuestas por dicho embargo sobre la Isla de Cuba, el cual data desde los años 60. Después de este primer trabajo, le siguieron otros editoriales sobre el mismo tema.

            A quienes tenemos "El Asunto Cubano" como pensamiento primario, lamentamos el cúmulo de inexactitudes, consideraciones vacuas en las exposiciones referentes a los antecedentes, historia de agravios, motivos y acciones provocativas y beligerantes, activadas por los hermanos Castro contra los EE.UU. y otros países e inversiones radicadas legalmente en Cuba, en épocas muy anteriores al 1959.

            Para los cubanos exiliados en las diásporas, la acción periodística emprendida con tanta fuerza por el prestigioso NYT; es advertida con velos quizás justificadores, proclives a diluir en cierta forma, la razón que nos une en diluir ese Alíen exótico del castrismo. Un accidente sociopático a atajar a puertas de la democracia Cubana.

            El presidente Obama, indudablemente mal aconsejado, ha dado muestras de que su estrategia puede consistir en iniciar el desmonte parcial o por etapas del Embargo; otro error garrafal, porque el régimen castrista tal es su costumbre, anunció de antemano, no ceder ante nuestras convicciones ciudadanas.

            Decimos que la lucha principal es contra la dictadura y no otra, la de contubernios con los requiebros con la élite de la gerontocracia castrista: extirpar de Cuba. Ese alíen que no ha cambiado ni cambiaría su Dictadura del Proletariado, por un sistema democrático creíble. Ellos no hará ninguna concesión de derechos ni libertades individuales, tal dice la ONU en su carta.

            El Embargo, ha probado ser un formidable e imperturbable instrumento de defensa de los intereses democráticos del pueblo norteamericano y sus aliados en el ámbito mundial. Luego, resultan incongruentes las bases reales discutiremos, si nos entablamos en una lid propia de aninaloides individuals, no de humanos?

            La trampa castrista, curioso, queda nuevamente al descubierto si atendemos al despampanantes anuncio de la DEA y otros órganos de protección; acerca de la revelación del propio gobierno norteamericano de que un desertor de la filas chavistas-maduristas; de un clave en la profundidad de la corrupción; el alférez de la marina venezolana y miembro del circulo íntimo de protección.      

            El artículo que sigue (no incluido en este trabajo), es una réplica sucinta sobre ese trabajo extenso por entregas, realizado por el NYT en beneficio de sus lectores y de los estudiosos de El Asunto Cubano.

            Va también como respuesta ampliada al resto de la serie sobre el mismo tema; que el diario NYT continuó publicando inmerso aun y reiterando idéntico estilo de reducción al absurdo, en la semejanza de errores, a todo lo largo de las semanas siguientes.

            Esta serie de trabajo editorial es rubricado a nombre del Comité Editorial del New York Time.

            La saga continúa.

©Lionel Lejardi. Enero 22, 2015
lejardil@bellsouth.net
Legacy Press

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Meet “The New York Times’s Editorial Board
Leer en Inglés (Read in English)”

EDC-2748 (12/16/2015)



sábado, 10 de enero de 2015

.Libro III/III. Génesis de Miami. Delicias de un naranjo en flor

.Libro III/III. Génesis de Miami.
Delicias de un naranjo en flor
Se cumplen 57 años de dictadura comunista en Cuba
Sin la venia ajena

Bucolismos entre tercos
"Yo soy Julia y tú, eres Henry.
Y escucha, vejete desdentado:
¿Si tú eres de verdad un machito cabrío,
 me dirás qué hay con mi  flor del naranjo?"

La Tuttle caviló en voz alta, como siempre
miró al hombre, regañona como siempre,
 y se arregló las enaguas antes de sentarse,
como siempre,
 y tomó la taza de café que le ofrecía Flagler,
por primera vez.

Él la miro con una expresión de incredulidad.
Esta mula reflexionó Flagler  es de las feministas tercas.
Las Shenandoah de hoy, con las que habremos de lidiar en el siglo veinte”
Fragmento

“Un Asunto Cubano”

Angustias y alegrías por una helada espléndida

Capítulo I

Dispepsia en la boca del río San Juan
A nadie extrañó aunque lo habrían notado, la expresión de agruras en la cara del tycoon. Pero lo cierto es que esa mañana húmeda, Henry Morrison Flagler se levantó indispuesto. Había estado en revolcaderas entre sábanas de hilo y el entonces moderno colchón de guata y muelles de espirales invertidas, después de revolverse incesante en el lecho. Bastaron algunos remilgos nocturnos de su nueva esposa, para ordenarse el mismo con un "dé pie" militar comandado por el cerebro e iniciar su estricta disciplina  matinal. Durante unos segundos quedó sentado en el borde de la cama a fin de estabilizar el equilibrio de sus humores interiores, incluyendo el punto de gravedad del cuerpo. 

            El equilibrio, le resulto perfecto. Pero no pudo evitar el permanecer envuelto como en una visión de sueños recurridos, que se les antojaron pesadillas estáticas: Los Everglades, que fastidiaban a sus ingenieros y cuadrillas de taladores, incluyendo los desmontadores que abrían la brecha entre la espesura, por donde correrían los rieles de su ferrocarril.

            Quizás "ciénegas eternas", sus fieras, indios ahora apacibles después de las viejas Guerras Seminoles; y decir pantanos y los temibles mosquitos, capaces (lo que él no sabía entonces) de inocularle la temible  "loving" (amorosa) fiebre amarilla.

            Porque aun por alla en La Habana esplendorosa, a finales del siglo XIX, en la vieja caseta de madera en lo alto de las canteras calizas del Tejar Mattos, en la finca "San José", en Marianao; un eminente médico y bacteriólogo cubano, el Dr. Carlos J. Finlay, (née, Carlos Juan Finlay y Barrés) peleaba contra "sus mosquitos

           Y salvando a su vez a los soldados voluntarios norteamericanos (que aceptaron las picaduras de estos insectos, esperanzados en lograr una vacuna, como la de la viruela) mientras vivaqueaban asentados en el campamento de Columbia. 

            Ya había concluido la guerra Cubano-Hispano-Norteamericana con la derrota de España. Ahora los voluntarios del pequeno regimiento patrocinado a sus propias costas, porel popularísimo Theodore Roosevelt   (Rough Riders) corrían con ese otro "riesgo sutil" 

            Todo era a los fines de que el médico criollo probara una teoría que salvaría miles de vidas, posibilitando a su vez la construcción del ya en ciernes "Canal de Panamá" en el istmo del mismo nombre.

            Estos dípteros, unos bicharracos infames que le rugían sus trompetas desde el otro lado del mosquitero, desafiando a todos con sus picadas insoportables e insolencias letales. Porque desde la tercera y última Guerra Seminole (1), las diferencias que existieron con estos y otros nativos quedaron salvadas.

            Lo peor que le inquietaba, era la fijación de sus pensamientos puesto en la gente de Henry Plant, su tocayo y eterno competidor; quien amenazaba con colarse por el flanco izquierdo de la península, partiendo desde Tampa, a fin de ganarle tiempo y así ser ellos (Plant) y su también compañía de ferrocarriles, los primeros en llegar a Key West. 

            Lo cierto era que tanto el uno (Flagler) como el otro magnate (su colega Plant) eran otro par de tercos tan irredimibles, como mulos solterones.

El Naranjo en Flor
La cuestión para ambas compañías ferrocarrileras, las más agresivas en la carrera por desarrollar y conquistar el sudeste de Florida; consistía en encontrar la manera de llegar hasta la punta sur de la Florida, el cayo de Key West (Cayo Hueso), la única poblada y floreciente. Muy vinculada a los trajines independentistas cubanos. Una visión lejana aún, la cual no se solidificaría hasta años después, dado que este escollo, eran "otros veinte pesos ingenieriles” en el decir popular. Porque ir saltando sobre el agua de cayo en cayo, desde la tierra firme, se las traía.
Yemas de un naranjo en flor

            La única opción viable para Flagler y sus hombres, a fin de extender su ferrocarril hasta el  punto más meridional del sur sudoeste de la Florida, Key West; seria; —sin acabar de entender plenamente la propuesta de su ingeniero principal y dilecto, William J. Krome (2) 

             Este ultimo le tenía tan inquieto, como la sensibilidad asustadiza de su estómago en esa mañana, como un ramillete de mimosas. Y necesitarían infinidad de dólares, muchos millones de dólares.

            Y todo eso debía hacerlo antes de que su competidor y también tocayo, Henry Plant. Por lo tanto, ahora debería contentarse con alcanzar Fort Lauderdale y después el caserío de Miami (Mayaimi, que entonces no tensó con ninguna cuerda lingüística, entre otros nombres aborígenes), diseminados alrededor de Fort Dallas. Claro que esa empresa podría costar lo indecible.

            Plant con su idea destinada a ganar por igual la punta más meridional de la Florida, Key West, se las arreglaría partiendo desde Tampa; ya deslumbrante por su arquitectura sensual, impregnada a propósito con algo del barroco de la Belle Époque,

            Porque todo el bregar consistia en alcanzar desde allí aquel cayuelo, con la ensoñadora ciudad de La Habana, a un tiro de piedra y sobre la cual todos convenían en conquistar primero, y así participar de su comercio y producciones exuberantes.

            Pero este proyecto no se culminaría, hasta que Flagler dio la orden en 1902, para que se iniciaran los estudios preliminares de la ruta para cubrir el tramo final, y también el más complejo desde el punto de vista ingenieril y utilizando los métodos y máquinas de vapor no muy novedosas pero ya probadas y existentes, para concluir el empeño.

Capítulo II

Evergladesrugientes a todo y a todos
Siempre, decían los aborígenes, los Everglades rugían también en el confundir de la estruendosa sinfonía de quien sabe los millones de "rana toros" y otras especies escandalosas muy cercanas y aún más para acentuar el poema, lindando cerca de la atalayas "para que los turistas pudieran ver los pantanos", con el bramido de algunos Nunues míticos, de los poderosos. Tantos y peligrosos como los "dragones voladores"  Nadie podría descifrar cuándo llegaría tal día. Sin un clamor, todos los floridenses, sabían de la angustia de la floresta, cuando la violaban. Una vastedad selvática, excepto ciertos  bolsones, casi inexplorada.

            Porque era un río de hierbas, en el apuntar de "Marjorie", (Marjory Stoneman Douglas) que separaba la costa Atlántica de la Pacífica. Donde ya tronaban los abanicos de sus encantos inimaginables. 

            La hermosa ciudad de Tampa, imponente joya arquitectónica. Ansiosa de extenderse por el sur de la Florida, era estar a puertas de Cuba, la rica y sensual, ademas de cultura y finesas europeas, a pesar de los destrozos bélicos, todavia colonia española.

            Además de las vinculaciones futuras con el inminente Canal de Panamá y su tráfico marítimo y ferrocarrilero que se vislumbraba con Centro, Sudamérica y el Pacífico. 

            Y porque además, la otrora poderosa España; se encontraba exhausta por guerrear tozudamente contra los independentistas cubanos criollos, que la acosaban sin tregua, desde hacía la friolera de casi 50 años.

            — ¡Para no perder Cuba y la monarquía, las “Joya de la Corona”, lanzaremos hasta el último hombre y hasta la última peseta ...Redios!

            Así había bramado (o algo parecido) en el Parlamento; el primer ministro de España, Antonio Cánovas del Castillo, asesinado más tarde de un pistoletazo a traición, por Angiolino, un anarquista.

            Todo le fue en vano a la Metropolis. Porque el imperio español y su gesta conquistadora, estaban liquidados. Sin embargo, la genuina acción civilizadora de la avanzada europea en un continente salvaje y repleto de iniquidades (satrapías, sacrificios humanos, canibalismo, esclavitud cruenta, etc.) ya no tenía razón de ser, como tampoco lo fue antes.

            Sin embargo resultó que el desperdigamiento de territorios feraces de antaño que asombraron a los conquistadores, devino hogaño en el desconcierto de naciones Centro y Sudamericanas; algunas indoamericanas raposas, populistas y enaltecedoras de sus caciques y "Senores de la Guerra" sempiternos. 

            Esa hecatombe, en el pleno disparate del socialismo fracasado del siglo XXI; excepto unas pocas naciones de los extremos continentales, sin hálitos de vergüenza, plagadas de ineticidades faranduleras y carencia de los Altos Principios para fundar naciones, en serio.

Flagler, no entendió qué sucedía con su estómago
Quizás el malestar de Flagler en esa mañana, cuidadosamente observado por su médico, se debiera a las "Ostras a la crema rosa" (Huîtres à la crème en caviar rouge), le había dicho el cocinero, que así era el nombre correcto; cenadas la noche anterior en el restaurante de su bello "Ponce de León Hotel" (3) Una estructura de ladrillos rojizos, medio que de estilo morisco o si se quisiera, mediterráneo. O por lo más improbable, el par de copas (en realidad tres) del vino tinto tempranillo; de Rivera del Dueto; recién llegado en una caja de madera a su cava

            Todavía virgen de otras cataduras, que le envió Joseph Parrott desde New York, su colega inversionista y presidente de los ferrocarriles de la costa este*

            O quizás, un sorpresivo avatar o chisme culebrino de su amigo Glenn Curtís, quien después se convertiría en osado constructor y piloto de su propia empresa de aviones. La misma que después fue la empresa fabricante de aviones comerciales y militares, más importante de los Estados Unidos, en especial durante la Segunda Guerra Mundial (IIGM).

            “Y también”, meditó Flagler, por el condenado queso azul que no cesaba de invitar a que lo devoraran junto con la hogaza de pan blanco, rociado con ajonjolí.

            —Sésamo, eso es. No puede ser otra cosa que esas malditas semillas de ajonjolí —exclamó Flagler, como un autómata.

            — ¿Decías, querido? —murmuró la esposa, queda, sin abrir los ojos completamente.

            La cena de la noche anterior estuvo más ligera que el delicioso almuerzo con el "caldo gallego", tan pesado al gusto sajón aunque placía a Flagler durante los inviernos. Cena que llevaron a cabo en un recién estrenado restaurante lacustre en la zona de Anastasia, en el litoral interior de San Agustín de la Florida, cuyo dueño era un español rebencudo oriundo de las agitadas provincias vascongadas.

            Este ibero peninsular, era tan supersticioso que abría las cajas de vino por el fondo y así recomendaba a sus clientes, y que en el orden de izquierda a derecha  orden tomaran la mercancía.

            Éste, era un  descendiente genuino —en realidad, de la "oveja negra" de su familia— perteneciente a la antigua estirpe de los Fatio de San Agustín de la Florida. O de lo que quedaba de esta, desde cuando Florida pasó a manos de los Estados Unidos en 1821, como resultado de una venta comercial por unos 5,000,000 USD oro, cuando la otrora deslumbrante metrópolis estaba arruinada en la restauración del rey, tras la invasión y conquista napoleónica.

            Entonces, se escuchó la voz lánguida de la esposa de Flagler,

            —Henry, querido ¿en realidad te sientes tan mal? — inquirió ella.

            —Sí. Pero lo que necesito es solamente un colagogo.

            Ella, con soñolencia torpe, extendió la mano izquierda y tiró tres veces del cordón carmelita para avisar urgencias a la servidumbre.

            Solamente un tercio de la dosis habitual, me dijo el doctor —le susurró días antes la sirvienta a la esposa. Pero Henry, la había escuchado entonces.

            —Sí, eso es lo que me recomendó el homeópata, y no más, querida —acentuó él, para contener la sobreprotección de ésta.

            Por entonces, los homeópatas comenzaban a ponerse de moda a causa de la singularidad de “curar lo semejante por la medicina natural”, sólo que las personas pudientes disponían del acceso a estos especialistas médicos, tan novedosos y chic por anadidura.
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Flagler y Krome
Flagler, más tarde planeaba revisar los proyectos con el experto Krome. En específico, los vinculados a los planos de la nueva estación ferroviario para el caserío de Fort Lauderdale, al sur de su entonces joya preferida; el bello hotel “Ponce de León” en  San Agustín de la Florida. El tycoon se sentía repleto y estaba contento, porque sus rieles se habían extendido ya, hasta Palm Beach (4), donde a inicios de siglo XX montaría una lujosa residencia permanente, Whitehall, de hermosura tal como la del cualquier otro palacete moderno.

            Lo erigió, en calidad de regalo de bodas para su esposa. Era una esplendorosa vivienda de estilo y materiales clásicos, pero con instalaciones modernas, la cual en su tiempo se convertiría en Museo Henry Morrison Flagler

            —Aquí, lo que importan son la laboriosidad y la eficiencia —reflexionó Flagler a oídas del cercano Krome, mientras ambos entraban en la soleada oficina del magnate.
 
"Henry Morrison Flagler"
          Henry Morrison Flagler, el tycoon de los rieles de la costa Este, un perfeccionista, se sentía  incapaz de admitir chapucerías por ganar dinero. Todo lo ejecutaba en meticuloso orden, pues le obsesionaba que cada obra por él auspiciada, portara el estilo de optimización, euritmia y, por supuesto, su sello inconfundible: el color amarillo predominante en cada espacio de los hoteles.

            Sólo le interesaba la huella dejada por los elegidos, como él, y no las cifras a la izquierda del punto decimal en su cuenta bancaria.

            Sentía picazones porque su rival, Henry Plant, y sus endemoniados capataces, anduvieran echando rieles a diestra y siniestra para interconectar ferrocarriles entre Tampa, Jacksonville, Savannah y todo con lo que se encontrara por el medio, hasta la activación de líneas muertas,

            No deseaba ver a Plant, ni imaginar siquiera a su competidor en las veladas de cremoso chic del "Royal Ponciana Hotel" tampeño; codeándose con los Lydig, Vandelbilt, Townsend, Stewart y los otros chicuelos de la Belle Époque.

            Y quizás —lo absolutamente insoportable para Flagler—, saber que Plant gozaba alardeando entre sus socios comerciales, por haberle puesto un pie delante a Flagler en la cosa de los ferrocarriles.

            Por eso, se tragó de un sopetón el ruibarbo traído por Harold, propuso a Krome dejar la oficina y encaminarse hacia el saloncillo donde acompañaría el desayuno, después de asentar la infusión e inusualmente, con pan de manteca tostado y untado con mantequilla, al estilo habanero.

            — ¿Se siente mejor ahora, Señor? —le preguntó Harold.

            —Sí. Creo que sí, Harold —dijo Flagler con desgano, dispéptico y exhaló un eructo, sonoro y envuelto en dólares—. Pero además, y por favor, me traes la botella del "mata bichos"

            —Perdón Señor —se electrizó Harold—, ¿Usted dijo del qué…?

            —Por Dios, hombre. Hablo del aguardiente de la botella transparente—. Dijo y miró a Krome, quien con una expresión dubitativa, dio a entender no saber, al igual que Harold.

            Flagler comprendió la expectativa y aclaró,

            — Se trata de un simple aguardiente que los portugueses fabrican con la cáscara de la uva.  Pero les aseguro de que de trabajar, trabaja. Tras lo cual se dirigió a Harold

            —Es el de la botella fea, esa docena que me regaló el día de mi cumpleaños, ese cubano del pueblo de Arredondo, creo que era simpatizante de los independentistas cubanos. Dicen que es bueno para "matar las lombrices" ¿Qué, te asombras?

            —No, no, Señor, le juro que yo creo todo lo que usted diga. Pero Usted me perdonara el lapsus pero, es ahora que me entero de que Usted tiene lombrices.

            —No, hombre. Es un decir. Sucede que no quiero que mi mujer sepa que lo hago temprano y con moderación. Se trata de un elixir matinal, especial  para entonar el cuerpo. ¿Entiendes ahora?

            —Oh, sí. Por supuesto, Señor —asintió Harold, con una leve sonrisa de complicidad.

            Krome miró a su jefe y medio que ahogó una sonrisa, al ver las mejillas sonrosadas de Harold, quien tampoco se creía ni una palabra de lo que aseguraba su Señor.

Capítulo IV

La kukulienka trina entre otros arpegios campiranos
Entonces fue cuando la kukulienka (Cuco) colocada en la pared norte de la Sala de Estar, dio las diez de la mañana. Junto con su trinar rocambolesco, llegó con el ladrido de los perros y el relincho de un caballo que penetraba en la propiedad. Era el corre quincenal.

            Cierto que se trataba de Big Krrk era el cartero y además, alguacil de la zona costera, venido desde el sur. Porque el caserío de Fort Dallas, una vez a la quincena enviaba a Palm Beach la correspondencia escrita, hasta un punto en que por barco o ferrocarril, se distribuyera para el resto de los Estados Unidos o el extranjero.

            La recogida era enviada desde Miami al sur de la Florida por barco y monta. Era la “subida por la bajada” del correo, después en sentido contrario. Porque la conexión rápida, directamente con Key West, era marítima.
 
Museo "Henry Morrison Flagler"
Palm Beach, FL
            El cochero de la Whitehall señorial, se dirigió hacia el fondo de la casona tomó el encargo del cartero ya desmontado, e invitó al jinete a un refrigerio y descanso en la cocina. Y retornó rumbo al pasillo, donde debía depositar el correo.

            Junto con la exigua correspondencia venia un paquete envuelto en papel manila grueso de color ocre y amarrado con cordeles de fibras. Lo tomó en sus manos y salió en busca de Harold, el mayordomo.

            Este último tomó el correo y le premió con la propina acostumbrada, miró al cochero como sorprendido por la procedencia del envío y le dio vueltas al paquete, a fin de reconocerlo mejor. Entonces fue cuando leyó el nombre casi borrado por la humedad, del remitente. De inmediato se encaminó a donde Flagler.

            — ¿Qué es eso? —inquirió el tycoon.

            —En realidad no sé, Señor —advirtió Harold—. Pero viene del sur, probablemente desde la oficina postal de Brickell en ese caserío, Fort Dallas, situado en la boca del río Miami, según dijo el mensajero al cochero. Al parecer proviene de por allá, donde el diablo dio las tres voces y por el que ahora andan el mismo Brickell y Munroe, armando negocios con la promoción del turismo de yatistas y de los veraneantes del norte, que llegan en sus embarcaciones.
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            Pero qué clase de turismo es ese, amigo mío. Si no hay transporte decente que llegue tan lejos, hacia el sur. Esa gente de la boca del río Miami, la costa sudeste, Key West y el resto de los cayos, dependen del cabotaje. También entre las islas.

            —Vienen en sus yates propios, Señor. Y permítame decirle que no se descuide con el señor  Plant. —se arriesgó a decir, Harold.

            — ¿Quién lo manda? —inquirió Flagler, cambiando el evento original.

            —Creo que la misma señora del Norte,  Julia S..., Señor. El apellido es como Tutt… No sé bien, quizás sea la misma señora viuda que lo visitó a Usted una vez, en el "Ormond Hotel". Parece que la tinta se humedeció con el roció y medio que lo borró. Quizás son huevos de cocodrilo, —bromeó Harold y cortó los amarres de manila. Henry asintió, reventando de curiosidad.

            Cuando Harold destapó la caja abrió los ojos, desconcertado y la cerró de nuevo. Era una de sus maneras de payasear con Flagler.

            — ¿Qué es? —preguntó Henry, sospechando alguna travesura de sus amigos, quizás del apodado "Duque de Dade"—. ¿Sera de Ewan, quizás?

            —No, Señor. Porque  el Señor Ewan no debe andar por esos lares. Y una cosa así, tan…tan delicada en su envoltorio; sólo puede ser de la “viuda” Son cosas propias de mujeres —enfatizó Harold—. Digo, la señora Julia —sugirió éste al recordar el nombre de aquella señora enjundiosa de guedejas colgantes, mostrándole a Flagler el contenido.

            Flagler hizo un gesto, de destapó el paquete expectante aunque ya Harold sabia, pero lo que su jefe Flagler, ni siquiera adivinaba.

            El tycoon vio la rama de naranjo, envuelta en papel de seda y repleta de flores y yemas. Parecían recién cortadas, quizás en medio de la frescura de la madrugada anterior. Y conservadas por la temperatura ambiente. Al final, quedó en Babias. Mas, cuando leyó la carta-invitación que le hacía aquella mujer, casi desconocida, que lo había perseguido hasta el “Ormond Hotel”

            — ¿Ves Harold? Es una rama fresca. Con flores y yemas de naranjo?

            —Ya lo advertí Señor. ¿Y eso, qué significa?

            —Esta mujer me va a volver loco. Ella, principalmente, además de  otros propietarios de tierra; me ofrecen cientos o miles  de acres de tierra para levantar una ciudad en la boca del río Miami. Me está indicando que la helada de febrero no alcanzó, Biscayne Bay, y por lo tanto, los cítricos de la zona no se congelaron.

            Todo lo cual era cierto.
             Y eso, es exactamente lo que ella quiere probar, según me dice. Y la muy testaruda me vuelve a pedir “que lleve mis rieles hasta la boca del río Miami y que para probarlo, es que envía la rama del naranjo. Y para colmos, todavía en flor.

            Krome, quien era un ingeniero tan perfecto como sus cálculos y la absoluta meticulosidad de sus memorias descriptivas de cada proyecto que le encargaban, se le ocurrió carraspear.

             — ¿Qué, me equivoco en mis apreciaciones, señor Krome? —preguntó tácito, Flagler.

             —Si existiera esa equivocación, señor Flagler, sería el que no nos comprometamos de una vez y por todas, en una fecha para llevar de inmediato la "cafetera" hasta ese Miami. No sé, es que estuvimos allí durante la prospección del sitio y siento como “un no sé qué de melancólico   misterio

             — ¿Sabe qué, señor Krome? Y le digo con todo solemnidad y respeto: ya me duelen las nalgas sin que me haya echado aun sobre uno de los canapés de playa, del hotel grandioso que construiremos allá. ¿Le complace?

La viuda  en cuestión, siempre portaba atuendo negro, sentimental, por una helada fructuosa; pero ahora era por otras causas. La tal “viuda” era un conspicuo ser real. Se trataba de Julia DeForrest (née, Sturtevant), Tuttle. Ella provenía de una familia pudiente de Cleveland, Ohio, donde nació, se casó y enviudó de Frederick L. Tuttle. Sucede que Julia, era de esas personas que se las gastaba.

            Más adelante, compró una propiedad de 640 acres (2,6 km²) en el banco norte de la boca del río Miami, donde estaba ya casi abandonado, el viejo “Fort Dallas”, hacia la cual se mudó y embelleció el lugar, transformándose este sitio en punto de recreación y atracción.

Julia DeForrest (née, Sturtevant) Tuttle
Corriendo Febrero de 1895, una helada sobrenatural arribó y cubrió todo el centro, norte y parte superior del sur de la península y las Carolinas, la cual resultó devastadora para la agricultura de todo el estado floridense. Desde 1835, casi minutos antes de iniciarse la Segunda Guerra Seminole comandada por Osceola, la península no había experimentado un desastre similar.
Julia DeForrest (née, Sturtevant) Tuttle 

            Las terríficas heladas de finales de diciembre del año anterior (1895) e inicio del 1896 que corría, arrasaron con los sembrados, sólo dejando intactos los naranjos en la zona de Biscayne Bay. Ello, resultó lo inesperado por Julia Tuttle y además lo que ella estimó una señal divina. Una helada que ella convertiría en fructuosa para sus planes.

Ya desde febrero de 1895 los estruendos de la Guerra de Independencia emprendida por los patriotas cubanos,  había estallado en otro de los esfuerzos por liberarse del yugo español. España se aferraba a su joya preferida y única restante.

              El fenómeno climatológico provocó que los granjeros del centro y norte de la Florida hasta Georgia, arruinadas sus cosechas se esfumaran y huyeran espantados junto con las frutas. Fue entonces que esta “helada espléndida” aceleró el movimiento para incorporar y alumbrar la que después sería la Ciudad de Miami.

            En tanto, en el cobertizo armado en “Fort Dallas, dos mujeres también desayunaban a la usanza del lugar.

            —Señora, yo la veo a usted muy tranquila. Dicen que la poca gente que permanece desde el medio de la Florida hasta las Carolinas, se jala los pelos. Están desolados —sentenció Samantha, la sirvienta negra.

            —Tranquila, Samantha. Por ahora, vamos tirando con la producción de almidón, la recolección de plumas de las zancudas y las fibras de tejer. Eso se utiliza siempre, con independencia del clima.

            Julia sonrió, en medio del estruendo de los chiquillos, perros, gatos y patos; los de ella y los de su sirvienta. A su rostro de mentón casi cuadrado como el escudo de un legionario romano, le adornaban guedejas un tanto salpiconas.

            Su expresión, exhalaba ternuras y un montón de los deseos reprimidos, propios de cualquier cuarentona soltera a la fuerza, todavía a mitad del camino.
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Capítulo V

Recién lanza sus magias, filigranas y augurios, el Dr. Tigre
Recién, después de su acostumbrada descarga religiosa para impresionar a Samantha y los otros miembros de la servidumbre y trabajadores de la estancia, el brujo Seminole; "Dr. Tigre"; comenzó a desgranar una larga queja. Dr. Tigre andaba en ascuas disgustado con la intromisión de sus colegas haitianos que vibraban en la misma cuerda de las magias y el esoterismo santero. Sin despedirse con su acostumbrada cortesía  dio media vuelta y se marchó de la vivienda, con su música a otra parte. Dr. Tigre, no dejaba que sus filigranas amorosas por Samantha, se enfriaran.

            Sucedía que ambas prácticas brujeras chocaban entre sí, más cuando se trataba pelear contra las bondades del insondable déjà-vu y otros ritos esotéricos de los negros nativos o provenientes de las islas

           Luego, las mujeres del lugar, en especial las solitarias y después de haberse encomendado por largo tiempo al santo en cuestión; lo tenían en calidad de  posible proveedor de remedios mágicos para salir de la soltería y pasar los días críticos, las  cuales recurrían a cualquier práctica o cosa oculta y, si era posible, discreta.

            Después, ambas mujeres continuaron armando el paquete que enviaría al varón que disfrutaba todas las playas en la zona de San Agustín de la Florida, por el este del Panhandle, hasta West Palm Beach. El cual, se rumoreaba, andaba cerca en una de sus casonas.

            Porque Flagler era persona muy nombrada en las cosas de carreteras, real estate y en especial, las ferrocarrileras; esas ruidosas pero tan ansiadas máquinas, cuya música todos deseaban escuchar en sus vecindarios.

            —"Pero tan necesarias a su terruño" —suspiró Julia con palabras entrecortadas. Samantha la miró tierna.

            —Yo le pondría papel de seda —propuso Samantha, en tono zalamero.

            —Falta la carta. Espero que él me atienda. En realidad, presiento que nada más tenemos que ofrecer al señor Flagler, salvo el hedor de los pantanos, mosquitos y la jeringa de este pegajoso calor.

            —Quizás sí, quizás no, señora. Tenemos playas hermosas –apuntó Samantha, esperanzadora–. Depende de la sensibilidad del hombre.

            —Importante es que las flores y yemas del naranjo, no se dañen. Esta zona, será un lugar bonito, aunque por ahora, tengamos que bañarnos en el mar con esos horribles vestidos de baño — pronosticó Julia.

            En un tono raro, quizás premonitorio de la que después sería la ciudad fabulosa, no muy concordante con su sobriedad indudable.

            Porque sin más, se trataba de Julia Tuttle, la adelantada viuda y su nueva propietaria, entre otras posesiones, del aun no demasiado viejo Fort Dallas y sus inmediaciones. La Tuttle, ya había decidido junto con Brickell, donar tierras para salvar sus sueños mutuos de lo que sería la ciudad futura.

            Lo mejor era que ya había embullado a Brickell, su familia y otros notables de la villa, para que se sumara al juego, durante un opíparo almuerzo que organizó en el césped  de su barraca de Fort Dallas, en ocasión de aquel templado Día de Acción de Gracias.

            Exactamente, cuando el último contingente de voluntarios del Ejercito de los EE.UU que acampó en Miami, en 1896, en ocasión de estallar la Guerra Cubano-Hispano-Americana, coincidente con los criollos, ansiosos de ganar su libertad y soberanía política y económica para la Isla De Cuba de la apabullante metrópolis.

            Tras la derrota española, las fuerzas norteamericanas expedicionarias, ocuparon todo el territorio de la Isla de Cuba y sus cayos adyacentes, Puerto Rico, Filipinas, las Marianas, las Carolinas y el Archipiélago de Palau y otras posesiones. En el caso de Cuba, especialmente, a los fines de comenzar la reconstrucción de la isla, tras el desastre dejado por la guerra, que ya duraba 50 años.

            Así, hasta el 20 de mayo de 1902, cuando se proclamó la República de Cuba, desde entonces, un nuevo país libre e independiente, donde la soberanía, estaba en su punto más elevado.

            Esa noche, tras el retorno de los invitados a sus casas respectivas; Julia y Samantha se sentaron en el cobertizo (hasta que los mosquitos se lo permitieran) y conversaron, confiándose sus mutuas cuitas.

            — ¿Lograremosarmar el muñeco”, señora?

            —Que no te quede la menor duda, mujer incrédula —le aseguró Julia. En ese instante fue que sintió la punzada lacerante en el bajo vientre. Para entonces, Julia ya estaba herida de muerte.

Otra vez, en la boca del río San Juan

            —Es hermosa —dijo Harold, y entonces fue cuando le extendió a Henry el envío y la carta.

            Éste la leyó, despacio. Después, permaneció meditando por unos segundos. Miró a Harold, quien se sintió escrutado por su jefe.

            —Y todavía yo no sé cuál es el empecinamiento de esa mujer en fundar una ciudad en aquel páramo.

            —Señor, las mujeres maduras sufren de cierto calores...

            —Bien por la romántica rama de naranjo en flor, pero ¿qué interés tiene para nosotros ese atracadero de manatíes? —arguyó Henry, sarcástico—. En la carta, me invita a llevar máquinas y rieles desde West Palm Beach hasta Biscayne Bay. Y que la bonanza está asegurada la zona del río, que las heladas no tocaron ni tocarán el sur de la Florida, que sólo son sesenta millas desde West Palm Beach, y que...

                        —...y que la prueba de ello es la rama con las yemas del naranjo en flor que le envía –intervino Harold.

            —Cierto —asintió Flagler, y agregó—. Y eso, ese sueño, mi estimado Harold, cuesta dinero, ¿no?

            —Señor —acentuó Harold, tomando una larga bocanada de aire y con una expresión premonitoria, concluyó—, yo no sé de negocios, ni de heladas, ni del impacto de los turistas que irían al lugar. Pero le aseguro que, cuando una viuda solicita atención, es mejor hacerle caso. Me dispensa, pero se lo digo con absoluta sinceridad y... por experiencia propia.

            Henry Flagler demoró solamente segundos en pensar sobre las palabras de su mayordomo. Fue hasta el saloncillo aledaño donde su esposa, hacía trebejos como si tejiera el tapete de Penélope.

            Y tú, querida, ¿qué  piensas sobre la proposición de nuestra viuda?

            — ¿Cómo?

            —Vamos, mujer, no te me hagas la sueca. Tú siempre tienes los oídos bien afinados.

            —Bueno, Henry, desde el primer momento que la vi me agradó. Y también, porque siempre da la impresión de ser tenaz, cuando se propone algo.

            — ¿Y me lo dices a mí?

Dos ingenieros, muy apuestos, visitan a una viuda todavía soñadora
Flagler, no le dio mayores vueltas al asunto y de inmediato, llamó a dos de sus mejores lugartenientes Los ingenieros civiles, William J. Krome y James E. Ingraham y también además a Joseph R. Parrott (Presidente de la Florida East Coast Railway). El trío concurrió a la carrera hasta Miami. Julia, inmersa en sus quehaceres, sin dejar de conversar con Samantha, no advirtió los toques en el portón de su Fort Dallas.

            Samantha fue quien escuchó, hizo un gesto y Julia esperó un instante hasta que un nuevo toque, ahora más fuerte, le hizo correr a la puerta. Era su amigo William Brickell, otro de los pioneros.

 Su sorpresa aumentó cuando observó que tras Brickell se destacaron tres figuras altas, todas desconocidas. La plática se montó, junto con William Brickell y los ingenieros alrededor de la mesa de café.

            —Señor Ingraham, me place que el señor Flagler les haya enviado con tanta premura, a conocer mi propuesta, digo, que la supongo y se, coincidente con la de los habitantes de la villa. Nuestra comunidad, la villa; como ustedes pueden constatar está en pleno auge —dijo Julia en tono pausado y optimista, como de quien está completamente segura del peso de sus palabras, el tamaño de su villa y el futuro.

            Ingraham giró la cabeza y se encontró con el rostro de Parrott, quien había reaccionado igual ante el aseveración de la viuda y cuando miró a los ojos de este, encontró la misma expresión de estupor.

            —Señora Tuttle,  —acentuó Ingraham —sin que nos entienda mal, quizás por nuestra torpeza, pero la zona aun esta virgen y…

            — ¿Me permite, señora Tuttle? —intervino Parrott, en el mejor tono amistoso que encontró en su repertorio—. Cierto que el señor Flagler, por el momento, siente curiosidad por saber tanto los propósitos, como de las posibilidades de que nuestra compañía invierta; o  mejor acelere, los planes de llegar a este puebli…

            —Villa, que inmediato que llegue el primer tren, será ciudad y después sin que le falte una letra, sede del condado, señor Parrott, si me permite la corrección. Porque debemos pensar en un futuro que nos espera, como quien dice, detrás de la puerta.

            Fue ahora a la inversa, puesto que fue Parrott quien miró a Ingraham, el cual contuvo una sonrisa por la decisión que advirtió en aquella pueblerina, de lo cual se equivocaba, porque ella era toda una dama educada de Cleveland, lo que en las costumbre españolas recibiría el trato de “Doña”  Julia Tuttle posó su mirada profunda en los ojos de aquellos hombres.

            —Madame, ¿qué es lo que realidad usted propone? Porque en los planes de la compañía, se considera llegar aquí, más adelante, mientras consolidamos los servicios ya inaugurados —le inquirieron, casi al unísono.

            —Partamos de una realidad concreta y tangible relacionada con el señor Flagler. Se trata de algo que se puede ver y tocar, tales son los rieles y los ferrocarriles que corren sobre ellos y los "resorts" de lujo con los que viene tapizando toda la costa este de los Estados Unidos —y continuó fluida ante el asombro de sus interlocutores, en especial, Parrott—. Tal actividad económica y financiera, ha modificado sustancialmente todos y cada uno de los puntos donde se han establecido estaciones públicas. Y más aún, porque aquel condado por donde atraviesa el ferrocarril, se vuelve próspero.

            Y eso estimados señores, es exactamente lo que queremos para Miami, si el señor Flagler nos comprende y nos bendice corriendo hasta la boca del río sus condenados rieles y al menos una de esas ruidosas cafeteras. Que les confesamos, el señor Brickell aquí presente y yo, la señora Tuttle que necesitamos que nos ayude cuanto antes. Es que ya viene el nuevo siglo. ¿Entienden?
           
El señor, Henry Flagler, tiene en sus manos los destinos de esta comunidad por ser un emprendedor verdadero, no un político que promete lo que sabe no cumplirá.  Que el Señor Flagler nos ponga el ferrocarril aquí, y haremos de esto, una gran ciudad.
           
Como ya prometimos, tanto el Señor Brickell como yo, donaremos parte de nuestras tierras para construir la ciudad y un gran hotel, en Biscayne Bay. ¿Han visto las playas y la claridad del agua? No son como las del golfo. Igual o mejor, a los que el señor Flagler nos tiene acostumbrado en toda la zona este de Florida. Así de simple, caballeros. Eso, es “ya”, señores míos.

            Apuró Julia, enfatizando el “ya” en tono firme, de un sopetón y se calló. Observó a Brickell y este asintió con la cabeza, Cuando miró entonces hacia la cocina, detrás de los visitantes vio que Samantha la miraba sonriente, mientras le hacia una seña de victoria con el pulgar hacia arriba.
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            —Señora Tuttle, —repostó Ingraham, sonriente y se volvió hacia Parrott con una mirada suplicante— la defensa de sus argumentos, los suyos de Usted y los del Señor Brickell,  dicen de por sí mismo la solidez de las ideas de los lugareños. 
            En realidad, y entiéndalo bien que será entre nos, considero que el señor Flagler se solidarizará con los puntos de vista del resto de los vecinos. Pero, es el quien dice la última palabra. El tramo de Fort Lauderdale está en la mira de los constructores y el tramo hasta Miami no es el de aquellos que nos presentaran dificultades.

            —Aunque, lo mejor del chiste —apuró Parrott— es que el último punto en tierra firme, será Homestead. De ahí, vendrá el gran salto, de isla en isla como unos flamencos, hasta Key West. Y que Dios nos coja confesados y libre de pecados.

            Cuando los dos hombres concluyeron el resto de la conversación, en cuyos detalles participó Brickell activamente, se retiraron convencidos de los argumentos de Julia Tuttle y William Brickell. La idea de fundar una ciudad en aquellos páramos, efímera y ensoñadora en sus principios, se materializaría casi de inmediato.

            —Qué mujercita esta —comentó Ingraham, como quien no quiere las cosas.

            Fue mientras caminaban rumbo a una especie de posada; muy rudimentaria que les ofreció el cubano Encinosa, dueño de la única fábrica de tabacos, del lugar.

            —Mujerona, diría yo. Por lo que veo, si la dejan, le vendería hielo hasta a los esquimales— concluyó Parrott, mientras se sacudía los mosquitos del atardecer miamense. Entonces, devino el cambio.

Capítulo VI

Danza de los "Nunúes Azulados"
Después de los arreglos y contratos, Flagler envió por mar a Joseph A. McDonald y sus cuadrillas de obreros, a los fines de desbrozar el terreno para levantar in situ el futuro e  inmenso "Royal Palm Hotel" (5) Este edificio de 5 pisos, sería la primera diana de la traza del proyecto en el banco norte de la boca del río Miami, tal como se pensó desde el principio y que finalmente seria el asiento del actual Downtown. Esta enorme edificación de madera, traía dotación de lo último para el disfrute de los huéspedes.

            Sin proponérselo, la construcción se elevó sobre el antiguo asentamiento de un caserío tequesta. El mismo lugar donde más tarde fue descubierto por excavaciones no con fines arqueológicos sino de desarrollo urbano, en lo que hoy es el denominado "El Círculo de los Tequestas"

            Dicho hotel al ser inaugurado, disponía de luz eléctrica, agua corriente (caliente y fría), bombas, retretes baños privados, elevador, piscina y otros tantos ganchos; que hicieron del lugar un verdadero succès, para el fin de siglo XIX e inicios del siglo XX.

             Ahora, con el ferrocarril, no tardó que los turistas de todas las épocas del año, arribarían a montones para disfrutar de las aguas tibias de las playas atlánticas de Miami Beaches y del Biscayne Bay.

            En abril 7 de 1896 los rieles llegaron hasta el "Depot" (estación o apeadero) cercano el “Royal Palm Hotel”  El 13 de abril arribó el primer tren de prueba con más materiales múltiples y equipos para el hotel y negocios emergentes. La población ya ávida del progreso, miraba aquellos esplendores intuyendo que su terruño, no sería uno más.

            El 22 de abril de 1896, finalmente, la imponente cafetera No.12 del Florida East Coast Railway; arrastrando un vagón de correos, dos de carga y uno de pasajeros; entró oficialmente en su primer viaje comercial en los predios miamenses.

            Arribaba con sus ruidos y escandaleras de siempre, hasta depositarlos a los pies de Julia y de los entusiastas miamenses congregados en la nueva estación al NE de la boca del río.

            Flagler, un perfecto ciudadano y caballero, declinó el ofrecimiento gentil de que la nueva ciudad llevara su nombre e insistió, coincidiendo con Julia Tuttle; en que la misma conservara el nombre indio ancestral del lugar. Ese día, la futura Ciudad de Miami ("La mágica") nació, siendo incorporada como entidad ciudadana en julio 28 de 1896.

            Por entonces, parece que los Nunúesduendes de la floresta pantanosa, de los Everglades— ya elucubraban sobre un sendero hecho sobre las mismas huellas de los mocasines indios, los que corrían enrevesados por entre bosques y ciénagas.

            El trillo, partía desde la boca del río Miami con rumbo oeste,  atravesaba toda la península, bordeaba la "Bahía de Carlos" (Charlotte Harbor) inclinándose al norte; por donde fluiría sin parar hasta la Bahía del Espíritu Santo (Tampa Bay). Donde la actual ciudad costera de Tampa (“lugar de muchas astillas”) actual.

            Con el "tiempo y un ganchito", además de sus buenas cargas de dinamita; este camino construido con las técnicas y estándares modernos prevalecientes a inicios del siglo XX, sería denominado "Tamiami Trail" (actual Carretera Estatal 41).

            Así, el otrora ancestral Trail (sendero) de indios, se tornaría finalmente a inicios de los 60s, en la fabulosa "Calle 8" (nervio central y asiento de la “Pequeña Habana”) de los cubanos inmigrantes lanzados al exilio.

            Después cuna acogedora del resto de otras minorías indoamericanas, además de grupos de europeos, asiáticos, isleños, etc., cuando los comunistas sublevados contra la democracia y la libertad que les aterraba, comandados por el Dr. Fidel Castro Rús, sus nepoticos y seguidores, se apoderaron de Cuba

            Esta descomunal inmigración de los cubanos hacia distintas diásporas, eminentemente por causas políticas —sin paralelos en la historia de Indoamérica—; llegó a alcanzar en todas las diásporas brotadas, una cifra conservadora de 2 millones de perseguidos políticos.

            Quienes sin quererlo, se vieron empujados al exilio a motivados por la férrea dictadura stalinista implantada en Cuba en 1959 por los comunistas, quienes en sus eufemismos reverberantes, Castro la denominó Dictadura del Proletariado, a fin de congraciarse con Moscú.

Este dogal, fue desatado de manera inmisericorde contra el pueblo indefenso; por el Dr. Fidel Castro Rús, su familia nepótica y seguidores orientales, todos, estratos mafiosos. Los cubanos inmigrantes se desarrollaron con éxito pleno en calidad de empresarios.

            Entonces fue cuando desde la floresta oeste de la futura ciudad, más allá del punto en que se erigió “La Atalaya”; para que los turistas se recrearan con la vista panorámica de los Everglades, llegaron señales parpadeantes en la oscuridad.

            Luego, en medio de una de esas noches oscuras  —cuando las hormigas negras suponen, apunta un viejo cuento árabe "que ni Dios las puede observar" dado que ahora andaban agazapadas en hendiduras de un árbol parecido al ébano— se volvieron a escuchar los acordes presagiosos. 

            Se trataba de murmuraciones ininteligibles, como gritos lastimeros, desgarradores, de la “Danza de los Nunúes Azulados”, siempre enfurecidos, como hitos de ángeles vindicadores contra todas las "Tiranías Enrojecidas

            Ellos, serían los destinados a vengar la afrenta humillante de los Castro y sus seguidores, contra el pueblo cubano indefenso.

Fin de la saga.

© Lionel Lejardi. Diciembre, 2011
lejardil@bellsouth.net
Legacy Press


1  Por esa época, ya el médico cubano Dr. Carlos J. Finlay experimentaba y completaba en la finca San José de Marianao (después, barrio obrero de "Pogolotti") un suburbio de La Habana, su tesis de que el mosquito ædes aegypti al picar a los humanos, era el transmisor de la enfermedad.
2  William J. Krome, ingeniero civil y topógrafo, andaba por entonces en los trabajos del Canal de Panamá, recién adquirido por los EE.UU, cuando fue llamado por Flagler tras la aprobación de la ley que autorizaba la extensión del ferrocarril desde Miami hasta Key West. Flagler concibió el proyecto en 1905 y tras dos años de estudios y proyectos, en 1912 se culminó la línea del ferrocarril, a un costo de unos 50 millones (USD).
3  El “Ponce de León Hotel”, en memoria de Flagler, fue convertido por sus herederos en el prestigioso “Henry Morrison Flagler College”, situado en la ciudad de San Agustín de la Florida, en el extremo nordeste de la península.
4  Precisamente en la ciudad de Palm Beach es donde el tycoon construyó su hermosa  mansión; “Whitehall”; como regalo de bodas a su nueva esposa, Mary Lily Kenan, donde residió desde inicios del siglo XX. Con posterioridad la mansión fue convertida en el actual el Museo de Bellas Arte, Exposición y Galería “Henry Morrison Flagler”.
El “Royal Palm Hotel”, una edificación de 5 pisos, fue la última joya de resorts de lujo para las personas ricas (snowbirds) que Flagler erigió, en el mismo sitio del antiguo asentamiento de los tequestas. Contaba con 450 habitaciones además de electricidad, elevadores, luz, piscina, fábrica de hielo, etc.; lo más moderno existente para la época. Lo curioso fue que Julia Tuttle, indicó en una de las cláusulas de la donación de sus tierras, que en el hotel “no se venderían bebidas alcohólicas” Claro que eso no funcionó.
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