lunes, 23 de octubre de 2017

1 El Descubrimiento. "Aus der Neuen Welt" i/v

1 El Descubrimiento. "Aus der Neuen Welt"
i/v
Se cumplen 60 años de dictadura comunista en Cuba

De la miniserie "El Descubrimiento" 
(Trata en versión libre, sobre hechos reales)
    
“Un Asunto Español”

Isabel, la española que cambió al Mundo

“Tanto monta, monta tanto,
 Isabel, como Fernando”
(Lema en el Escudo de los
'Reyes Católicos de España')

"Saca" de un Hombre, aún sin Nombre
Quizás el intríngulis fue a la inversa, si los eventos fueron cuasi simultáneos. Sería la negación de la negación adjuntada a la semántica del filósofo y lógico norteamericano, Saul Aaron Kripke. Tal vez mentor de una semítica candorosa, además de casi inabordable para el humano común pos medioevo. Es que ello significó un tropel de eventos imparables en busca de verdades y conocimientos para una parte sensitiva de los proyectos inmersos en la ya avanzada la época moderna. Decir, en lo científico, comercial, estratégico, político y religioso; vista a todas luces bajo consideraciones de sus cambios imparables en las hacia una ingente industrialización de carácter mundial. Bajo y atendiendo a la lógica matemática, quizás a 'pescozones se diría' imbricada esta y después con la otra historia dejada y bien puesta con el huevo colombino, equilibrado a la perfección por Cristóbal Colón y sus marinos. Ello, sin que con las veras asequibles a nuestras manos y razones, podamos constatar la total y única verdad en ciernes. Aún cuando abordamos el tema filosófico desde la misma trama de vidas paralelas, en lo concerniente a Isabel deslumbrada por un marino, a más que experimentado capitán, llamado Cristóbal Colón. Tanto como su prolífica interrelación social, empresarial y afectiva con sus mecenas definitivos; los reyes más tarde (1496) dignificados por el popularísimo Papa Alejandro VI, en calidad de los "Reyes Católicos de España"; Isabel I de Castilla y su consorte Fernando II de Aragón. Registrados en los anales como vencedores del califa morisco del entonces Reino Nazarí y sus ejércitos ocupantes del Reino de Granada. 


IsabellaofCastile03.jpg
Isabel I "la Católica"
 Autor anónimo (Circa, 1490)
   Museo Nacional del Prado,
 MadridEspaña
(Cortesía de wiki)
De donde deslumbraron oscuridades y clarividencias acerca de la identidad real y patria chica de este fabuloso marino, aun en facetas apartadas o al final entrelazadas a veces con intrigas y vaivenes de la corte española y sus integrantes, los Poderosos y Grandes de España. Todos cuadros de la nobleza, militares, religiosos y el resto del tejido palaciego; los cuales per se, constituyeron elementos consustanciales del destacado personaje. La controversia se desdobló acerca de la probable identidad fisonómica, ancestros, linaje, nombre y lugar de nacimiento de Cristóbal Colón. El marino indiscutible, quien resultó premiado por los reyes de España, Isabel y Fernando, como "Almirante de la Mar Océano y Virrey de Indias" Todo el laberinto que pudiera ser visto en lo ideal, dentro de la justeza de una auténtica rigidez histórica. 

Sin embargo, la propia Historia reflejada y que por lo demás acusa un siempre presente cúmulo de supuestos e imprecisiones palmarias. Ello nos impele a atenernos a siglos de discrepancia absoluta entre los países que reclaman para sí la progenitura y que sí, también, nos despierta la curiosidad humana. Es optar, más que decidir por una dicotomía entre en el personaje como individuo, apartada del lugar de origen, lo cual al parecer es lo interesante, por chauvinismo simple o tal vez bordeando orillas de un supra nacionalismo, finalmente jingoista y conquistador. Siempre complicado en el análisis histórico deseado en lo posible a lo más justo y sereno. Es determinar la mejor reseña entre las versiones circulantes bajo la lupa de eruditos analistas, historiadores, políticos, etnólogos, sociólogos y el resto de los estudiosos interesados en cuestiones de índole históricas. 

Tanto el nombre real como la fecha y lugar de nacimiento de ese ente-símbolo a quien hoy conocemos con el nombre de “Cristóbal Colón”, sean irrelevantes para la raza humana, en general y sin distingos. Para los neófitos en los aspectos de la investigación de los ancestros, es suponer, que bastaría una orden a cada cancillería o jerarquía religiosa judeo-cristiana, tenidas a la mano; a fin de hurgar en sus libros de asientos natales y defunciones, la posible existencia de información la cual conformaría la definitiva “partida de nacimiento” de este destacado e inigualable marino explorador, además soñador por excelencia. 
                                                                                                          
Decimos judeo-cristiana, porque el resto de las religiones que puedan mantener algún tipo de récords de sus feligreses, digamos, islamistas, hindúes, budistas, taoístas y otras no bien conocidas; incluyendo el resto de las religiones reconocidas a nivel mundial en otros continentes. Mas, cuando son múltiples los calendarios, mediciones de tiempo y espacios cronológicos de historiadores, narradores, astrólogos, magos. Incluyendo, hechiceros, cartománticos, nigromantes, adivinos, brujos, futuristas, lectores de caracoles, semillas, hojas de té, entrañas y heces de animales. Entre otros divertimentos a la vista, olfato, degustación de "personas entendidas y creyentes sanos de criptografías, esoterismos u ocultismo" propias de cada época y lugar. Porque hasta donde sabemos, a veces, estos registros pueden estar cerrados a cal y cantos; quizás por razones varias; generalmente secretas, a fin de preservar ciertos misterios, tabúes religiosos, históricos o de otra naturaleza. 

Sin embargo, una de esas líneas ancestrales conduce y destaca; como en otras ocasiones varias, el nombre de Salvador Fernández Zarco. Este personaje queda identificado como el arquetipo de un cripto judío, el cual inicialmente apareció censado como de origen portugués. Otras versiones, señalan a un hombre de habla catalana, con ascendencia ibicenca (de las Baleares) Son diversos los lugares y países que se postulan en calidad de la patria chica de Colón. Salvador de Madariaga, lo advierte como hijo de una familia sefardita ya conversa desde generaciones anteriores, el cual escapó de España y se refugió en Génova. Suponer que quizás por ahí, se va en línea directa hacia la versión o cosa genovesa.

File:Escudo de armas de los reyes Católicos.svg
Reyes de España, 
Isabel I y Fernando II
con blasón y atributos
(Cortesía de wiki)
Hasta ahora, el nombre de Cristóbal Colón (es el nombre adjudicado en español), en cualquiera de sus formas e idiomas, se ha mantenido igual desde siempre y así ha sido aceptado por todos. Otra cosa es hurgar acerca de las etnias que concurrieron en los componentes del melting pot natal. Los más aviesos, tejen sobre Zarco un léxico múltiple (quizás políglota reducido como es en buena parte de los marinos, con sus deficiencias lógicas por no ser la materna y otras contaminaciones lingüísticas), dado que era obvio que no hablaba ni el italiano (como se infiere) ni el portugués y con deficiencias descubiertas al escribir el castellano y, sin embargo, habilidades en otras lenguas. 

Además, se le sentencia con el hábito marcado de redactar de derecha a izquierda como los judíos, árabes y los orientales, y viceversa, por señalar una de las singularidades que le han atribuido, de acuerdo a la anatomía de su personalidad. Mejor, dejemos el nombre que en el español hermoso y puntiagudo en sus terminaciones, que hablamos serenos en grandes territorios de Centro y Sud América en la actualidad, el cual y por suerte, se castellaniza cuidadosamente desde la península Ibérica.

¿Conocía Xpo Ferens las tierras que deseaba descubrir?
Claro que, dejando la “colomba” en su jaula, cada cual y nación lo reclama como uno de los suyos; de donde ello lo hace parecer oriundo de tres, cuatro o más sitios o lados diferentes del melting pot europeo.  Xpo Ferens

Amén de la genealogía difundida y dada por buena, como de ascendencia genovesa, un aspecto apoyado por buena parte de los historiadores. Un manto de tinieblas yace sobre aspectos intrínsecos, personales y sociales  de tan significativo hacedor de la Historia contemporánea. Y más, son las obras sobre su conexión noruega que lo llevó a Islandia y de ahí a no se sabe dónde, o quizás hacia las crónicas o leyendas que lo rastrearon navegando hasta la Península de Labrador (Canadá), colgado en naves vikingas. Cuyos tripulantes, por cierto, eran bien afamados como navegantes y entre los marinos más diestros de la época, en los mares embravecidos. También sería práctico el considerar que cada versión sobre tan famoso "paladín mundial", por cierto un probado navegante de elevada prosapia; lo cual es de tan admirable cooperación con los astronautas modernos, todo lo cual drena en un sólo e inconfundible personaje: Cristóbal, castellanizado.

Evidencias inclinan a suponer que el marino cambió lo de italiano “Cristoforo Colombo”, algo así en español como “Cristóbal Palomo” (o latín, Christophorus Columbus), tal hacen hoy infinidad de extranjeros cuando se establecen o naturalizan en el país que los acogen o aceptan en calidad de residentes legales. Cambian, recortan o/y contraen la fonética y ortografía de sus apellidos por razones varias, entre ellas la facilidad de la romanización de su escritura. Ver caso insólito, como otros tantos, de nombres y apellidos europeos expresados en alfabeto cirílico. 

Claro que en aquellos tiempos, salvo excepciones o nombradías destacadas, tales aspectos no eran muy significativos. Ello es para diluir conexiones vergonzosas por su origen vulgar o cambiar la etimología del apellido no caucásico, germánico u otro, y en consecuencia, el marino optó por el simple patronímico de un Cristóbal Colón españolizado. En algunas de sus firmas aparece una adición, “Xpo Ferens”, o sea, “portador de Cristo”, que es la connotación del nombre “Cristóbal”

¿Y por qué esa aparente y hasta orgullosa castellanización del nombre? Admitamos que España no era en lo justo como el espejo a considerar tal cuna de eruditos, aunque lo fue antes y después en buena medida; de sabios, genios de las artes, científicos, matemáticos, astrónomos, astrólogos, ciencias puras, etc. Tampoco Colón requería de la lengua, estilo o un teórico ‘spanish way of life’ en la búsqueda de patrocinadores dado que él disponía de las credenciales requeridas, su inteligencia y habilidades de marino, ni porque finalmente advirtiera que serían los iberos quienes le apoyan, puesto que tal aventura era abordable, por lo general, sólo por los ricos, nobles, eruditos de corte, comerciantes o banqueros. 

Esta es otra de las incógnitas que han envuelto al después Gran Almirante de la Mar Océano y, en su favor, corcel favorito de la reina Isabel I de Castilla. También extraña la no mención del origen de su padre en los papeles y escritos legados a los narradores, por sus hijos. Juan II, el rey de Portugal y padre de Isabel I, le tenía deferencia en el trato y se escribía con el marino; lo cual da a entender que Colón no era tampoco de ese tipo de charlatán sin linaje, con la cabeza llena de sueños. Porque de las relaciones portuguesas y el tiempo que vivió en Portugal muestran también ciertas incógnitas, acerca de una expedición portuguesa, indican ciertos anales, salida años antes y arrastrada hasta las Antillas. O la historia de aquel otro náufrago portugués arrastrado desde el Golfo de Guinea hasta las mencionadas Antillas.

Rumbo a Francia
Colón deambuló entre reyes y príncipes en busca de apoyo financiero, político o socios empresariales, por lo que fue a parar donde el delfín y a Inglaterra, por la boca del Támesis. Cierto es que los preámbulos definitivos de aquel juego aventurero, se dibujaron nítidos; cuando desalentado en enero de 1492 debido a la falta de acogimiento inmediato de sus planes; ya fuese por causas económicas o simple ignorancia de lo que históricamente estaba sucediendo en los reinos de España, entonces enfrascados a todo pulso gallardamente, en las guerras moriscas, a fin de unificar aquel conjunto de sus reinos de lenguas heterogéneas. Así, el navegante cargando a cuestas su desilusión durante dos años; hizo sus valijas y partió de manera abrupta rumbo a Francia; mientras que su hermano Bartolomé Colón lo hizo en dirección a la corte inglesa. Pero un hecho pronosticado pero sin data, se precipitó a inicios de enero de 1492

Deprimido, experimentaba ansias de entrevistarse con el frágil de salud, rey de Francia Carlos VIII, “El Afable”, también Rey de Nápoles. Iba cargado de los mismos proyectos que nadie le atendía por razones varias o ni se daban por enterados, en concreto. La envidia, falta de visión o ignorancia de los poderosos, eruditos u oscuros cachos y clamores de carpinteros de ribera, no les hacía entender lo que ese hombre les mostraba entre sus manos. Al final, ni Juan II ni el célebre Duque de Medina-Sidonia, ni tan siquiera sus Serenisimas Majestades los Reyes Católicos, de España; terminaban por apoyarlo en firme con los fondos necesarios, salvo el repletarlo con promesas a cumplir en el futuro, “hasta después de la "expulsión de los moros" y creyentes ideológicos sarracenos europeos, de cada territorio ocupado por la ya insoportable y tenida por anti cultura, islamista, tan ajena  a todo lo occidental" le había expresado la Reina Isabel, esperanzada.

La Reina, juega pro tempore, con la akronía colombina
Porque desde antes, la reina Isabel I entendió además por desmedidas, las pretensiones del marino, plasmadas por escrito en las “Capitulaciones de Santa Fe” Un contrato donde recibiría concesiones y honores nunca antes ofrecidos a un extranjero. Sin embargo y sorpresivamente para Colón, la reina lo puso a dormir con un estipendio anual que le garantizara la subsistencia a él junto con su familia, si permanencia en España. Así, de manera inesperada, el 12 de mayo de 1489, la reina emitió un decreto. La reina avanzó mucho más, cuando por medio de sus tesoreros, pudientes y otros, especialmente aquellos habitantes prominentes de la zona de Huelva, la encomienda que fueran “proveyendo a Don Cristóbal Colón de todo aquello que necesitare” 

Para el marino no pasó por alto que algo, se estaba cocinando en las alturas. También la reina compró propiedades inmuebles, para tener la posibilidad que en nombre de la corona, sus fieles pudieran concertar empréstitos, en especial el judío converso y tesorero real, Luis de Santángel, quien dotó a Colón de 2,500 escudos de oro para el fondo destinado a armar su expedición.

De ahí que la leyenda acerca de las famosas 'joyas' de la Reina Isabel, entregadas a los banqueros como garantía de la financiación del viaje; lo cual nunca había sido posible, dado que las mismas ya estaban empeñadas a fin de obtener apremios y recursos para finalizar las guerras moriscas. Al fin, a la aventura de Colón se les unieron los hermanos Pinzón y otros marinos destacados de la región. Resultó notorio que, por otra parte, personas influyentes de las clases altas, caracterizadas por ser judíos de ascendencia aunque conversos al catolicismo, aunaron opiniones y esfuerzos en convencer a Isabel de activar “el negocio de la expedición a Indias” Quizás también, porque Isabel, al parecer, estaba dotada de premoniciones favorables respecto a los proyectos colombinos.

Ello nunca se supo, excepto por la intuición femenina que en aquellos tiempos, casi siempre se observaba omnipresente en los hechos históricos relevantes. Porque también sus mecenas futuros, echaron a andar sus sabuesos y doctos, para saber cuánto tenía la empresa de ensoñación y realidad o idiotez.

Santa María de la Rábida, en Huelva
Este bache económico y en especial el espiritual, fue salvado por la atención personal que le brindaron los franciscanos del Monasterio de Santa María de la Rábida en Huelva, donde el Tinto y Odiel se abrazan. Los monjes, les dieron posada y aliento (1491-1492) a él y a su hijo Diego. La Rábida, se destacó para siempre por haber sido el lugar donde Colón fue acogido y entendido por sus anfitriones, todos lucidos en las cosas marinas; así como el sitio donde este capitán reafirmó y estudió libros eruditos, cuyas lenguas aprendió como autodidacta y sin abandonar sus sueños y proyectos de la gran expedición, en espera de fondos. Fondos evidentes para su confortar sus inteligencia y picardías monetarias, pero avaros en las bolsas de los banqueros que los crearon, maravedí a maravedí. Desanimado, ya en plena marcha hacia la nada de esas cortes más friolentas, en la incertidumbre del reino al norte de España, Francia. Colón fue interceptado sorpresivamente en el camino por un emisario de la Corte española, quien lo alcanzó portando un cálido llamado de Isabel.

La reina, clamaba por su delfín para rediscutir en firme sus planes de alcanzar las Indias; tomando el rumbo marítimo contrario al de las centenarias caravanas terrestres o las peligrosas rutas marítimas, cuajadas de corrientes, piratas y de tifones asesinos. Viajarían, en lugar de hacia el Este, donde el sol poniente por el Oeste, donde las noches eternas. Es que también la razón principal del llamado real fue porque desde enero de 1492, a glosas de victoria, los españoles ya habían derrotado y expulsado finalmente; y de manera magistral; a los islamistas por ser ocupantes extranjeros del español  ”Al-Andalúz  y otras tierras iberas, durante casi siete siglos.

El motivo principal o pretexto, al parecer y peor, fue que el decreto de expulsión de los sefarditas, acción que en visión de ciertas fuentes no se materializó bajo ribetes religiosos, sino por “marugas”, al no pagar los impuestos reales a esa denominación. Dicho evento histórico, posibilitó más tarde a los reyes de España atender con mayor sosiego, las intrincadas ideas del apasionado capitán y excelente cartógrafo.

Isabel clama por su tesorero
Cuentan que la reina llamó al tesorero real, Luis Santángel (o Santander) bautizado judío, quien sabía de cada ducado, real o maravedí yacente en el tesoro real. Y se dice que Isabel sólo disponía de sus joyas (falso, porque ya estaban empeñadas) para financiar la empresa dado que las arcas se mostraban exhaustas por las guerras moriscas, por lo que dichas joyas terminaron en garantía de los banqueros sefarditas. Estimados de varios tipos se efectuaron a posteriori, a manera de cuantificación del costo monetario de las hazañas colombinas. Uno de los tantos, quizás del propio Santángel, arrojó un costo total (aproximado) al cambio actual, de unos $ 640,000 (USD) De ello, Colon quedaría exento por su carencia absoluta de bienes y capital, y porque la ayuda provino de la bolsa de Santángel y préstamos de esos mismos banqueros sefarditas, los cuales estaban siendo expulsados de España, si no se convertían al cristianismo. ¿Serían las nuevas tierras prometidas, las Bíblicas de Promisión?

Si los Reyes Católicos sopesaron o no esta variante de un chantaje rosa a los sefarditas, solicitandoles fondos; la historia obvió o volvió la página de los entretelones del asunto, dado que con la realidad del descubrimiento de las nuevas tierras, todos, deudores y acreedores quedarían saciados y contentos. La concertación de voluntades, no exenta de resquemores, prosperó. En el momento del llamado a Colón por parte de la reina eran buenos los augurios, con el ensanchamiento de reino español. La grandiosa idea de Isabel I de convertirse en la encargada de cristianizar el Asia, que ya comenzaba a tomar forma con las propuestas tan subyugadoras del marino. Colón entendió que su novela aventurera, no era de fácil digestión en aquel mundo de supersticiones y fantasmas, como después, fueron los caprichos goyescos.

El marino daba al traste con siglos de un mundo imaginado bajo los preceptos de Platón, Ptoloméo y toda una pléyade de mentes claras ufanadas en mostrar los desconocido y necesario a la Humanidad, todavía encerrada en el Mare Nostrum. No fue casual, que por ahí anduvieran siempre tras bambalinas; las siempre emprendedoras, retozonas, tintineantes, además de alertas, bolsas sefarditas. Porque los judíos, si no se las sabían todas, se las imaginaban a certeza plena. Luego, la primera cita de Colón con los Reyes de España se efectuó en 1486, el peor momento de la economía española. Los reyes, evitando que Colón se fuera a otro reino con sus proyectos, lo proveyeron con una anualidad de unos 12,000 maravedíes.

En 1489, lo habilitaron con documentos por los cuales cualquier municipalidad española estaba obligada a darle comida y alojamiento a él y sus acompañantes. Una abundante literatura de narraciones sobre viajes a tierras desconocidas y sorteando mares fabulosos, como "Las aventuras de Marco Polo por Catay (China) y Cipango (Japón)", las reflexiones del propio irlandés, el abate Brendan, las historias de los marinos por excelencia de la antigüedad: los fenicios y otros tantos, pudieron alentar a Colón a buscar rutas alternas hacia el Asia. Otro aspecto interesante de la personalidad de los grandes de la época pre y pos colombina, consistió en que las guerras moriscas marcaron un hito en la consolidación del prestigio y seriedad del Reino de España, como abanderado de la fe cristiana.

Según Paolo Toscanelli, es cierta la visión Erdfel de Behaim
Pareció después que el viaje comercial de Colón a Gran Bretaña e Islandia, siendo cartógrafo en Lisboa, fue el detonador. Sin embargo, su error o equivocación de suponer menor el diámetro de la tierra, sus millas marítimas lo encajarían en la misma América, Arabia o Portugal, o en lugar de Catay  (China), Indus (India) o Cipango (Japón) soñados. Pero por entonces, era cita obligada el repasar la versión de Toscanelli acerca de las palabras de Marco Polo. Porque la esfericidad de la Tierra era admitida por los eruditos, al no conocer que entre Europa e Indias se interponía la inmensa América. De ahí que cuando el erudito alemán, geógrafo, astrónomo y navegante Martín Behaim, fabricó su “Erdfel” (paradigma físico) como la “Manzana de la Tierra” basado en la cartografía de Paolo del Pozzo Toscanelli (era el prototipo único de un mapamundi o atlas esférico existen y disponible de aquella época) Sin embargo, este artilugio no podía ser considerado, su modelo, como representativo de la esfera terráquea con la América inmensa incluida e interpuesta, entre las costas europeas (paradójicamente orientales), vistas desde las riberas índicas, dado que todavía nuestro continente no había sido descubierto por Cristóbal Colón.

De ahí, los errores involuntarios al fijar las distancias, de Europa a Indias, navegando hacia el Oeste, no hacia el Este. Luego, Colón empleó todo cuanto encontró a mano que entendiera ser afín con sus proyectos, incluyendo el punto de llegada a Indias, sin otra parada que: nuestra América fabulosa. Aunque a regañadientes y con lentitud del caracol, las ideas que daban forma esferoidal a aquella Tierra plana del Medioevo, se abrían paso hasta el desborde completo con la vuelta de Colón en su viaje redondo. Aquella versión demencial sustentada por los oscurantistas, sabios o creyentes, Toscanelli coadyuvo a esclarecer en medio de aquel mar de confusiones, una idea esferoidal del planeta ‘con sus meridianos y paralelos’

Es curioso que un alemán, Martín Behaim, fabricara su modelo del globo terráqueo tal como era concebido por los eruditos de entonces, siguiendo lo reflejado en Mapamundi Multifacético propuesto en sus esquemas por Toscanelli. Este artefacto de uso geográfico se elaboró con una bola de lino laminada en dos partes, reforzada con madera y cubierta con un mapa pintado por Georg Glockendon. Se le denominó, el “Erdapfel” (Manzana de la Tierra) El artefacto, fue colocado en la sala de recepción del ayuntamiento de Nüremberg, hasta el comienzo del siglo XVI. Este mapamundi esférico, por supuesto, aunque fue fabricado en 1492, ya explicado, no incluyó a las Indias Occidentales. 

Decir, América, las Antillas ni las tierras de Oceanía, Australia, entre otras. Ello, porque Colón no retornó con sus sorprendentes descubrimientos, solo hasta marzo de 1493. No obstante, el marino supuso con buena luz, que sus teorías sobre la esfericidad de la Tierra le llevarían a  con la omnisciente diestra extendida de la Iglesia Católica y la siniestra de la recién estrenada Inquisición, a causa de sus disparidades científicas con las inevitables contradicciones bíblicas del Dogma.

Sin embargo, el mismo clero que mostró su poder inexorable al implantar la Santa Inquisición; que promovió la expulsión de España de los sefarditas (1492), lo apoyó, para sorpresa de sus contemporáneos, bailando a la batuta de Isabel y Fernando. Es que los monjes, los muy pícaros,  estaban al tanto, acerca de qué eran las disgregaciones del marino en sus planes. Luego, el controvertido viaje, apoyado a cuitas por el confesor de Isabel, se efectuó a puras calzas. Corriendo marzo de 1493 las velas colombinas retornaron hinchadas con la gloria que envolvía al héroe, su tripulación y la tesis, casi probada, de que la Tierra no era plana sino total, por lo menos, cuasi redonda. El éxito colombino saturó de brillos a España sus súbditos, universidades, Iglesia y a sus reyes inteligentes, resultando en expansión fabulosa para la cristiandad y fuente de avidez mercantil, hacia las riquezas soñadas en aquellas tierras exóticas.

El descubrimiento de las nuevas tierras (así les dio a los europeos por bautizar, como Indias Occidentales) permitió el desborde de las potencias europeas sobre el nuevo continente y con ello, la expansión de la libre empresa, colonización y el capitalismo. El enriquecimiento evidente disponible a la vista y tacto de todos los europeos, aun para aquellos sin fueros ni privilegios; fue utilizado además como la carnada clásica para la puesta en marcha del motor que impulsaría a los humanos, hacia el desarrollo del Nuevo Mundo. Tal como sucedió después con "La fiebre del oro" en la California de 1848 o la búsqueda de varios “EL Dorado” por tierras sudamericanas. El gancho funcionó a las mil maravillas considerando la recesión europea de entonces bajo una economía  raspando lo endémico.

Capitulaciones de Santa Fe
En términos de la más exquisita pulcritud mercantil, Cristóbal Colón era un ferviente apasionado de que se honraran todos acuerdos. Luego, este héroe contaba con que se respetara lo reflejado en los acuerdos tête-â-tête, concertados entre él y Sus Serenisimas Majestades Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, los popularísimos “Reyes Católicos”  Se trataba nada menos que de los "Privilegios y prerrogativas otorgados a Cristóbal Colón por el Acta de Capitulaciones de Santa Fe, abril 30 de 1492". La letra, versaba respecto a los premios a recibir por las tierras por descubrir, como eran:

Recibir el diez por ciento de las riquezas, Título de Virrey de Indias, Gobernador, etc. entre otras mercedes y títulos.

Así meditó Colón, tal empresario típico, en los momentos de su retorno a Palos de Frontera (Huelva) de donde había partido en agosto 3 de 1492. El Navegante tuvo el cuidado que tales acuerdo tuvieran la forma de un “contrato” y no de una “merced” del toma y daca a la voluntad real.  El primero (el contrato) era un acuerdo irrevocable por una de las partes y de obligatorio cumplimiento para ambas, mientras que la segunda (la merced) sí era potestativa de los Reyes, el sostenerlas indefinidamente o simplemente revocarlas. 

El descubrimiento de América por empresarios al servicio de la corona española, se convirtió en un golpe geopolítico y teológico formidable, el para sorpresa de aquellos eruditos que despreciaban o tenidos a menos a los iberos; el triunfo de aquella reina Isabel; una casi desconocida como estadista e hija del rey Juan, resultó en un mazazo sin paralelo e inesperado, asestado por España primero al resto de las naciones de la Europa entera. Y después, con el efecto de un impacto científico (aunque circunstancial) del portento anunciado por España y sus anonado a todos y cada uno de  los otros reinos e imperios latentes, al menos conocidos entonces desde Asia hasta el borde (descubiertos después y bautizado) como el 'inmenso Pacífico', de lo cual no tenía nada.

La propagación de las buenas nuevas provenientes de una nación europea, que recién se había deshecho de los ocupantes musulmanes y los fanáticos seguidores de su fe, a los cuales expulsó definitivamente en 1492, reforzó el prestigio hegemónico de ese continente, en aspectos científicos, económicos, culturales, religiosos, militares y de otras categorías y realzó de una y por todas, el inmenso prestigio de los iberos frente al resto de las otras viejas civilizaciones. España y en específico, los reinos de Castilla y Aragón alegraron a las religiones judeocristianas, en especial, a la Iglesia Católica, apostólica y romana asentada en Roma. La preponderancia del papado vaticano, vaticinó un siglo XVI esplendoroso.

El Papa, voluntad capitalizadora del único mundo civilizado reconocido y ahora enaltecidos por las nuevas traídas de manos de aquel desconocido marino, que hablaba con acento peculiar, se tornó un vendaval civilizador para el Nuevo Mundo. Cristóbal Colón, hizo que las míticas cataratas infernales marcadoras del fin de La Tierra; conducentes al Infierno; se esfumarían bajo la realidad de la nueva ruta hacia la entonces "Indias" todavía supuesta parte del continente asiático. La ficción de fabulosos dragones y entes devoradores de marinos extraviados debería ser reinventada a las extraordinarias luces de un Renacentismo que ya tocaba puertas. Porque las maravillas traídas por Cristóbal Colón desde el Nuevo Mundo en este viaje y en los posteriores, transmutados de manera lírica en el fabuloso poema sinfónico "Aus der Neuen Welt" (Desde el Nuevo Mundo) del checo, Antonín Dvořák,  estremeciendo a toda la civilización occidental y al mundo judeo-cristiano en general, asomados a balcones del siglo XIX.

Este camino confiable por los siglos venideros, ya quedaba echado para siempre. Al retorno triunfal del Gran Almirante de la Mar Océano en sus maltrechas carabelas, heridas, con sus maderámenes ahora rechinantes y cargados de algas verdosas; parecían ansiosos de urgentes calafateos para enervar nuevamente en las nuevas y subyugantes aguas americanas. Así, aquellos veleros sus tripulaciones y capitanes valerosos, ahora ya convertidos en símbolos epopéyicos, serían vistos desde entonces como imágenes poéticas de entes majestuosos. Pero como es natural en estos casos, desde las grutas de la Europa Medieval, cuna zafia y envidiosa de los promotores del Oscurantismo vigente entonces, nunca perdonó al “Gran Almirante de la Mar Océano” y en especial a sus Reyes Católicos, que la despertara a los albores del Renacentismo.

Luego se hizo legendario aquello de "Tanto monta, monta tanto" lema inscrito en el escudo vencedor de Isabel I y Fernando II, después de expulsar de tierras españolas a los invasores islamistas, en enero de 1492. Solo unos meses a posteriori, los Reyes de España volvieron a sorprender a la Europa todavía atónita con la victoria española y alumbraron de nuevo al viejo continente; cuando las tres carabelas, La Santa María, La Pinta y La Niña, retornaron a España después de cumplir el  mandato dado a la expedición, bajo el comando de Cristóbal Colón, en busca de un camino más corto para llegar a "Indias" La expedición y las otras siguientes estuvieron integrada por el propio Colón, sus capitanes y tripulantes, tras  haber descubierto nuestra América en el primer intento, en la madrugada de octubre 12, 1492.

 La saga, continúa,

© Lionel Lejardi. Octubre, 2002
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Addendum
(1)      Tanto monta, abreviación de “tanto monta cortar como desatar”, es un mote heráldico. Su comienzo responde a una frase breve que constituía, sola o acompañada de la empresa —o figura heráldica—, una divisa alusiva a la persona que lo usaba y la cual utilizó Fernando II de Aragón llamado "el Católico" Cuya divisa personal consistía en la representación del nudo gordiano atado al yugo, cortado (que remitía a la anécdota de Alejandro Magno), acompañado del mote «tanto monta», que iniciaba la frase «tanto monta cortar como desatar», señalando que los medios utilizados para resolver un problema no son importantes, ante la solución de este. Pudo devenir en la frase clásica de “el fin, justifica los medios” frente a la "solución de este" Se presume, con probabilidad alta, que tal divisa le fue sugerida a Fernando II de Aragón por el gran humanista y filólogo sevillano, Antonio de Nebrija (wik) cuyo nombre es emblema de la Universidad actual homónima. Los jesuitas (quienes niegan utilizar medios inmorales) y se han defendido de que la frase se les haya atribuido en latín tal resa "cum finis est licitus, etiam media sunt licita" (Cuando el fin es lícito, también los medios son lícitos) Otros, que la escribió Napoleón en la contraportada de su libro, tras leer con fruición, "El Príncipe" de Nicolas Maquiavelo, mientras que otras fuente la tribuye a la obra, "Medulla Theologiae" (1650) 

Serás bienvenido a mis blogs alternos: 
EDC: 5207/ pág. 13/13


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