La “Estatua de la Libertad” y un poema
I/III
Se cumplen 61 años de dictadura comunista en
Cuba
(Editado)
"Si
la libertad significa algo,
es el
derecho de decir
a todos los demás,
lo que no
quieren oír"
George Orwell
("1984")
Un Asunto Americano
1492: ‘Madre de cambios y destinos para Emma’
¡Vigilad las esbeltas gárgolas parisinas!
Se les veía paseando gráciles, por la 42 Calle y
la 5ta. Avenida de New York. Corría el último cuarto de 1887 y Emma Lázarus
retornaba de Rusia, desolada y enferma; donde, por rumores falsos los pogromos anti judíos hicieron estragos
entre las comunidades europeas de los askenazis
del siglo XIX. Entonces, Emma Lázarus era todavía una grácil joven poetiza judía,
apasionada y frágil de nacimiento y no por casualidad, neoyorquina. Quizás, con
unos labios ni crueles ni finos, como represas de torrentes de palabras
inspiradas para ser escritas, no dichas. Labios carnosos, sugerentes y listos para detonar palabras besos y caricias mudas, tan propias de los caracteres más que apacibles, apasionadamente
silentes. De aquellos quienes inmersos en medio del arte poético, sienten dónde
está la verdad. Emma era de aquellas jóvenes de puntos de vista, los cuales para
los unos, de claroscuros irreverentes. Mientras que para los otros, la simple
expresión de sensibilidades inaccesibles a los legos. Donde los ensueños hacen hitos
en leyendas y el mármol ensaya destellos y sonoridades solo escuchables por
almas amigas. No el de cuevas panas
repletas de chascarrillos, granjas psicotrópicas y algún ramo de dormideras y zánganos
descalzos, echados orondos en hamacas de rones y peyotes mezcalinos, bajo
palmeras cómplices. Su mundo, era otro más respetable y menos ruinoso.
Esas congojas
Sin razón de tristezas aquellas otras, la parte
de esas congojas declaradas como las últimas decimonónicas. Resultaron las que
otrora abochornaban mejillas y despertaban arreboles en los cachetes femeninos.
Porque eso acontecía también más abajo, en tierras del altiplano sudoroso o en
las callejuelas de La Habana Vieja
aprisionada en intramuros, abandonada y destruida más tarde. Desde mediados del
por arribar, siglo XX por la furia vandálica de los “irregulares’ proto alpinos.
Es que durante esos años también en extramuros
por el intrusismo del Ejército de
Ocupación Extraño (guerrilleros orientales)
que todavía hace vivac en un anochecer eterno sobre la capital de la antaño
República de Cuba. La que ya al medio siglo XIX reventaba murallas, para dar
paso a la Ciudad Nueva. La misma que se apoderaron aquellos, que los ‘individuals extraños’ y sus cáfilas de hunos alcanzaron y estigmatizaron a fin
de robar y destrozar su propio y viejo sueño de escarabajos bárbaros. Se
trataba de algo minucioso, a fin de arrasar y destrozar la capital hasta
convertirla en escombros y nidos de moscas basureras.
Emma Lazarus (23 años)
New York, EE.UU. (1849-1887)
Grabado de T. Johnson (1872)
según foto de W. Kurtz
(Cortesía de The New York
Historical Society) |
Una ciudad apagada por trillos y senderos donde
los vacunos deambulaban, desembocaron en avenidas y paseos como los bieldos del mítico Zaal albino, nunca fue
encontrado. Ahora sus residuos cuajaban sobre la loma pequeña coronada por la ‘Iglesia del Ángel’ Donde los ansiosos revuelven
todo en busca de perdones y redenciones. Aunque siempre fueron bien recibidos,
en aquel definitivo y alucinante, Oeste dorado del Paraíso bíblico. Entonces,
allá lejos, en la América del Norte; los pioneros resplandecían entre los humos
del melting pot emético. Es por lo
que las dos las dos amigas se cuidaban de las hebras heladas, rezagadas de los
fríos neoyorquinos.
Pira de animales salvados
Mientras al Este de aquel Paraíso, fantasmas de animales
salvados, hicieron la última reunión, antes de cubrir el “Arca de la Alianza Americana” Pero ella, poetisa al fin, de esas
virtuosas de estilos cuneiformes de sumerios
no estaba para ditirambos ni garabatos de chiquillos tormentosos, gritándose
obscenidades.
Lo de aquí era grato en el New York de todos los
europeos, esperanzados al arribo a los Estados Unidos, por "Ellis Island" , puerto y aduana
principal de New York. Las que en mayo de 1965 fue integrada al complejo de ‘Liberty Island’ (Bedloe
Island) donde yace la "The Statue of
Liberty" La misma Liberty Island,
justamente denominada así desde 1956, junto con Ellis Island tan temprano como
desde el siglo XIX; acogió en barcos de pasajeros, galeones, veleros,
paquebotes, cargueros o lo que fuese movido por energía humana, eólica, solar,
situada en buena estrategia, a la boca del Río Hudson. El complejo, en 1998,
pasó a la jurisdicción de estado de New York, junto con parte de "Ellis Island"
Solo que otros esperanzados, como hicieron los
erradizos del Canaán; pero sin mandatos celestiales, salvo huir de la crueldad
intrínseca de los extraños hombres-rojos y la avidez natural del humano por la
libertad; armaron sus bajeles estereotipados con los moldes de la desesperación
y partieron esperanzados hacia la nueva Tierra de Promisión. Porque ellos
invirtieron luces y faros, los antaño del sur hacia Alejandría por el norteño
en el "Cape Florida Lighthouse"
del Miami de hogaño.
Eran después nuestros "balseros" (rafters), quizás dirá la rígida Historia,
los más que ripiados y dignos de
compasión, además de ser nuestros héroes contemporáneos, casi desconocidos.
Ese islote de la hoy "Liberty Island", lugar y asiento de
la futura e inmensa estatua; desafiaría todas las proyecciones y etiquetas
dimensionales acerca de las “Maravillas
del Mundo Antiguo” censadas de entonces.
De cualquier manera, la mole regiría sus
salvaguardas sobre toda la libertad que los norteamericanos pudieron acumular,
cuidar y defender. Por suerte, con toda la avidez de la indudable Santa Codicia
una de las patronas del individualismo rugiente y benefactor, desde el
estallido libertador del 4 de julio de 1778. Fueron las auras y águilas de
cabeza blanca, montadas en las furias, los motores que impulsaron a la después
denominada, "Revolución Americana"
«Una libertad inmediata y sin dilaciones», reclamó
Adams
La nación norteamericana derramó generosamente y
ofreció a ese mundo global, el ejemplo de los próceres norteamericanos con su
gesta emancipadora; todavía hasta entonces; inmersa en el cardumen
aristocrático europeo o de satrapías medio orientales, asiáticas y africanas,
como hoy con sus populistas "bongoseros"
de medio palo, siempre amenazantes en cada uno de esos estados acunados en
brazos del fundamentalismo. Era el clamor de una libertad inmediata y sin
dilaciones, que abarcara el mundo aun latente tras la Ilustración, devenida
radiante antes y durante el Siglo de las
Luces.
Fiesta de una luces
Al que el cubano Carpentier le arrancó fulgores,
en esa, su novela inolvidable. Pero todo había concluido con la felicidad
emanada de las calles y callejones comunales de vía estrecha como las calles
"...de la Muralla o del Callejón del
Cristo y del Conde Cañongo”, hoy devastadas y arruinadas por las turbas
divinas de la anti "civilización
comunista" Ellos, iconoclastas de nacimiento, transmutadas sitios por donde
habrían caminado sus serenidades, como antaño, entonces nuestras Emma y
Georgiana, recuerdos vivientes de almas contemporáneas.
Ahora, en aquel entonces, ambas muchachas se
deleitaban en el pequeño café, situado en la marcada de manera virtual (entre
la gente que denominaban "del montón")
con el sobrenombre de lo que no era: “La
Esquina del Pecado", tal la mentó un novelista.
— « ¿Sabes Emma? —le inquirió
Georgiana, en un instante de vibración, mientras merendaban»―. Me
causó algo de zozobra cuando casi rechazas la solicitud de Evarts (1)
—«Hay demasiada politiquería metida en
estas colectas para el pedestal. Es casi insoportable el cacareo de los
políticos y el buen número de diletantes, que sólo mueven la lengua para
escucharse ellos mismos» —agulló
Emma, con un marcado tono de desaliento.
Después de un conversatorio trivial entre
solterías, la más joven de la viudez de la otra, Emma continuó solitaria como
una brizna de paja a la tenue brisa vespertina. Recién había dejado a su buena
amiga Georgiana en la morada de ésta, un bello y floreciente nido, con las
ventanas cuajadas de flores en primavera. Tan desesperanzada como Emma, en
encontrar un marido educado. Nada de sexo, sino para que le sirviera (se
sirvieran mutuamente) de compañía durante los años finales. Pero Emma continuó
repleta de fríos ininteligibles al describir lo raro de la temperatura, no muy
justificados en aquella zafia primavera neoyorquina llegada con retraso.
Pogromos
Los pogromos rusos anti semitas, eran crueldades
insoportables
Una tristeza pegajosa y húmeda, como sólo pueden
experimentar las mujeres, le azotaba el alma y rompía sus visiones de un futuro
incierto. Y todavía andaba a cuestas con las visiones de los horribles pogromos
anti semitas que les tocó ver en la misma Rusia. Tan peores como que la propia
experiencia yerma de sus soltería. En otro día cualquiera anterior, serían los
asombros y expectaciones ante la carrera de antorchas científicas y artísticas
venidas desde la Ilustración, en postas y de relevos hacia los años de 1800 y
tantos. Porque ya habían transcurridos casi tres cuartos de esta centuria,
cuidadosamente esperada por los gigantes del comercio, industria, artes,
economía, humanidades, política, ciencias, guerras y otras disciplinas emprendedoras
del quehacer humano individual.
Es que todas las inteligencias y sensibilidades
abrillantadas ansiaban mostrar lo mejor de su aporte al subyugante juego
civilizador de los hombres. Y no otro, ese quehacer generador de ideas y
riquezas, envidiado por morones y lerdos que pastan recolecciones en cada
continente, siempre atentos y en lujuriosa espera; de los descubrimientos,
obras y esfuerzos ajenos para tenerlos y disfrutarlos como suyos.
Porque ya estaba delineado virtualmente, aunque
todavía no escrito, todo el plan para transformar el nacimiento exuberante de
las naciones, en particular la nuestra; EE.UU.; por los Morgan, Monet, Zola,
Gandhi, Roosevelt, Rockefeller, Einstein, Edison, Heisenberg, Rodin, Curie,
Planck, Bohr, Wright, Tesla, Ford, Keynes y más y más de los otros brillantes
de cada continente. Algunos estudiosos de la morfología humana, en especial
aquellos que hurgan por los caminos del cerebro, los sitúan en el atrio de los
genios totales por estar o haber nacido, según la cábala “por encima del paralelo 23 septentrional (Norte).
Quizás por la inclinación geo polar con respecto
al sol. Una concertación de bondades intelectuales inigualable. Donde, arguyen
los eruditos de hoy al igual que los anteriores, que ellos participaban no sólo
en calidad de colegas, sino también de los apreciados competidores enchumbados
en su materialismo resecado. Que no es precisamente la fuerza única combustible
del desarrollo humano.
Dow le dijo a Jones y … este a Bergstresser (2)
Y a propósito, nada de asombrarnos que unos
pensantes atemporales; como Marx, Blanc o Engels se unieran como
"colados" sin invitación al torrente enemigo, pero en línea inversa
de la contra corriente humanística. Decir, para disfrutar y solazarse con los
éxitos inteligentes de los genios, los eruditos y los elegidos. Los “recoge cosechas” de otros. Los copycats y plagiadores de la creación
ajena, tal es tarea catacumbica de los izquierdistas, liberal y comunistas.
Sucede que con esta última troika o cuadriga, como es la filosofía de
ciertos “peces pilotos” (aliados
todos a los tiburones, a causa de su ambliopía meridional con la que estos
cacos de la libertad se justifican); existe uno de los tantos dogmas
inviolables (son los peros, aunque, no obstante, etc.) dentro de sus sociedades
secretas, como aquel cortado al sayo de los comunistas y ciertas etnias de
religiosidades mendaces,
—“Nada de
trabajar para generar riquezas. Que las suden otros y después se las quitamos”
Similar
a otras, como aquellas que entonan,
— "Eso de crear riquezas, que lo
hagan los idiotas, con nuestro tiempo y cerebro. Lo nuestro es, por ley natural
de los pobres necesitados, tomarlas por la fuerza y disfrutarlas"
Decían los comunistas,
liberales, progress y el resto de la canalla de fans aullantes por su amor a la violencia; para quitar al que tiene
riquezas porque, dicen, no la creó para el desfrute de todos. Montados en la
cresta de la ola zurda cacofónica, ramplona y desaseada; aferrada a su
mendacidad trashumante como hacen los pastores con las manadas de vacas
infértiles criadas en gaveteros, según les ordenan sus Líderes
Máximos. Tragando lo que no es suyo de verano a invierno,
regodeándose en defecar y mear, en los pastos ajenos, tal hacen los abigarrados
dueños de mascotas. Eran, anunciaron desde sus coches los aurigas del averno
rojo, "son las hordas comunistas de
Marx y la cohorte de sus vagabundos"
El que bajó le dijo al otro,
—Jones, cuidado
con los Marx, Blanc, Bakunin, Proust, Joyce y otros pescaditos defensores del “melting
pot"
Le alertó Dow a Jones y éste a su vez, lo
descargó en Bergstresser (el silent partner) mientras se alejaban del pub con
paso calmo hacia sus oficinas en el No. 15, de la que antaño fue la calle
amurallada (hoy, Wall Street) y que
protegió la entonces incipiente “New Ámsterdam"
(Nueva Ámsterdam) de sus enemigos permanentes, en plena isla de Manhattan. Es
que por aquellos tiempos, entre los herbajes, enlodamientos y las postas de los
animales de tiro; sonaban distintos alaridos de timbres crípticos de cada
"yes mom", "ano pañi" o "sí señora", caucásicos, eslovacos,
flamencos o españoles.
Inundantes todos, de las tierras del Nuevo
Mundo, el cual uno de los genios de la élite pensante del siglo XV; Cristóbal
Colón; se tomó el trabajo de "descubrir
en el 1492, para terror de Emma" e iniciar la civilización occidental
y judeo-cristiana, en beneficio de los nativos sumidos alegremente en el
arcaico mundo (escuchar, bien) imperialista, esclavista y antropofágico. Toda
una carga enorme, a fin de puntualizar la obligación europea cristiana de
civilizar a los nativos por encomiendas reales y papales de Isabel y Fernando.
Y con cuidado, porque algunos aborígenes además, eran de gustos gastronómicos
peculiares.
Es la secuela del sensei antiquísimo, como síndrome natural de reverencia a los
triunfantes; no a la masa amorfa, populista, desculturizada y pancista;
disfrutadora por igualdades, arrancadas a las almas generadoras de bienes y
riquezas. También porque allí, en aquellos lares de deidades domésticas,
lubricaban sombras de nacionalismos y otras extemporáneos e igual; soles de
falsedades adamadas colgadas de una civilización pujante, la europea, que no
les pertenecía. Es que la cuerda de la paciencia yankee y sus libertades daba
fuertes señales de que arribaba al fin de su tolerancia.
Una mañana fría en París
En otra mañana fría y primaveral en París,
cierto que de longitud y latitud fulgurantes aunque diferentes; un team work de
lo mejor de la intelectualidad y las artes francesas. Se contaba; Frederick
Auguste Bartholdi, el escultor (en ocasiones, todavía envuelto en su alias de
"Amílcar Hasenfratz", como
pintor sin futuro), tomaba el desayuno en su cafetín preferido. Leía el
matutino, a un costado de la Basilique du
Sacré-Cœur (Basílica del Sagrado Corazón) En los arboles cercanos, bandadas
de pájaros multicolores abrevaban apetitos. Este escultor, andaba menos que
contento con los tiempos tomados por el ingeniero civil y estructural, junto
con su grupo de colaboradores, que diseñaba la armazón interior de la futura
estatua. Este último, Gustave Eiffel, recién llegaba y se sentaba plácido
frente a Bartholdi.
—"Estimado señor Bartholdi, comprendo
sus inquietudes. ―comenzó a explicar con voz suave, arrastrando
un poco la ere pero sin ninguna inquietud, ante la mirada de reproches del
escultor―. Pero, Usted debe entender que no es lo
mismo adicionar o quitar barro de una figura escultural. Claro, que no intento
demeritar su trabajo; que quitar y poner alegremente factores en una ecuación
matemática.
Es que si nos fallan los cálculos, la estatua
se nos viene abajo y nadie lo regañará a Usted, porque su modelo resultó
hermoso en el papel. Pero a mí, sí. Si mi estructura, que no es una obra de
arte sino de ingeniería; no funciona; por estar sujeta a un cúmulo de apreciaciones
eurítmicas, no técnicas. Luego, como sucedió con su maqueta, es “ingeniería
impura"
Bartholdi, el escultor, dedicó la mejor de sus
miradas al interlocutor frente a él. Es que se trataba de otro gigante: Gustave
Eiffel, encargado de diseñar la estructura metálica de acero que conformaría el
esqueleto de la estatua. La misma mole de acero y cobre, que se pretendía
plantar sobre el pedestal aun no construido del todo, allá por una pequeña isla
en plena bahía de New York. Exactamente sobre los cimientos del antiguo “Fort W
L’ Impressionnisme
A ciertos políticos iluminados, dicha estatua
les dio sus buenos dolores de cabeza y querellas recalentadas. Las otras
identidades, sumidas en algarabías socialistas, eran las ánimas circulantes
escapadas desde los tiempos de la Ilustración en calidad de sueños eremitas,
navegando y enredados entre las modas tipo, ya auguradas desde inicios del
siglo XIX. Después, sobrevendrían las nuevas olas de aquellos frágiles de
espina dorsal siempre enervados, que correrían a hincarse ante la "gatita de María Ramos" y la
luminosidad del Impressionnisme tipo siglo XX, per sæcula sæculórum, porque el amén de la terminación de la disputa,
brillaba por ser oído. Sí, quizás los labios en rictus espléndido advirtieron
lo real e irreal de la verdad.
Porque, aquí y allá coexisten infinidad de
pistas y rugosidades al respecto. Cada diletante de todo y maestro de nada,
agitaba algarabías o redondeces en función de su idiotez. Más hoy, cuando
intereses foráneos tratan de vincular el símbolo original de esta mole de
preciosidades estatuarias y uno de nuestros monumentos nacionales de mayor
connotación y fama mundial; con otras veleidades exóticas, que nos hacen
reaccionar frente a la tozudeces e irregularidades de los ciertos extraños
(aliens), no todos averiados, que nos invaden. Por sinrazones tales, es mejor
soltar una mirada auscultadora al despertar reminiscente, de algunos de los
hechos, porque del decir, hay trechos que recorrer.
El “L’ Impressionnisme,
“Señor Absoluto de Tumbas”, corazones
y cuerpos de los adalides amortajados en Les
Invalides y de la palabra versada musical de Claude Joseph Rouget de Lisle,
en su "Chant de guerre pour l’Armée du
Rhin" (Canto de
guerra para el ejército del Rhin) y que a destiempo se desdobló en "La Marseillaise", era la
responsable absoluta de la pradera parisina, Europa y el resto del planeta, que
los marxistas-sobaqueros,
pretendieron envolver en llamas.
x
Y bien que anduvieron cerca de la tenue línea
anárquica, los nuevos sans-coulottes de la Comuna de París y de sus fantasmas
de marxismo trunco. Los que revertían clamores y llamados al extraño
peregrinaje alocado de un pretendido Adán comunista que nunca existió. Porque
los rojizos, esa especie abortada por la izquierda en calidad de gay filosófico (los mismos anatemizados
de antes y que ahora el régimen castrista. Atacado en una recaída populista ha
puesto de moda) correteando estupideces obre una mula montada al revés, en
función de un travestí desnudo con las manos en los bolsillos, ululando por
llanuras del tropo marxista europeo. Pero estos jacobinos de medio palo y peor
pelo, ya no dispondrían de una réplica del Robespierre cruel, por la simple
razón de que el Gral. Adolphe Thiers les había sacudido las posaderas cuando
asomaron greñas y orejas por encima de las barricadas parisinas, en ocasión de
estallar los desperdicios de la pajarera ecléctica: la “Comuna
de París”
Estos desclasados, no tendrían a quien seguir y
deberían conformarse con un Marx, tambaleándose de brazos de otro timbalero “del no hacer útil”, su yerno, el cubano
oriental Pablo Lafargue; otro vagabundo por el erial comunista europeo; casado
con Laura la segunda hija del filósofo y aspirante a economista, Karl Marx y
sus socio Engels.
¿Quién es ?
El rabino dirigió la mirada a su compañero
bostezador en el banco en el Parque Central de New York, ya floreciente con la
pajarera para encanto de los ornitólogos que por esa y esta época a observar
las aves, mientras observó a la joven que con paso decidido, se deslizaba
frente a ellos. El otro, hizo un gesto de ignorarlo. Pero le dijo al fin,
―
¿Quién es esa muchacha tan espigada? ―repitió
Porque, de modo semejante en la “Estatua de la Libertad” incidieron y
coexistieron rugosidades y desavenencias respecto al carácter real de la
espiritualidad y objetivos de esta dama incógnita cargada de metales y
soledades. La figura adscrita per se,
sin proponérselo, destilaba una delicada sensualidad más que romana o espartana.
Impregnada de fino aroma al bouquet
parisino. Así era la muchacha neoyorquina de rostro afilado, a contrapelo de la
estatua. Y por qué no también, del exquisito olor a floresta de rosas y
jazmines del hidrocarburo angoleño destilado o el de los cañaverales cubanos;
estos últimos; por entonces repletos de mambises enamorados de sus hembras
trágicas y de la patria aun aherrojada por la metrópoli española.
Recordar que la faz de La Gran Dama nos señala, no por casualidad geográfica y sí
democrática, las coordenadas de uno de los puntos más sensibles y conocidos de
todos los humanos despiertos. Claro, por cada gente del valer, saber y también
de valor del planeta entero: los: 48 ° 52’ 26” Norte y 2° 17’ 42” Este (06:00 PM hora de
París). Es el punto que marca el "Arc de triomphe de l'Étoile"
Exacto, en París. La estatua es la misma que
hoy, reverdece con más intensidad en nuestro interés. Cuando intenciones
foráneas tratan de vincular el símbolo original de este otro de nuestros
monumentos insignias, regalo del pueblo francés al norteamericano, a propósitos
egoístas y disimiles; amarrados a agendas raras o exo
nacionales y peor, escondiendo viejos clamores anexionistas de parte de nuestro
territorio actual.
Sin embargo, el proyecto y armado de la estatua
seguía su imparable cuesta arriba. Bartholdi junto con el compositor
Charles-François Gounod, auxiliados de pingües conciertos, tómbolas y loterías
efectuadas por toda Francia —especialmente en París— lograron que los franceses
reunieran el millón de francos de la época (al principio supusieron unos
800,000, necesarios para proyectar y construir la descomunal obra estatuaria.
Ninguna mejor paradoja hoy, que la estatua clavada en el vértice del Hudson
donde vería desfilar "carretas y carretones" cargadas de millones de
inmigrantes insomnes y de los expelidos ilegítimamente, sin posibilidades de
emitir una sola queja u opinión, contra quienes les arrollan su civilización.
Las aduanas de Ellis Island durante los años del
Gran Arribo de Inmigrantes, (GAI) solo
rechazo al 2% por ser polígamos, criminales o portantes de enfermedades
infecciosas. América abrió sus brazos generosos indistintamente y le dio abrigo
a ese caudal humano, con o sin ‘Estatua
de la Libertad’ ni el poema de marras. Luego es incierto que los
inmigrantes de entonces y posteriores penetraron a EE.UU. bajo el manto de dos
elementos en vías o inexistentes, hasta materializarse con posterioridad o en
vías de materializarse.
The Statue of Liberty"
Mejor ojear, sin espantar los récords
contractuales, hasta los tiempos presentes. Es que en los inicios de la idea de
la estatua, la pieza no fue bautizada con el nombre oficial que hoy ostenta, "Statue of Liberty" No, fueron
otros los pre rumbos e intenciones concurrentes en la génesis estatuaria,
cuajadas de alegorías y muecas no declaradas, tal fue "Skrik"
(El Grito) del holandés Munch, incrustado en el lugar cimero de la pinacoteca
de Oslo, la fría pero acogedora capital. Meditamos, porque cada 28 de octubre,
la "Estatua de la Libertad" cumple
años.
La "Noble
Dama", fue erigida en la actual isla Liberty Island (entre otros anteriores, antes (Bedloe’s Island), en la boca del Río Hudson, Puerto de New York a
la vista de New Jersey. El monumento, ya in situ, despertó los naturales recelos
y pesares acerca de cuál de las ciudades; New York o New Jersey, correría con
los gastos de su operación como atracción turística y además, los propios del
mantenimiento provocados por la agresividad ambiental.
Finalmente New York, aceptó la encomienda y la
esperanza del dinero federal para cumplir la tarea de preservación. Fondos, los
cuales estuvieron pendulando en el clásico "veremos" por los ediles neoyorquinos. Exactamente en ese punto
de la decisión aunante de ambas orillas en impulsar la obra, convergieron dos
desconocidos electrizados por Thomas Alva Edison. Sería en muestra de las
asimetrías del Id con las del Ego,
de cada uno de los caracteres. Y también las ventoleras de quienes ya miraban
de reojo a nuestra América, algo desprotegida.
Se trataba de dos actores desplegados en el lado
estadounidense: la escritora y poetiza neoyorquina, la judía Emma Lázarus y el publicista de origen
húngaro Joseph Pulitzer III. De
manera singular ambas personalidades de intelectuales contrapuestos, chocarían
colosidades y entrecejos por una mayor comprensión respecto al regalo francés.
Los trabajos para armar la inmensa mole de cobre
y acero, comenzaron tras una larga y tormentosa gestión del lado
estadounidense, tendente a recaudar los fondos necesarios para construir el
pedestal. Que aumentó al monumento en tanta altura, casi como la de la estatua
propia. Desde mucho antes, un grupo de notables franceses gestores de la idea,
ya habían cumplido la tarea de diseñar
y construir la estatua en sí. Ahora
les faltaba la palabra crucial: erigir.
Es que no se trataba de una estatua cualquiera, por y para un país cualquiera.
El drama de mármoles, concreto, cobre y aceros, atañía a los admirados y
también envidiados, los Estados Unidos de Norteamérica (EE. UU.)
La obra, por su inmensidad y peso, después que
sus fragmentos fueron exhibidos en un parque de terrenos parisinos, debió
seccionarse antes de ser estibada para su transportación a los EE.UU. Ello fue
tarea cumplida a cargo de la fragata francesa, "Isère” El conjunto del
monumento se ejecutó bajo un despliegue de opiniones y circunstancias
diferentes entre sí, en unos tiempos tormentosos pareceres confusos y en otros,
antagónicos. Habría que entender a la América de los melting pots relativamente apacibles de antaño, no los de roñares
diversos de hogaño y de los consejos secretos de los viejos mocasines,
sandalias o guarachas, que cantan siempre que hay fuegos en manglares o
matorrales.
Es que los danzantes con sus flechas, plumas,
macanas, lanzas y tambores cocodrilos y los principales actores de cuello duro,
chistera y bastón en ristre, siempre andaban en extraños saraos y kermesses
vespertinos. Sus fiestas paganas e interminables, roncando como rana toros
sobre aquellos tapices tejidos que se les antojan "sus hamacas deliciosas", algunas tejidas con hilos de cáñamo
índico, como el mismísimo velamen de las calaveras colombinas. ¡Valga, rediós y
joder lo de este hombre!
La saga continúa.
©Lionel Lejardi. Octubre, 2011
Legacy Press
1 William
Maxwell Evarts, quien era a la sazón Secretario de Estado del Presidente
Rutherford B. Hayes y presidente de la Comisión para el Pedestal de la Estatua
de la Libertad, estaba encargado también de la "Art
Loan Fund Exhibition in Aid of the Bartholdi Pedestal Fund for the Statue of
Liberty"
2 Charles
Henry Dow, fue un periodista norteamericano y cofundador del "Dow Jones and Company" con Edward
Jones y Charles Bergstresser. Dow, también fundó el "The Wall Street Journal", el cual devino una de las más
respetadas publicaciones financieras en el mundo. Él, también tuvo la audacia
de inventar el denominado "Dow Jones
Industrial Average" (wik)
Serás bienvenido a mis blogs:
EDC-4358/Pg.
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