miércoles, 19 de octubre de 2016

La “Estatua de la Libertad” y un poema I/III

La “Estatua de la Libertad” y un poema
I/III
Se cumplen 61 años de dictadura comunista en Cuba
(Editado)
"Si la libertad significa algo,
es el derecho de decir
 a todos los demás,
lo que no quieren oír"
George Orwell
("1984")
Un Asunto Americano

1492: ‘Madre de cambios y destinos para Emma’

¡Vigilad las esbeltas gárgolas parisinas!
Se les veía paseando gráciles, por la 42 Calle y la 5ta. Avenida de New York. Corría el último cuarto de 1887 y Emma Lázarus retornaba de Rusia, desolada y enferma; donde, por rumores falsos los pogromos anti judíos hicieron estragos entre las comunidades europeas de los askenazis del siglo XIX. Entonces, Emma Lázarus era todavía una grácil joven poetiza judía, apasionada y frágil de nacimiento y no por casualidad, neoyorquina. Quizás, con unos labios ni crueles ni finos, como represas de torrentes de palabras inspiradas para ser escritas, no dichas. Labios carnosos, sugerentes y listos para detonar palabras besos y caricias mudas, tan propias de los caracteres más que apacibles, apasionadamente silentes. De aquellos quienes inmersos en medio del arte poético, sienten dónde está la verdad. Emma era de aquellas jóvenes de puntos de vista, los cuales para los unos, de claroscuros irreverentes. Mientras que para los otros, la simple expresión de sensibilidades inaccesibles a los legos. Donde los ensueños hacen hitos en leyendas y el mármol ensaya destellos y sonoridades solo escuchables por almas amigas. No el de cuevas panas repletas de chascarrillos, granjas psicotrópicas y algún ramo de dormideras y zánganos descalzos, echados orondos en hamacas de rones y peyotes mezcalinos, bajo palmeras cómplices. Su mundo, era otro más respetable y menos ruinoso.

Esas congojas
Sin razón de tristezas aquellas otras, la parte de esas congojas declaradas como las últimas decimonónicas. Resultaron las que otrora abochornaban mejillas y despertaban arreboles en los cachetes femeninos. Porque eso acontecía también más abajo, en tierras del altiplano sudoroso o en las callejuelas de La Habana Vieja aprisionada en intramuros, abandonada y destruida más tarde. Desde mediados del por arribar, siglo XX por la furia vandálica de los “irregulares’ proto alpinos.

Es que durante esos años también en extramuros por el intrusismo del Ejército de Ocupación Extraño (guerrilleros orientales) que todavía hace vivac en un anochecer eterno sobre la capital de la antaño República de Cuba. La que ya al medio siglo XIX reventaba murallas, para dar paso a la Ciudad Nueva. La misma que se apoderaron aquellos, que los ‘individuals extraños’ y sus cáfilas de hunos alcanzaron y estigmatizaron a fin de robar y destrozar su propio y viejo sueño de escarabajos bárbaros. Se trataba de algo minucioso, a fin de arrasar y destrozar la capital hasta convertirla en escombros y nidos de moscas basureras.
Emma Lazarus (23 años)
New York, EE.UU. (1849-1887)
Grabado de T. Johnson (1872)
según foto de W. Kurtz 
(Cortesía de The New York 
Historical Society)

Una ciudad apagada por trillos y senderos donde los vacunos deambulaban, desembocaron en avenidas y paseos como los bieldos del mítico Zaal albino, nunca fue encontrado. Ahora sus residuos cuajaban sobre la loma pequeña coronada por la ‘Iglesia del Ángel’ Donde los ansiosos revuelven todo en busca de perdones y redenciones. Aunque siempre fueron bien recibidos, en aquel definitivo y alucinante, Oeste dorado del Paraíso bíblico. Entonces, allá lejos, en la América del Norte; los pioneros resplandecían entre los humos del melting pot emético. Es por lo que las dos las dos amigas se cuidaban de las hebras heladas, rezagadas de los fríos neoyorquinos.

Pira de animales salvados
Mientras al Este de aquel Paraíso, fantasmas de animales salvados, hicieron la última reunión, antes de cubrir el “Arca de la Alianza Americana” Pero ella, poetisa al fin, de esas virtuosas de estilos cuneiformes de sumerios no estaba para ditirambos ni garabatos de chiquillos tormentosos, gritándose obscenidades.

Lo de aquí era grato en el New York de todos los europeos, esperanzados al arribo a los Estados Unidos, por "Ellis Island" , puerto y aduana principal de New York. Las que en mayo de 1965 fue integrada al complejo de Liberty Island (Bedloe Island) donde yace la "The Statue of Liberty" La misma Liberty Island, justamente denominada así desde 1956, junto con Ellis Island tan temprano como desde el siglo XIX; acogió en barcos de pasajeros, galeones, veleros, paquebotes, cargueros o lo que fuese movido por energía humana, eólica, solar, situada en buena estrategia, a la boca del Río Hudson. El complejo, en 1998, pasó a la jurisdicción de estado de New York, junto con parte de "Ellis Island"

Solo que otros esperanzados, como hicieron los erradizos del Canaán; pero sin mandatos celestiales, salvo huir de la crueldad intrínseca de los extraños hombres-rojos y la avidez natural del humano por la libertad; armaron sus bajeles estereotipados con los moldes de la desesperación y partieron esperanzados hacia la nueva Tierra de Promisión. Porque ellos invirtieron luces y faros, los antaño del sur hacia Alejandría por el norteño en el "Cape Florida Lighthouse" del Miami de hogaño.

Eran después nuestros "balseros" (rafters), quizás dirá la rígida Historia, los más que ripiados y dignos de compasión, además de ser nuestros héroes contemporáneos, casi desconocidos. Ese islote de la hoy "Liberty Island", lugar y asiento de la futura e inmensa estatua; desafiaría todas las proyecciones y etiquetas dimensionales acerca de las “Maravillas del Mundo Antiguo” censadas de entonces.

De cualquier manera, la mole regiría sus salvaguardas sobre toda la libertad que los norteamericanos pudieron acumular, cuidar y defender. Por suerte, con toda la avidez de la indudable Santa Codicia una de las patronas del individualismo rugiente y benefactor, desde el estallido libertador del 4 de julio de 1778. Fueron las auras y águilas de cabeza blanca, montadas en las furias, los motores que impulsaron a la después denominada, "Revolución Americana"

     «Una libertad inmediata y sin dilaciones», reclamó Adams

La nación norteamericana derramó generosamente y ofreció a ese mundo global, el ejemplo de los próceres norteamericanos con su gesta emancipadora; todavía hasta entonces; inmersa en el cardumen aristocrático europeo o de satrapías medio orientales, asiáticas y africanas, como hoy con sus populistas "bongoseros" de medio palo, siempre amenazantes en cada uno de esos estados acunados en brazos del fundamentalismo. Era el clamor de una libertad inmediata y sin dilaciones, que abarcara el mundo aun latente tras la Ilustración, devenida radiante antes y durante el Siglo de las Luces.

Fiesta de una luces
Al que el cubano Carpentier le arrancó fulgores, en esa, su novela inolvidable. Pero todo había concluido con la felicidad emanada de las calles y callejones comunales de vía estrecha como las calles "...de la Muralla o del Callejón del Cristo y del Conde Cañongo”, hoy devastadas y arruinadas por las turbas divinas de la anti "civilización comunista" Ellos, iconoclastas de nacimiento, transmutadas sitios por donde habrían caminado sus serenidades, como antaño, entonces nuestras Emma y Georgiana, recuerdos vivientes de almas contemporáneas.

Ahora, en aquel entonces, ambas muchachas se deleitaban en el pequeño café, situado en la marcada de manera virtual (entre la gente que denominaban "del montón") con el sobrenombre de lo que no era: “La Esquina del Pecado", tal la mentó un novelista.   

            — « ¿Sabes Emma? —le inquirió Georgiana, en un instante de vibración, mientras merendaban»―. Me causó algo de zozobra cuando casi rechazas la solicitud de Evarts (1)

             —«Hay demasiada politiquería metida en estas colectas para el pedestal. Es casi insoportable el cacareo de los políticos y el buen número de diletantes, que sólo mueven la lengua para escucharse ellos mismos» —agulló Emma, con un marcado tono de desaliento.

Después de un conversatorio trivial entre solterías, la más joven de la viudez de la otra, Emma continuó solitaria como una brizna de paja a la tenue brisa vespertina. Recién había dejado a su buena amiga Georgiana en la morada de ésta, un bello y floreciente nido, con las ventanas cuajadas de flores en primavera. Tan desesperanzada como Emma, en encontrar un marido educado. Nada de sexo, sino para que le sirviera (se sirvieran mutuamente) de compañía durante los años finales. Pero Emma continuó repleta de fríos ininteligibles al describir lo raro de la temperatura, no muy justificados en aquella zafia primavera neoyorquina llegada con retraso.

Pogromos
Los pogromos rusos anti semitas, eran crueldades insoportables
Una tristeza pegajosa y húmeda, como sólo pueden experimentar las mujeres, le azotaba el alma y rompía sus visiones de un futuro incierto. Y todavía andaba a cuestas con las visiones de los horribles pogromos anti semitas que les tocó ver en la misma Rusia. Tan peores como que la propia experiencia yerma de sus soltería. En otro día cualquiera anterior, serían los asombros y expectaciones ante la carrera de antorchas científicas y artísticas venidas desde la Ilustración, en postas y de relevos hacia los años de 1800 y tantos. Porque ya habían transcurridos casi tres cuartos de esta centuria, cuidadosamente esperada por los gigantes del comercio, industria, artes, economía, humanidades, política, ciencias, guerras y otras disciplinas emprendedoras del quehacer humano individual.

Es que todas las inteligencias y sensibilidades abrillantadas ansiaban mostrar lo mejor de su aporte al subyugante juego civilizador de los hombres. Y no otro, ese quehacer generador de ideas y riquezas, envidiado por morones y lerdos que pastan recolecciones en cada continente, siempre atentos y en lujuriosa espera; de los descubrimientos, obras y esfuerzos ajenos para tenerlos y disfrutarlos como suyos.

Porque ya estaba delineado virtualmente, aunque todavía no escrito, todo el plan para transformar el nacimiento exuberante de las naciones, en particular la nuestra; EE.UU.; por los Morgan, Monet, Zola, Gandhi, Roosevelt, Rockefeller, Einstein, Edison, Heisenberg, Rodin, Curie, Planck, Bohr, Wright, Tesla, Ford, Keynes y más y más de los otros brillantes de cada continente. Algunos estudiosos de la morfología humana, en especial aquellos que hurgan por los caminos del cerebro, los sitúan en el atrio de los genios totales por estar o haber nacido, según la cábala “por encima del paralelo 23 septentrional (Norte).

Quizás por la inclinación geo polar con respecto al sol. Una concertación de bondades intelectuales inigualable. Donde, arguyen los eruditos de hoy al igual que los anteriores, que ellos participaban no sólo en calidad de colegas, sino también de los apreciados competidores enchumbados en su materialismo resecado. Que no es precisamente la fuerza única combustible del desarrollo humano.

Dow le dijo a Jones y … este a Bergstresser  (2)
Y a propósito, nada de asombrarnos que unos pensantes atemporales; como Marx, Blanc o Engels se unieran como "colados" sin invitación al torrente enemigo, pero en línea inversa de la contra corriente humanística. Decir, para disfrutar y solazarse con los éxitos inteligentes de los genios, los eruditos y los elegidos. Los “recoge cosechas” de otros. Los copycats y plagiadores de la creación ajena, tal es tarea catacumbica de los izquierdistas, liberal y comunistas. Sucede que con esta última troika o cuadriga, como es la filosofía de ciertos “peces pilotos” (aliados todos a los tiburones, a causa de su ambliopía meridional con la que estos cacos de la libertad se justifican); existe uno de los tantos dogmas inviolables (son los peros, aunque, no obstante, etc.) dentro de sus sociedades secretas, como aquel cortado al sayo de los comunistas y ciertas etnias de religiosidades mendaces,

      —“Nada de trabajar para generar riquezas. Que las suden otros y después se las quitamos”

  Similar a otras, como aquellas que entonan,

      — "Eso de crear riquezas, que lo hagan los idiotas, con nuestro tiempo y cerebro. Lo nuestro es, por ley natural de los pobres necesitados, tomarlas por la fuerza y disfrutarlas"

Decían los comunistas, liberales, progress y el resto de la canalla de fans aullantes por su amor a la violencia; para quitar al que tiene riquezas porque, dicen, no la creó para el desfrute de todos. Montados en la cresta de la ola zurda cacofónica, ramplona y desaseada; aferrada a su mendacidad trashumante como hacen los pastores con las manadas de vacas infértiles criadas en gaveteros, según les ordenan sus Líderes Máximos. Tragando lo que no es suyo de verano a invierno, regodeándose en defecar y mear, en los pastos ajenos, tal hacen los abigarrados dueños de mascotas. Eran, anunciaron desde sus coches los aurigas del averno rojo, "son las hordas comunistas de Marx y la cohorte de sus vagabundos"

El que bajó le dijo al otro,
          
         —Jones, cuidado con los Marx, Blanc, Bakunin, Proust, Joyce y otros pescaditos defensores del “melting pot"

Le alertó Dow a Jones y éste a su vez, lo descargó en Bergstresser (el silent partner) mientras se alejaban del pub con paso calmo hacia sus oficinas en el No. 15, de la que antaño fue la calle amurallada (hoy, Wall Street) y que protegió la entonces incipiente “New Ámsterdam" (Nueva Ámsterdam) de sus enemigos permanentes, en plena isla de Manhattan. Es que por aquellos tiempos, entre los herbajes, enlodamientos y las postas de los animales de tiro; sonaban distintos alaridos de timbres crípticos de cada "yes mom", "ano pañi" o "sí señora", caucásicos, eslovacos, flamencos o españoles.

Inundantes todos, de las tierras del Nuevo Mundo, el cual uno de los genios de la élite pensante del siglo XV; Cristóbal Colón; se tomó el trabajo de "descubrir en el 1492, para terror de Emma" e iniciar la civilización occidental y judeo-cristiana, en beneficio de los nativos sumidos alegremente en el arcaico mundo (escuchar, bien) imperialista, esclavista y antropofágico. Toda una carga enorme, a fin de puntualizar la obligación europea cristiana de civilizar a los nativos por encomiendas reales y papales de Isabel y Fernando. Y con cuidado, porque algunos aborígenes además, eran de gustos gastronómicos peculiares.

Es la secuela del sensei antiquísimo, como síndrome natural de reverencia a los triunfantes; no a la masa amorfa, populista, desculturizada y pancista; disfrutadora por igualdades, arrancadas a las almas generadoras de bienes y riquezas. También porque allí, en aquellos lares de deidades domésticas, lubricaban sombras de nacionalismos y otras extemporáneos e igual; soles de falsedades adamadas colgadas de una civilización pujante, la europea, que no les pertenecía. Es que la cuerda de la paciencia yankee y sus libertades daba fuertes señales de que arribaba al fin de su tolerancia.

Una mañana fría en París
En otra mañana fría y primaveral en París, cierto que de longitud y latitud fulgurantes aunque diferentes; un team work de lo mejor de la intelectualidad y las artes francesas. Se contaba; Frederick Auguste Bartholdi, el escultor (en ocasiones, todavía envuelto en su alias de "Amílcar Hasenfratz", como pintor sin futuro), tomaba el desayuno en su cafetín preferido. Leía el matutino, a un costado de la Basilique du Sacré-Cœur (Basílica del Sagrado Corazón) En los arboles cercanos, bandadas de pájaros multicolores abrevaban apetitos. Este escultor, andaba menos que contento con los tiempos tomados por el ingeniero civil y estructural, junto con su grupo de colaboradores, que diseñaba la armazón interior de la futura estatua. Este último, Gustave Eiffel, recién llegaba y se sentaba plácido frente a Bartholdi.

            —"Estimado señor Bartholdi, comprendo sus inquietudes. ―comenzó a explicar con voz suave, arrastrando un poco la ere pero sin ninguna inquietud, ante la mirada de reproches del escultor―. Pero, Usted debe entender que no es lo mismo adicionar o quitar barro de una figura escultural. Claro, que no intento demeritar su trabajo; que quitar y poner alegremente factores en una ecuación matemática.
           
Es que si nos fallan los cálculos, la estatua se nos viene abajo y nadie lo regañará a Usted, porque su modelo resultó hermoso en el papel. Pero a mí, sí. Si mi estructura, que no es una obra de arte sino de ingeniería; no funciona; por estar sujeta a un cúmulo de apreciaciones eurítmicas, no técnicas. Luego, como sucedió con su maqueta, es “ingeniería impura"

Bartholdi, el escultor, dedicó la mejor de sus miradas al interlocutor frente a él. Es que se trataba de otro gigante: Gustave Eiffel, encargado de diseñar la estructura metálica de acero que conformaría el esqueleto de la estatua. La misma mole de acero y cobre, que se pretendía plantar sobre el pedestal aun no construido del todo, allá por una pequeña isla en plena bahía de New York. Exactamente sobre los cimientos del antiguo “Fort W

L’ Impressionnisme
A ciertos políticos iluminados, dicha estatua les dio sus buenos dolores de cabeza y querellas recalentadas. Las otras identidades, sumidas en algarabías socialistas, eran las ánimas circulantes escapadas desde los tiempos de la Ilustración en calidad de sueños eremitas, navegando y enredados entre las modas tipo, ya auguradas desde inicios del siglo XIX. Después, sobrevendrían las nuevas olas de aquellos frágiles de espina dorsal siempre enervados, que correrían a hincarse ante la "gatita de María Ramos" y la luminosidad del Impressionnisme tipo siglo XX, per sæcula sæculórum, porque el amén de la terminación de la disputa, brillaba por ser oído. Sí, quizás los labios en rictus espléndido advirtieron lo real e irreal de la verdad.

Porque, aquí y allá coexisten infinidad de pistas y rugosidades al respecto. Cada diletante de todo y maestro de nada, agitaba algarabías o redondeces en función de su idiotez. Más hoy, cuando intereses foráneos tratan de vincular el símbolo original de esta mole de preciosidades estatuarias y uno de nuestros monumentos nacionales de mayor connotación y fama mundial; con otras veleidades exóticas, que nos hacen reaccionar frente a la tozudeces e irregularidades de los ciertos extraños (aliens), no todos averiados, que nos invaden. Por sinrazones tales, es mejor soltar una mirada auscultadora al despertar reminiscente, de algunos de los hechos, porque del decir, hay trechos que recorrer.

El “L’ Impressionnisme, “Señor Absoluto de Tumbas”, corazones y cuerpos de los adalides amortajados en Les Invalides y de la palabra versada musical de Claude Joseph Rouget de Lisle, en su "Chant de guerre pour l’Armée du Rhin" (Canto de guerra para el ejército del Rhin) y que a destiempo se desdobló en "La Marseillaise", era la responsable absoluta de la pradera parisina, Europa y el resto del planeta, que los marxistas-sobaqueros, pretendieron envolver en llamas.
x
Y bien que anduvieron cerca de la tenue línea anárquica, los nuevos sans-coulottes de la Comuna de París y de sus fantasmas de marxismo trunco. Los que revertían clamores y llamados al extraño peregrinaje alocado de un pretendido Adán comunista que nunca existió. Porque los rojizos, esa especie abortada por la izquierda en calidad de gay filosófico (los mismos anatemizados de antes y que ahora el régimen castrista. Atacado en una recaída populista ha puesto de moda) correteando estupideces obre una mula montada al revés, en función de un travestí desnudo con las manos en los bolsillos, ululando por llanuras del tropo marxista europeo. Pero estos jacobinos de medio palo y peor pelo, ya no dispondrían de una réplica del Robespierre cruel, por la simple razón de que el Gral. Adolphe Thiers les había sacudido las posaderas cuando asomaron greñas y orejas por encima de las barricadas parisinas, en ocasión de estallar los desperdicios de la pajarera ecléctica: la “Comuna de París”

Estos desclasados, no tendrían a quien seguir y deberían conformarse con un Marx, tambaleándose de brazos de otro timbalero “del no hacer útil”, su yerno, el cubano oriental Pablo Lafargue; otro vagabundo por el erial comunista europeo; casado con Laura la segunda hija del filósofo y aspirante a economista, Karl Marx y sus socio Engels.

¿Quién es ?           
El rabino dirigió la mirada a su compañero bostezador en el banco en el Parque Central de New York, ya floreciente con la pajarera para encanto de los ornitólogos que por esa y esta época a observar las aves, mientras observó a la joven que con paso decidido, se deslizaba frente a ellos. El otro, hizo un gesto de ignorarlo. Pero le dijo al fin,

       ― ¿Quién es esa muchacha tan espigada? ―repitió

Porque, de modo semejante en la “Estatua de la Libertad” incidieron y coexistieron rugosidades y desavenencias respecto al carácter real de la espiritualidad y objetivos de esta dama incógnita cargada de metales y soledades. La figura adscrita per se, sin proponérselo, destilaba una delicada sensualidad más que romana o espartana. Impregnada de fino aroma al bouquet parisino. Así era la muchacha neoyorquina de rostro afilado, a contrapelo de la estatua. Y por qué no también, del exquisito olor a floresta de rosas y jazmines del hidrocarburo angoleño destilado o el de los cañaverales cubanos; estos últimos; por entonces repletos de mambises enamorados de sus hembras trágicas y de la patria aun aherrojada por la metrópoli española.

Recordar que la faz de La Gran Dama nos señala, no por casualidad geográfica y sí democrática, las coordenadas de uno de los puntos más sensibles y conocidos de todos los humanos despiertos. Claro, por cada gente del valer, saber y también de valor del planeta entero: los: 48 ° 52’ 26” Norte y 2° 17’ 42” Este (06:00 PM hora de París). Es el punto que marca el "Arc de triomphe de l'Étoile"

Exacto, en París. La estatua es la misma que hoy, reverdece con más intensidad en nuestro interés. Cuando intenciones foráneas tratan de vincular el símbolo original de este otro de nuestros monumentos insignias, regalo del pueblo francés al norteamericano, a propósitos egoístas y disimiles; amarrados a agendas raras o   exo nacionales y peor, escondiendo viejos clamores anexionistas de parte de nuestro territorio actual.

Sin embargo, el proyecto y armado de la estatua seguía su imparable cuesta arriba. Bartholdi junto con el compositor Charles-François Gounod, auxiliados de pingües conciertos, tómbolas y loterías efectuadas por toda Francia —especialmente en París— lograron que los franceses reunieran el millón de francos de la época (al principio supusieron unos 800,000, necesarios para proyectar y construir la descomunal obra estatuaria. Ninguna mejor paradoja hoy, que la estatua clavada en el vértice del Hudson donde vería desfilar "carretas y carretones" cargadas de millones de inmigrantes insomnes y de los expelidos ilegítimamente, sin posibilidades de emitir una sola queja u opinión, contra quienes les arrollan su civilización.

Las aduanas de Ellis Island durante los años del Gran Arribo de Inmigrantes, (GAI) solo rechazo al 2% por ser polígamos, criminales o portantes de enfermedades infecciosas. América abrió sus brazos generosos indistintamente y le dio abrigo a ese caudal humano, con o sin ‘Estatua de la Libertad’ ni el poema de marras. Luego es incierto que los inmigrantes de entonces y posteriores penetraron a EE.UU. bajo el manto de dos elementos en vías o inexistentes, hasta materializarse con posterioridad o en vías de materializarse.

The Statue of Liberty"
Mejor ojear, sin espantar los récords contractuales, hasta los tiempos presentes. Es que en los inicios de la idea de la estatua, la pieza no fue bautizada con el nombre oficial que hoy ostenta, "Statue of Liberty" No, fueron otros los pre rumbos e intenciones concurrentes en la génesis estatuaria, cuajadas de alegorías y muecas no declaradas, tal fue "Skrik" (El Grito) del holandés Munch, incrustado en el lugar cimero de la pinacoteca de Oslo, la fría pero acogedora capital. Meditamos, porque cada 28 de octubre, la "Estatua de la Libertad" cumple años.

La "Noble Dama", fue erigida en la actual isla Liberty Island (entre otros anteriores, antes (Bedloe’s Island), en la boca del Río Hudson, Puerto de New York a la vista de New Jersey. El monumento, ya in situ, despertó los naturales recelos y pesares acerca de cuál de las ciudades; New York o New Jersey, correría con los gastos de su operación como atracción turística y además, los propios del mantenimiento provocados por la agresividad ambiental.

Finalmente New York, aceptó la encomienda y la esperanza del dinero federal para cumplir la tarea de preservación. Fondos, los cuales estuvieron pendulando en el clásico "veremos" por los ediles neoyorquinos. Exactamente en ese punto de la decisión aunante de ambas orillas en impulsar la obra, convergieron dos desconocidos electrizados por Thomas Alva Edison. Sería en muestra de las asimetrías del Id con las del Ego, de cada uno de los caracteres. Y también las ventoleras de quienes ya miraban de reojo a nuestra América, algo desprotegida.

Se trataba de dos actores desplegados en el lado estadounidense: la escritora y poetiza neoyorquina, la judía Emma Lázarus y el publicista de origen húngaro Joseph Pulitzer III. De manera singular ambas personalidades de intelectuales contrapuestos, chocarían colosidades y entrecejos por una mayor comprensión respecto al regalo francés.

Los trabajos para armar la inmensa mole de cobre y acero, comenzaron tras una larga y tormentosa gestión del lado estadounidense, tendente a recaudar los fondos necesarios para construir el pedestal. Que aumentó al monumento en tanta altura, casi como la de la estatua propia. Desde mucho antes, un grupo de notables franceses gestores de la idea, ya habían cumplido la tarea de diseñar y construir la estatua en sí. Ahora les faltaba la palabra crucial: erigir. Es que no se trataba de una estatua cualquiera, por y para un país cualquiera. El drama de mármoles, concreto, cobre y aceros, atañía a los admirados y también envidiados, los Estados Unidos de Norteamérica (EE. UU.)

La obra, por su inmensidad y peso, después que sus fragmentos fueron exhibidos en un parque de terrenos parisinos, debió seccionarse antes de ser estibada para su transportación a los EE.UU. Ello fue tarea cumplida a cargo de la fragata francesa, "Isère” El conjunto del monumento se ejecutó bajo un despliegue de opiniones y circunstancias diferentes entre sí, en unos tiempos tormentosos pareceres confusos y en otros, antagónicos. Habría que entender a la América de los melting pots relativamente apacibles de antaño, no los de roñares diversos de hogaño y de los consejos secretos de los viejos mocasines, sandalias o guarachas, que cantan siempre que hay fuegos en manglares o matorrales.

Es que los danzantes con sus flechas, plumas, macanas, lanzas y tambores cocodrilos y los principales actores de cuello duro, chistera y bastón en ristre, siempre andaban en extraños saraos y kermesses vespertinos. Sus fiestas paganas e interminables, roncando como rana toros sobre aquellos tapices tejidos que se les antojan "sus hamacas deliciosas", algunas tejidas con hilos de cáñamo índico, como el mismísimo velamen de las calaveras colombinas. ¡Valga, rediós y joder lo de este hombre!

La saga continúa.

©Lionel Lejardi. Octubre, 2011
    Legacy Press

1     William Maxwell Evarts, quien era a la sazón Secretario de Estado del Presidente Rutherford B. Hayes y presidente de la Comisión para el Pedestal de la Estatua de la Libertad, estaba encargado también de la "Art Loan Fund Exhibition in Aid of the Bartholdi Pedestal Fund for the Statue of Liberty"

2      Charles Henry Dow, fue un periodista norteamericano y cofundador del "Dow Jones and Company" con Edward Jones y Charles Bergstresser. Dow, también fundó el "The Wall Street Journal", el cual devino una de las más respetadas publicaciones financieras en el mundo. Él, también tuvo la audacia de inventar el denominado "Dow Jones Industrial Average" (wik)

Serás bienvenido a mis blogs:
EDC-4358/Pg. 17/17


lunes, 10 de octubre de 2016

"Estatua de la Libertad" y un poema II/III


"Estatua de la Libertad" y un poema 
II/III
 (Se cumplen 61 años de dictadura comunista en Cuba)

"Mañas y marañas”
 Las troqueladoras totalitarias 
extruden Hombres-Nuevos.
Son Golems de fiereza diferente.
Unos, agarrotan a la izquierda,
otros, a laderecha. Los más
eficientes para el cinismo socialistas e
  izquierdistas, es la COMUNISTA,
la cual  extrude ambidiestra
Lionel Lejardi

Un Asunto USA
(En construcción)

  La Estatua

Haute couture y prêt-à-porter
La culpa del embrollo quizás yazca en el barrio de“Pigalle”, según los unos; mientras los otros, lo arguyen posado en loma (real), a cuya cúspide le corona la basílica de “La Sacré-Cœur de Jésus de Montmartre” (El Sagrado Corazón de Jesús de Montmartre) en París. Porque en realidad, se exigía que la futura estatua se irguiera en predios donde la misma reinara la haute couture (alta costura de los antiguos) a los fines de que pareciera prêt-à-porter (un plato listo para llevar) al gusto del creador. Y no hablamos sobre modas y cosederas de los posesos. Saber que en el momento de su materialización, cada obra de tales magnificencias, da que pensar en un alumbramiento doloroso que sería el devenir testigos de su destrucción futura. Decir, un fatalismo mal soñado. Solo pensar en la furia destructiva del populacho guerrillero y sus émulos allende al Nostrum (Mediterráneo) Ello, por supuesto, siempre a vistas presentidas, escuchadas u olfateadas, cuando por descuidos de sus veladores, la obra cae en manos de aquellos iconoclastas impíos, siempre holgazanes. El entorno en cada caso, sí opera en calidad de factor catalizador y a veces determinante. Cifra en específico, a causa de la influencia del hábitat socio-político, en medio del cual se despliega la acción creadora.
Statue de la liberté
Paul J. Víctor Dargaud (1885)
(Cortesía del "Musée Carnavalet"
Talleres «Gaget, Gauthier et Cie»,
En la Rue de Chazelles a París

En el primer estadio, yace La Estatua de la Libertad, la obra concebida material y alumbrada dentro del espacio abierto de la democracia y la libertad no de manera exclusiva, sino inclusiva) duela o no a los sombrereros de ala ancha. Sucede que por entonces, tres de las sociedades democráticas adalides del orbe decimonónico de mayor significado; se destacaban en un específico valido en ambos campos de la acción del pensar económico, industrial-filosófico y humanista. Tales fueron: los Estados Unidos de Norteamérica, la Francia y el Reino Unido de la Gran Bretana o Inglaterra. A pesar de que Alemania e Inglaterra, y todavía tañían sus poderes ya en desuso, entre alguno de los imperios aún latentes (como el de Rusia, Turquía y Japón además de vestigios de aquellos otros, los cuales otrora fungieron como tales.

Todos cautos e inquietos ante las posibilidades de aires indóciles y levantiscos de separatismos en sus colonias; atesoraban pólvoras, tacos y municiones de boca y de guerra; intencionados a fines represivos contra sectores de los denominados 'sus ciudadanos respectivos', aquellos tenidos por levantiscos. Ello porque eran los cartuchos silentes en que se apoyaban sus filósofos, religiosos, humanistas, artistas, músicos, literatos y otros; flor y nata de la lucidez ilustrada; para declamar por la belleza de sus sociedades aun yacentes como vírgenes inhiestas en su verticalidad.

Dado así en este copycat (cuyo nombre no es el suyo) se conjugan el ateísmo, alineación religiosa, sacrificio, libertad, virtud, traición y otras bellezas o rarezas inherentes al carácter y estilo de un mito: el Hombre Nuevo, por cierto un Golem áspero de diseño demodé proto alquimista, difuso e informe, cargado de escorias, salido de cualquiera de las retortas totalitarias, habilitado con no más de tres neuronas, imaginado por los amigos de "Zarathustra" (o del  manto de Zoroastro), aquenúmen y rastro, según la pedantería que nos envuelva.

Porque otra de las tantas cuestiones no abordadas por estos alquimistas de la nada equivocada, es que sus elucubraciones eran armadas en la oscuridad plena, reinante en la fauces un licántropo alpino. Porque en la Cuba capciosa y efímera de hoy, los únicos lobos son los marxistas del revés. Estos corsarios se auto consideraban como futuros guardianes en la entelequia surrealista y barata, del abrevadero guevarista armado a todo trapo y dirigido desde la bautizada “Manila (La Habana guerrillera) Siempre puesta de espaldas hacia la iluminación de la estatua neoyorquina. Sucede que esta pose engaña, en apariencia e induce reluctancia en los buenos. Es que los detritus del naufragio castrista arribados a nuestras playas miamenses —en buena parte de los casos y como resultados de la explosión (todavía no es ‘implosión’) de la burbuja cubana, no pegan “ni con cola ni con colina” con el american way of life. Y menos, con el espíritu de libertad representado por el espíritu de la ‘Gran Dama’, guardiana vigilante de la insuperable épica acogedora de la nación norteamericana.
 La “Estatua de la Libertad”, no es la madre putativa de los millones de individuals auto expatriados o auto inmigrados. Tal manera de pensar atañe a los norteamericanos por nacimiento e individuals extranjeros nacionalizados legalmente (a veces exiliados no a otros sin limbos aparentes. No existen otras variantes o estimaciones emitidas por criterios o entidades privadas. Generalmente foráneas y por lo habitual, enemigos encubiertos de los EE.UU. con vejigas natatorias, olvidadas en sus playas. Es lo que les enseñan a algunos jenízaros en sus escuelas o tal vez, y madrazas. No en todos los casos, se considera que los recipientes de tales privilegios, son leales a la Constitución y las leyes que les protegen como ciudadanos de los Estados Unidos de Norteamérica. Luego, es lamentable auto engañarse, suponiendo que la mayoría de estos visitantes son agradecidos de USA, per se, de la gratitud humana.

Porque algunos de estos proto inmigrantes, no arriban como devotos admiradores del significado atribuido a la ‘Great Lady’, para venerar su ejemplo representativo de la libertad norteamericana siempre acogedora. Sino que en infinidad de ocasiones (observar las poblaciones carcelarias y récords delictivos de los extranjeros) acuden a veces a rendirles cultos paganos a la Madre Coraje de Brecht) o a la impertérrita 'Katrina' (no es la Eve mitocondrial) holgazanas mayores y vividoras como sus cultistas endemoniados, que tremolan sus paraguas donde acogen a cada líder apocalíptico que les estimula. Porque a este autor, Brecht, más de mente teutona que alemana; de mente floja y talentoso; a pesar de su exquisita finura, era considerado en el retablo comunista y así propagandizado, en calidad de un genuino “Imán Intelectual” (papamoscas de idiotas) de los “compañeros de viaje”, progress y la zurdera fascista, proliferas y geniales todas. Y la Eve de marras, por su parte, es investigada para ver a cual es de las siete hermanas de Eve, le corresponde. Claro es que no hay ni existe cotejo alguno en estos claroscuros.

Antecedentes
Se trata de la vieja amistad franco-americana, que deviene realidad entre ambas naciones. Porque la Francia y la Norteamérica de entonces, paladines de la libertad, nunca se disfrutarían de tales bellaquerías puestas de moda por la Nueva Clase de los apparatchiks. Estas naciones, ambas, se hermanaron indisolubles desde 1774 bajo el redoblar del ‘Primer Congreso Continental de las 13 Colonias’  Y cierto es que la convulsión norteña emanó en su quehacer extraordinario, como preludio de la Revolución Americana independentista y la posterior explosión de la  Revolución Francesa (1789-1799) Esta última, resultó hundida de manera salvaje a finales del propio siglo XVIII, en medio de su carnicería propia, por la gracia de los chicuelos que implantaron la Époque de la Terreur (Terror Jacobino), cuando Robespierre hizo de las suyas contra los aristócratas, fisiócratas y religiosos.

El asunto trascendió, tal como sucedió en Cuba, a partir de 1959, pasando los mediados del siglo XX a manos de los guerrilleros y otras levas castristas. No existen diferencias filosóficas o conceptuales, incluso cuando se compararon u homologaron proyectos, entre los finales cruentos de estos dos últimos fenómenos históricos, por lo demás y de una manera increíble, por sus huellas sanguinarias y escandalosas.

Un soldado, llamado “Lafayette
El largo y agotador nombre del admirado, Marie Joseph Paul Yves Roch Gilbert du Montier; más conocido por su título aristocrático de ‘Marqués de Lafayette’ (o “Lafayette”)  fue quien devino uno de aquellos hombres preclaros, que tendieron los primeros cabos sólidos de enlace entre ambas naciones, con el concurso del después Presidente George Washington. Ello lo sindicó como visionario deslindado de sus lazos ancestrales, que cambiaría el statu quo de la sociedad aristocrática, ya enmohecida, en alumbramientos de los enciclopedistas adolescentes con las herramientas de la Ilustración no de la guillotina de perreras repleta de sans culottes o los paredones de fusilamiento de los guerrilleros, todos enrojecidos. La épica del drama Lafayette se inició cuando éste, de su propio peculio, compró un barco y en unión de una tripulación de aventureros contratados como (‘trabajadores del mar’ a paga futura), se sumergió de lleno en la causa de los patriotas norteamericanos.

Este conspicuo francés, ya liberalizado se dispuso y tal hizo de inmediato, a luchar contra los colonialistas británicos. George Washington, no tardó en darle el rango de ‘Mayor General’, asignándolo a la jefatura del Comandante en Jefe (o sea el propio Washington) Ambos derroteros, vistos ahora contemporáneos por los patriotas franceses; después de transcurridos 100 años de la “Declaración de Independencia de las 13 Colonias”, se iniciaron bajo los mejores auspicios.

Una noche veraniega
Lo esencial del evento estatuario ocurrió a inicios de una noche veraniega de 1865, en una sugestiva residencia campestre, cerca de Versalles, en el Departamento de Yvelines, a 16 kilómetros al sudoeste de París. Entonces, la ciudad merovingia, sudaba y sudaba. Resultó que por aquellos tiempos, una parte de la opinión pública francesa; en especial las altas esferas militares y gubernamentales; mantenía sus mohines con respecto a EE.UU. Tal sentimiento latía, porque los franceses estimaban algo impropia la lasitud norteamericana, ―aun siendo esta una novel nación aún no consolidada completamente― frente a las pérdidas territoriales francesas de la inmensa y estratégica región de Alsacia-Lorena, cuando lo de Verdún. Luego, estos territorios gobernados por Francia, debieron ser entregados a Prusia tras la derrota francesa en Sedán, durante la guerra franco-prusiana (1870-1871). El vector de simpatía emanó de la nutrida comunidad alemana asentada en los EE.UU, lo cual no agradó a Francia. Sin embargo, un lustro después el panorama político había cambiado. Ello ocurrió, exactamente en el momento y lugar, cuando en medio de un intercambio de opiniones, floreció la idea de la estatua.

El fuero patriótico francés reverdeció sus iluminaciones del viejo estilo, al fijar su mirada sobre la república hermana allende el Atlántico. La cual, por esos tiempos, andaba enfrascada en los preparativos para celebrar su primer centenario como nación libre e independiente. Tanto, que esa noche en su casa de Glatygny, uno de los republicanos de la élite liberal parisina; el profesor, jurista y político francés Édouard René Lefèvre de Laboulaye (1811-1883) reunió a varios amigos y hermanos de logia; también republicanos como él mismo. Ello, considerando que todos eran pacifistas opuestos a Napoleón III (Charles Louis Napoleón Bonaparte) y los cuales, casi en su totalidad o mayoría, se declaraban fervorosos anti esclavistas y admiradores convencidos de EE.UU. En particular, estos amigos estaban adscritos a alguna de las fraternidades masónicas o francmasónicas en boga.

 Las mismas entidades o similares, pro independentistas, que España recibió con desdén por ser sus enemigos; en todas y cada una de las guerras independentistas, donde se evidencio el apoyo irrestricto e incansable de los masones. Estas sectas masónicas, ejercieron una influencia fundamental y decisiva en lograr la independencia definitiva; de los países centro y sudamericanos. Cuba, casi la última, recibió por igual el incansable apoyo de los masones. Para estos hombres preclaros, se trataba del mismo Napoleón que fue Presidente durante la II República y el cual un tiempo después, fue elevado al trono de Francia, con el título de Napoleón III, Emperador de Francia. Estos cargos, antípodas por ser casi redundantes, Napoleón III los mantuvo de manera simultánea.

Por entonces, ante los ojos de la opinión pública, al emperador se le había considerado como un líder romántico (casi socialista utópico, nada de extrañar en aquellos tiempos medio novelescos) que un liberal y por supuesto, nada tonto. Todo un estorbo para algunos, por lo que no escapó de las estocadas minimalistas que le lanzó Víctor Hugo; un literato ya forjado tal pluma lacerante y virtuosa. Hugo no dejó de apodar (cruel) a Napoleón III, con el sobrenombre de “Napoleón, el Pequeño"

No resultó sorprendente, que en aquel río revuelto, emergieran de entre sus penumbras propias, personajes tales como el conocido por Karl (née, Heinrich), Marx. Este último en conjunción con su amigo, otro personaje singular y de igual ideario sociópata; aunque también talentoso como Marx, nombrado Friedrich Engels. Ambos filósofos, pensadores, escritores y políticos; entre otros líderes de facciones socialistas y comunistas y fans mutuos de la época; quienes divergían furiosamente y de de manera ostentosa, de cualquier otro político que no sustentara las ideas de su prontuario de dogmas catequizantes y tesis rígidas del titulado “Socialismo Científico”, embadurnadas de Materialismo Histórico y Dialéctico conducentes al nefasto Comunismo Moderno desenvueltos en ‘La Gran Estafa’ denunciada por el escritor y político excomunista, Eudocio Ravines, repleta de abominables fracasos sociopáticos, de una mortandad, ruina, empobrecimiento, aterradora, para los pueblos y sociedades arrastradas hacia tal disparate. 

En parte les asistían algunas razones, no racionamientos lógicos, pero inabordables a menos que recurrieran a un baño de sangre, tal como lo hicieron sus discípulos posteriores, desde Lenin hasta Castro. Esta secuela de esquemas basadas en un proto materialismos zoquete, de carpintería chapucera; claveteada como el dogma irrebatible y proclive a la utopía (en realidad, devenida una auténtica ‘distopía demencial’ Ver la pesadilla “comunista residual” de la bolchevique implantada en Rusia (1917) de una estructura política diabólica (saber de los desmanes  cruentos de Pol-Pot en Cambodia), capaz y apta para implantar la Dictadura del Proletariado

Todos esos proyectos sociales de “arranca pescuezos” vistos hoy en sus radiografías crueles, fueron devenidas (siglos XX-XXI) simples satrapías clepto-oligárquica tal muestran los desastres guerrilleros (gerontocrasias dinásticas cruentas) montadas alegremente por los líderes indoamericanos, (incluyendo el primigenio  original del manicomio cubano, armado grosero en la Cuba de hoy; herida mortalmente y arruinada de manera total e irreversible por los émulos criollos bolchevizados por La Habana (la “Manila” guevarista), desde 1959.

La idea
Entre aquel grupo de intelectuales franceses (soñadores, pero con los pies en la tierra) reunidos en esa apacible vivienda campirana se destacaba otro joven escultor, Frédéric-Auguste Bartholdi (1834-1904) En una de las pausas de incertidumbres, se escuchó la voz de Laboulaye, quien planteó a viva voz, la idea original ya esperada, desde contactos personales y epistolares,

     « “Con esa estatua, haremos un regalo fraternal y amistoso, de la nación francesa, a la hermana república de los Estados Unidos de Norteamérica” »

El gesto (y no otro) seria de manera que coincidiera…, “con la celebración de la alianza entre América y Francia durante la Revolución Americana” (1775-1783) En la propuesta se especificaría y también…, “en ocasión del centenario de la independencia de los EE.UU.

Ya para entonces, Napoleón III; quien ascendió al trono imperial en calidad de ser sobrino por línea directa, del corzo Napoleón I, un héroe verdadero para una gran parte de pueblo francés que lo recordó para siempre. Napoleón III, era conocido también como "el príncipe-presidente", cuyos cargos detentó de manera simultánea, las dos funciones consideradas, antagónicas. Este emperador dejó Francia como el último monarca francés (de estirpe napoleónica) tras la derrota francesa en Verdún, un revés político militar que dio paso a la denominada, “III República
  
Frédéric-Auguste Bartholdi
 (1834-1904) 
La idea de la estatua ascendió hasta los líderes políticos de la ahora III República ―siguiendo los objetivos iniciales de la democracia y la libertad― a fin de que valoraran la propuesta en calidad de meta única y así, aprovechar el proyecto. Cautivado como, y no con otro objetivo inicial que el de crear un obsequio,

     "Como símbolo propagandístico (de la libertad igual para todos) de manera que los europeos notaran las virtudes de la democracia (en contraposición de la aristocracia, reinos e imperios autocráticos)

Hablado en estos términos por quienes propugnaron el proyecto, “no había lugar a dudas”, ni considerar lo que a nadie se le había ocurrido: de que la idea originaria o génesis de la propuesta; tenía relación alguna con inmigrantes, refugiados, y exiliados, como summun de los perseguidos. En oposición a la casi inexistentes ideas democráticas en las monarquías inoperantes de la época, claro que con sus excepciones.

Nadie de los tiempos actuales, debe suponer ni siquiera por la comodidad que ofrece la conveniencia de un humanitarismo político extemporáneo; otras ideas diferentes (patrióticas o de solidaridad) de los auspiciadores oficiales del proyecto. Tal ha sido el caso de la manipulación del proyecto fundamental, imbricando el poema de Lázarus a otras corrientes tendenciosas disfrazadas de restauradoras; las que en realidad son modelos de propensiones propiciadoras a la exportación de felones (confundidos con los refugiados e inmigrantes probos) a fin de que establezcan sus esporas pandilleras en los países decentes. Los monárquicos, desde la sombra opositora, estimaban que el gobierno de la III República era temporal, de mal gusto e impregnado de gente vulgar y chabacana; por lo que ansiaban el retorno a una monarquía esplendorosa y cargada de ritos y oropeles propios de la aristocracia, pero constitucional, al tipo napoleónico

Viendo un segundo aspecto, nada indicó que en el ánimo del grupo estuvieron evaluaciones de incluir en la tesis ideológica otras áreas empaticas diferentes a las europeas. La idea culminó en diseñar y construir una estatua gigantesca para ser erigida en New York, cuya grandeza representara los ideales modernos de la libertad y la democracia en ambos países. Bartholdi, en calidad de escultor y con fama como creador de figuras monumentales, dio la impresión de sentirse fascinado nuevamente en elaborar una estatua tan descomunal que lo eternizara como creador.

     Sin embargo, el sueño, para realizarse, debía lograr todo un ingenio en la obtención de un billón (1000 millones) o más, de francos.

Épicas
La probabilidad en aquellos tiempos, no dejarían pasar por alto dos factores o épicas relevantes entre las capas proto ilustradas e incluyendo vastos sectores del pueblo común: la “Guerra Civil o de Secesión en los E.UU.” y el fabuloso y no menos sorprendente, Canal de Suez

Todos los presentes en la reunión de marras, eran sinceros admiradores de la épica Guerra Civil de EE.UU. desde la cual, provenía e impresionaba, la figura de Abraham Lincoln, sus esfuerzos en pro de la igualdad de todos los ciudadanos, en especial la abolición tácita y definitiva del resto de todos feudatarios o vasallos aun sujetos a la infamante esclavitud e incorporación de los mismos liberados a la sociedad, con todos los derechos e incluyendo ya los emancipados y manumisos. Pareció que la tierra en ambas riberas del Atlántico desde mediados del siglo XIX, estaba fértil para el mutuo e imperecedero espaldarazo democrático.

Luego se estimó y así fue comprobado, que a los efectos de las leyes vigentes que fomentaban y defendían dichas leyes de igualación social, todos los ciudadanos de EE.UU. y Francia, sin distingos, disfrutarían de iguales derechos ciudadanos.

Claro es que desde el punto de vista sociológico, la inserción de estos nuevos elementos humanos al torrente de los fundadores de cada nación, no fueron con el vigor estimado. Sino, que se produjo paulatinamente aún bajo las incomprensiones naturales de ciertos sectores e intereses locales, tal como sucede de toda sociedad en transición. Se evidenció por estos razonamientos que la estatua nunca fue supuesta:

 "Madre de los exiliados o inmigrantes, supuestos legales o ilegales, arribados a EE.UU. sin invitación o autorización previa y visado, por parte del Gobierno de los EE.UU.”

Como quizás alguien imaginó palpar de manera romántica (o con y bajo otras intenciones bien calculadas, que en los sentimientos revoloteando en la mente Emma Lázarus, o por una simple conveniencia política, coyuntural o de conveniencia étnica, tales evocaciones se materializaron entre el rosario de poemas y libros Porque el ritmo histórico de los acontecimientos dictó que:

“Tanto el *poema* como la *estatua* en sus respectivos valores absolutos no eran dependientes o correspondientes como figuras palindromáticas de la política exterior de los EE.UU. Cada evento pudo haber existido y existió con propósitos y verbos propios no covalentes, puesto que no comparten principios iguales. El cruce o coincidencia en los propósitos, solo es factible bajo una imbricación por fuerzas o intenciones ajenas a los elementos primarios o devenida solución final por la intención previa (Inteligencia) entre las fuentes generadoras de “lo deseado por conmiseración de la religión cristiana o la hebraica

En este caso, la singularidad anterior, decir “una inteligencia, avenencia u otra consideración humanista”, a saber bajo la anuencia pública, nunca pareció existir como tal y en conocimiento del pueblo norteamericano. Luego, no estamos en presencia de un Teorema comprobable en forma canónica por medio de una tesis no demostrada, sino inferida.

Los marxistas, comunistas románticos (una antinomia dialéctica) y la proliferación diverticular de la fauna izquierdista, entre los incontables enemigos de EE.UU y otros pancistas, hipocritones de la zurda; los cuales estructuraban aprovechar otros objetivos políticos inmediatos de la obra escultórica, tan loables como: promover el republicanismo y la libertad. En contraposición, la zurda incipiente que en algún momento, per se, enarboló ejemplos emblemáticos de los despotismos ilustrados y tiranías descabelladas detestables; anidados en ciertas naciones europeas, medio orientales y asiáticas; a cuya población de alucinados, se les  incorporaron aquellos figurones providenciales (Lenin, Mussolini, Hitler, etc.) descollantes en los primeros decenios del siglo XX.

Los Hechos
 "Saber que los marxistas, nazistas y fundamentalistas religiosos; son incapaces de mostrar una obra humanitaria semejante o equiparable a la judeo-cristiana, que ejemplifique la Libertad y la Democracia; entendible por cada humano decente, tal es la Estatua de la Libertad Sin lugar a dudas dicha figura inhiesta e indomable por su significado, bañado en un espiritud vivificante, es vista quizás por su profundidad de valores, como una “Medusa o Aguamala” Por ejemplo, los comunistas solo muestran Granjas de Animales como vertederos de sus ciudadanos inconformes. Los nazis y sus émulos actuales, Campos de Exterminio, en calidad de trituradoras de opositores. El dislate de estas alucinaciones esquizofrénicas surge por una razón simple:

“Tales doctrinas dogmáticas, enajenantes y genocidas, carecen de expresiones misericordiosas y no pueden coexistir como ideas, capaces de sustentar los infames cuentos de hadas y horror de sus ideologías, cantos seculares, que solo invitan e inclinan a orgias atávicas   totalitarias que, por ende, solo proclives a excesos de toda índole. Nada en el abanico de sus muestrios respectivos, donotan un gota de piedad, altruismo,  humanismo, virtuismo o magnanimidad al “otro”

A éstos líderes providenciales (Perón, Mao, Ho Chi Ming, Castro, Pol Pot, Nasser, Trotski, Chávez, Correa, Ortega, Morales y,los otros de la ristra infame), tras el fracaso de los modelos de sus pordioseras dictaduras del proletariado; entronizadas a la fuerza por los bolcheviques, sobre las que se montaron los adalides guevaristas iletrados; promotores de un mal denominado “Socialismo del siglo XXI”, carecen de cojinetes o rodillos modernos. Por diseño, se deslizan a tumbos, dado que solo disponen de chumaceras tan feas como su apelativo inoperante tal lo es su ideología de marionetas, siempre de un vidente, el “Gran Hermano” que les vigila.

Tales artilugios socio-económicos armados a pedazos con los residuos de sus sociedades arruinadas por ellos mismos, devienen cleptocracias, dinásticas, deslizadas en caída libre y dando tumbos, para retroceder en el tiempo y espacio a grupas de las viejas parihuelas indoamericanas, hacia las profundidades irretornables hacia sus épocas precolombinas.

‘al Khedive’
El ‘egipcio’ no es una maruga simpática, sino la lengua oficial o “árabe egipcio” hablada en Egipto. Para los historiadores de antaño y hogaño ha resultado paradigmático constatar que tan temprano como en 1869, unos 17 años antes de las propuestas idealistas para la construcción y erección de la después denominada con acierto “Statue of Liberty” en Bedloe’s Island (octubre 28 de 1886); ya el estratégico Canal de Suez había entrado en operaciones, uniendo la navegación marítima entre los mares de Europa (Mediterráneo) y Asia (Mar Rojo) y sus extensiones hacia el Índico, Pacífico, etc. Conectables durante el siglo XX por medio del Canal de Panamá.

Ello hizo posible para la Humanidad, agradecer a Egipto y a Panamá materializar la intención idealista; de disponer de una especie de “Mare Nostrum” con la interconexión intra continental de canales prodigiosos de todas las aguas marinas del globo terráqueo. Dicha construcción (Suez) era la obra magistral del vizconde e ingeniero francés, Ferdinand Marie de Lesseps. Para nuestros contemporáneos sorprendió a sotto voce que, ya desde 1867 por una visita que Bartholdi realizó a Egipto, éste retornó a Europa deslumbrado con la magnitud de los monumentos faraónicos egipcios. Entonces, Bartholdi quiso hacer la misma muestra estatuaria monumental y lo logró.

En aquel entonces, el escultor imaginó y así propuso al Khedive (Virrey) de Egipto y Sudan; con anterioridad wāli  (gobernador) el simpático Isma'il Pacha, conocido por Ismail "el Magnífico” y  descendiente de la Muhammad Ali; erigir en la boca del Canal de Suez hacia el Mediterráneo; una estatua-faro colosal inspirada en la efigie de la diosa romana “Libertas

Otra sorpresa para los historiadores devino, por la sugerencia del escultor en que la  estatua se nombrarían,  "Egipto, diseminando la Luz por el Asia" o "El Progreso" Los términos Luz y “Progreso”, entre otros, daban el tono de expresiones masónicas (quizás con estilo libertario, no necesariamente vinculadas), muy bien entendidas en la mayoría de aquel conjunto de sociedades de la pequeña y alta burguesía democráticas decimonónicas, considerando sus ancestros ideológicos.

Las potencias poderosas se encontraban sumidas en una época, de los deslumbramientos científicos, artísticos e ingenieriles, cuando los masones y francmasones demócratas “estaban al bate” del liberalismo y libertarismo, junto con la democracia. Todas interconectadas, aunque ajenas a ombligueras comprometedoras, aunque unidas en rango mayor a las filosofías individualista, la política antiestatal y la economía y el comercio libres. En esencia, el grito de guerra del capitalismo naciente en boca de los fisiócratas, tras los desgarres sociales de la Ilustración, en demandar a los gobernantes todos:

“¡Laissez faire et laissez passer,
et le Monde va de lui même!"
(¡Dejádnos hacer, dejádnos pasar y
el Mundo marchará de por sí solo!)

En consonancia con la oferta, clamaban los hacedores de riquezas: dejennos fabricar, comerciar y planificar nuestro trabajo y no se metan con los clientes y usuarios y el mundo seguirá de por si, su girar. Nada nos detendrá. La tal construcción estatuaria representaría a una mujer campesina egipcia (falaha) envuelta en togas, calzada con sandalias, vestida al estilo griego y portando una antorcha. Al Khedive egipcio, le fascinó la propuesta para que de este modo glorioso dejar su nombre y reinado unidos a esta nueva maravilla de la civilización y summun de la Ingeniería; pero debió declinar la oferta dado que las arcas reales, estaban en bancarrotas al declararse Egipto insolvente para pagar sus deudas.

Razón por la cual Egipto ya tenían en esos momentos sus aduanas intervenidas, por funcionarios de otras potencias europeas; en especial los alemanes; con el propósito de incautarse de los dividendos aduanales y así amortizar la deuda. Por cuyo fracaso, Ismail fue expulsado del cargo por el Sultán otomano, su jefe superior en Turquía, jefe del Imperio Otomano.

La misma Turquía que fue derrotada como país beligerante durante la I Guerra Mundial y la cual retumbó y culminó con la desaparición de los imperios otomano, austro-húngaro, alemán (prusiano entonces) y Ruso

No queiro…no queiro,”
Pero échamelo en el sombreiro” Debió tratarse de una antigua copla, refrán o dicharacho en portugués, que define a los “hipocritones” Esos tipos y tipas, que se las dan de impolutos, impecables, intachables almas puras y cristalinas los cuales merodean por cualquier vecindario de idiotas. Ellos, fustigan a los trashumantes que piden o trasiegan con la bondad ajena, menos con la propia, mientras esconden el sombrero, solicitando de trasfondo su parte alícuota en cualquier pastel. Así las cosas, mientras los ingleses, no por gusto, los accionistas mayores de la empresa, se quedaron con la operación del canal y su control militar hasta 1954, cuando en 1952 el Gral. Gamal Abdel Nasser (Jamāl 'Abd an-Nāsir) como todos los colonizados, pecadores en río revuelto, lideró una revolución anti monárquica e irrumpió (su espíritu nacionalista) en el panorama político de la estratégica zona Guiza y el Delta del Nilo. Punto propicio del creando el caos económico y político que perduró en dicha zona del Mare Nostrum, hasta el 2011, con la “Primavera Árabe”

La maqueta
Porque de eso se trató entonces, o sea, modelar a escala, una maqueta con la estatua (posiblemente la falaha egipcia original)  de unos 2.7 metros de alto. La cual, para estupor de los historiadores), parece que resultó ser la misma reciclada y cosmetizada después por Bartholdi (una práctica usual en los creadores), aunque éste siempre lo negó. El Ing. Gustave Alexander Eiffel (1832-1923), diseñador de la Torre Eiffel, fue encargado de la ingeniería estructural lo cual delegó en otro ingeniero tan famoso y diestro como él mismo, Maurice Koechlin. Centavo a centavo, los franceses reunieron entusiasmados como siempre, el dinero requerido para la fabricación de la estatua.

La colecta de fondos (estimados en un millón de francos) para la construcción de la estatua comenzó en 1874, hasta la conclusión de la obra finalizó en julio de 1884. En América, sucedió algo parecido en lo relacionado a la construcción del pedestal, aunque mediando fuertemente el comité de Joseph Pulitzer. Al final, Richard Morris Hunt (una de las joyas precursoras de la arquitectura norteamericana) concluyó el pedestal en 1886.

La modelo
Un punto de interés subyugador: conocer la identidad de la dama que poso para los artistas forjadores de la figura femenina, representada por la modelo. Todavia hoy dia, el enigma de la modelo, deviene quizás una especie de soap opera o thriller, como la moda radial (después televisiva) nacida en la WGR de Chicago en 1930, no ha terminado de mostrar cojeras. Es entender que en los inicios, tras una búsqueda espectacular; se trataba de la figura de una mujer enigmática, desconocida para todos, que simbolizaría valores tan altos como la propia Revolución Americana y encarnadora en sus alegorías humanistas. Algunos diletantes argumentaron que la modelo fue “Isabella Eugenie Boyer” Dicha dama, era la viuda del conocido y poderoso industrial judío, Isaac Singer; el talentoso inventor de las máquinas de coser "Singer" y además, de otros artefactos y accesorios, adorados por los norteamericanos.

 A otros, les fue cómodo asumir
Cabeza de la Estatua de la Libertad"
Exposición Universal de París" (1878)
que la figura copió a Jeanne-Emile Baheux of Puysieux, modelo del escultor. Sucede que esta otra dama, con posterioridad, fue desposada por el propio Bartholdi. Los terceros, más audaces en sus conjeturas, sitúan la modelo (lo más probable, dada la serenidad adusta de la expresión facial captada por el escultor) en Charlotte Bartholdi, madre del propio escultor. Una mujer de impresionante belleza caucasiana, de mediana edad. Otros imaginativos, asumen fragmentos de cuerpos de varias mujeres o modelos de la época. Tras una breve exhibición de algunos fragmentos en parques parisinos, la obra –ya seccionada en varios cientos de pedazos– fue llevada a New York en la mencionada fragata "Isere", a donde arribó en junio de 1885.

Una Señora a puertas
La llegada de la estatua (seccionalizada) a los EE.UU., resultó en dolor de cabeza inconmensurable para los norteamericanos. Todos, casi aterrados con el tamaño colosal y número de piezas escultórica, ya “descuartizada” Nada raro en aquellos tiempos, puesto que los estados involucrados, ni el gobierno federal, estaban preparados para el arribo de aquella mole de cobre y acero. Ni tampoco para las incontrolables oleadas de inmigrantes (en lo fundamental, europeos; que siguieron como los niños de Hamelin a su flautista hacia tal dama exuberante. Sólo que en lugar del río Weser, los llegados además legalmente desde varios ámbitos del planeta, ahora lo harían a través del el río Hudson.

Con la llegada de la estatua, penetraban también criterios franceses acerca de la concepción de democracia y libertad gala, algo más distendida del puritanismo anglosajón imperante en la sociedad norteamericana, en especial la citadina. Conociendo la lógica de la opinión pública norteamericana, no devino extrañezas que algunos sectores de la ciudadanía protestaran, tanto de la estatua (los lerdos la estimaban un armatoste) como de sus objetivos, por no entender las razones de todo aquel barullo. Todo lo cual aún perdura en los descendientes directos de los colonos originales, consternados con aquella invasión de extraños no invitados que alteraban sus lares apacibles.

Claro, que la posteridad se encargó suavemente, de asentar la significación del evento traspasando con creces las expectativas de sus propios creadores; al devenir la estatua símbolo inigualable e imperecedero y guardiana de la libertad y la democracia para todos los humanos decentes.

Bartholdi: Una intención axiomática
Sin embargo, el tal axioma era sin dualidades. De todas formas la pieza nació símbolo de democracia y libertad, seduciendo a los benévolos y a aquellos que no pensaban igual, sino, dubitativos. Quizás la respuesta emanó del Bartholdi político, todavía en París y enfrascado en los quehaceres del embarque de la estatua, quien debió enfrentar una inesperada encerrona de la prensa. Entonces, el artista expresó, cauto, sus intenciones coincidentes con los criterios expresados por sus compañeros en la empresa, sin paliativo ni ambigüedades. Luego, acertó en reafirmar:

           «"Yo, intentaré glorificar allí (en EE.UU.) las ideas republicanas y la solidificación de la libertad, con la esperanza de que algún día las volveré a encontrar aquí, en Francia

Tal declaración, tocaba fibras de algunos franceses que no admitían mutilaciones de la democracia, por la existencia de la III República. Su aseveración, indudablemente cargada de patriotismo, también resultó expectante para una parte significativa de la opinión pública norteamericana, entre la cual surgieron aquerencias cautelosas cargadas de ciertos aires dubitativos, que inclinaron a entrecejos. Caló un acertijo:

     «"¿Cuáles eran los motivos reales que impulsaban a los franceses y el por qué, si andaban tan embrollados en sus trifulcas sobre la libertad, imperios, monarquías y repúblicas; a abrogarse el derecho de proponer la implantación de un faro de libertad en donde ésta ya existía, sólida?"»

De todo el embrollo semántico, se desprende tras haber observado los hechos, que la estatua de Bartholdi y también más tarde el poema de Lázarus; fueron sobrepuestos e imbricados ambos, se presume que de manera intencional por ciertas ‘fuerzas exógenas’  (desconocidas) Las que además, resultaron proclives a fin de confundir, tergiversar y reinterpretar  las intenciones originales de las obras. Ello, para consolidarlas bajo un solo fin, inducido en sus conveniencias, por promotores extraños. No sorprendería que estas ‘voluntades’ anónimas hasta ese momento —aunque en apariencias, con propósitos humanistas—, forzaran a dar una idea confusa única y falsamente clonada; desvirtuada de las intrínsecas de las dos obras originales o sea, la estatua del escultor Bartholdi y el soneto (los versos) de la poetisa, Lázarus.

¿Medias letales?
No sorprenden, en general, a partir de las actividades radiofónicas de propaganda iniciadas muchos decenios posteriores a la inauguración de la estatua y la redacción del poema, por Adamovic y los grupos de aliados socialistas, casi a mediados del siglo XX y no de cuando su inauguración como erróneamente se ha entendido, es el momento en que el símbolo de la estatua-poema comienza a acercarse a su imagen inicial. Sin embargo, valdría preguntarnos si la interpretación —sin destrucción del enigma y el mito—, aportaría algo a la causa de la democracia y los derechos humanos. Es posible que no tuviera efecto alguno, considerando el inmenso prestigio de este símbolo confeccionado en metal y mármoles, tiene por sí sólo. 

Nos parece claro dejar sentado en la lógica de nuestros servicios reguladores de las fronteras estadounidenses, que los inmigrantes arribados a los EE.UU. de forma ilegal argumentados por motivos económicos, por ser  otros prófugos de la justicia, los irregulares o ilegales con ansias de trabajar con honestidad y pericia, fuesen indocumentados o no; en este caso; aceptarlos como mano de obra decente y agradecida de lo que no podían en otros lares,

“Advertir que no guardan una relación directa y estrecha, ni colateral, con los principios políticos y humanistas originales de la Estatua de la Libertad, el poema de Lázarus y los EE.UU”

Valga que EE.UU, poseedora de un diapasón humanista y misericordioso, por cierto bien organizado, probado y brindado generosamente a los inmigrantes legales, haya logrado que los brazos abiertos de The Great Lady’, no hayan cambiado de posición. Por lo que cabría, a manera de colofón tentativo o síntesis de esta interrogante y a los fines de enriquecer nuestro juicio; que verdaderamente hay brumosidades relacionadas a esta incógnita la cual ha sido popularizada incorrectamente, hoy casi mal entendida en calidad de un mítico “derecho legal” inexistente, no un privilegio potestativo del gobierno de los EE.UU. hacia todos los ciudadanos, sin distingos, sean naturales o naturalizados.

 Siempre advirtamos que Emma Lázarus, en la dulzura infinita de su poema "The New Colossus" y de cualquier manera analizable, siempre permanecerá contenta. Luego, hagamos un alto y detengamos el cernido de argumentos de uno y otro lado, para aquilatar hasta el infinito, lo evidente. Porque quizás la Mántica de Pitia como oráculo délfico, aún conserva toda la verdad aprisionada entre los metales y mármoles de la "Lady of Liberty". La dama de brazos abiertos para todos, con la cautela impuesta por una sociedad de leyes; que reconocen el esfuerzo humano hacia el progreso justo. 

  La saga continúa,

© Lionel Lejardi octubre, 2011
Legacy Press

EDC-6,065/Pag.  24/24