2 Génesis de Miami 2/…n
123 Aniversario de democracia feliz en Miami:
Julio 28, 1896
"Un Asunto Floridense”
(Versión libre de hechos reales)
Florecimiento
Castillo de San Marco
La historia de nuestro estado, visto a la luz de
los resultados actuales, dice a sus ciudadanos lo acertado y pródiga de esta “compra”; sin aventurarnos en mayores
consideraciones y cuentos de pasillos. Vale la premonición, porque a inicios
del siglo XIX, la península de Florida era un caos, si nos atenemos a las crónicas
y narraciones trascendidas y datadas desde dos siglos atrás; si observamos el
panorama social, económico y militar desplegado en las narraciones. Florida,
era la posesión territorial más meridional de los EE.UU. recién adquirida del
Reino de España por unos pocos millones de USD. Luego, el Gral. Andrew Jackson,
fue designado gobernador militar de Florida, quien al menos para entonces, era
un líder con las mejores condiciones en el sentir de la Presidencia y el Senado
de los EE.UU. Luego, al final de la negociación, la misma no resultó
exactamente producto de una ‘compra’ y
no fue tan tal en ninguna otra forma. Ni siquiera una formal invasión, anexión
o reconquista de la Florida a su última dueña, España.
De cualquier forma, España y los EE.UU. mantenían una balanza de pagos, habitual
entre los países de economía abierta (EE.UU.) o semi abierta (España) Llegó el
momento en que dicha balanza de pagos por transacciones comerciales y otros
renglones, estaba sustancialmente en favor de los EE.UU. España sufría los
embates y posteriores estragos de la cercana invasión económica de los
franceses en manos del temido Emperador de Francia, Napoleón Bonaparte, además
de otros conflictos internos. La deuda español era alta y sin posibilidades a
vistas de ser saldada en un tiempo inmediato.
Luego, ambos países acordaron, libérrimamente,
condonar la mayoría de la deuda española más una cantidad en efectivo de dinero
‘contante y sonante’ que los EE.UU.
pagaría a España como débito ‘buona fide’
ascendente a $5 000,000 (USD) España por su parte, saldaría la deuda entregando
a los EE.UU. la Península de Florida entera (todo el territorio continental)
incluyendo la totalidad de las islas y cayos adyacente, dentro de sus aguas
marinas jurisdiccionales. En términos de compra-venta, el trato resultó excelente,
al adquirirse área peninsular física de proporciones inmensas, que alcanzaba unas
58,664 mi² (151,939 km²) de territorio español, cuyo saldo era una bicoca en
efectivo, pagada de inmediato.
Luego, para nadie resultó sorprendente, que
Jackson recibiera la encomienda de sanear, controlar y eliminar el desorden
natural que deja un régimen colonial ya debilitado siglo a siglo; en el momento
crucial del repliegue a casa desde sus antiguas y ricas posesiones ultramarinas.
Para este gobernador primado, ello no le resultó escabroso imponer el nuevo orden
(ahora, manu militari) en sustitución
del mandato imperante en los viejos territorios españoles por el estilo de
gobernar estadounidense. Lo particular consistió en lidiar con una abigarrada
mezcla de colonos blancos de varias nacionalidades europeas o ninguna otra
detectada, incluyendo minorías varias entre indios, negros antillanos,
africanos, mestizos, asiáticos y otras; que se disputaban el derecho de hacer lo
que la benevolencia restante de las autoridades españolas les permitieran hasta
el final de su mandato.
Más aún, cuando España emergía de sus propios
conflictos nacionales, después de los descalabros militares, sociales y
económicos en que la península quedó casi paralizada, a rastras de su antaña
fuerza colonial. La orgullosa Metrópolis del rey Felipe II, donde antes no se
ponía el sol, ahora para finales del primer cuarto del siglo XIX; medio que
renguea a manos de las fuerzas napoleónicas, que ocuparon durante un tiempo, casi
toda la península ibérica. España, emergió en todos estos conflictos
floridenses herida, magullada y desbancada lastimosamente, harta de imbricarse
en las inevitables trifulcas europeas. Mas el estremecimiento de los golpes
definitivos al otrora poderío imperial, en cuanto mar y océano fuera conocido.
A causa de las guerras independentistas de los patriotas indo americanos locales
y que dieron vigencia a las repúblicas soberanas e independientes de Centro y
Sudamérica, Pacífico y parte de la cuenca caribeña.
Se trató de un proceso político iniciado con el
ejemplo de EE.UU. y Haití a los fines de quedar separadas política, económica,
y legalmente de sus respectivas Metrópolis. Haití, como nación nueva, jamás
logró salir adelante a diferencia de los EE.UU. La autoridad colonial
floridano, con sede en San Agustín de la Florida más el Virreinato controlado
desde La Habana, se encontraban ya zaheridos y golpeados a expensas que les
otorgaba la dejadez sin cortapisas mayores, en la realidad objetiva de que
hicieran lo que les ‘viniera en ganas a
las autoridades española locales’
Sucede que, ya en posesión de todos y cada uno
de los vericuetos para alcanzar por mar desde Europa, el “El Dorado” aquel país mítico
con una ciudad capital construida de ‘oro puro de 24
kilates’ (se decía en infinidad de leyendas, por más que
suponían los aventureros europeos, incluyendo al ‘Maestro de los Maestros Navegantes”, el insigne “Don Cristóbal Colón”
quien convenció a los Reyes de España
de que le patrocinaran su aventura para muchos de los entendidos, inexplicable.
Según además, la data e informaciones en manos de las potencias europeas de
entonces, Inglaterra, España, Portugal, Holanda, Dinamarca, Alemania y otros
menores, pero con largas experiencias marineras.
El Refugio
Florida entre otros eventos, de una forma u otra
se convirtió también en otro puerto de entrada a los EE.UU. para aquellos
habitantes, por lo general antiguos o esclavos actuales, por su relativa
cercanía con otros territorios de EE.UU. (tierra firme) islas cercanas o
archipiélagos. Así quedó registrado en anales del Virreinato de La Habana, en
1687, que ‘ocho hombres, dos mujeres y un
niño lactante…’ escaparon de alguna parte de las Carolinas limítrofes con
el norte del Panhandle, hacia el territorio español en el área de “San Agustín de la Florida” y
solicitaron el bautismo en la «Verdadera
Fe» (la católica), insistieron
ellos. El gobernador de Florida protegió a los fugitivos por obligación
cristiana y se negó a devolverlos a su lugar de origen. Ni tan siquiera cuando
un agente de las Carolinas vino a reclamarlos ante el gobernador de la Florida.
El "telégrafo" de los
esclavos informó rápidamente este resultado, y pronto algunos otros fugitivos
comenzaron a llegar a la incipiente ciudad de San Agustín o quedaron
arremolinados en los bordes fronterizos.
Mientras, los funcionarios de Florida
solicitaron repetidamente orientación a España, y finalmente, el 7 de noviembre
de 1693, el Rey, Carlos II emitió una proclamación real en cuyos ‘por cuantos’ se dictaba "… dando libertad a todos... tanto a los hombres como a las mujeres...
para que, con su ejemplo y «mi libérrimo
poder real», otros hagan lo mismo"
Aunque ya se venía produciendo un goteo de
esclavos fugitivos hacia la plaza española, fue la llegada de no menos de cien
de ellos en 1738 lo que dio lugar al establecimiento de una población
fortificada a unas millas al norte del castillo de “San Marcos”: con el nombre de
“Fuerte Gracia Real de Santa Teresa de
Mosé”, se convirtió en el primer sitio —de lo que hoy son los Estados
Unidos de América— en que los blancos, indios, negros y otras minorías arribadas
con desconcierto, pudieron vivir en libertad plena, al menos por un tiempo.
Cierto que una bella expresión idealista, en un
mundo donde los oficios y algunas de las artes, a veces, eran considerados no
menos que algo denigrantes como modo de vida. Por ejemplo, solo que hasta el
siglo XIX, habilidades sanas y legales, las artes, oficios y aprendizajes
dejaron de ser actividades cuasi “infamantes”
En la descalabrada perdedera
española, se pensaba al revés, que la absoluta mayoría de sus homologas
europeas, donde siempre se alababa a quienes se destacaban por sus ‘artes finas y cuidados esmerados,
habilidades, manufactureras, médicas o científicas’
San Agustín
«… el de
Florida» insistían en el decir de los referidos por el sitio histórico,
para denotar ese centro, custodiado por la fortaleza del “Castillo de San Marcos” (1565)
en la misma boca del río “San Juan” Era,
entre otras comunidades costeras destacadas como la ya reluciente Tampa. Dado
que Key West, todavía en una modesta evolución, dependía del mar como única vía
de comunicación a expensas del cabotaje. Ambas sujetas a cambios, significativos
como excepciones, dado Florida aparecía en las cartas, como un enorme
territorio salvaje casi despoblado. Las inserciones incesantes de fugitivos y
nuevos colonos inmigrados por su libre albedrío, ofrecía una nota de inquietud
para todo el resto de los varios asentamientos, legales o ilegales. Este
conjunto de situaciones diversas, entre el resto de enredos encontrados por el embrionario
gobierno federal y su recién estrenado gobernador del estado, el conocidísimo
Gral. Andrew Jackson, despertó los buenos augurios con la venida del
federalismo y con ello, la instalación del poder de los EE.UU.
Una ciudad incipiente y destacada, resultó con
Jacksonville y la ya próspera entidad citadina en el condado del ‘San Juan’ (actual) asentamiento de una a
comunidad (después ciudad) la cual era un sitio de región próspera
perfectamente organizada y productiva en manos españolas y sus descendientes. Pero
ahogada por el autoritarismo y exigencias de los virreinatos, por medio de sus
gobernadores, oidores, recaudadores de impuestos, etc. además del resto de la
burocracia peninsular, ya en retirada ora silenciosa después desesperada, de
las tierras americanas.
De ‘crackers y bonkers’
La cosa resultó tan simple como llena de
escollos, entre la población autóctona
y los intrusos. Ello, paso a paso concluyó claro para el resto de las
posesiones españolas ultramarinas, donde paradójicamente, “nunca se ponía el sol” ahora el mismo astro se disolvería en
penumbras por los altibajos y aventuras reales; unidas a los sueños
emancipadores y ambiciones de los criollos, ansiosos de tomar el poder, para
lograr ser ‘tan repúblicas como la
norteamericana’ Otras consideraciones endógenas y otras exógenas sin rastro
de vinculaciones locales, aparecieron esperanzadoras para los más desposeídos y
desamparados. Para entonces, era saber que cualquier esclavo que se filtrara
por las fronteras floridense, ya en tierras españolas, tal era la Florida antes
de 1821, tenía la opción de declararse libre y apto para trabajar y
regularizarse como un floridense más. En caso raro, al disponer de dinero y así
lograr la compra de su propia libertad y hasta alguna porción de tierras,
además pertenecer a las milicias, llevar a sus señores ante la justicia, etc.
Se definió que acudir a las leyes vigentes era posible en las trifulcas
sucedidas entre la mayoría de colonos protestantes y católicos, además de los intrusos restantes; quienes provenían de
una variedad de fugitivos procedentes de los otros estados, islas y territorios
continentales de Centro, Sudamérica y del Caribe.
En específico, una subcapa de convertidos en crackers como eran las partidas de blancos desposeídos, indios nativos y
extranjeros, esclavos, mestizos o procedentes de islas caribeñas, devenidos
indigentes o simples delincuentes fugitivos. Estos núcleos de arribados de
sitios y con propósitos disímiles, por razones diferentes; vivían solitarios en
palenques y caseríos (aldeas) improvisadas
y diseminados en puntos costeros múltiples y en el propio interior de los Everglades.
En ciertos casos la boca del río Miami, Key West, etc. y hacia el interior y
centro de la península. La mayoría de los arribados se asentaban en las
inmediaciones de alguno de los 200 fuertes militares erigidos por el gobierno
federal a todo lo largo y ancho de la península. Tal sucedió con nombrado “Fort Dallas”
en la desembocadura (banco norte) del río Miami. En algunos casos les unía o cercanías,
desde el punto de vista estratégico, el denominado “Carretera o antiguo Camino Militar” el cual corría de manera
transversal entre el sudeste de Miami, hasta el noroeste, en el Golfo de
México. Construidos a esos propósitos por el gobierno federal y que hoy
conocemos por (Okeechobee Road)
Entonces, tal era el camino de comunicación terrestre que hoy parte desde Miami
(Aeropuerto Internacional) y el
nordeste de la Florida. En alguna forma, colindante con “Fort Dallas” célula primigenia
de la después fabulosa Miami,
la “Ciudad
Mágica”
Reiterar que en buena parte de la Florida
agreste, muchos tránsfugas sociales, desertores, delincuentes, etc. Por lo
general, personas y familias muy pobres, por cualquier razón. Entre los otros
marginados, casi todos blancos que vivían en lo más intrincado de la floresta
como cazadores, contrabandista, recolectores de fibras, maderos, plumas,
manufactureros, fabricantes de productos varios, especialmente whisky y otras bebidas espirituosas,
brebajes o infusiones adictivas o medicinales, a veces raras.
Esta población flotante, al igual que las tribus
de los indios autóctonos Tequestas,
sus miembros se asentaron en comunidades de intereses, costumbres y oficios
varios. A veces personas o familias enteras, eran conocidas con el nombre
genérico de crackers, bonkers, etc. Ante tal nebulosidad
incompatible con los estándares del resto de la nación, Jackson logró la
pacificación casi completa de la Florida aplicando medidas severas, en
especial, contra agentes foráneos ingleses y otros extranjeros que cometían abusos
o soliviantaban a estos sectores informales contra el gobierno federal central.
El sector de los emprendedores anidados de Washington, con cautelas
diplomáticas, afiló espuelas y uñas, para consolidar el nuevo estado con miras
y ensoñaciones hacia las relación comerciales con las ricas, productivas y
estratégicas colonias de las Antillas Mayores y Menores, denominadas por los
criollos, convertidos en acaudalados empresarios y comerciantes con buen grado
de solvencia, según los años.
Justo es señalar, que a tenor de lo declarado
por el rey Carlos II de España (también entonces soberano de Nápoles, Sicilia,
Cerdeña y otras dignidades) en virtud de la Cédula Real de 1693 y aceptada cumplimentada
a su vez por las autoridades coloniales de San Agustín de la Florida; sin otras
advertencias históricas. La España terca y señorial, permanecía maravillosamente
fiel a la égida espiritual de la fe romana, la cual ‘… se mantuvo vigente en Cuba, bajo una tozudez aberrante, la mórbida e
infamante, Institución de la Esclavitud, hasta 1880”, ya casi difuminada desde
los inicios independentistas, en el resto de los países tenido por civilizados.
Cierto que en determinados casos, impulsados por
los aires democráticos norteamericanos y la no menos apabullante Ilustración Francesa, las iglesias, en
particular las protestantes, instituciones como los masones y francmasones
(también algunos grupos religiosos de otras denominaciones clásicas y las no
reconocidas como tales); los cuales en definitiva fueron desde antes, los detonadores
de las guerras separatistas pro pendientes a la independencia y soberanía
absoluta de los criollos y entidades autóctonas de indoamericanos de Centro,
Sudamérica y la cuenca del Caribe. Ver la sintonización americana, en especial,
de Cuba y Puerto Rico.
Así fue lo manifestado por influyentes sectores
de cubanos criollos y españoles para sorpresa de los “retardados”; quienes se
mostraron deseosos de anexionar la Isla de Cuba a la Unión, cansados de la
absurda intolerancia, absolutismo, totalitarismo político y religioso de la
corona española. Entre estos criollos díscolos, pero absolutamente claros en
sus objetivos de independencia y soberanía, algunos de sus descendientes
todavía recordaban anécdotas de la apertura comercial floreciente de Cuba cuando
la toma de La Habana por los ingleses en agosto 14, 1762. Todo los cual sucedió
anterior, siquiera como actividad cuasi separatista e independentista, copycat de la emancipación de los
Estados Unidos.
¿Un segundo ‘Siglo de las
Luces’?
En aquel entonces, a mediados del siglo XVIII,
el gobierno real aunque transitorio de los ingleses, revolucionó el statu quo arbitrario impuesto por los estancos de productos y monopolios absolutos del comercio (estanco de productos) establecidos por
España, en la Isla de Cuba la más rica y esplendorosa de toda América, además
de sus otras colonias. Así, los virreyes (pro
tempore) ingleses, como buenos sajones, rodaban bajo la premisa de un techo
económico seguro; o sea, el de una sociedad exitosa de economía y comercio al
estilo capitalista y de libre empresa. Terreno ideal para un desarrollo económico
sostenible y en punta permanente, consecuencia lógica del comercio mundial libre
de regulaciones estatales (*) Cierto
que lo anterior y los aplicantes y seguidores, lograron hacer comprender al
instaurar un cierto y minúsculo número de “dogmas”
recomendables a instaurar bajo la clave subyugante de "laissez-faire, laissez-passer" (dejar
hacer, dejar pasar) a todos los productos y actividades comerciales con el
mínimo o sin restricciones.
Así, la humanidad culta y educada como nunca
antes y presta a iniciar e impulsar los grandes cambios económicos, científicos
y del comercio; que se avecinaban a nivel mundial, en el transito del siglo
XVIII al siglo XIX. Todo en conjunción unida a una fuerte industrialización acelerada
o incipiente de naciones poderosas como Inglaterra, Alemania, Francia, EE.UU., Bélgica,
Austria, Hungría, Rusia, Italia, Suecia, Holanda, etc. Sucede que en aquellos
tiempos de transición, junto con sus pelucas y el cofrecillo de rapé, los ingleses arrastraban la manía
de la subjetivación de errores ajenos inadvertidos (o despreciado) basados en
el practicismo de su lógica omnisciente y omnipotente de: «Casi todo es posible, pero sin cambios políticos»
Es que al final, los británicos estaban en lo
cierto, al pretender obviar a toda costa la repetición de un probable topetón
de conmociones, a manos de los ya amenazantes cuasi copycats, sans coulottes y jacobinos, mórbidos del 14 de julio, 1789; con el ‘Asalto a la Bastilla’ de los parisinos.
Encontronazo distópico
Además, un evento acrónico, cuyo rastro de
secuelas cruentas, se observó a todas luces, desparramado con creces un siglo
más adelante (en pleno siglo XX) Este se distinguió, con el asalto al “Palacio de Invierno” en Rusia a manos de
la cáfila del lumpen proletariat
bolchevique, ejecutando un coup
d’État en octubre de 1917 contra el Gobierno provisional republicano de
Kerensky, ungido como protector de la familia imperial del Zar Nicolás Romanov
II. Todo el ajetreo bolchevique, después
de robarle a los liberales los éxitos
de su “Revolución de Febrero”
(democrática y republicana), que derrocó al gobierno zarista, instó y logro la
abdicación del Zar e instauró la Duma republicana a inicios de ese mismo 1917 y
la cual los bolcheviques
traicionaron, 'sin disparar un chícharo’
mientras sus historiadores re-escribían la historia de ‘sus’ hechos notables, pero inexistentes,
donde catalogaban a los bolcheviques
de héroes ‘a todo trapo’ embaucando a
sus incautos seguidores y al resto de la opinión pública.
¿Y el camarada Lenin?
Bien, gracias. Entonces, como siempre, de vacaciones sus tesis por Europa (desde Suiza,
donde esbozó más tarde, cómodamente, sus “Tesis
de Abril”) Recordar, siempre sujeto a la subvención misericordiosa de
fondos, suministrados por el ‘supuesto
enemigo de Rusia’ el káiser prusiano, Guillermo I durante toda la ‘I
Guerra Mundial’ y aislado de la terrible iperita (gas mostaza) En espera, de que este último soberano le ordenara penetrar en Rusia por Finlandia (tal Lenin lo que hizo con obediencia
extrema), a bordo de un tren alemán sellado y pagado por la abultada billetera de Alemania, en tanto el líder valeroso, concluía en medio de la quietud de su mansedumbre ya veterana, las peripatéticas “Tesis de Abril”
La saga continúa,
© Lionel
Lejardi. Diciembre, 2011
Legacy Press
Addendum
(En
construcción)
(*) Excepto donde los comunistas, socialistas, maoístas, social-demócratas,
demócratas-socialistas, progress, nihilistas, anarquistas, ‘fellow-travellers’, libertarios, etc. y el resto de la zurdera izquierdista. La misma
piara encapuchada de aspirantes a implantar en toda la malahuerta americana (salvo la excepciones democráticas conocidas),
desde el Ártico hasta el Antártico de “Dictaduras del
Proletariado” bajo dogmas del marxismo-leninismo (ultra
reaccionario) al estilo bolchevique, castrista, guevarista, chavistas,
maoístas, kemeristas, anamitas, teocráticas-islámicas, todas, culminadas en “fracasos perfectos”
Serás bienvenido a mis blogs alternos
EDC-3160/pag 13/13
EDC- Julio 28, 2019 (Editado)
Legacy Press