miércoles, 19 de octubre de 2016

La “Estatua de la Libertad” y un poema I/III

La “Estatua de la Libertad” y un poema
I/III
Se cumplen 61 años de dictadura comunista en Cuba
(Editado)
"Si la libertad significa algo,
es el derecho de decir
 a todos los demás,
lo que no quieren oír"
George Orwell
("1984")
Un Asunto Americano

1492: ‘Madre de cambios y destinos para Emma’

¡Vigilad las esbeltas gárgolas parisinas!
Se les veía paseando gráciles, por la 42 Calle y la 5ta. Avenida de New York. Corría el último cuarto de 1887 y Emma Lázarus retornaba de Rusia, desolada y enferma; donde, por rumores falsos los pogromos anti judíos hicieron estragos entre las comunidades europeas de los askenazis del siglo XIX. Entonces, Emma Lázarus era todavía una grácil joven poetiza judía, apasionada y frágil de nacimiento y no por casualidad, neoyorquina. Quizás, con unos labios ni crueles ni finos, como represas de torrentes de palabras inspiradas para ser escritas, no dichas. Labios carnosos, sugerentes y listos para detonar palabras besos y caricias mudas, tan propias de los caracteres más que apacibles, apasionadamente silentes. De aquellos quienes inmersos en medio del arte poético, sienten dónde está la verdad. Emma era de aquellas jóvenes de puntos de vista, los cuales para los unos, de claroscuros irreverentes. Mientras que para los otros, la simple expresión de sensibilidades inaccesibles a los legos. Donde los ensueños hacen hitos en leyendas y el mármol ensaya destellos y sonoridades solo escuchables por almas amigas. No el de cuevas panas repletas de chascarrillos, granjas psicotrópicas y algún ramo de dormideras y zánganos descalzos, echados orondos en hamacas de rones y peyotes mezcalinos, bajo palmeras cómplices. Su mundo, era otro más respetable y menos ruinoso.

Esas congojas
Sin razón de tristezas aquellas otras, la parte de esas congojas declaradas como las últimas decimonónicas. Resultaron las que otrora abochornaban mejillas y despertaban arreboles en los cachetes femeninos. Porque eso acontecía también más abajo, en tierras del altiplano sudoroso o en las callejuelas de La Habana Vieja aprisionada en intramuros, abandonada y destruida más tarde. Desde mediados del por arribar, siglo XX por la furia vandálica de los “irregulares’ proto alpinos.

Es que durante esos años también en extramuros por el intrusismo del Ejército de Ocupación Extraño (guerrilleros orientales) que todavía hace vivac en un anochecer eterno sobre la capital de la antaño República de Cuba. La que ya al medio siglo XIX reventaba murallas, para dar paso a la Ciudad Nueva. La misma que se apoderaron aquellos, que los ‘individuals extraños’ y sus cáfilas de hunos alcanzaron y estigmatizaron a fin de robar y destrozar su propio y viejo sueño de escarabajos bárbaros. Se trataba de algo minucioso, a fin de arrasar y destrozar la capital hasta convertirla en escombros y nidos de moscas basureras.
Emma Lazarus (23 años)
New York, EE.UU. (1849-1887)
Grabado de T. Johnson (1872)
según foto de W. Kurtz 
(Cortesía de The New York 
Historical Society)

Una ciudad apagada por trillos y senderos donde los vacunos deambulaban, desembocaron en avenidas y paseos como los bieldos del mítico Zaal albino, nunca fue encontrado. Ahora sus residuos cuajaban sobre la loma pequeña coronada por la ‘Iglesia del Ángel’ Donde los ansiosos revuelven todo en busca de perdones y redenciones. Aunque siempre fueron bien recibidos, en aquel definitivo y alucinante, Oeste dorado del Paraíso bíblico. Entonces, allá lejos, en la América del Norte; los pioneros resplandecían entre los humos del melting pot emético. Es por lo que las dos las dos amigas se cuidaban de las hebras heladas, rezagadas de los fríos neoyorquinos.

Pira de animales salvados
Mientras al Este de aquel Paraíso, fantasmas de animales salvados, hicieron la última reunión, antes de cubrir el “Arca de la Alianza Americana” Pero ella, poetisa al fin, de esas virtuosas de estilos cuneiformes de sumerios no estaba para ditirambos ni garabatos de chiquillos tormentosos, gritándose obscenidades.

Lo de aquí era grato en el New York de todos los europeos, esperanzados al arribo a los Estados Unidos, por "Ellis Island" , puerto y aduana principal de New York. Las que en mayo de 1965 fue integrada al complejo de Liberty Island (Bedloe Island) donde yace la "The Statue of Liberty" La misma Liberty Island, justamente denominada así desde 1956, junto con Ellis Island tan temprano como desde el siglo XIX; acogió en barcos de pasajeros, galeones, veleros, paquebotes, cargueros o lo que fuese movido por energía humana, eólica, solar, situada en buena estrategia, a la boca del Río Hudson. El complejo, en 1998, pasó a la jurisdicción de estado de New York, junto con parte de "Ellis Island"

Solo que otros esperanzados, como hicieron los erradizos del Canaán; pero sin mandatos celestiales, salvo huir de la crueldad intrínseca de los extraños hombres-rojos y la avidez natural del humano por la libertad; armaron sus bajeles estereotipados con los moldes de la desesperación y partieron esperanzados hacia la nueva Tierra de Promisión. Porque ellos invirtieron luces y faros, los antaño del sur hacia Alejandría por el norteño en el "Cape Florida Lighthouse" del Miami de hogaño.

Eran después nuestros "balseros" (rafters), quizás dirá la rígida Historia, los más que ripiados y dignos de compasión, además de ser nuestros héroes contemporáneos, casi desconocidos. Ese islote de la hoy "Liberty Island", lugar y asiento de la futura e inmensa estatua; desafiaría todas las proyecciones y etiquetas dimensionales acerca de las “Maravillas del Mundo Antiguo” censadas de entonces.

De cualquier manera, la mole regiría sus salvaguardas sobre toda la libertad que los norteamericanos pudieron acumular, cuidar y defender. Por suerte, con toda la avidez de la indudable Santa Codicia una de las patronas del individualismo rugiente y benefactor, desde el estallido libertador del 4 de julio de 1778. Fueron las auras y águilas de cabeza blanca, montadas en las furias, los motores que impulsaron a la después denominada, "Revolución Americana"

     «Una libertad inmediata y sin dilaciones», reclamó Adams

La nación norteamericana derramó generosamente y ofreció a ese mundo global, el ejemplo de los próceres norteamericanos con su gesta emancipadora; todavía hasta entonces; inmersa en el cardumen aristocrático europeo o de satrapías medio orientales, asiáticas y africanas, como hoy con sus populistas "bongoseros" de medio palo, siempre amenazantes en cada uno de esos estados acunados en brazos del fundamentalismo. Era el clamor de una libertad inmediata y sin dilaciones, que abarcara el mundo aun latente tras la Ilustración, devenida radiante antes y durante el Siglo de las Luces.

Fiesta de una luces
Al que el cubano Carpentier le arrancó fulgores, en esa, su novela inolvidable. Pero todo había concluido con la felicidad emanada de las calles y callejones comunales de vía estrecha como las calles "...de la Muralla o del Callejón del Cristo y del Conde Cañongo”, hoy devastadas y arruinadas por las turbas divinas de la anti "civilización comunista" Ellos, iconoclastas de nacimiento, transmutadas sitios por donde habrían caminado sus serenidades, como antaño, entonces nuestras Emma y Georgiana, recuerdos vivientes de almas contemporáneas.

Ahora, en aquel entonces, ambas muchachas se deleitaban en el pequeño café, situado en la marcada de manera virtual (entre la gente que denominaban "del montón") con el sobrenombre de lo que no era: “La Esquina del Pecado", tal la mentó un novelista.   

            — « ¿Sabes Emma? —le inquirió Georgiana, en un instante de vibración, mientras merendaban»―. Me causó algo de zozobra cuando casi rechazas la solicitud de Evarts (1)

             —«Hay demasiada politiquería metida en estas colectas para el pedestal. Es casi insoportable el cacareo de los políticos y el buen número de diletantes, que sólo mueven la lengua para escucharse ellos mismos» —agulló Emma, con un marcado tono de desaliento.

Después de un conversatorio trivial entre solterías, la más joven de la viudez de la otra, Emma continuó solitaria como una brizna de paja a la tenue brisa vespertina. Recién había dejado a su buena amiga Georgiana en la morada de ésta, un bello y floreciente nido, con las ventanas cuajadas de flores en primavera. Tan desesperanzada como Emma, en encontrar un marido educado. Nada de sexo, sino para que le sirviera (se sirvieran mutuamente) de compañía durante los años finales. Pero Emma continuó repleta de fríos ininteligibles al describir lo raro de la temperatura, no muy justificados en aquella zafia primavera neoyorquina llegada con retraso.

Pogromos
Los pogromos rusos anti semitas, eran crueldades insoportables
Una tristeza pegajosa y húmeda, como sólo pueden experimentar las mujeres, le azotaba el alma y rompía sus visiones de un futuro incierto. Y todavía andaba a cuestas con las visiones de los horribles pogromos anti semitas que les tocó ver en la misma Rusia. Tan peores como que la propia experiencia yerma de sus soltería. En otro día cualquiera anterior, serían los asombros y expectaciones ante la carrera de antorchas científicas y artísticas venidas desde la Ilustración, en postas y de relevos hacia los años de 1800 y tantos. Porque ya habían transcurridos casi tres cuartos de esta centuria, cuidadosamente esperada por los gigantes del comercio, industria, artes, economía, humanidades, política, ciencias, guerras y otras disciplinas emprendedoras del quehacer humano individual.

Es que todas las inteligencias y sensibilidades abrillantadas ansiaban mostrar lo mejor de su aporte al subyugante juego civilizador de los hombres. Y no otro, ese quehacer generador de ideas y riquezas, envidiado por morones y lerdos que pastan recolecciones en cada continente, siempre atentos y en lujuriosa espera; de los descubrimientos, obras y esfuerzos ajenos para tenerlos y disfrutarlos como suyos.

Porque ya estaba delineado virtualmente, aunque todavía no escrito, todo el plan para transformar el nacimiento exuberante de las naciones, en particular la nuestra; EE.UU.; por los Morgan, Monet, Zola, Gandhi, Roosevelt, Rockefeller, Einstein, Edison, Heisenberg, Rodin, Curie, Planck, Bohr, Wright, Tesla, Ford, Keynes y más y más de los otros brillantes de cada continente. Algunos estudiosos de la morfología humana, en especial aquellos que hurgan por los caminos del cerebro, los sitúan en el atrio de los genios totales por estar o haber nacido, según la cábala “por encima del paralelo 23 septentrional (Norte).

Quizás por la inclinación geo polar con respecto al sol. Una concertación de bondades intelectuales inigualable. Donde, arguyen los eruditos de hoy al igual que los anteriores, que ellos participaban no sólo en calidad de colegas, sino también de los apreciados competidores enchumbados en su materialismo resecado. Que no es precisamente la fuerza única combustible del desarrollo humano.

Dow le dijo a Jones y … este a Bergstresser  (2)
Y a propósito, nada de asombrarnos que unos pensantes atemporales; como Marx, Blanc o Engels se unieran como "colados" sin invitación al torrente enemigo, pero en línea inversa de la contra corriente humanística. Decir, para disfrutar y solazarse con los éxitos inteligentes de los genios, los eruditos y los elegidos. Los “recoge cosechas” de otros. Los copycats y plagiadores de la creación ajena, tal es tarea catacumbica de los izquierdistas, liberal y comunistas. Sucede que con esta última troika o cuadriga, como es la filosofía de ciertos “peces pilotos” (aliados todos a los tiburones, a causa de su ambliopía meridional con la que estos cacos de la libertad se justifican); existe uno de los tantos dogmas inviolables (son los peros, aunque, no obstante, etc.) dentro de sus sociedades secretas, como aquel cortado al sayo de los comunistas y ciertas etnias de religiosidades mendaces,

      —“Nada de trabajar para generar riquezas. Que las suden otros y después se las quitamos”

  Similar a otras, como aquellas que entonan,

      — "Eso de crear riquezas, que lo hagan los idiotas, con nuestro tiempo y cerebro. Lo nuestro es, por ley natural de los pobres necesitados, tomarlas por la fuerza y disfrutarlas"

Decían los comunistas, liberales, progress y el resto de la canalla de fans aullantes por su amor a la violencia; para quitar al que tiene riquezas porque, dicen, no la creó para el desfrute de todos. Montados en la cresta de la ola zurda cacofónica, ramplona y desaseada; aferrada a su mendacidad trashumante como hacen los pastores con las manadas de vacas infértiles criadas en gaveteros, según les ordenan sus Líderes Máximos. Tragando lo que no es suyo de verano a invierno, regodeándose en defecar y mear, en los pastos ajenos, tal hacen los abigarrados dueños de mascotas. Eran, anunciaron desde sus coches los aurigas del averno rojo, "son las hordas comunistas de Marx y la cohorte de sus vagabundos"

El que bajó le dijo al otro,
          
         —Jones, cuidado con los Marx, Blanc, Bakunin, Proust, Joyce y otros pescaditos defensores del “melting pot"

Le alertó Dow a Jones y éste a su vez, lo descargó en Bergstresser (el silent partner) mientras se alejaban del pub con paso calmo hacia sus oficinas en el No. 15, de la que antaño fue la calle amurallada (hoy, Wall Street) y que protegió la entonces incipiente “New Ámsterdam" (Nueva Ámsterdam) de sus enemigos permanentes, en plena isla de Manhattan. Es que por aquellos tiempos, entre los herbajes, enlodamientos y las postas de los animales de tiro; sonaban distintos alaridos de timbres crípticos de cada "yes mom", "ano pañi" o "sí señora", caucásicos, eslovacos, flamencos o españoles.

Inundantes todos, de las tierras del Nuevo Mundo, el cual uno de los genios de la élite pensante del siglo XV; Cristóbal Colón; se tomó el trabajo de "descubrir en el 1492, para terror de Emma" e iniciar la civilización occidental y judeo-cristiana, en beneficio de los nativos sumidos alegremente en el arcaico mundo (escuchar, bien) imperialista, esclavista y antropofágico. Toda una carga enorme, a fin de puntualizar la obligación europea cristiana de civilizar a los nativos por encomiendas reales y papales de Isabel y Fernando. Y con cuidado, porque algunos aborígenes además, eran de gustos gastronómicos peculiares.

Es la secuela del sensei antiquísimo, como síndrome natural de reverencia a los triunfantes; no a la masa amorfa, populista, desculturizada y pancista; disfrutadora por igualdades, arrancadas a las almas generadoras de bienes y riquezas. También porque allí, en aquellos lares de deidades domésticas, lubricaban sombras de nacionalismos y otras extemporáneos e igual; soles de falsedades adamadas colgadas de una civilización pujante, la europea, que no les pertenecía. Es que la cuerda de la paciencia yankee y sus libertades daba fuertes señales de que arribaba al fin de su tolerancia.

Una mañana fría en París
En otra mañana fría y primaveral en París, cierto que de longitud y latitud fulgurantes aunque diferentes; un team work de lo mejor de la intelectualidad y las artes francesas. Se contaba; Frederick Auguste Bartholdi, el escultor (en ocasiones, todavía envuelto en su alias de "Amílcar Hasenfratz", como pintor sin futuro), tomaba el desayuno en su cafetín preferido. Leía el matutino, a un costado de la Basilique du Sacré-Cœur (Basílica del Sagrado Corazón) En los arboles cercanos, bandadas de pájaros multicolores abrevaban apetitos. Este escultor, andaba menos que contento con los tiempos tomados por el ingeniero civil y estructural, junto con su grupo de colaboradores, que diseñaba la armazón interior de la futura estatua. Este último, Gustave Eiffel, recién llegaba y se sentaba plácido frente a Bartholdi.

            —"Estimado señor Bartholdi, comprendo sus inquietudes. ―comenzó a explicar con voz suave, arrastrando un poco la ere pero sin ninguna inquietud, ante la mirada de reproches del escultor―. Pero, Usted debe entender que no es lo mismo adicionar o quitar barro de una figura escultural. Claro, que no intento demeritar su trabajo; que quitar y poner alegremente factores en una ecuación matemática.
           
Es que si nos fallan los cálculos, la estatua se nos viene abajo y nadie lo regañará a Usted, porque su modelo resultó hermoso en el papel. Pero a mí, sí. Si mi estructura, que no es una obra de arte sino de ingeniería; no funciona; por estar sujeta a un cúmulo de apreciaciones eurítmicas, no técnicas. Luego, como sucedió con su maqueta, es “ingeniería impura"

Bartholdi, el escultor, dedicó la mejor de sus miradas al interlocutor frente a él. Es que se trataba de otro gigante: Gustave Eiffel, encargado de diseñar la estructura metálica de acero que conformaría el esqueleto de la estatua. La misma mole de acero y cobre, que se pretendía plantar sobre el pedestal aun no construido del todo, allá por una pequeña isla en plena bahía de New York. Exactamente sobre los cimientos del antiguo “Fort W

L’ Impressionnisme
A ciertos políticos iluminados, dicha estatua les dio sus buenos dolores de cabeza y querellas recalentadas. Las otras identidades, sumidas en algarabías socialistas, eran las ánimas circulantes escapadas desde los tiempos de la Ilustración en calidad de sueños eremitas, navegando y enredados entre las modas tipo, ya auguradas desde inicios del siglo XIX. Después, sobrevendrían las nuevas olas de aquellos frágiles de espina dorsal siempre enervados, que correrían a hincarse ante la "gatita de María Ramos" y la luminosidad del Impressionnisme tipo siglo XX, per sæcula sæculórum, porque el amén de la terminación de la disputa, brillaba por ser oído. Sí, quizás los labios en rictus espléndido advirtieron lo real e irreal de la verdad.

Porque, aquí y allá coexisten infinidad de pistas y rugosidades al respecto. Cada diletante de todo y maestro de nada, agitaba algarabías o redondeces en función de su idiotez. Más hoy, cuando intereses foráneos tratan de vincular el símbolo original de esta mole de preciosidades estatuarias y uno de nuestros monumentos nacionales de mayor connotación y fama mundial; con otras veleidades exóticas, que nos hacen reaccionar frente a la tozudeces e irregularidades de los ciertos extraños (aliens), no todos averiados, que nos invaden. Por sinrazones tales, es mejor soltar una mirada auscultadora al despertar reminiscente, de algunos de los hechos, porque del decir, hay trechos que recorrer.

El “L’ Impressionnisme, “Señor Absoluto de Tumbas”, corazones y cuerpos de los adalides amortajados en Les Invalides y de la palabra versada musical de Claude Joseph Rouget de Lisle, en su "Chant de guerre pour l’Armée du Rhin" (Canto de guerra para el ejército del Rhin) y que a destiempo se desdobló en "La Marseillaise", era la responsable absoluta de la pradera parisina, Europa y el resto del planeta, que los marxistas-sobaqueros, pretendieron envolver en llamas.
x
Y bien que anduvieron cerca de la tenue línea anárquica, los nuevos sans-coulottes de la Comuna de París y de sus fantasmas de marxismo trunco. Los que revertían clamores y llamados al extraño peregrinaje alocado de un pretendido Adán comunista que nunca existió. Porque los rojizos, esa especie abortada por la izquierda en calidad de gay filosófico (los mismos anatemizados de antes y que ahora el régimen castrista. Atacado en una recaída populista ha puesto de moda) correteando estupideces obre una mula montada al revés, en función de un travestí desnudo con las manos en los bolsillos, ululando por llanuras del tropo marxista europeo. Pero estos jacobinos de medio palo y peor pelo, ya no dispondrían de una réplica del Robespierre cruel, por la simple razón de que el Gral. Adolphe Thiers les había sacudido las posaderas cuando asomaron greñas y orejas por encima de las barricadas parisinas, en ocasión de estallar los desperdicios de la pajarera ecléctica: la “Comuna de París”

Estos desclasados, no tendrían a quien seguir y deberían conformarse con un Marx, tambaleándose de brazos de otro timbalero “del no hacer útil”, su yerno, el cubano oriental Pablo Lafargue; otro vagabundo por el erial comunista europeo; casado con Laura la segunda hija del filósofo y aspirante a economista, Karl Marx y sus socio Engels.

¿Quién es ?           
El rabino dirigió la mirada a su compañero bostezador en el banco en el Parque Central de New York, ya floreciente con la pajarera para encanto de los ornitólogos que por esa y esta época a observar las aves, mientras observó a la joven que con paso decidido, se deslizaba frente a ellos. El otro, hizo un gesto de ignorarlo. Pero le dijo al fin,

       ― ¿Quién es esa muchacha tan espigada? ―repitió

Porque, de modo semejante en la “Estatua de la Libertad” incidieron y coexistieron rugosidades y desavenencias respecto al carácter real de la espiritualidad y objetivos de esta dama incógnita cargada de metales y soledades. La figura adscrita per se, sin proponérselo, destilaba una delicada sensualidad más que romana o espartana. Impregnada de fino aroma al bouquet parisino. Así era la muchacha neoyorquina de rostro afilado, a contrapelo de la estatua. Y por qué no también, del exquisito olor a floresta de rosas y jazmines del hidrocarburo angoleño destilado o el de los cañaverales cubanos; estos últimos; por entonces repletos de mambises enamorados de sus hembras trágicas y de la patria aun aherrojada por la metrópoli española.

Recordar que la faz de La Gran Dama nos señala, no por casualidad geográfica y sí democrática, las coordenadas de uno de los puntos más sensibles y conocidos de todos los humanos despiertos. Claro, por cada gente del valer, saber y también de valor del planeta entero: los: 48 ° 52’ 26” Norte y 2° 17’ 42” Este (06:00 PM hora de París). Es el punto que marca el "Arc de triomphe de l'Étoile"

Exacto, en París. La estatua es la misma que hoy, reverdece con más intensidad en nuestro interés. Cuando intenciones foráneas tratan de vincular el símbolo original de este otro de nuestros monumentos insignias, regalo del pueblo francés al norteamericano, a propósitos egoístas y disimiles; amarrados a agendas raras o   exo nacionales y peor, escondiendo viejos clamores anexionistas de parte de nuestro territorio actual.

Sin embargo, el proyecto y armado de la estatua seguía su imparable cuesta arriba. Bartholdi junto con el compositor Charles-François Gounod, auxiliados de pingües conciertos, tómbolas y loterías efectuadas por toda Francia —especialmente en París— lograron que los franceses reunieran el millón de francos de la época (al principio supusieron unos 800,000, necesarios para proyectar y construir la descomunal obra estatuaria. Ninguna mejor paradoja hoy, que la estatua clavada en el vértice del Hudson donde vería desfilar "carretas y carretones" cargadas de millones de inmigrantes insomnes y de los expelidos ilegítimamente, sin posibilidades de emitir una sola queja u opinión, contra quienes les arrollan su civilización.

Las aduanas de Ellis Island durante los años del Gran Arribo de Inmigrantes, (GAI) solo rechazo al 2% por ser polígamos, criminales o portantes de enfermedades infecciosas. América abrió sus brazos generosos indistintamente y le dio abrigo a ese caudal humano, con o sin ‘Estatua de la Libertad’ ni el poema de marras. Luego es incierto que los inmigrantes de entonces y posteriores penetraron a EE.UU. bajo el manto de dos elementos en vías o inexistentes, hasta materializarse con posterioridad o en vías de materializarse.

The Statue of Liberty"
Mejor ojear, sin espantar los récords contractuales, hasta los tiempos presentes. Es que en los inicios de la idea de la estatua, la pieza no fue bautizada con el nombre oficial que hoy ostenta, "Statue of Liberty" No, fueron otros los pre rumbos e intenciones concurrentes en la génesis estatuaria, cuajadas de alegorías y muecas no declaradas, tal fue "Skrik" (El Grito) del holandés Munch, incrustado en el lugar cimero de la pinacoteca de Oslo, la fría pero acogedora capital. Meditamos, porque cada 28 de octubre, la "Estatua de la Libertad" cumple años.

La "Noble Dama", fue erigida en la actual isla Liberty Island (entre otros anteriores, antes (Bedloe’s Island), en la boca del Río Hudson, Puerto de New York a la vista de New Jersey. El monumento, ya in situ, despertó los naturales recelos y pesares acerca de cuál de las ciudades; New York o New Jersey, correría con los gastos de su operación como atracción turística y además, los propios del mantenimiento provocados por la agresividad ambiental.

Finalmente New York, aceptó la encomienda y la esperanza del dinero federal para cumplir la tarea de preservación. Fondos, los cuales estuvieron pendulando en el clásico "veremos" por los ediles neoyorquinos. Exactamente en ese punto de la decisión aunante de ambas orillas en impulsar la obra, convergieron dos desconocidos electrizados por Thomas Alva Edison. Sería en muestra de las asimetrías del Id con las del Ego, de cada uno de los caracteres. Y también las ventoleras de quienes ya miraban de reojo a nuestra América, algo desprotegida.

Se trataba de dos actores desplegados en el lado estadounidense: la escritora y poetiza neoyorquina, la judía Emma Lázarus y el publicista de origen húngaro Joseph Pulitzer III. De manera singular ambas personalidades de intelectuales contrapuestos, chocarían colosidades y entrecejos por una mayor comprensión respecto al regalo francés.

Los trabajos para armar la inmensa mole de cobre y acero, comenzaron tras una larga y tormentosa gestión del lado estadounidense, tendente a recaudar los fondos necesarios para construir el pedestal. Que aumentó al monumento en tanta altura, casi como la de la estatua propia. Desde mucho antes, un grupo de notables franceses gestores de la idea, ya habían cumplido la tarea de diseñar y construir la estatua en sí. Ahora les faltaba la palabra crucial: erigir. Es que no se trataba de una estatua cualquiera, por y para un país cualquiera. El drama de mármoles, concreto, cobre y aceros, atañía a los admirados y también envidiados, los Estados Unidos de Norteamérica (EE. UU.)

La obra, por su inmensidad y peso, después que sus fragmentos fueron exhibidos en un parque de terrenos parisinos, debió seccionarse antes de ser estibada para su transportación a los EE.UU. Ello fue tarea cumplida a cargo de la fragata francesa, "Isère” El conjunto del monumento se ejecutó bajo un despliegue de opiniones y circunstancias diferentes entre sí, en unos tiempos tormentosos pareceres confusos y en otros, antagónicos. Habría que entender a la América de los melting pots relativamente apacibles de antaño, no los de roñares diversos de hogaño y de los consejos secretos de los viejos mocasines, sandalias o guarachas, que cantan siempre que hay fuegos en manglares o matorrales.

Es que los danzantes con sus flechas, plumas, macanas, lanzas y tambores cocodrilos y los principales actores de cuello duro, chistera y bastón en ristre, siempre andaban en extraños saraos y kermesses vespertinos. Sus fiestas paganas e interminables, roncando como rana toros sobre aquellos tapices tejidos que se les antojan "sus hamacas deliciosas", algunas tejidas con hilos de cáñamo índico, como el mismísimo velamen de las calaveras colombinas. ¡Valga, rediós y joder lo de este hombre!

La saga continúa.

©Lionel Lejardi. Octubre, 2011
    Legacy Press

1     William Maxwell Evarts, quien era a la sazón Secretario de Estado del Presidente Rutherford B. Hayes y presidente de la Comisión para el Pedestal de la Estatua de la Libertad, estaba encargado también de la "Art Loan Fund Exhibition in Aid of the Bartholdi Pedestal Fund for the Statue of Liberty"

2      Charles Henry Dow, fue un periodista norteamericano y cofundador del "Dow Jones and Company" con Edward Jones y Charles Bergstresser. Dow, también fundó el "The Wall Street Journal", el cual devino una de las más respetadas publicaciones financieras en el mundo. Él, también tuvo la audacia de inventar el denominado "Dow Jones Industrial Average" (wik)

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EDC-4358/Pg. 17/17


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