lunes, 10 de octubre de 2016

"Estatua de la Libertad" y un poema II/III


"Estatua de la Libertad" y un poema 
II/III
 (Se cumplen 61 años de dictadura comunista en Cuba)

"Mañas y marañas”
 Las troqueladoras totalitarias 
extruden Hombres-Nuevos.
Son Golems de fiereza diferente.
Unos, agarrotan a la izquierda,
otros, a laderecha. Los más
eficientes para el cinismo socialistas e
  izquierdistas, es la COMUNISTA,
la cual  extrude ambidiestra
Lionel Lejardi

Un Asunto USA
(En construcción)

  La Estatua

Haute couture y prêt-à-porter
La culpa del embrollo quizás yazca en el barrio de“Pigalle”, según los unos; mientras los otros, lo arguyen posado en loma (real), a cuya cúspide le corona la basílica de “La Sacré-Cœur de Jésus de Montmartre” (El Sagrado Corazón de Jesús de Montmartre) en París. Porque en realidad, se exigía que la futura estatua se irguiera en predios donde la misma reinara la haute couture (alta costura de los antiguos) a los fines de que pareciera prêt-à-porter (un plato listo para llevar) al gusto del creador. Y no hablamos sobre modas y cosederas de los posesos. Saber que en el momento de su materialización, cada obra de tales magnificencias, da que pensar en un alumbramiento doloroso que sería el devenir testigos de su destrucción futura. Decir, un fatalismo mal soñado. Solo pensar en la furia destructiva del populacho guerrillero y sus émulos allende al Nostrum (Mediterráneo) Ello, por supuesto, siempre a vistas presentidas, escuchadas u olfateadas, cuando por descuidos de sus veladores, la obra cae en manos de aquellos iconoclastas impíos, siempre holgazanes. El entorno en cada caso, sí opera en calidad de factor catalizador y a veces determinante. Cifra en específico, a causa de la influencia del hábitat socio-político, en medio del cual se despliega la acción creadora.
Statue de la liberté
Paul J. Víctor Dargaud (1885)
(Cortesía del "Musée Carnavalet"
Talleres «Gaget, Gauthier et Cie»,
En la Rue de Chazelles a París

En el primer estadio, yace La Estatua de la Libertad, la obra concebida material y alumbrada dentro del espacio abierto de la democracia y la libertad no de manera exclusiva, sino inclusiva) duela o no a los sombrereros de ala ancha. Sucede que por entonces, tres de las sociedades democráticas adalides del orbe decimonónico de mayor significado; se destacaban en un específico valido en ambos campos de la acción del pensar económico, industrial-filosófico y humanista. Tales fueron: los Estados Unidos de Norteamérica, la Francia y el Reino Unido de la Gran Bretana o Inglaterra. A pesar de que Alemania e Inglaterra, y todavía tañían sus poderes ya en desuso, entre alguno de los imperios aún latentes (como el de Rusia, Turquía y Japón además de vestigios de aquellos otros, los cuales otrora fungieron como tales.

Todos cautos e inquietos ante las posibilidades de aires indóciles y levantiscos de separatismos en sus colonias; atesoraban pólvoras, tacos y municiones de boca y de guerra; intencionados a fines represivos contra sectores de los denominados 'sus ciudadanos respectivos', aquellos tenidos por levantiscos. Ello porque eran los cartuchos silentes en que se apoyaban sus filósofos, religiosos, humanistas, artistas, músicos, literatos y otros; flor y nata de la lucidez ilustrada; para declamar por la belleza de sus sociedades aun yacentes como vírgenes inhiestas en su verticalidad.

Dado así en este copycat (cuyo nombre no es el suyo) se conjugan el ateísmo, alineación religiosa, sacrificio, libertad, virtud, traición y otras bellezas o rarezas inherentes al carácter y estilo de un mito: el Hombre Nuevo, por cierto un Golem áspero de diseño demodé proto alquimista, difuso e informe, cargado de escorias, salido de cualquiera de las retortas totalitarias, habilitado con no más de tres neuronas, imaginado por los amigos de "Zarathustra" (o del  manto de Zoroastro), aquenúmen y rastro, según la pedantería que nos envuelva.

Porque otra de las tantas cuestiones no abordadas por estos alquimistas de la nada equivocada, es que sus elucubraciones eran armadas en la oscuridad plena, reinante en la fauces un licántropo alpino. Porque en la Cuba capciosa y efímera de hoy, los únicos lobos son los marxistas del revés. Estos corsarios se auto consideraban como futuros guardianes en la entelequia surrealista y barata, del abrevadero guevarista armado a todo trapo y dirigido desde la bautizada “Manila (La Habana guerrillera) Siempre puesta de espaldas hacia la iluminación de la estatua neoyorquina. Sucede que esta pose engaña, en apariencia e induce reluctancia en los buenos. Es que los detritus del naufragio castrista arribados a nuestras playas miamenses —en buena parte de los casos y como resultados de la explosión (todavía no es ‘implosión’) de la burbuja cubana, no pegan “ni con cola ni con colina” con el american way of life. Y menos, con el espíritu de libertad representado por el espíritu de la ‘Gran Dama’, guardiana vigilante de la insuperable épica acogedora de la nación norteamericana.
 La “Estatua de la Libertad”, no es la madre putativa de los millones de individuals auto expatriados o auto inmigrados. Tal manera de pensar atañe a los norteamericanos por nacimiento e individuals extranjeros nacionalizados legalmente (a veces exiliados no a otros sin limbos aparentes. No existen otras variantes o estimaciones emitidas por criterios o entidades privadas. Generalmente foráneas y por lo habitual, enemigos encubiertos de los EE.UU. con vejigas natatorias, olvidadas en sus playas. Es lo que les enseñan a algunos jenízaros en sus escuelas o tal vez, y madrazas. No en todos los casos, se considera que los recipientes de tales privilegios, son leales a la Constitución y las leyes que les protegen como ciudadanos de los Estados Unidos de Norteamérica. Luego, es lamentable auto engañarse, suponiendo que la mayoría de estos visitantes son agradecidos de USA, per se, de la gratitud humana.

Porque algunos de estos proto inmigrantes, no arriban como devotos admiradores del significado atribuido a la ‘Great Lady’, para venerar su ejemplo representativo de la libertad norteamericana siempre acogedora. Sino que en infinidad de ocasiones (observar las poblaciones carcelarias y récords delictivos de los extranjeros) acuden a veces a rendirles cultos paganos a la Madre Coraje de Brecht) o a la impertérrita 'Katrina' (no es la Eve mitocondrial) holgazanas mayores y vividoras como sus cultistas endemoniados, que tremolan sus paraguas donde acogen a cada líder apocalíptico que les estimula. Porque a este autor, Brecht, más de mente teutona que alemana; de mente floja y talentoso; a pesar de su exquisita finura, era considerado en el retablo comunista y así propagandizado, en calidad de un genuino “Imán Intelectual” (papamoscas de idiotas) de los “compañeros de viaje”, progress y la zurdera fascista, proliferas y geniales todas. Y la Eve de marras, por su parte, es investigada para ver a cual es de las siete hermanas de Eve, le corresponde. Claro es que no hay ni existe cotejo alguno en estos claroscuros.

Antecedentes
Se trata de la vieja amistad franco-americana, que deviene realidad entre ambas naciones. Porque la Francia y la Norteamérica de entonces, paladines de la libertad, nunca se disfrutarían de tales bellaquerías puestas de moda por la Nueva Clase de los apparatchiks. Estas naciones, ambas, se hermanaron indisolubles desde 1774 bajo el redoblar del ‘Primer Congreso Continental de las 13 Colonias’  Y cierto es que la convulsión norteña emanó en su quehacer extraordinario, como preludio de la Revolución Americana independentista y la posterior explosión de la  Revolución Francesa (1789-1799) Esta última, resultó hundida de manera salvaje a finales del propio siglo XVIII, en medio de su carnicería propia, por la gracia de los chicuelos que implantaron la Époque de la Terreur (Terror Jacobino), cuando Robespierre hizo de las suyas contra los aristócratas, fisiócratas y religiosos.

El asunto trascendió, tal como sucedió en Cuba, a partir de 1959, pasando los mediados del siglo XX a manos de los guerrilleros y otras levas castristas. No existen diferencias filosóficas o conceptuales, incluso cuando se compararon u homologaron proyectos, entre los finales cruentos de estos dos últimos fenómenos históricos, por lo demás y de una manera increíble, por sus huellas sanguinarias y escandalosas.

Un soldado, llamado “Lafayette
El largo y agotador nombre del admirado, Marie Joseph Paul Yves Roch Gilbert du Montier; más conocido por su título aristocrático de ‘Marqués de Lafayette’ (o “Lafayette”)  fue quien devino uno de aquellos hombres preclaros, que tendieron los primeros cabos sólidos de enlace entre ambas naciones, con el concurso del después Presidente George Washington. Ello lo sindicó como visionario deslindado de sus lazos ancestrales, que cambiaría el statu quo de la sociedad aristocrática, ya enmohecida, en alumbramientos de los enciclopedistas adolescentes con las herramientas de la Ilustración no de la guillotina de perreras repleta de sans culottes o los paredones de fusilamiento de los guerrilleros, todos enrojecidos. La épica del drama Lafayette se inició cuando éste, de su propio peculio, compró un barco y en unión de una tripulación de aventureros contratados como (‘trabajadores del mar’ a paga futura), se sumergió de lleno en la causa de los patriotas norteamericanos.

Este conspicuo francés, ya liberalizado se dispuso y tal hizo de inmediato, a luchar contra los colonialistas británicos. George Washington, no tardó en darle el rango de ‘Mayor General’, asignándolo a la jefatura del Comandante en Jefe (o sea el propio Washington) Ambos derroteros, vistos ahora contemporáneos por los patriotas franceses; después de transcurridos 100 años de la “Declaración de Independencia de las 13 Colonias”, se iniciaron bajo los mejores auspicios.

Una noche veraniega
Lo esencial del evento estatuario ocurrió a inicios de una noche veraniega de 1865, en una sugestiva residencia campestre, cerca de Versalles, en el Departamento de Yvelines, a 16 kilómetros al sudoeste de París. Entonces, la ciudad merovingia, sudaba y sudaba. Resultó que por aquellos tiempos, una parte de la opinión pública francesa; en especial las altas esferas militares y gubernamentales; mantenía sus mohines con respecto a EE.UU. Tal sentimiento latía, porque los franceses estimaban algo impropia la lasitud norteamericana, ―aun siendo esta una novel nación aún no consolidada completamente― frente a las pérdidas territoriales francesas de la inmensa y estratégica región de Alsacia-Lorena, cuando lo de Verdún. Luego, estos territorios gobernados por Francia, debieron ser entregados a Prusia tras la derrota francesa en Sedán, durante la guerra franco-prusiana (1870-1871). El vector de simpatía emanó de la nutrida comunidad alemana asentada en los EE.UU, lo cual no agradó a Francia. Sin embargo, un lustro después el panorama político había cambiado. Ello ocurrió, exactamente en el momento y lugar, cuando en medio de un intercambio de opiniones, floreció la idea de la estatua.

El fuero patriótico francés reverdeció sus iluminaciones del viejo estilo, al fijar su mirada sobre la república hermana allende el Atlántico. La cual, por esos tiempos, andaba enfrascada en los preparativos para celebrar su primer centenario como nación libre e independiente. Tanto, que esa noche en su casa de Glatygny, uno de los republicanos de la élite liberal parisina; el profesor, jurista y político francés Édouard René Lefèvre de Laboulaye (1811-1883) reunió a varios amigos y hermanos de logia; también republicanos como él mismo. Ello, considerando que todos eran pacifistas opuestos a Napoleón III (Charles Louis Napoleón Bonaparte) y los cuales, casi en su totalidad o mayoría, se declaraban fervorosos anti esclavistas y admiradores convencidos de EE.UU. En particular, estos amigos estaban adscritos a alguna de las fraternidades masónicas o francmasónicas en boga.

 Las mismas entidades o similares, pro independentistas, que España recibió con desdén por ser sus enemigos; en todas y cada una de las guerras independentistas, donde se evidencio el apoyo irrestricto e incansable de los masones. Estas sectas masónicas, ejercieron una influencia fundamental y decisiva en lograr la independencia definitiva; de los países centro y sudamericanos. Cuba, casi la última, recibió por igual el incansable apoyo de los masones. Para estos hombres preclaros, se trataba del mismo Napoleón que fue Presidente durante la II República y el cual un tiempo después, fue elevado al trono de Francia, con el título de Napoleón III, Emperador de Francia. Estos cargos, antípodas por ser casi redundantes, Napoleón III los mantuvo de manera simultánea.

Por entonces, ante los ojos de la opinión pública, al emperador se le había considerado como un líder romántico (casi socialista utópico, nada de extrañar en aquellos tiempos medio novelescos) que un liberal y por supuesto, nada tonto. Todo un estorbo para algunos, por lo que no escapó de las estocadas minimalistas que le lanzó Víctor Hugo; un literato ya forjado tal pluma lacerante y virtuosa. Hugo no dejó de apodar (cruel) a Napoleón III, con el sobrenombre de “Napoleón, el Pequeño"

No resultó sorprendente, que en aquel río revuelto, emergieran de entre sus penumbras propias, personajes tales como el conocido por Karl (née, Heinrich), Marx. Este último en conjunción con su amigo, otro personaje singular y de igual ideario sociópata; aunque también talentoso como Marx, nombrado Friedrich Engels. Ambos filósofos, pensadores, escritores y políticos; entre otros líderes de facciones socialistas y comunistas y fans mutuos de la época; quienes divergían furiosamente y de de manera ostentosa, de cualquier otro político que no sustentara las ideas de su prontuario de dogmas catequizantes y tesis rígidas del titulado “Socialismo Científico”, embadurnadas de Materialismo Histórico y Dialéctico conducentes al nefasto Comunismo Moderno desenvueltos en ‘La Gran Estafa’ denunciada por el escritor y político excomunista, Eudocio Ravines, repleta de abominables fracasos sociopáticos, de una mortandad, ruina, empobrecimiento, aterradora, para los pueblos y sociedades arrastradas hacia tal disparate. 

En parte les asistían algunas razones, no racionamientos lógicos, pero inabordables a menos que recurrieran a un baño de sangre, tal como lo hicieron sus discípulos posteriores, desde Lenin hasta Castro. Esta secuela de esquemas basadas en un proto materialismos zoquete, de carpintería chapucera; claveteada como el dogma irrebatible y proclive a la utopía (en realidad, devenida una auténtica ‘distopía demencial’ Ver la pesadilla “comunista residual” de la bolchevique implantada en Rusia (1917) de una estructura política diabólica (saber de los desmanes  cruentos de Pol-Pot en Cambodia), capaz y apta para implantar la Dictadura del Proletariado

Todos esos proyectos sociales de “arranca pescuezos” vistos hoy en sus radiografías crueles, fueron devenidas (siglos XX-XXI) simples satrapías clepto-oligárquica tal muestran los desastres guerrilleros (gerontocrasias dinásticas cruentas) montadas alegremente por los líderes indoamericanos, (incluyendo el primigenio  original del manicomio cubano, armado grosero en la Cuba de hoy; herida mortalmente y arruinada de manera total e irreversible por los émulos criollos bolchevizados por La Habana (la “Manila” guevarista), desde 1959.

La idea
Entre aquel grupo de intelectuales franceses (soñadores, pero con los pies en la tierra) reunidos en esa apacible vivienda campirana se destacaba otro joven escultor, Frédéric-Auguste Bartholdi (1834-1904) En una de las pausas de incertidumbres, se escuchó la voz de Laboulaye, quien planteó a viva voz, la idea original ya esperada, desde contactos personales y epistolares,

     « “Con esa estatua, haremos un regalo fraternal y amistoso, de la nación francesa, a la hermana república de los Estados Unidos de Norteamérica” »

El gesto (y no otro) seria de manera que coincidiera…, “con la celebración de la alianza entre América y Francia durante la Revolución Americana” (1775-1783) En la propuesta se especificaría y también…, “en ocasión del centenario de la independencia de los EE.UU.

Ya para entonces, Napoleón III; quien ascendió al trono imperial en calidad de ser sobrino por línea directa, del corzo Napoleón I, un héroe verdadero para una gran parte de pueblo francés que lo recordó para siempre. Napoleón III, era conocido también como "el príncipe-presidente", cuyos cargos detentó de manera simultánea, las dos funciones consideradas, antagónicas. Este emperador dejó Francia como el último monarca francés (de estirpe napoleónica) tras la derrota francesa en Verdún, un revés político militar que dio paso a la denominada, “III República
  
Frédéric-Auguste Bartholdi
 (1834-1904) 
La idea de la estatua ascendió hasta los líderes políticos de la ahora III República ―siguiendo los objetivos iniciales de la democracia y la libertad― a fin de que valoraran la propuesta en calidad de meta única y así, aprovechar el proyecto. Cautivado como, y no con otro objetivo inicial que el de crear un obsequio,

     "Como símbolo propagandístico (de la libertad igual para todos) de manera que los europeos notaran las virtudes de la democracia (en contraposición de la aristocracia, reinos e imperios autocráticos)

Hablado en estos términos por quienes propugnaron el proyecto, “no había lugar a dudas”, ni considerar lo que a nadie se le había ocurrido: de que la idea originaria o génesis de la propuesta; tenía relación alguna con inmigrantes, refugiados, y exiliados, como summun de los perseguidos. En oposición a la casi inexistentes ideas democráticas en las monarquías inoperantes de la época, claro que con sus excepciones.

Nadie de los tiempos actuales, debe suponer ni siquiera por la comodidad que ofrece la conveniencia de un humanitarismo político extemporáneo; otras ideas diferentes (patrióticas o de solidaridad) de los auspiciadores oficiales del proyecto. Tal ha sido el caso de la manipulación del proyecto fundamental, imbricando el poema de Lázarus a otras corrientes tendenciosas disfrazadas de restauradoras; las que en realidad son modelos de propensiones propiciadoras a la exportación de felones (confundidos con los refugiados e inmigrantes probos) a fin de que establezcan sus esporas pandilleras en los países decentes. Los monárquicos, desde la sombra opositora, estimaban que el gobierno de la III República era temporal, de mal gusto e impregnado de gente vulgar y chabacana; por lo que ansiaban el retorno a una monarquía esplendorosa y cargada de ritos y oropeles propios de la aristocracia, pero constitucional, al tipo napoleónico

Viendo un segundo aspecto, nada indicó que en el ánimo del grupo estuvieron evaluaciones de incluir en la tesis ideológica otras áreas empaticas diferentes a las europeas. La idea culminó en diseñar y construir una estatua gigantesca para ser erigida en New York, cuya grandeza representara los ideales modernos de la libertad y la democracia en ambos países. Bartholdi, en calidad de escultor y con fama como creador de figuras monumentales, dio la impresión de sentirse fascinado nuevamente en elaborar una estatua tan descomunal que lo eternizara como creador.

     Sin embargo, el sueño, para realizarse, debía lograr todo un ingenio en la obtención de un billón (1000 millones) o más, de francos.

Épicas
La probabilidad en aquellos tiempos, no dejarían pasar por alto dos factores o épicas relevantes entre las capas proto ilustradas e incluyendo vastos sectores del pueblo común: la “Guerra Civil o de Secesión en los E.UU.” y el fabuloso y no menos sorprendente, Canal de Suez

Todos los presentes en la reunión de marras, eran sinceros admiradores de la épica Guerra Civil de EE.UU. desde la cual, provenía e impresionaba, la figura de Abraham Lincoln, sus esfuerzos en pro de la igualdad de todos los ciudadanos, en especial la abolición tácita y definitiva del resto de todos feudatarios o vasallos aun sujetos a la infamante esclavitud e incorporación de los mismos liberados a la sociedad, con todos los derechos e incluyendo ya los emancipados y manumisos. Pareció que la tierra en ambas riberas del Atlántico desde mediados del siglo XIX, estaba fértil para el mutuo e imperecedero espaldarazo democrático.

Luego se estimó y así fue comprobado, que a los efectos de las leyes vigentes que fomentaban y defendían dichas leyes de igualación social, todos los ciudadanos de EE.UU. y Francia, sin distingos, disfrutarían de iguales derechos ciudadanos.

Claro es que desde el punto de vista sociológico, la inserción de estos nuevos elementos humanos al torrente de los fundadores de cada nación, no fueron con el vigor estimado. Sino, que se produjo paulatinamente aún bajo las incomprensiones naturales de ciertos sectores e intereses locales, tal como sucede de toda sociedad en transición. Se evidenció por estos razonamientos que la estatua nunca fue supuesta:

 "Madre de los exiliados o inmigrantes, supuestos legales o ilegales, arribados a EE.UU. sin invitación o autorización previa y visado, por parte del Gobierno de los EE.UU.”

Como quizás alguien imaginó palpar de manera romántica (o con y bajo otras intenciones bien calculadas, que en los sentimientos revoloteando en la mente Emma Lázarus, o por una simple conveniencia política, coyuntural o de conveniencia étnica, tales evocaciones se materializaron entre el rosario de poemas y libros Porque el ritmo histórico de los acontecimientos dictó que:

“Tanto el *poema* como la *estatua* en sus respectivos valores absolutos no eran dependientes o correspondientes como figuras palindromáticas de la política exterior de los EE.UU. Cada evento pudo haber existido y existió con propósitos y verbos propios no covalentes, puesto que no comparten principios iguales. El cruce o coincidencia en los propósitos, solo es factible bajo una imbricación por fuerzas o intenciones ajenas a los elementos primarios o devenida solución final por la intención previa (Inteligencia) entre las fuentes generadoras de “lo deseado por conmiseración de la religión cristiana o la hebraica

En este caso, la singularidad anterior, decir “una inteligencia, avenencia u otra consideración humanista”, a saber bajo la anuencia pública, nunca pareció existir como tal y en conocimiento del pueblo norteamericano. Luego, no estamos en presencia de un Teorema comprobable en forma canónica por medio de una tesis no demostrada, sino inferida.

Los marxistas, comunistas románticos (una antinomia dialéctica) y la proliferación diverticular de la fauna izquierdista, entre los incontables enemigos de EE.UU y otros pancistas, hipocritones de la zurda; los cuales estructuraban aprovechar otros objetivos políticos inmediatos de la obra escultórica, tan loables como: promover el republicanismo y la libertad. En contraposición, la zurda incipiente que en algún momento, per se, enarboló ejemplos emblemáticos de los despotismos ilustrados y tiranías descabelladas detestables; anidados en ciertas naciones europeas, medio orientales y asiáticas; a cuya población de alucinados, se les  incorporaron aquellos figurones providenciales (Lenin, Mussolini, Hitler, etc.) descollantes en los primeros decenios del siglo XX.

Los Hechos
 "Saber que los marxistas, nazistas y fundamentalistas religiosos; son incapaces de mostrar una obra humanitaria semejante o equiparable a la judeo-cristiana, que ejemplifique la Libertad y la Democracia; entendible por cada humano decente, tal es la Estatua de la Libertad Sin lugar a dudas dicha figura inhiesta e indomable por su significado, bañado en un espiritud vivificante, es vista quizás por su profundidad de valores, como una “Medusa o Aguamala” Por ejemplo, los comunistas solo muestran Granjas de Animales como vertederos de sus ciudadanos inconformes. Los nazis y sus émulos actuales, Campos de Exterminio, en calidad de trituradoras de opositores. El dislate de estas alucinaciones esquizofrénicas surge por una razón simple:

“Tales doctrinas dogmáticas, enajenantes y genocidas, carecen de expresiones misericordiosas y no pueden coexistir como ideas, capaces de sustentar los infames cuentos de hadas y horror de sus ideologías, cantos seculares, que solo invitan e inclinan a orgias atávicas   totalitarias que, por ende, solo proclives a excesos de toda índole. Nada en el abanico de sus muestrios respectivos, donotan un gota de piedad, altruismo,  humanismo, virtuismo o magnanimidad al “otro”

A éstos líderes providenciales (Perón, Mao, Ho Chi Ming, Castro, Pol Pot, Nasser, Trotski, Chávez, Correa, Ortega, Morales y,los otros de la ristra infame), tras el fracaso de los modelos de sus pordioseras dictaduras del proletariado; entronizadas a la fuerza por los bolcheviques, sobre las que se montaron los adalides guevaristas iletrados; promotores de un mal denominado “Socialismo del siglo XXI”, carecen de cojinetes o rodillos modernos. Por diseño, se deslizan a tumbos, dado que solo disponen de chumaceras tan feas como su apelativo inoperante tal lo es su ideología de marionetas, siempre de un vidente, el “Gran Hermano” que les vigila.

Tales artilugios socio-económicos armados a pedazos con los residuos de sus sociedades arruinadas por ellos mismos, devienen cleptocracias, dinásticas, deslizadas en caída libre y dando tumbos, para retroceder en el tiempo y espacio a grupas de las viejas parihuelas indoamericanas, hacia las profundidades irretornables hacia sus épocas precolombinas.

‘al Khedive’
El ‘egipcio’ no es una maruga simpática, sino la lengua oficial o “árabe egipcio” hablada en Egipto. Para los historiadores de antaño y hogaño ha resultado paradigmático constatar que tan temprano como en 1869, unos 17 años antes de las propuestas idealistas para la construcción y erección de la después denominada con acierto “Statue of Liberty” en Bedloe’s Island (octubre 28 de 1886); ya el estratégico Canal de Suez había entrado en operaciones, uniendo la navegación marítima entre los mares de Europa (Mediterráneo) y Asia (Mar Rojo) y sus extensiones hacia el Índico, Pacífico, etc. Conectables durante el siglo XX por medio del Canal de Panamá.

Ello hizo posible para la Humanidad, agradecer a Egipto y a Panamá materializar la intención idealista; de disponer de una especie de “Mare Nostrum” con la interconexión intra continental de canales prodigiosos de todas las aguas marinas del globo terráqueo. Dicha construcción (Suez) era la obra magistral del vizconde e ingeniero francés, Ferdinand Marie de Lesseps. Para nuestros contemporáneos sorprendió a sotto voce que, ya desde 1867 por una visita que Bartholdi realizó a Egipto, éste retornó a Europa deslumbrado con la magnitud de los monumentos faraónicos egipcios. Entonces, Bartholdi quiso hacer la misma muestra estatuaria monumental y lo logró.

En aquel entonces, el escultor imaginó y así propuso al Khedive (Virrey) de Egipto y Sudan; con anterioridad wāli  (gobernador) el simpático Isma'il Pacha, conocido por Ismail "el Magnífico” y  descendiente de la Muhammad Ali; erigir en la boca del Canal de Suez hacia el Mediterráneo; una estatua-faro colosal inspirada en la efigie de la diosa romana “Libertas

Otra sorpresa para los historiadores devino, por la sugerencia del escultor en que la  estatua se nombrarían,  "Egipto, diseminando la Luz por el Asia" o "El Progreso" Los términos Luz y “Progreso”, entre otros, daban el tono de expresiones masónicas (quizás con estilo libertario, no necesariamente vinculadas), muy bien entendidas en la mayoría de aquel conjunto de sociedades de la pequeña y alta burguesía democráticas decimonónicas, considerando sus ancestros ideológicos.

Las potencias poderosas se encontraban sumidas en una época, de los deslumbramientos científicos, artísticos e ingenieriles, cuando los masones y francmasones demócratas “estaban al bate” del liberalismo y libertarismo, junto con la democracia. Todas interconectadas, aunque ajenas a ombligueras comprometedoras, aunque unidas en rango mayor a las filosofías individualista, la política antiestatal y la economía y el comercio libres. En esencia, el grito de guerra del capitalismo naciente en boca de los fisiócratas, tras los desgarres sociales de la Ilustración, en demandar a los gobernantes todos:

“¡Laissez faire et laissez passer,
et le Monde va de lui même!"
(¡Dejádnos hacer, dejádnos pasar y
el Mundo marchará de por sí solo!)

En consonancia con la oferta, clamaban los hacedores de riquezas: dejennos fabricar, comerciar y planificar nuestro trabajo y no se metan con los clientes y usuarios y el mundo seguirá de por si, su girar. Nada nos detendrá. La tal construcción estatuaria representaría a una mujer campesina egipcia (falaha) envuelta en togas, calzada con sandalias, vestida al estilo griego y portando una antorcha. Al Khedive egipcio, le fascinó la propuesta para que de este modo glorioso dejar su nombre y reinado unidos a esta nueva maravilla de la civilización y summun de la Ingeniería; pero debió declinar la oferta dado que las arcas reales, estaban en bancarrotas al declararse Egipto insolvente para pagar sus deudas.

Razón por la cual Egipto ya tenían en esos momentos sus aduanas intervenidas, por funcionarios de otras potencias europeas; en especial los alemanes; con el propósito de incautarse de los dividendos aduanales y así amortizar la deuda. Por cuyo fracaso, Ismail fue expulsado del cargo por el Sultán otomano, su jefe superior en Turquía, jefe del Imperio Otomano.

La misma Turquía que fue derrotada como país beligerante durante la I Guerra Mundial y la cual retumbó y culminó con la desaparición de los imperios otomano, austro-húngaro, alemán (prusiano entonces) y Ruso

No queiro…no queiro,”
Pero échamelo en el sombreiro” Debió tratarse de una antigua copla, refrán o dicharacho en portugués, que define a los “hipocritones” Esos tipos y tipas, que se las dan de impolutos, impecables, intachables almas puras y cristalinas los cuales merodean por cualquier vecindario de idiotas. Ellos, fustigan a los trashumantes que piden o trasiegan con la bondad ajena, menos con la propia, mientras esconden el sombrero, solicitando de trasfondo su parte alícuota en cualquier pastel. Así las cosas, mientras los ingleses, no por gusto, los accionistas mayores de la empresa, se quedaron con la operación del canal y su control militar hasta 1954, cuando en 1952 el Gral. Gamal Abdel Nasser (Jamāl 'Abd an-Nāsir) como todos los colonizados, pecadores en río revuelto, lideró una revolución anti monárquica e irrumpió (su espíritu nacionalista) en el panorama político de la estratégica zona Guiza y el Delta del Nilo. Punto propicio del creando el caos económico y político que perduró en dicha zona del Mare Nostrum, hasta el 2011, con la “Primavera Árabe”

La maqueta
Porque de eso se trató entonces, o sea, modelar a escala, una maqueta con la estatua (posiblemente la falaha egipcia original)  de unos 2.7 metros de alto. La cual, para estupor de los historiadores), parece que resultó ser la misma reciclada y cosmetizada después por Bartholdi (una práctica usual en los creadores), aunque éste siempre lo negó. El Ing. Gustave Alexander Eiffel (1832-1923), diseñador de la Torre Eiffel, fue encargado de la ingeniería estructural lo cual delegó en otro ingeniero tan famoso y diestro como él mismo, Maurice Koechlin. Centavo a centavo, los franceses reunieron entusiasmados como siempre, el dinero requerido para la fabricación de la estatua.

La colecta de fondos (estimados en un millón de francos) para la construcción de la estatua comenzó en 1874, hasta la conclusión de la obra finalizó en julio de 1884. En América, sucedió algo parecido en lo relacionado a la construcción del pedestal, aunque mediando fuertemente el comité de Joseph Pulitzer. Al final, Richard Morris Hunt (una de las joyas precursoras de la arquitectura norteamericana) concluyó el pedestal en 1886.

La modelo
Un punto de interés subyugador: conocer la identidad de la dama que poso para los artistas forjadores de la figura femenina, representada por la modelo. Todavia hoy dia, el enigma de la modelo, deviene quizás una especie de soap opera o thriller, como la moda radial (después televisiva) nacida en la WGR de Chicago en 1930, no ha terminado de mostrar cojeras. Es entender que en los inicios, tras una búsqueda espectacular; se trataba de la figura de una mujer enigmática, desconocida para todos, que simbolizaría valores tan altos como la propia Revolución Americana y encarnadora en sus alegorías humanistas. Algunos diletantes argumentaron que la modelo fue “Isabella Eugenie Boyer” Dicha dama, era la viuda del conocido y poderoso industrial judío, Isaac Singer; el talentoso inventor de las máquinas de coser "Singer" y además, de otros artefactos y accesorios, adorados por los norteamericanos.

 A otros, les fue cómodo asumir
Cabeza de la Estatua de la Libertad"
Exposición Universal de París" (1878)
que la figura copió a Jeanne-Emile Baheux of Puysieux, modelo del escultor. Sucede que esta otra dama, con posterioridad, fue desposada por el propio Bartholdi. Los terceros, más audaces en sus conjeturas, sitúan la modelo (lo más probable, dada la serenidad adusta de la expresión facial captada por el escultor) en Charlotte Bartholdi, madre del propio escultor. Una mujer de impresionante belleza caucasiana, de mediana edad. Otros imaginativos, asumen fragmentos de cuerpos de varias mujeres o modelos de la época. Tras una breve exhibición de algunos fragmentos en parques parisinos, la obra –ya seccionada en varios cientos de pedazos– fue llevada a New York en la mencionada fragata "Isere", a donde arribó en junio de 1885.

Una Señora a puertas
La llegada de la estatua (seccionalizada) a los EE.UU., resultó en dolor de cabeza inconmensurable para los norteamericanos. Todos, casi aterrados con el tamaño colosal y número de piezas escultórica, ya “descuartizada” Nada raro en aquellos tiempos, puesto que los estados involucrados, ni el gobierno federal, estaban preparados para el arribo de aquella mole de cobre y acero. Ni tampoco para las incontrolables oleadas de inmigrantes (en lo fundamental, europeos; que siguieron como los niños de Hamelin a su flautista hacia tal dama exuberante. Sólo que en lugar del río Weser, los llegados además legalmente desde varios ámbitos del planeta, ahora lo harían a través del el río Hudson.

Con la llegada de la estatua, penetraban también criterios franceses acerca de la concepción de democracia y libertad gala, algo más distendida del puritanismo anglosajón imperante en la sociedad norteamericana, en especial la citadina. Conociendo la lógica de la opinión pública norteamericana, no devino extrañezas que algunos sectores de la ciudadanía protestaran, tanto de la estatua (los lerdos la estimaban un armatoste) como de sus objetivos, por no entender las razones de todo aquel barullo. Todo lo cual aún perdura en los descendientes directos de los colonos originales, consternados con aquella invasión de extraños no invitados que alteraban sus lares apacibles.

Claro, que la posteridad se encargó suavemente, de asentar la significación del evento traspasando con creces las expectativas de sus propios creadores; al devenir la estatua símbolo inigualable e imperecedero y guardiana de la libertad y la democracia para todos los humanos decentes.

Bartholdi: Una intención axiomática
Sin embargo, el tal axioma era sin dualidades. De todas formas la pieza nació símbolo de democracia y libertad, seduciendo a los benévolos y a aquellos que no pensaban igual, sino, dubitativos. Quizás la respuesta emanó del Bartholdi político, todavía en París y enfrascado en los quehaceres del embarque de la estatua, quien debió enfrentar una inesperada encerrona de la prensa. Entonces, el artista expresó, cauto, sus intenciones coincidentes con los criterios expresados por sus compañeros en la empresa, sin paliativo ni ambigüedades. Luego, acertó en reafirmar:

           «"Yo, intentaré glorificar allí (en EE.UU.) las ideas republicanas y la solidificación de la libertad, con la esperanza de que algún día las volveré a encontrar aquí, en Francia

Tal declaración, tocaba fibras de algunos franceses que no admitían mutilaciones de la democracia, por la existencia de la III República. Su aseveración, indudablemente cargada de patriotismo, también resultó expectante para una parte significativa de la opinión pública norteamericana, entre la cual surgieron aquerencias cautelosas cargadas de ciertos aires dubitativos, que inclinaron a entrecejos. Caló un acertijo:

     «"¿Cuáles eran los motivos reales que impulsaban a los franceses y el por qué, si andaban tan embrollados en sus trifulcas sobre la libertad, imperios, monarquías y repúblicas; a abrogarse el derecho de proponer la implantación de un faro de libertad en donde ésta ya existía, sólida?"»

De todo el embrollo semántico, se desprende tras haber observado los hechos, que la estatua de Bartholdi y también más tarde el poema de Lázarus; fueron sobrepuestos e imbricados ambos, se presume que de manera intencional por ciertas ‘fuerzas exógenas’  (desconocidas) Las que además, resultaron proclives a fin de confundir, tergiversar y reinterpretar  las intenciones originales de las obras. Ello, para consolidarlas bajo un solo fin, inducido en sus conveniencias, por promotores extraños. No sorprendería que estas ‘voluntades’ anónimas hasta ese momento —aunque en apariencias, con propósitos humanistas—, forzaran a dar una idea confusa única y falsamente clonada; desvirtuada de las intrínsecas de las dos obras originales o sea, la estatua del escultor Bartholdi y el soneto (los versos) de la poetisa, Lázarus.

¿Medias letales?
No sorprenden, en general, a partir de las actividades radiofónicas de propaganda iniciadas muchos decenios posteriores a la inauguración de la estatua y la redacción del poema, por Adamovic y los grupos de aliados socialistas, casi a mediados del siglo XX y no de cuando su inauguración como erróneamente se ha entendido, es el momento en que el símbolo de la estatua-poema comienza a acercarse a su imagen inicial. Sin embargo, valdría preguntarnos si la interpretación —sin destrucción del enigma y el mito—, aportaría algo a la causa de la democracia y los derechos humanos. Es posible que no tuviera efecto alguno, considerando el inmenso prestigio de este símbolo confeccionado en metal y mármoles, tiene por sí sólo. 

Nos parece claro dejar sentado en la lógica de nuestros servicios reguladores de las fronteras estadounidenses, que los inmigrantes arribados a los EE.UU. de forma ilegal argumentados por motivos económicos, por ser  otros prófugos de la justicia, los irregulares o ilegales con ansias de trabajar con honestidad y pericia, fuesen indocumentados o no; en este caso; aceptarlos como mano de obra decente y agradecida de lo que no podían en otros lares,

“Advertir que no guardan una relación directa y estrecha, ni colateral, con los principios políticos y humanistas originales de la Estatua de la Libertad, el poema de Lázarus y los EE.UU”

Valga que EE.UU, poseedora de un diapasón humanista y misericordioso, por cierto bien organizado, probado y brindado generosamente a los inmigrantes legales, haya logrado que los brazos abiertos de The Great Lady’, no hayan cambiado de posición. Por lo que cabría, a manera de colofón tentativo o síntesis de esta interrogante y a los fines de enriquecer nuestro juicio; que verdaderamente hay brumosidades relacionadas a esta incógnita la cual ha sido popularizada incorrectamente, hoy casi mal entendida en calidad de un mítico “derecho legal” inexistente, no un privilegio potestativo del gobierno de los EE.UU. hacia todos los ciudadanos, sin distingos, sean naturales o naturalizados.

 Siempre advirtamos que Emma Lázarus, en la dulzura infinita de su poema "The New Colossus" y de cualquier manera analizable, siempre permanecerá contenta. Luego, hagamos un alto y detengamos el cernido de argumentos de uno y otro lado, para aquilatar hasta el infinito, lo evidente. Porque quizás la Mántica de Pitia como oráculo délfico, aún conserva toda la verdad aprisionada entre los metales y mármoles de la "Lady of Liberty". La dama de brazos abiertos para todos, con la cautela impuesta por una sociedad de leyes; que reconocen el esfuerzo humano hacia el progreso justo. 

  La saga continúa,

© Lionel Lejardi octubre, 2011
Legacy Press

EDC-6,065/Pag.  24/24

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