2 El
Descubrimiento. "Briznas de aquel Octubre de 1492"
ii/v
Se cumplen 60
años de dictadura comunista en Cuba
“Un Asunto
Español”
La "Bullæ Sacræ Cruciatæ Dilucidatio"
(Explicación de la "Bula de la Santa
Cruzada")
"A
gloria y loor de Dios todopoderoso y ensalçamiento de nuestra sancta fe
catholica, nuestro muy santo padre Sixto IV por sus bulas otorgó a todos los
fieles cristianos, varones y mugeres que para la santa guerra que se haze
contra los moros de Granada enemigos de nuestra santa fe catholica, diere y
pagare cierta quantía que cualquier confesor que eligiere, clérigo o religioso,
les pueda otorgar plenaria remissión e indulgencia que comúnmente es llamada
culpa y pena, de todos sus pecados entonces y en otro qualquier tiempo confessados,
una vez en la vida y otra vez en el verdadero artículo de la muerte (In articulo mortis) ...", (conti.)
"Bula de la Santa Cruzada" vs. "Bula de la Santa Inquisición" 1
En esencia, siendo el año 1483 estalló una riña tónica pero educada, entre dos caracteres fuertes. Sin embargo, estando vigentes las reglas de los juegos filosóficos no sofistas (en la lucha de contrarios) tal era lo usual en las palestras públicas y privadas para dilucidar diferencias o antagonismos, con debates entre colegas. Ambos contendientes se ajustaron al nivel más alto, aunque átonos y respetuosos en un conversatorio ya personal e íntimo. Alejados de oídos extraños, por lo demás, innecesarios. El encuentro verbal, a instancia de entonces Reina de España, Isabel I, se suscitó entre dos prelados; el Papa Sixto IV y Fray Tomás de Torquemada. Este último, uno de los tres confesores de los
reyes españoles (en especial, la Reina Isabel) A la sazón, Torquemada fungía en
calidad de confesor personal de la Reina. Después en calidad de Primer
Inquisidor General de España, inicialmente para el reino de Castilla y más
tarde de modo igual, para el reino de Aragón, tierra de su consorte y primo.
Valga que antes corrieron historias paralelas, durante y largo tiempo después
de ese año afortunado, para el conjunto de tales personajes. Cotilleos enlazados
todos, los cuales transformaron y trastocaron el orden de la lógica espiritual
y mental ptolemaica entonces prevaleciente
(claro que a regañadientes) en aquel Viejo
Mundo europeo estancado y tenebroso; ya impregnado de un ‘pre Renacentismo’ inevitable cuajado y enraizado
por siglos en trampas del Medioevo
oscurantista.
Pensar en las todavía empobrecidas luces de
sapiencia a causa de la persecución y aplastamiento del saber y los
descubrimientos científicos bajo el Oscurantismo 2, victimario
del desmoche cruento y por su rapacidad indiscriminada; de todo el saber
acumulado y puesto hasta entonces al disfrute humano. Este prelado, Torquemada,
ganó notoriedad en todo el mundo pos
colombino; a causa de los crímenes, saqueos, torturas despiadadas,
encarcelaciones, confiscaciones ilegales de bienes y patrimonios de aquellos
infelices a quienes él y sus
sicarios entogados destruyeron y ultimaron en hogueras asesinas, injustamente,
bajo la egida de sus superiores cómplices: los “Tribunales Eclesiásticos de la
Santa Inquisición” Un desastre social y humanista, con ayuda de todos esos
tribunales apócrifos. Este personaje maligno, llevó a cabo sus inenarrables
crímenes extrajudiciales, en nombre (falso) de la religión
católica y la fe cristiana, siempre misericordiosa y redentora.
De modo igual, este fray fue precursor de la quema de libros, en particular en la
destrucción de bibliotecas completas; tanto musulmanas
(árabes) como de judíos-conversos al cristianismo,
apuntan sus historiadores, de cuya congregación y religión descendía en línea
directa. De modo igual, la oclusión y persecución despiadada de cada victoria
del conocimiento, alcanzado desde los tiempos antiguos; donde florecieron cada
una de las civilizaciones ya conocidas y las aún por conocer, tras los
portentos de la imaginación isabelina y tanto de la lógica científica colombina
tanto como sus logros desarrollados en cada rincón de la Tierra conocida por
estar habitada, nombradas en su conjunto, "las
Indias" a falta de otra narraciones. Atenas, Roma,
Alejandría y otros tantos centros de la civilización judeo-cristiana como la
indudable saga acrónica de los antiguos, revivieron y volvieron a florecer
ensalzando las virtudes del hombre y sus filosofías diversas, que nos fueron
legadas sin condición alguna.
Luego no resultaría increíble el manto de
incertidumbres represivas que ciertos humanos equivocados desataron sobre la
inteligencia y la avidez lectiva del hombre. Individuos deseosos con maldad de
que los recuerdos luminosos fueran olvidados, renuentes a dar por ciertos los
portentos logrados por la inteligencia y tenacidad cognoscitiva del ente humano,
con los resultados isabelinos y colombinos, llaves evidentes e incontestables
que empujaban a la Humanidad hacia fulgores inimaginables del Nuevo Mundo, un
espectáculo repleto de asombros increíbles.
El Renacimiento
Se logró, casi con el soplo que hincho las
velas colombinas, hacer que despertara la nueva época ya en ciernes, el “Renacimiento”. Y que la misma deviniera
pivote sobre el cual oscilaría la revolución aterciopelada y sedosa de las
artes y las joyas de la cultura humana; reverdeciendo con un copycat fabuloso los valores artísticos,
éticos, culturales y de las técnicas incipientes del mundo antiguo, por decir,
el grecolatino, hacia el de las máquinas precursoras de la “industrialización” La
nueva luz de la creación humana, resulto incontrolable al sobrevendría sobre
las virtudes de la inteligencia humana, opacados durante la "Época del Oscurantismo" medieval.
Un bache humanista superado con la afirmación del hombre frente al ascetismo
puritano del cristianismo original, ya extenuado y sin bases firmes por la
opacidad despiadada de la inigualable espiritualidad y piedad cristiana, ante
las masas populares.
Tales inoperancias ético-morales, yacían
hasta entonces aterradas bajo la represión de una facción religiosa, seudo
cristiana. Un modo de pensar anticristiano, obstruccionista para todos los
historiadores decentes (que incluye una miríada de adjetivos trascendentales,
hermosos del cristianismo original. Advertir, una grey completamente aherrojada
por una cáfila de genios crueles de prosapia intolerante. Todo hasta después de
transcurridos muchos días y noches tenebrosas, la luz se hizo nuevamente para todo
el Orbe y lo oscurecido se tornó luminoso. Entonces fue que cada humano se
reconoció, incluyendo la luz propia y que todo era bueno como cada cosa viva, bella
y aun las feas. Cada cual se observó tal era con o sin pecados, en la realidad
y no en un mundo virtual falso
A esa radiación mental del ‘atrévete a pensar” luminiscente del
entorno, casi cuántica, dio paso a una nueva era que desde el segundo centro
importante de la explosión literaria y filosófica central (París) la bautizaron
como: “Le Siècle des Lumières” (Siglo
de las Luces) donde brillaron por el simple razonamiento, desde el francés
Montesquieu hasta el español, Jovellanos. En general, se trató de la época de “La Ilustración o Iluminación” y sus
aperturas nuevas a la inteligencia, creatividad, libertad expresiva, que al
final condujeron al exterminio de las sombras.
Christopher Columbus
(Cristóbal Colón)
"Virgen de los Navegantes''
(Oleo en madera de Alejo Fernández
(c. 1531-1537)
(Sala de los Almirantes
en Real Alcázar de Sevilla)
(Cortesía de wiki)
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Entender que el mundo judeocristiano, base
de nuestra civilización occidental actual; en la práctica terminaba con el
oscurantismo y las supersticiones recién salía del Medioevo, con naciones tales
restablecidas con fronteras firmes, imbricadas dentro de otras con fronteras,
ciertas artificiales mientras que otras, no bien definidas y cambiantes en
ocasiones; según los resultados de las batallas entre estados o principados de
Europa, remanentes del oscurantismo. Tampoco, advertir que la invasión islamista de Europa cristiana, Eurasia,
Noráfrica y los horrores obvios del mundo árabe (como sucede con todos los
invasores); no fueron producto de la casualidad, dicha así a la servidumbre del
medioevo que mantenía bajo una opresión temible, a grandes sectores
territoriales del Sudeste y Centro europeo. Algunos de estos, sometidos más
tarde al Imperio Otomano y sus ávidos antecesores pérsicos. Este imperio, casi
medieval sumido en manos del fundamentalismo islamista, desapareció del mapa
político mundial, con el estruendo del último cañonazo de la I Guerra
Mundial.
Y valga destacar que, por esta bula papal, denominada por el Vaticano
como “Bula de La Santa Cruzada” (o de
la Consolidación) y soltando diezmos
en céntimos por parte de los menos afortunados, maravedíes por manos de los mejor dotados o nada de los
completamente desposeídos; se alcanzaba la cédula clerical para garantizar la
entrada al cielo o en su lugar, sin esta dispensa papal, el desliz posible
hacia el Infierno.
La condición sine qua non era que la absolución de los pecados fuera efectiva,
siempre y cuando todos aquellos fieles, mártires o guerreros divinos que
nutrirían las fila de quienes en tropel abandonarían el mundo terrenal por el
celestial, lo hicieran peleando contra los ‘moros’ (sarracenos) o sea, los árabes adscritos
bajo varios tipos de denominaciones mahometanos, musulmanes y otras, fanáticos
del Islam Fundamentalista. El mismo
que hasta el tiempo presente fueron sus opresores, por lo tanto, infieles a los
ojos del Cristianismo. También por
una contrición simple o arrepentimiento, aunque tan absolutamente sincero y
como genuino acto de arrepentimiento; la religión les tenía reservada gratis la
dispensa para quienes la muerte les sorprendiera sin absolver este concierto, a
veces demencial, de fidelidades.
Los ‘moros’
—exceptuando sus eruditos en artes y ciencias—, eran ante los ojos de la
civilización Judeo-Cristiana unos seres extraños en linaje, costumbres
multiétnicas y fe religiosa; ya que todas esas singularidades eran de hecho
susceptibles de ser sospechosas por sus atipicidades belicosas, de las cuales
los españoles y el resto de Europa estaban hartos. De ahí razones de aquella
época, por las cuales amplios estamentos de europeos cristianos de todas las
restantes denominaciones (todavía no habían surgido los luteranos y otras sectas (denominaciones) agrupadas después como 'protestantes' donde se congregaban parcelas populares
diferentes, de enemigos espoleados por los musulmanes invasores, durante
siglos, quienes repudiaban todo aquello que oliera a mahometismo.
Decir, las sharías, serrallos o harén
de concubinas, sunna, velos, burkas, etc. como símbolos tenidos entonces por "civilizados" Tal fue la ‘limpieza y
sanidad’ ideo-cultural puesta en marcha por aquel sector de la pujante Civilización Occidental, cuyos ejecutores;
al menos de palabras y conceptos; no distinguieron las otras calidades
técnico-científicas ya conocidas y activadas en ese mundillo islamista
multitudinario. Tales fueron las matemáticas,
química, ciencias varias, ajedrez,
medicina, acero damasquino y todo
aquello cultural, científico o científico que se les antojase como factores
"repudiables" a la
civilización judeo-cristiana. Visto desde el punto de vista contemporáneo. Tal
modo de pensar devino en un colosal ‘error
de bulto’ al considerar toda la herencia social sarracena, como un todo entrampado en el fundamentalismo religioso,
lo cual no era así de turbio.
En ocasiones no pocas, ciertos grupos
europeos se sentían marginados e inferiorizados ante bagaje cultural de los
árabes y también; considerando los rezagos sociales de sus invasiones por el
sur de la península Ibérica y el sudeste de Europa desde el siglo VIII.
Intensificados más tarde con la caída de Constantinopla en 1453 bajo la
invasión turca comandada por la dinastía Osmali, progenitora del Imperio
Otomano. El mismo emporio imperialista deshecho en pedazos más adelante, por la
poderosa coalición de Occidente en 1918, tras participar durante toda la I
Guerra Mundial (IGM)
Ya los españoles, castellanos y gallegos
(entre otros reinos y señoríos) se venían
despellejando entre sí, a tenor de otros sectores enrolados sucesivos como
soldados de fortuna en las huestes de Isabel I, la activa reina de Castilla,
después de las otras guerras isabelinas: la Guerra
de Sucesión Castellana (1479). Se trataba de los albores del ‘cerco de la fortaleza y centro
administrativo del Palacio de Alhambra’ (al-Ħamrā, "la Roja";
en Granada, Andalucía) a fin de deshacer las cadenas finales impuestas por los
ocupantes árabes, clavados en el sur de España desde 711 d.C. Se trataba del
último bastión sureño del reino moro de nazarí
de Granada en la España continental. Sólo que la cuestión siguiente seria
convencer a los celadores de las puertas divinas, acerca de a cuál de los
recintos celestiales o peor, infernales, serian merecedores de ser enviados
expeditos, por mentirosos, traidores y cobardes u otras culpas heréticas,
gestadas por los colaboracionistas con los ocupantes árabes.
—«No hay de qué
preocuparse —tranquilizaba la
reina Isabel a un sector de sus cortesanos, temerosos de que la papeleta
celestial no les sirviera por alguna causa o, como si el incumplimiento del
pago del lay off concertado con los
representantes de Cristo u otros imponderables. Percatada de esa realidad,
concluyó—: Dios es misericordioso, redentor y siempre
estará a vuestro lado. Tener fe y repletar sus corazones, porque la fe mueve
montañas»
Opciones papales de la ‘Tarima
Gralte’
En aquellos tiempos, no eran de riquezas
espirituales muy variadas, respecto las opciones de entremeses ofrecidos en la tarima gralte de los designios
apostólicos. Como autodefensa, no restó más que tomar otra vía y dar un salto
temporal de seis siglos hacia delante, para constar que los nerds militares de ese pasado isabelino
real, no estaban duchos en las jerigonzas de los juegos Dungeons y Dragons
(Ergástulas y Dragones) popularizados después por un par de inteligentes, Gygax
y Arneson. Luego, la cosa en los inicios de la Guerra por Granada, no estaba
apta para acertijos virtuales en los cuales escaseaban los mosquetes y
bombardas de asedio. Recordar que para entonces, España ya había logrado que el
Reino Nazarí de Granada fuera un estado
vasallo de los reyes españoles, y por lo tanto, obligado a pagar tributos a la
Corona Ibérica (España) por el uso del bastión. Luego, las victorias debían ser
alcanzadas limpiamente a fuerza de espadas, alabardas, picas y ballestas. Pero
la cosa cambió para finales de la guerra con la introducción de una artillería
moderna por parte de los aragoneses y el concurso de arqueros mercenarios
ingleses al mando de Lord Scales y de otras naciones.
La disyuntiva guerrera, resultó una cosa
muy diferente para el rey moro,
Sultán del Emirato de Granada, Iberia: Abu `Abdallah
Muhammad XII (conocido en el lenguajes entre los granadinos por
la contracción de “Boabdil”, puesto que en su
empeño defensivo, no contó con la esperada ayuda de sus colegas musulmanes asentados en los sultanatos
de Fez (Marruecos), Tlemcen (Argelia) o de Egipto (wiki).
Al retorno del futuro, encontraríamos a
Isabel y Fernando absortos frente a dos imágenes contrapuestas, las cuales
devinieron claves en el devenir colombino, casi a punto de cerrar las puertas
del Medioevo agonizante. La frágil estampa del Papa
Sixto IV y la imagen del monje acromegálico y lombrosiano, Fray
Tomás de Torquemada, dominaban la atención de los señores y
aristócratas de cada localidad, incluyendo las naciones y reinos vecindarios
del Mare Nostrum de la cuenca Mediterránea. Tal como si el sinfín de
acontecimientos, en evolución en el mundo exterior de España, fueran eventos
ajenos a la Corona Española.
Por razones obvias, en las pinturas, donde
los artistas reflejaban por encargo tanto los retratos personales o familiares
de la aristocracia como los de burgueses ricos, científicos y galenos de
renombre; así como paisajes de las épicas militares o sociales. Luego, los
encargos a pintores estaban matizados de sugerencias y pedidos expresos bajo
contrato, de que tanto los personajes principales, y donde cupiesen los
secundarios de adorno. Así, todos sin excepción salvo donde las circunstancias
así lo requiriese; fueran dibujados con las líneas, expresiones y paletas de
colores más favorables, tonos cercanos a los naturales, cosméticos todos a los
fines de exaltar la juventud y alegría. Por ello no extraña que el Torquemada
ya descrito, apareciera junto a los Reyes de España, con una figura de rostro
bello y de frescura agradable y no con la de un matasiete real según muestran otras pinturas de la época.
—«Su serenísima Majestad, respetuosamente
pienso que la estampa de su ilustrísimo; Frai Torquemada; desencaja algo entre
las bellezas de sus Majestades. Y me confunde el no hacer lo apropiado»
—declaró el pintor para lavarse las manos, en espera de una aprobación real.
—«Sepa Usted, señor pintor que estamos
hablando para ultimar detalles de las obras propuestas —le
adelantó tajante el rey Fernando II—. ¿Un consejo? Sepa también que de sus artes no conozco ‘ni
papa’, malamente de las militares. Usted puede sugerir un doble. Pero para ser
honesto, mi sugerencia seria: pintarlo de manera exacta lo contrario a lo que
usted ve y percibe en la realidad. Diremos, que resultó una réplica imaginativa
de Usted, como pintor. ¿Vale? Le garantizo que de esta forma, no hay peligro de
que el Fray lo confronte a Usted en el futuro, por algún que otro mal entendido
con la fe cristiana»
El "Renacimiento"
Sucedió que cuando ambos eventos o épocas,
tocaron de manera inesperada a las puertas del Viejo Mundo; la una para
despedirse del pasado y la otra a fin de penetrar en el futuro, sobrevino el
inevitable desencuentro entre las dos épocas, la Medieval y la facción
culteranista, derivadas ambas —de los vibrantes medievalistas—; resultando una
ruptura real no virtual, con el consecuente desgarramiento producto de una
explosión insospechada para la sociedad judeo-cristiana.
Esta última, se mostraba ávida de contactar y absorber las nuevas ideas del Renacimiento filosófico, sociológico,
los altos principios de la cultura acumulada por la Humanidad y las
experiencias de la élite de genios, ocultos o aprisionados por el Oscurantismo que hartaba a todos,
incluyendo sus propios propugnadores y además, sostenedores. Resultó lógico que
la Humanidad toda se sumergiera en las bienandanzas de novedosos y pujantes
puntos de vista renacentista. Para
finales del siglo XVII y todo el siglo XVIII, hasta la inevitable “Revolución Francesa” la Humanidad brindó aplausos al movimiento pre y pos renacentista
impulsado por la intelectualidad toda, en especial filósofos y artistas (más
tarde conocidos por sus semblanzas
izquierdistas y de buhoneros
disfrazados de sans culottes
extremistas por antonomasia, de Inglaterra y Francia.
La nueva concepción del espíritu de las leyes auspiciados por
líderes filosóficos sociopolíticos del calibre de Montesquieu y Martin Lutero n
las entretelas religiosas, engrasaron (cada uno en su tiempo) las bisagras de
apertura del “Nuevo
Mundo” que después resultó,
conocida de manera acertada como la “La Ilustración” De donde el siglo XVIII,
devino para siempre el adorado como "Siglo de las
Luces"
El destape de ilusiones brotó en el mismo
instante en el cual aquella madrugada de un octubre delicioso; meses después de
caer Granada y el sultanato nazarí representativo
del poder otomano aherrojado sobre España y a punto de consumarse la épica
aventurera del Descubrimiento de América
(supuesta como ‘Indias
Occidentales’ con el concurso envidiable de las “Tres Carabelas” colombinas;
ahora tras la rendición en Enero 6 de 1492
del ultimo Sultán morisco a grupas sobre la Península
de Iberia declarada castellana y reverenciada por Roma como
católica, apostólica y romana con todos los poderes eclesiásticos asegurados por
el Papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia); se
inició como por encanto para la Europa escapada del Medioevo.
Un baño nuevo de vientos alisios con su
siempre suavidad mesurada resbalados desde y hacia los Altos Tatras (Vysoké Tatry) y soplados hasta alcanzar los
Cárpatos. Porque el capitán de la
expedición ahora deambulante por la Mar Océano junto con el puñado de (locos aventureros comandados por un lunático
de origen desconocido― se apuntaba entonces― junto con sus capitanes, tal les denominaron los envidiosos de la época,
quienes les odiaban por tomarles la delantera y que repletados de roñas, presentía
latidos de una próspera y abundante bienandanza en las nuevas tierras
desconocidas para la Europa, esa región supuesta “ombligo del mundo civilizado”.
El capitán de la expedición, Cristóbal
Colón, en las pausas de sus diálogos y conversatorios con el timonel de la
nave, meditaba envuelto en ansiedades; a finales de la madrugada del 12 de
octubre de 1492, tras semanas inacabables, preñadas de motines y otros
peligros. La emoción inesperada le enviara a su velador una seña y ambos
marinos quedaron paralizados. Desconcertados en fijar rumbos por las estrellas
y compases rudimentarios, ante la sopladura de una ráfaga que batió el velamen
del bauprés y más fuerte que hinchara
el del trinquete. Era un raro viento
de popa. Al vaivén y rechines del casco se escuchó desde la nada un grito desgarrador,
—« ¡Tierra, coño y dije tierraaaa…a, que está
ahí mismito, mi capitán y recuerde que yo, la vi primero!»
Le había gritado Rodrigo a Colon, el vigía castigado
desde su confinamiento en el ‘palo mayor’
Berreando palabrotas, tales como las de un marinero endemoniado. Era el simplón
de Rodrigo, el de Triana castigado toda esa semana con la 'guardia a prima note', en la angostura del “carajo”
(torre del vigía) Y otros gritos repetitivos con las ronqueras de lengua
sarmentosa, casi inaudible por ser llevadas por el viento. La voz de alerta
provenía del vigía Rodrigo de Triana, atado por su cintura al palo mayor con
una cuerda de seguridad, medio que tirado peligrosamente sobre la barandilla de
aquella angostura circular del ‘carajo’
Rodrigo se inclinó sobre la barandilla y
sólo vio la figura borrosa del capitán; sentado allá abajo sobre el piso del
castillo de popa, cambiando a ratos impresiones con el timonel, otro de los ya
tantos judíos conversos, este, oriundo de Navarra, al cual el capitán le tenía
ciertas deferencias, decía de éste, que ‘por
su inteligencia, decía Colon’ en manejar los artilugios de navegación.
Después Rodrigo vio a su capitán echarse boca arriba en cruz sobre piso
iluminado por la luna llena. Colón rezaba dando las gracias a Dios, por su
triunfo y su salvación, junto con sus compañeros. Porque se hallaban en medio
de ‘la Mar Océano' de la que sería
nombrado Almirante.
—« ¡Rediez!, capitán, y que escuchen los de allá abajo,
cabrones, que fui yo, Rodrigo, el de Triana y no ‘el otro jodido del mesón de
al lado’ Joder, que ha sido yo, quien descubrió la tierra prometida por nuestro
capitán. ¡Por el amor de Dios! »
Más que una certeza lógica relacionada con
la esfericidad de la Tierra, lo cual los eruditos de la Iglesia sólo habían
aceptado a regañadientes que era un planeta, él debía demostrarlo ahora junto
con aquel abigarrado grupo de marinos, que navegaban como centellas rumbo oeste,
al encuentro con “Indias” por el
este contrario. Sin advertirlo, al capitán ofreció la impresión de que el
Creador por un gesto divino; se les había revelado y puesto al convoy de navíos
montado sobre un viento fuerte extrañamente sostenido en popa, sin ráfagas. Los
otros dos capitanes y segundo de sus naves al mando de la expedición; cada uno
por su cuenta y experiencias, le supuso causado por alguna perturbación
atmosférica, sin trazos en el cielo despejado, que por encantos y les
asombraría, al disolverse más adelante.
—«Capitán—, le alertó el
piloto— se me ocurre sorprendente este ‘vent
arriére’ (viento raro) que nos sopla
desde hace varios días por la popa y que nos empuja al sudoeste»
Pero Colon, ya estaba al tanto de la
observación, no le respondió. Porque le pareció escuchar una voz lejana y
apagada, que lo desembelesó de sus meditaciones y le inquietó, más tras el
último motín a bordo de las tripulaciones de las naves todas. Fue cuando la
cosa se le puso fea, casi color de hormigas. El capitán se irguió y le gritó fuerte
al vigía.
—« ¡Rediez, Rodrigo! ―gritó
Colón― calla y dime ¿qué coño es lo que ves,
pedazo de animal? Diste los mismos gritos de una lavandera, violada debajo del
puente del Tajo»
—«¡Recoño, mi capitán —bramó
enfurecido a su vez el de Triana—, ya le grité y
por mis coj… le digo, que he avistado la put... tierra y lo que parecen ser
algunas luces, allá por el oeste, en lontananzas... y así que bájeme de este
put... carajo...rediez, y digo yo con el mayor respeto, mi capitán!»
Entonces se hizo un silencio, tras el
diálogo histórico por lo “apropiado a los
oídos de toda tripulación experimentada", que se extendió a todo el
alrededor de la mar océano a vistas de la "Santa María" Colon, suspiró y dejó
correr por sus mejillas dos lágrimas furtivas. Sin saberlo, su hazaña no
consistió en vencer a un enemigo en las guerras moriscas, sino convencer al
resto de los amigos europeos. Si no, que con la misma lentitud con que las
luces matinales se les mostraban ascendentes por la media popa de la carabela
mayor; para éxtasis de todos los integrantes de la expedición, incluyendo las
tripulaciones de las otras dos embarcaciones menores que les continuaban,
porque les seguían "La Pinta" y la "La Niña"; no pudieron
constatar que las sombras rojizas que desaparecían tras ellos, eran las del Medioevo
que sería enterrado en la Historia, para siempre.
—«Gracias a Dios y a esa pícara de la
Isabel, quien se las sabe todas y de las que no conoce, se las imagina también.
No como las otras reinas europeas, casi todas idiotizadas por la ‘absenta con
miel’»—, farfulló finalmente Colon a su eficiente contramaestre,
el cual había despertado de su embeleso después de "dormir la mona" sobre la cubierta única, que caracterizaba a
las carabelas.
Al parecer, nadie supo exactamente en
cuáles de los idiomas que manejaba Colón, dijo su parlamento, aunque uno de los
marineros confesó más tarde que creyó oírlo hablar en una mezcla de español y yiddish 4
Colón terminó sollozando a todo trapo, lánguidamente, por la alegría
inconmensurable que le embargaba por haber dado en el blanco, las soñadas
Indias. Fue cuando de pronto le asaltó la duda de su invocación a Dios, porque
él era un ateo silente, acerca de si el Dios cristiano existía en la realidad.
O si por el contrario todo habría sido producto de la Casualidad. ¿O por qué no producto de una transmigración
asimétrica, de cualquier abstracción de la Causalidad?
“To
be, or not to be: that is the question”
Diría unos decenios más adelante en el
teatro “The
Globe” en el banco sur del Támesis, en Londres, uno de los
personajes de Shakespeare. Sí, porque a la cuestión del ser o no ser de aquellos tiempos, aún no idos, se le concedían
fuertes vínculos con el famoso y no menos terrífico "Tribunal del Santo Oficio
de la Inquisición", una institución fundada en 1478 por los Reyes
de España, también nombrados a posteriori, los "Reyes
Católicos"3
Coincidente cuando éstos; Fernando e Isabel; requirieron del papa Sixto IV la
autorización del Vaticano para reverdecer la Santa Inquisición. Una
práctica casi olvidada, a propósito. Variadas son las conjeturas tenidas en
consideración por los historiadores, respecto a la insistencia de los monarcas
españoles en restaurar el tribunal inquisitorio, de tan triste recordación. Los
análisis se desplazan desde la expansión de la cristiandad y su identidad
única, pasando por debilitar la oposición política local a los Reyes Católicos
y neutralizar la poderosa minoría judeoconversa y carenar en la financiación
económica del reino enfrascado en guerras contra los ocupantes árabes (wiki )
Nota aclaratoria de unas dichas y tales joyas,
empeñadas por la Reina Isabel I
No apunta ser cierta la versión romántica,
aunque con visos de irrealidad, de que la Reina Isabel I de Castilla empeñó sus
joyas para sufragar los gastos de la expedición colombina. Es conocido que ya por
entonces las arcas reales estaban casi exhaustas a causa de las retahílas de
guerras intestinas, más las recién concluidas "Guerras
Moriscas" contra los ocupantes musulmanes enterrados en la
península ibérica desde el siglo VIII. Sin embargo, según crónicas, unos 80,000
ducados debieron ser devueltos por “Boabdil”, a las arcas españolas en lo
inmediato de su rendición. Toda una calamidad e igual de hazaña real
incomparable, por su tesón en alcanzar la derrota y disolución del viejo Reino sarraceno de Nazarí y de este modo expedito,
recuperar territorios españoles en manos de invasores islamistas y otros extranjeros indeseables.
Lo notable fue, según narraciones de la
época, de que los fondos de la aventura provinieron, principalmente de dos
judíos conversos al catolicismo (sefarditas)
nombrados, Luis de Santángel y Gabriel Sánchez; quienes libraron en favor de
Cristóbal Colón un préstamo (sin intereses) de 17 mil ducados oro 24k (al
cambio actual en la Bolsa para monedas raras de metales preciosos de
coleccionistas no en base de las
conversiones libres de metales, unos (en USD ≈$47 600,000) de sus propios
bolsillos, como lo hizo también Don Issac Abarbanel, rabino y estadista judío,
a fin de costear la expedición marina de Colón y sus capitanes. Otras versiones
apuntan una cantidad actual de (en € 12,852.10⁷) La primera nota de Colón a la
vuelta del Nuevo Mundo, no fue por deslealtad a los Reyes de España (lo cual
hizo casi de inmediato, pero a posteriori), sino que este marino encargado de
dicha empresa marítima, lo que era en realidad) envió sendas misivas de
reconocimiento a los financieros de la expedición; decir, Santángel, Sánchez y
Abarbanel, dando las gracias por su inestimable ayuda en moneda dura.
Traer al tablero que los pedidos de
financiamiento de la aventura solicitada por Cristóbal Colón, es ver o censar
como cierta, la validez que entonces, aparecieron los financistas judíos en
calidad de mecenas de la expedición. Todo el dilema surtiría en calidad proba,
para todos los aventureros, quienes sin certezas se basaron en sus instintos y ciertas
leyendas solo conocidas por ellos, sobre la existencia territorios inmenso
inexplorados, más allá de la Mar Océano, nombrados "Antillas"
Tal modo de actuar, inconexo con la conocida misericordia de los palatinados
fuertes y a contrapelo con la promulgación de la “Bula
de la Santa Cruzada", para sacar a los moros que dominaban
todavía el poderoso (y no menos envidiado por el resto de las dinastías árabes)
Reino y Califato de Granada en el sureste andaluz de la península Ibérica. Sin
embargo, los árabes actuales aún continúan con sus ansias y añoranzas de
recobrar toda la región por ellos denominada "Al-Andaluz"
Eran los tiempos mejores, cuando los Reyes
de España desataron las guerras en contra de los "moros" dada la
diversidad, número de las intrigas simultáneas y luchas intestinas entre los
líderes árabes, por apoderarse del califato, o mejor, de sus restos. El tema de
la Inquisición siempre fue escabroso para el Papa Sixto IV, dado que tal
responsabilidad ya molestaba a buena parte de los soberanos; cuyos ancestros la
habían implantado en sus territorios, y que por peso histórico cayó en desuso,
por lo desprestigiado de dicha práctica. Solo que ahora, los fanáticos
isabelinos religiosos se lo volvían a presentar sobre su mesa a instigaciones
de las leyendas negras y las bajas pasiones de Pedro González de Mendoza,
arzobispo de Sevilla y por el dominico segoviano (según crónicas, era de origen
judío, no autenticadas) Tomás de Torquemada (1420-1498), un par de pejes
taimados de la peor calaña salmantina. Saber que el Tribunal de la Santa
Inquisición, ya había sido instaurado mucho antes, de acuerdo a la “Bula Ad
abolendam" dictada en 1231 y emitida por el Papa Lucio III 5
Luego, con los tiempos, dicha práctica
represiva declinó por el poco respecto de este tribunal, a causa de un
horroroso historial de crímenes que albergaba como supuesto instrumento de fe y
sí, por el contrario, sentina de sentimientos bajos, pasiones y envidias
humanas. No obstante, el 1 de noviembre de 1478 el Papa Sixto IV promulgó la "Bula
Exigit sinceras devotionis affectus", por la que quedaba
refrescada la Inquisición en la Corona de Castilla. El edicto, satisfizo de
sobremanera a otro de los incitadores de la misma; Tomás de Torquemada; el cual
fue investido con el cargo de Inquisidor
General de España (Castilla y Aragón), lo cual le garantizaba un empleo
permanente durante los años próximos. Los titulados "herejes", en especial aplicados a los judíos y moros no
conversos, fueron ultimados por Torquemada de manera inmisericorde, durante el
holocausto sufrido en el período comprendido entre 1483 y 1498.
Además, sorpresivamente, Torquemada
apareció en la Historia, en cierto momento, como el confesor de la joven reina
Isabel la Católica, un alma noble de naturaleza prístina. Las víctimas y los
lacerados por los activistas de la represión clerical, se calcularon en miles.
A otros relatores u observadores, les dio por señalar que las víctimas fueron
aún más, en mayor cuantía; lo cual a todas luces parece una exageración. Si nos
atenemos a lo conocido, nunca se han mostrado los asientos eclesiásticos que
apoyen uno u otro criterio.
Este monje, Torquemada, un individuo encajable dentro de los especímenes
tipificados como arquetipos de criminales lombrosianos motu proprio. Este personaje, tuvo además la nefasta gloria de ser
el arquitecto del trágico e inhumano "Edicto de
Granada" —una idiotez cruenta e innecesaria contra los sefarditas—, por el cual se ordenaba la
proscripción de todos los judíos no conversos de España, a partir del 2 de
agosto de 1492. Colón, como la mayoría de los creyentes, advirtió que esa fecha
coincidía con celebraciones judías infaustas, por lo que pospuso la partida,
supersticioso, hasta el 3 de agosto de 1492.
El Fray Tomas de Torquemada, se salió con
las suyas y dejó que la bula paralela, "La Santa Cruzada", le pasara por al
lado considerando que esta no interfería con su labor, por él, estimada
profiláctica de fe, aunque tan conspicua como macabra, devino objetivada como
un carácter eminente en defensa de la fe cristiana.
La saga continúa,
© Lionel Lejardi, Octubre, 2012
Legacy Press
Addendum
1 Atendiendo a que Italia fue el epicentro
de este movimiento de renovación cultural y artística desarrollado en Europa,
dicho período histórico que abarcó los siglos. xiv, xv y xvi; luego es aceptado
que el Renacimiento
comenzó en el Trecento (s. xiv), pero se desarrolla con mayor fuerza y
esplendor, sobre todo en el Quattrocento (s. xv) y en el Cinquecento
(s. xvi).
2 El término “Oscurantismo”
proviene de la sátira (siglo XVI, ‘Epistolæ
Obscurorum Virorum’ (Cartas de los hombres oscuros), por la disputa
intelectual entre el humanista alemán Johann Reuchlin y los frailes dominicos, tal
el judío converso Johannes Pfefferkorn inquirió, acerca de si se deberían quemar o no, todos los libros judíos, simplemente por no ser cristianos.
3
En realidad, la dignidad no cabe durante el Descubrimiento de América o sea,
antes de 1496; debido a que el título de Reyes Católicos fue conferido a Fernando II de
Aragón e Isabel I de Castilla por el Papa valenciano
Alejandro VI en la “Bula Si convenit”
expedida el 19 de diciembre de 1496.
4
El yiddish (judío), no es el hebreo
convencional, sino, un lenguaje artificial mezclado y armado con retazos de
otras lenguas europeas, en especial el alemán, y es (era) propio de los judíos
denominados askenazis, que se
asentaron en los países de Europa Central, Rusia, etc. Del mismo modo que a los
judíos asentados en España se les denominó, sefarditas.
No es un dialecto o barbarismo tal como sucedió con el francés degradado después
en las denominadas “Langues créoles” (lenguas
criollas) surgidas y evolucionadas a partir de las lenguas maternas de los
colonizadores, ensenadas en sus antiguas colonias.
5
En un sínodo celebrado en Verona, el Papa Lucio III promulgó (1231) la
constitución de la “Bula Ad abolendam” en la que condenó las
tildadas de herejías cátaras, valdenses, arnaldismo y las otras restantes o por venir; convirtiéndose en un
instrumento eficaz de represión contra cualquier forma de indisciplina a la ortodoxia católica, decretando que el
castigo físico de los herejes correspondía a la autoridad laica con lo que la Bula Ad abolendam se convertiría en el
embrión del futuro Tribunal de la Santa Inquisición y del Santo Oficio (wik)
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