lunes, 23 de octubre de 2017

2 El Descubrimiento. "Briznas de aquel Octubre de 1492" ii/v

 2 El Descubrimiento. "Briznas de aquel Octubre de 1492"
ii/v
Se cumplen 60 años de dictadura comunista en Cuba
“Un Asunto Español”

La "Bullæ Sacræ Cruciatæ Dilucidatio"
(Explicación de la "Bula de la Santa Cruzada")

"A gloria y loor de Dios todopoderoso y ensalçamiento de nuestra sancta fe catholica, nuestro muy santo padre Sixto IV por sus bulas otorgó a todos los fieles cristianos, varones y mugeres que para la santa guerra que se haze contra los moros de Granada enemigos de nuestra santa fe catholica, diere y pagare cierta quantía que cualquier confesor que eligiere, clérigo o religioso, les pueda otorgar plenaria remissión e indulgencia que comúnmente es llamada culpa y pena, de todos sus pecados entonces y en otro qualquier tiempo confessados, una vez en la vida y otra vez en el verdadero artículo de la muerte (In articulo mortis) ...", (conti.)

"Bula de la Santa Cruzada" vs. "Bula de la Santa Inquisición" 1
En esencia, siendo el año 1483 estalló una riña tónica pero educada, entre dos caracteres fuertes. Sin embargo, estando vigentes las reglas de los juegos filosóficos no sofistas (en la lucha de contrarios) tal era lo usual en las palestras públicas y privadas para dilucidar diferencias o antagonismos, con debates entre colegas. Ambos contendientes se ajustaron al nivel más alto, aunque átonos y respetuosos en un conversatorio ya personal e íntimo. Alejados de oídos extraños, por lo demás, innecesarios. El encuentro verbal, a instancia de entonces Reina de España, Isabel I, se suscitó entre dos prelados; el Papa Sixto IV y Fray Tomás de Torquemada. Este último, uno de los tres confesores de los reyes españoles (en especial, la Reina Isabel) A la sazón, Torquemada fungía en calidad de confesor personal de la Reina. Después en calidad de Primer Inquisidor General de España, inicialmente para el reino de Castilla y más tarde de modo igual, para el reino de Aragón, tierra de su consorte y primo. Valga que antes corrieron historias paralelas, durante y largo tiempo después de ese año afortunado, para el conjunto de tales personajes. Cotilleos enlazados todos, los cuales transformaron y trastocaron el orden de la lógica espiritual y mental ptolemaica entonces prevaleciente (claro que a regañadientes) en aquel Viejo Mundo europeo estancado y tenebroso; ya impregnado de un ‘pre Renacentismo’ inevitable cuajado y enraizado por siglos en trampas del Medioevo oscurantista.

Pensar en las todavía empobrecidas luces de sapiencia a causa de la persecución y aplastamiento del saber y los descubrimientos científicos bajo el Oscurantismo 2, victimario del desmoche cruento y por su rapacidad indiscriminada; de todo el saber acumulado y puesto hasta entonces al disfrute humano. Este prelado, Torquemada, ganó notoriedad en todo el mundo pos colombino; a causa de los crímenes, saqueos, torturas despiadadas, encarcelaciones, confiscaciones ilegales de bienes y patrimonios de aquellos infelices a quienes él y sus sicarios entogados destruyeron y ultimaron en hogueras asesinas, injustamente, bajo la egida de sus superiores cómplices: los Tribunales Eclesiásticos de la Santa Inquisición Un desastre social y humanista, con ayuda de todos esos tribunales apócrifos. Este personaje maligno, llevó a cabo sus inenarrables crímenes extrajudiciales, en nombre (falso) de la religión católica y la fe cristiana, siempre misericordiosa y redentora.

De modo igual, este fray fue precursor de la quema de libros, en particular en la destrucción de bibliotecas completas; tanto musulmanas (árabes) como de judíos-conversos al cristianismo, apuntan sus historiadores, de cuya congregación y religión descendía en línea directa. De modo igual, la oclusión y persecución despiadada de cada victoria del conocimiento, alcanzado desde los tiempos antiguos; donde florecieron cada una de las civilizaciones ya conocidas y las aún por conocer, tras los portentos de la imaginación isabelina y tanto de la lógica científica colombina tanto como sus logros desarrollados en cada rincón de la Tierra conocida por estar habitada, nombradas en su conjunto, "las Indias" a falta de otra narraciones. Atenas, Roma, Alejandría y otros tantos centros de la civilización judeo-cristiana como la indudable saga acrónica de los antiguos, revivieron y volvieron a florecer ensalzando las virtudes del hombre y sus filosofías diversas, que nos fueron legadas sin condición alguna.

Luego no resultaría increíble el manto de incertidumbres represivas que ciertos humanos equivocados desataron sobre la inteligencia y la avidez lectiva del hombre. Individuos deseosos con maldad de que los recuerdos luminosos fueran olvidados, renuentes a dar por ciertos los portentos logrados por la inteligencia y tenacidad cognoscitiva del ente humano, con los resultados isabelinos y colombinos, llaves evidentes e incontestables que empujaban a la Humanidad hacia fulgores inimaginables del Nuevo Mundo, un espectáculo repleto de asombros increíbles.

El Renacimiento
Se logró, casi con el soplo que hincho las velas colombinas, hacer que despertara la nueva época ya en ciernes, el “Renacimiento”. Y que la misma deviniera pivote sobre el cual oscilaría la revolución aterciopelada y sedosa de las artes y las joyas de la cultura humana; reverdeciendo con un copycat fabuloso los valores artísticos, éticos, culturales y de las técnicas incipientes del mundo antiguo, por decir, el grecolatino, hacia el de las máquinas precursoras de la “industrialización” La nueva luz de la creación humana, resulto incontrolable al sobrevendría sobre las virtudes de la inteligencia humana, opacados durante la "Época del Oscurantismo" medieval. Un bache humanista superado con la afirmación del hombre frente al ascetismo puritano del cristianismo original, ya extenuado y sin bases firmes por la opacidad despiadada de la inigualable espiritualidad y piedad cristiana, ante las masas populares.

Tales inoperancias ético-morales, yacían hasta entonces aterradas bajo la represión de una facción religiosa, seudo cristiana. Un modo de pensar anticristiano, obstruccionista para todos los historiadores decentes (que incluye una miríada de adjetivos trascendentales, hermosos del cristianismo original. Advertir, una grey completamente aherrojada por una cáfila de genios crueles de prosapia intolerante. Todo hasta después de transcurridos muchos días y noches tenebrosas, la luz se hizo nuevamente para todo el Orbe y lo oscurecido se tornó luminoso. Entonces fue que cada humano se reconoció, incluyendo la luz propia y que todo era bueno como cada cosa viva, bella y aun las feas. Cada cual se observó tal era con o sin pecados, en la realidad y no en un mundo virtual falso

A esa radiación mental del ‘atrévete a pensar” luminiscente del entorno, casi cuántica, dio paso a una nueva era que desde el segundo centro importante de la explosión literaria y filosófica central (París) la bautizaron como: Le Siècle des Lumières (Siglo de las Luces) donde brillaron por el simple razonamiento, desde el francés Montesquieu hasta el español, Jovellanos. En general, se trató de la época de “La Ilustración o Iluminación” y sus aperturas nuevas a la inteligencia, creatividad, libertad expresiva, que al final condujeron al exterminio de las sombras.
Christopher Columbus
(Cristóbal Colón)
"Virgen de los Navegantes''
(Oleo en madera de Alejo Fernández
(c. 1531-1537)
(Sala de los Almirantes
en Real Alcázar de Sevilla)

(Cortesía de wiki)

Entender que el mundo judeocristiano, base de nuestra civilización occidental actual; en la práctica terminaba con el oscurantismo y las supersticiones recién salía del Medioevo, con naciones tales restablecidas con fronteras firmes, imbricadas dentro de otras con fronteras, ciertas artificiales mientras que otras, no bien definidas y cambiantes en ocasiones; según los resultados de las batallas entre estados o principados de Europa, remanentes del oscurantismo. Tampoco, advertir que la invasión islamista de Europa cristiana, Eurasia, Noráfrica y los horrores obvios del mundo árabe (como sucede con todos los invasores); no fueron producto de la casualidad, dicha así a la servidumbre del medioevo que mantenía bajo una opresión temible, a grandes sectores territoriales del Sudeste y Centro europeo. Algunos de estos, sometidos más tarde al Imperio Otomano y sus ávidos antecesores pérsicos. Este imperio, casi medieval sumido en manos del fundamentalismo islamista, desapareció del mapa político mundial, con el estruendo del último cañonazo de la I Guerra Mundial.   

Y valga destacar que, por esta bula papal, denominada por el Vaticano como “Bula de La Santa Cruzada” (o de la Consolidación) y soltando diezmos en céntimos por parte de los menos afortunados, maravedíes por manos de los mejor dotados o nada de los completamente desposeídos; se alcanzaba la cédula clerical para garantizar la entrada al cielo o en su lugar, sin esta dispensa papal, el desliz posible hacia el Infierno.

La condición sine qua non era que la absolución de los pecados fuera efectiva, siempre y cuando todos aquellos fieles, mártires o guerreros divinos que nutrirían las fila de quienes en tropel abandonarían el mundo terrenal por el celestial, lo hicieran peleando contra los ‘moros’ (sarracenos) o sea, los árabes adscritos bajo varios tipos de denominaciones mahometanos, musulmanes y otras, fanáticos del Islam Fundamentalista. El mismo que hasta el tiempo presente fueron sus opresores, por lo tanto, infieles a los ojos del Cristianismo. También por una contrición simple o arrepentimiento, aunque tan absolutamente sincero y como genuino acto de arrepentimiento; la religión les tenía reservada gratis la dispensa para quienes la muerte les sorprendiera sin absolver este concierto, a veces demencial, de fidelidades.  

Los ‘moros’ —exceptuando sus eruditos en artes y ciencias—, eran ante los ojos de la civilización Judeo-Cristiana unos seres extraños en linaje, costumbres multiétnicas y fe religiosa; ya que todas esas singularidades eran de hecho susceptibles de ser sospechosas por sus atipicidades belicosas, de las cuales los españoles y el resto de Europa estaban hartos. De ahí razones de aquella época, por las cuales amplios estamentos de europeos cristianos de todas las restantes denominaciones (todavía no habían surgido los luteranos y otras sectas (denominaciones) agrupadas después como 'protestantes'  donde se congregaban parcelas populares diferentes, de enemigos espoleados por los musulmanes invasores, durante siglos, quienes repudiaban todo aquello que oliera a mahometismo.

Decir, las sharías, serrallos o harén de concubinas, sunna, velos, burkas, etc. como símbolos tenidos entonces por "civilizados" Tal fue la ‘limpieza y sanidad’ ideo-cultural puesta en marcha por aquel sector de la pujante Civilización Occidental, cuyos ejecutores; al menos de palabras y conceptos; no distinguieron las otras calidades técnico-científicas ya conocidas y activadas en ese mundillo islamista multitudinario. Tales fueron las matemáticas, química, ciencias varias, ajedrez, medicina, acero damasquino y todo aquello cultural, científico o científico que se les antojase como factores "repudiables" a la civilización judeo-cristiana. Visto desde el punto de vista contemporáneo. Tal modo de pensar devino en un colosal ‘error de bulto’ al considerar toda la herencia social sarracena, como un todo entrampado en el fundamentalismo religioso, lo cual no era así de turbio.

En ocasiones no pocas, ciertos grupos europeos se sentían marginados e inferiorizados ante bagaje cultural de los árabes y también; considerando los rezagos sociales de sus invasiones por el sur de la península Ibérica y el sudeste de Europa desde el siglo VIII. Intensificados más tarde con la caída de Constantinopla en 1453 bajo la invasión turca comandada por la dinastía Osmali, progenitora del Imperio Otomano. El mismo emporio imperialista deshecho en pedazos más adelante, por la poderosa coalición de Occidente en 1918, tras participar durante toda la I Guerra Mundial (IGM)

Ya los españoles, castellanos y gallegos (entre otros reinos y señoríos) se venían despellejando entre sí, a tenor de otros sectores enrolados sucesivos como soldados de fortuna en las huestes de Isabel I, la activa reina de Castilla, después de las otras guerras isabelinas: la Guerra de Sucesión Castellana (1479). Se trataba de los albores del cerco de la fortaleza y centro administrativo del Palacio de Alhambra’   (al-Ħamrā, "la Roja"; en Granada, Andalucía) a fin de deshacer las cadenas finales impuestas por los ocupantes árabes, clavados en el sur de España desde 711 d.C. Se trataba del último bastión sureño del reino moro de nazarí de Granada en la España continental. Sólo que la cuestión siguiente seria convencer a los celadores de las puertas divinas, acerca de a cuál de los recintos celestiales o peor, infernales, serian merecedores de ser enviados expeditos, por mentirosos, traidores y cobardes u otras culpas heréticas, gestadas por los colaboracionistas con los ocupantes árabes.

      —«No hay de qué preocuparse —tranquilizaba la reina Isabel a un sector de sus cortesanos, temerosos de que la papeleta celestial no les sirviera por alguna causa o, como si el incumplimiento del pago del lay off concertado con los representantes de Cristo u otros imponderables. Percatada de esa realidad, concluyó—: Dios es misericordioso, redentor y siempre estará a vuestro lado. Tener fe y repletar sus corazones, porque la fe mueve montañas»

Opciones papales de la ‘Tarima Gralte
En aquellos tiempos, no eran de riquezas espirituales muy variadas, respecto las opciones de entremeses ofrecidos en la tarima gralte de los designios apostólicos. Como autodefensa, no restó más que tomar otra vía y dar un salto temporal de seis siglos hacia delante, para constar que los nerds militares de ese pasado isabelino real, no estaban duchos en las jerigonzas de los juegos Dungeons y Dragons (Ergástulas y Dragones) popularizados después por un par de inteligentes, Gygax y Arneson. Luego, la cosa en los inicios de la Guerra por Granada, no estaba apta para acertijos virtuales en los cuales escaseaban los mosquetes y bombardas de asedio. Recordar que para entonces, España ya había logrado que el Reino Nazarí de Granada fuera un estado vasallo de los reyes españoles, y por lo tanto, obligado a pagar tributos a la Corona Ibérica (España) por el uso del bastión. Luego, las victorias debían ser alcanzadas limpiamente a fuerza de espadas, alabardas, picas y ballestas. Pero la cosa cambió para finales de la guerra con la introducción de una artillería moderna por parte de los aragoneses y el concurso de arqueros mercenarios ingleses al mando de Lord Scales y de otras naciones.

La disyuntiva guerrera, resultó una cosa muy diferente para el rey moro, Sultán del Emirato de Granada, Iberia: Abu `Abdallah Muhammad XII (conocido en el lenguajes entre los granadinos por la contracción de “Boabdil”, puesto que en su empeño defensivo, no contó con la esperada ayuda de sus colegas musulmanes asentados en los sultanatos de Fez (Marruecos), Tlemcen (Argelia) o de Egipto (wiki).

Al retorno del futuro, encontraríamos a Isabel y Fernando absortos frente a dos imágenes contrapuestas, las cuales devinieron claves en el devenir colombino, casi a punto de cerrar las puertas del Medioevo agonizante. La frágil estampa del Papa Sixto IV y la imagen del monje acromegálico y lombrosiano, Fray Tomás de Torquemada, dominaban la atención de los señores y aristócratas de cada localidad, incluyendo las naciones y reinos vecindarios del Mare Nostrum de la cuenca Mediterránea. Tal como si el sinfín de acontecimientos, en evolución en el mundo exterior de España, fueran eventos ajenos a la Corona Española.

Por razones obvias, en las pinturas, donde los artistas reflejaban por encargo tanto los retratos personales o familiares de la aristocracia como los de burgueses ricos, científicos y galenos de renombre; así como paisajes de las épicas militares o sociales. Luego, los encargos a pintores estaban matizados de sugerencias y pedidos expresos bajo contrato, de que tanto los personajes principales, y donde cupiesen los secundarios de adorno. Así, todos sin excepción salvo donde las circunstancias así lo requiriese; fueran dibujados con las líneas, expresiones y paletas de colores más favorables, tonos cercanos a los naturales, cosméticos todos a los fines de exaltar la juventud y alegría. Por ello no extraña que el Torquemada ya descrito, apareciera junto a los Reyes de España, con una figura de rostro bello y de frescura agradable y no con la de un matasiete real según muestran otras pinturas de la época.

      —«Su serenísima Majestad, respetuosamente pienso que la estampa de su ilustrísimo; Frai Torquemada; desencaja algo entre las bellezas de sus Majestades. Y me confunde el no hacer lo apropiado» —declaró el pintor para lavarse las manos, en espera de una aprobación real.

      —«Sepa Usted, señor pintor que estamos hablando para ultimar detalles de las obras propuestas —le adelantó tajante el rey Fernando II—. ¿Un consejo? Sepa también que de sus artes no conozco ‘ni papa’, malamente de las militares. Usted puede sugerir un doble. Pero para ser honesto, mi sugerencia seria: pintarlo de manera exacta lo contrario a lo que usted ve y percibe en la realidad. Diremos, que resultó una réplica imaginativa de Usted, como pintor. ¿Vale? Le garantizo que de esta forma, no hay peligro de que el Fray lo confronte a Usted en el futuro, por algún que otro mal entendido con la fe cristiana»

El "Renacimiento"
Sucedió que cuando ambos eventos o épocas, tocaron de manera inesperada a las puertas del Viejo Mundo; la una para despedirse del pasado y la otra a fin de penetrar en el futuro, sobrevino el inevitable desencuentro entre las dos épocas, la Medieval y la facción culteranista, derivadas ambas —de los vibrantes medievalistas—; resultando una ruptura real no virtual, con el consecuente desgarramiento producto de una explosión insospechada para la sociedad judeo-cristiana. Esta última, se mostraba ávida de contactar y absorber las nuevas ideas del Renacimiento filosófico, sociológico, los altos principios de la cultura acumulada por la Humanidad y las experiencias de la élite de genios, ocultos o aprisionados por el Oscurantismo que hartaba a todos, incluyendo sus propios propugnadores y además, sostenedores. Resultó lógico que la Humanidad toda se sumergiera en las bienandanzas de novedosos y pujantes puntos de vista renacentista. Para finales del siglo XVII y todo el siglo XVIII, hasta la inevitable “Revolución Francesa”   la Humanidad brindó aplausos al movimiento pre y pos renacentista impulsado por la intelectualidad toda, en especial filósofos y artistas (más tarde conocidos por sus semblanzas izquierdistas y de buhoneros disfrazados de sans culottes extremistas por antonomasia, de Inglaterra y Francia.

La nueva concepción del espíritu de las leyes auspiciados por líderes filosóficos sociopolíticos del calibre de Montesquieu y Martin Lutero n las entretelas religiosas, engrasaron (cada uno en su tiempo) las bisagras de apertura del “Nuevo Mundo” que después resultó, conocida de manera acertada como la “La Ilustración” De donde el siglo XVIII, devino para siempre el adorado como "Siglo de las Luces"

El destape de ilusiones brotó en el mismo instante en el cual aquella madrugada de un octubre delicioso; meses después de caer Granada y el sultanato nazarí representativo del poder otomano aherrojado sobre España y a punto de consumarse la épica aventurera del Descubrimiento de América (supuesta como ‘Indias Occidentales’ con el concurso envidiable de las “Tres Carabelas” colombinas; ahora tras la rendición en Enero 6 de 1492  del ultimo Sultán morisco a grupas sobre la Península de Iberia declarada castellana y reverenciada por Roma como católica, apostólica y romana con todos los poderes eclesiásticos asegurados por el Papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia); se inició como por encanto para la Europa escapada del Medioevo.

Un baño nuevo de vientos alisios con su siempre suavidad mesurada resbalados desde y hacia los Altos Tatras (Vysoké Tatry) y soplados hasta alcanzar los Cárpatos. Porque el capitán de la expedición ahora deambulante por la Mar Océano junto con el puñado de (locos aventureros comandados por un lunático de origen desconocido― se apuntaba entonces― junto con sus capitanes, tal les denominaron los envidiosos de la época, quienes les odiaban por tomarles la delantera y que repletados de roñas, presentía latidos de una próspera y abundante bienandanza en las nuevas tierras desconocidas para la Europa, esa región supuesta “ombligo del mundo civilizado”.


El capitán de la expedición, Cristóbal Colón, en las pausas de sus diálogos y conversatorios con el timonel de la nave, meditaba envuelto en ansiedades; a finales de la madrugada del 12 de octubre de 1492, tras semanas inacabables, preñadas de motines y otros peligros. La emoción inesperada le enviara a su velador una seña y ambos marinos quedaron paralizados. Desconcertados en fijar rumbos por las estrellas y compases rudimentarios, ante la sopladura de una ráfaga que batió el velamen del bauprés y más fuerte que hinchara el del trinquete. Era un raro viento de popa. Al vaivén y rechines del casco se escuchó desde la nada un grito desgarrador,

      —« ¡Tierra, coño y dije tierraaaa…a, que está ahí mismito, mi capitán y recuerde que yo, la vi primero

Le había gritado Rodrigo a Colon, el vigía castigado desde su confinamiento en el ‘palo mayor’ Berreando palabrotas, tales como las de un marinero endemoniado. Era el simplón de Rodrigo, el de Triana castigado toda esa semana con la 'guardia a prima note', en la angostura del carajo (torre del vigía) Y otros gritos repetitivos con las ronqueras de lengua sarmentosa, casi inaudible por ser llevadas por el viento. La voz de alerta provenía del vigía Rodrigo de Triana, atado por su cintura al palo mayor con una cuerda de seguridad, medio que tirado peligrosamente sobre la barandilla de aquella angostura circular del ‘carajo’

Rodrigo se inclinó sobre la barandilla y sólo vio la figura borrosa del capitán; sentado allá abajo sobre el piso del castillo de popa, cambiando a ratos impresiones con el timonel, otro de los ya tantos judíos conversos, este, oriundo de Navarra, al cual el capitán le tenía ciertas deferencias, decía de éste, que ‘por su inteligencia, decía Colon’ en manejar los artilugios de navegación. Después Rodrigo vio a su capitán echarse boca arriba en cruz sobre piso iluminado por la luna llena. Colón rezaba dando las gracias a Dios, por su triunfo y su salvación, junto con sus compañeros. Porque se hallaban en medio de ‘la Mar Océano' de la que sería nombrado Almirante.

      —« ¡Rediez!, capitán, y que escuchen los de allá abajo, cabrones, que fui yo, Rodrigo, el de Triana y no ‘el otro jodido del mesón de al lado’ Joder, que ha sido yo, quien descubrió la tierra prometida por nuestro capitán. ¡Por el amor de Dios! »

Más que una certeza lógica relacionada con la esfericidad de la Tierra, lo cual los eruditos de la Iglesia sólo habían aceptado a regañadientes que era un planeta, él debía demostrarlo ahora junto con aquel abigarrado grupo de marinos, que navegaban como centellas rumbo oeste, al encuentro con Indias” por el este contrario. Sin advertirlo, al capitán ofreció la impresión de que el Creador por un gesto divino; se les había revelado y puesto al convoy de navíos montado sobre un viento fuerte extrañamente sostenido en popa, sin ráfagas. Los otros dos capitanes y segundo de sus naves al mando de la expedición; cada uno por su cuenta y experiencias, le supuso causado por alguna perturbación atmosférica, sin trazos en el cielo despejado, que por encantos y les asombraría, al disolverse más adelante.

      —«Capitán—, le alertó el piloto— se me ocurre sorprendente este ‘vent arriére’ (viento raro) que nos sopla desde hace varios días por la popa y que nos empuja al sudoeste»

Pero Colon, ya estaba al tanto de la observación, no le respondió. Porque le pareció escuchar una voz lejana y apagada, que lo desembelesó de sus meditaciones y le inquietó, más tras el último motín a bordo de las tripulaciones de las naves todas. Fue cuando la cosa se le puso fea, casi color de hormigas. El capitán se irguió y le gritó fuerte al vigía.

      « ¡Rediez, Rodrigo! ―gritó Colón― calla y dime ¿qué coño es lo que ves, pedazo de animal? Diste los mismos gritos de una lavandera, violada debajo del puente del Tajo»

      —«¡Recoño, mi capitán —bramó enfurecido a su vez el de Triana—, ya le grité y por mis coj… le digo, que he avistado la put... tierra y lo que parecen ser algunas luces, allá por el oeste, en lontananzas... y así que bájeme de este put... carajo...rediez, y digo yo con el mayor respeto, mi capitán

Entonces se hizo un silencio, tras el diálogo histórico por lo “apropiado a los oídos de toda tripulación experimentada", que se extendió a todo el alrededor de la mar océano a vistas de la "Santa María" Colon, suspiró y dejó correr por sus mejillas dos lágrimas furtivas. Sin saberlo, su hazaña no consistió en vencer a un enemigo en las guerras moriscas, sino convencer al resto de los amigos europeos. Si no, que con la misma lentitud con que las luces matinales se les mostraban ascendentes por la media popa de la carabela mayor; para éxtasis de todos los integrantes de la expedición, incluyendo las tripulaciones de las otras dos embarcaciones menores que les continuaban, porque les seguían "La Pinta" y la "La Niña"; no pudieron constatar que las sombras rojizas que desaparecían tras ellos, eran las del Medioevo que sería enterrado en la Historia, para siempre.

      —«Gracias a Dios y a esa pícara de la Isabel, quien se las sabe todas y de las que no conoce, se las imagina también. No como las otras reinas europeas, casi todas idiotizadas por la ‘absenta con miel’»—, farfulló finalmente Colon a su eficiente contramaestre, el cual había despertado de su embeleso después de "dormir la mona" sobre la cubierta única, que caracterizaba a las carabelas.

Al parecer, nadie supo exactamente en cuáles de los idiomas que manejaba Colón, dijo su parlamento, aunque uno de los marineros confesó más tarde que creyó oírlo hablar en una mezcla de español y yiddish 4 Colón terminó sollozando a todo trapo, lánguidamente, por la alegría inconmensurable que le embargaba por haber dado en el blanco, las soñadas Indias. Fue cuando de pronto le asaltó la duda de su invocación a Dios, porque él era un ateo silente, acerca de si el Dios cristiano existía en la realidad. O si por el contrario todo habría sido producto de la Casualidad. ¿O por qué no producto de una transmigración asimétrica, de cualquier abstracción de la Causalidad?

“To be, or not to be: that is the question”
Diría unos decenios más adelante en el teatro “The Globe” en el banco sur del Támesis, en Londres, uno de los personajes de Shakespeare. Sí, porque a la cuestión del ser o no ser de aquellos tiempos, aún no idos, se le concedían fuertes vínculos con el famoso y no menos terrífico "Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición", una institución fundada en 1478 por los Reyes de España, también nombrados a posteriori, los "Reyes Católicos"3 Coincidente cuando éstos; Fernando e Isabel; requirieron del papa Sixto IV la autorización del Vaticano para reverdecer la Santa Inquisición. Una práctica casi olvidada, a propósito. Variadas son las conjeturas tenidas en consideración por los historiadores, respecto a la insistencia de los monarcas españoles en restaurar el tribunal inquisitorio, de tan triste recordación. Los análisis se desplazan desde la expansión de la cristiandad y su identidad única, pasando por debilitar la oposición política local a los Reyes Católicos y neutralizar la poderosa minoría judeoconversa y carenar en la financiación económica del reino enfrascado en guerras contra los ocupantes árabes (wiki  )

Nota aclaratoria de unas dichas y tales joyas, empeñadas por la Reina Isabel I

No apunta ser cierta la versión romántica, aunque con visos de irrealidad, de que la Reina Isabel I de Castilla empeñó sus joyas para sufragar los gastos de la expedición colombina. Es conocido que ya por entonces las arcas reales estaban casi exhaustas a causa de las retahílas de guerras intestinas, más las recién concluidas "Guerras Moriscas" contra los ocupantes musulmanes enterrados en la península ibérica desde el siglo VIII. Sin embargo, según crónicas, unos 80,000 ducados debieron ser devueltos por “Boabdil”, a las arcas españolas en lo inmediato de su rendición. Toda una calamidad e igual de hazaña real incomparable, por su tesón en alcanzar la derrota y disolución del viejo Reino sarraceno de Nazarí y de este modo expedito, recuperar territorios españoles en manos de invasores islamistas y otros extranjeros indeseables.

Lo notable fue, según narraciones de la época, de que los fondos de la aventura provinieron, principalmente de dos judíos conversos al catolicismo (sefarditas) nombrados, Luis de Santángel y Gabriel Sánchez; quienes libraron en favor de Cristóbal Colón un préstamo (sin intereses) de 17 mil ducados oro 24k (al cambio actual en la Bolsa para monedas raras de metales preciosos de coleccionistas no en base  de las conversiones libres de metales, unos (en USD ≈$47 600,000) de sus propios bolsillos, como lo hizo también Don Issac Abarbanel, rabino y estadista judío, a fin de costear la expedición marina de Colón y sus capitanes. Otras versiones apuntan una cantidad actual de (en € 12,852.10⁷) La primera nota de Colón a la vuelta del Nuevo Mundo, no fue por deslealtad a los Reyes de España (lo cual hizo casi de inmediato, pero a posteriori), sino que este marino encargado de dicha empresa marítima, lo que era en realidad) envió sendas misivas de reconocimiento a los financieros de la expedición; decir, Santángel, Sánchez y Abarbanel, dando las gracias por su inestimable ayuda en moneda dura.

Traer al tablero que los pedidos de financiamiento de la aventura solicitada por Cristóbal Colón, es ver o censar como cierta, la validez que entonces, aparecieron los financistas judíos en calidad de mecenas de la expedición. Todo el dilema surtiría en calidad proba, para todos los aventureros, quienes sin certezas se basaron en sus instintos y ciertas leyendas solo conocidas por ellos, sobre la existencia territorios inmenso inexplorados, más allá de la Mar Océano, nombrados "Antillas" Tal modo de actuar, inconexo con la conocida misericordia de los palatinados fuertes y a contrapelo con la promulgación de la “Bula de la Santa Cruzada", para sacar a los moros que dominaban todavía el poderoso (y no menos envidiado por el resto de las dinastías árabes) Reino y Califato de Granada en el sureste andaluz de la península Ibérica. Sin embargo, los árabes actuales aún continúan con sus ansias y añoranzas de recobrar toda la región por ellos denominada "Al-Andaluz"

Eran los tiempos mejores, cuando los Reyes de España desataron las guerras en contra de los "moros" dada la diversidad, número de las intrigas simultáneas y luchas intestinas entre los líderes árabes, por apoderarse del califato, o mejor, de sus restos. El tema de la Inquisición siempre fue escabroso para el Papa Sixto IV, dado que tal responsabilidad ya molestaba a buena parte de los soberanos; cuyos ancestros la habían implantado en sus territorios, y que por peso histórico cayó en desuso, por lo desprestigiado de dicha práctica. Solo que ahora, los fanáticos isabelinos religiosos se lo volvían a presentar sobre su mesa a instigaciones de las leyendas negras y las bajas pasiones de Pedro González de Mendoza, arzobispo de Sevilla y por el dominico segoviano (según crónicas, era de origen judío, no autenticadas) Tomás de Torquemada (1420-1498), un par de pejes taimados de la peor calaña salmantina. Saber que el Tribunal de la Santa Inquisición, ya había sido instaurado mucho antes, de acuerdo a la “Bula Ad abolendam" dictada en 1231 y emitida por el Papa Lucio III 5

Luego, con los tiempos, dicha práctica represiva declinó por el poco respecto de este tribunal, a causa de un horroroso historial de crímenes que albergaba como supuesto instrumento de fe y sí, por el contrario, sentina de sentimientos bajos, pasiones y envidias humanas. No obstante, el 1 de noviembre de 1478 el Papa Sixto IV promulgó la "Bula Exigit sinceras devotionis affectus", por la que quedaba refrescada la Inquisición en la Corona de Castilla. El edicto, satisfizo de sobremanera a otro de los incitadores de la misma; Tomás de Torquemada; el cual fue investido con el cargo de Inquisidor General de España (Castilla y Aragón), lo cual le garantizaba un empleo permanente durante los años próximos. Los titulados "herejes", en especial aplicados a los judíos y moros no conversos, fueron ultimados por Torquemada de manera inmisericorde, durante el holocausto sufrido en el período comprendido entre 1483 y 1498.

Además, sorpresivamente, Torquemada apareció en la Historia, en cierto momento, como el confesor de la joven reina Isabel la Católica, un alma noble de naturaleza prístina. Las víctimas y los lacerados por los activistas de la represión clerical, se calcularon en miles. A otros relatores u observadores, les dio por señalar que las víctimas fueron aún más, en mayor cuantía; lo cual a todas luces parece una exageración. Si nos atenemos a lo conocido, nunca se han mostrado los asientos eclesiásticos que apoyen uno u otro criterio.

Este monje, Torquemada, un individuo encajable dentro de los especímenes tipificados como arquetipos de criminales lombrosianos motu proprio. Este personaje, tuvo además la nefasta gloria de ser el arquitecto del trágico e inhumano "Edicto de Granada" —una idiotez cruenta e innecesaria contra los sefarditas—, por el cual se ordenaba la proscripción de todos los judíos no conversos de España, a partir del 2 de agosto de 1492. Colón, como la mayoría de los creyentes, advirtió que esa fecha coincidía con celebraciones judías infaustas, por lo que pospuso la partida, supersticioso, hasta el 3 de agosto de 1492.

El Fray Tomas de Torquemada, se salió con las suyas y dejó que la bula paralela, "La Santa Cruzada", le pasara por al lado considerando que esta no interfería con su labor, por él, estimada profiláctica de fe, aunque tan conspicua como macabra, devino objetivada como un carácter eminente en defensa de la fe cristiana.

La saga continúa,

© Lionel Lejardi, Octubre, 2012
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Addendum

1 Atendiendo a que Italia fue el epicentro de este movimiento de renovación cultural y artística desarrollado en Europa, dicho período histórico que abarcó los siglos. xiv, xv y xvi; luego es aceptado que el Renacimiento comenzó en el Trecento (s. xiv), pero se desarrolla con mayor fuerza y esplendor, sobre todo en el Quattrocento (s. xv) y en el Cinquecento (s. xvi).

2 El término “Oscurantismo” proviene de la sátira (siglo XVI, ‘Epistolæ Obscurorum Virorum’ (Cartas de los hombres oscuros), por la disputa intelectual entre el humanista alemán Johann Reuchlin y los frailes dominicos, tal el judío converso Johannes Pfefferkorn inquirió, acerca de si se deberían quemar o no, todos los libros judíos, simplemente por no ser cristianos.

3 En realidad, la dignidad no cabe durante el Descubrimiento de América o sea, antes de 1496; debido a que el título de Reyes Católicos fue conferido a Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla por el Papa valenciano Alejandro VI en la “Bula Si convenit” expedida el 19 de diciembre de 1496.

4 El yiddish (judío), no es el hebreo convencional, sino, un lenguaje artificial mezclado y armado con retazos de otras lenguas europeas, en especial el alemán, y es (era) propio de los judíos denominados askenazis, que se asentaron en los países de Europa Central, Rusia, etc. Del mismo modo que a los judíos asentados en España se les denominó, sefarditas. No es un dialecto o barbarismo tal como sucedió con el francés degradado después en las denominadas “Langues créoles” (lenguas criollas) surgidas y evolucionadas a partir de las lenguas maternas de los colonizadores, ensenadas en sus antiguas colonias.

5 En un sínodo celebrado en Verona, el Papa Lucio III promulgó (1231) la constitución de la “Bula Ad abolendam” en la que condenó las tildadas de herejías cátaras, valdenses, arnaldismo y las otras restantes o por venir; convirtiéndose en un instrumento eficaz de represión contra cualquier forma de indisciplina a la ortodoxia católica, decretando que el castigo físico de los herejes correspondía a la autoridad laica con lo que la Bula Ad abolendam se convertiría en el embrión del futuro Tribunal de la Santa Inquisición y del Santo Oficio (wik)

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