.George Orwell, su "1984",
Neo, Trinity, Morpheus y la insinuante celda 101
Se cumplen 53 años de dictadura comunista en Cuba
Sin la venia ajena
“Por años, todo pensamiento político
ha estado viciado por lo mismo.
La gente puede prever el futuro
sólo cuando coincide exacto
con sus propios deseos,
y los sucesos más obvios
pueden ser ignorados
cuando no son
bienvenidos”
George Orwell
Literatura de ciencia-ficción: ¿utopía, distopía o ucronía?
Capítulo I
Neo, siguió al conejo
Cuando
Neo despertó por el sonido de la música en sus audífonos y otros ruidos
extraños, comenzaba el mensaje de un tal Morpheus desplegado en el monitor de
su ordenador. Entonces, sin imaginarlo, se desatarían las sorpresas
sucesivamente. El puntero seguía destellando allí y él no tenía la menor idea
de quién era ese Morpheus, que le instaba con el aviso de,
― "Despierta,
Neo ―ni de qué mierda era eso de― Matrix
ya te tiene o Sigue al conejo blanco”.
O también el “knock,
knock, ¡Neo!”,
inexplicables; donde le indicaban que alguien estaba a su puerta.
Lo despabilaron dos toques reales, fuertes, como de recios alguaciles hialeahienses o de los mismísimos publicanos, en tiempos de Roma. Cuando entreabrió cauteloso, Choi "el pelirrojo", estaba allí con otros tunantes de la banda de dipsómanos, todos noctámbulos.
Sólo que el más asombrado pareció
ser el mismo Choi, quien parado frente a la puerta con el puño levantado y los
nudillos prestos a tocar, permanecía inmóvil como una estatua de sal y con su cara
de “yonofuí” mirando absorto el
número de la habitación de Neo, el 101.
Por cierto que Neo era un hacker y por lo tanto un marañero
empedernido, que no se asombraría de que los federales vinieran a cargar con
él.
—Yo —refunfuñó Choi, tembloroso— no he golpeado la puerta, escuché los toques y tú eres
quien abre.
Choi y Neo intercambiaron dinero por
disquetes de softwares con
información hurtada de sitios sensibles de Internet. Choi miró a su amiga y le
preguntó.
— ¿Hey, Dujou, qué tú crees, si lo llevamos con nosotros?
—Sí —replicó ella,
excitada y sonriente con su pequeña cara de loba seductora y el cuello repleto
de aros plásticos abrillantados y de diámetros diferentes.
Las piezas del abalorio, fueron
montadas colocando los aros los unos sobre los otros, dibujaban alrededor de su
cuello el perfil de las torres de enfriamiento de las centrales eléctricas
térmicas.
No eran simples adornos, sino que
estaban dispuestos para dar la ilusión de estar sosteniendo la cabeza de una persona
distrófica. En realidad, el conjunto era como los de las mujeres zulúes para
alargarse el cuello, aún más de lo natural.
Se trataba de una simple moda para
estar à la dernière. Y así, Dujou se
colgó de los hombros de Choi en pose lasciva, dando la mitad de la espalda a
Neo.
La muchacha era de figura estilizada
como las de esas hetairas transparentes del Biscayne Boulevard miamense, las
falenas deslumbrantes del Pigalle parisino o quizás; como arpegios vibrantes de
poetas simbólicos ya muertos y lapidados; las esforzadas cubanas ingenieras y
médicos emblemáticas del jineterismo oficial.
Ellas pululan Rampa arriba y Rampa
abajo, pisteando por la Zona Rosa (de
tolerancia) habanera; con sus tres eternas "semis": descalzas,
hambrientas y desnudas. Las tres medallas representativas de los arquetipos
cumbres de la retorta socialista. Pero eso, a los "agentes
matriciales" que andarían a la caza de Neo, les importarían tres cominos.
Ellos, los comisarios, filiales de
"Matrix" dicen que no lo
son; pero no disponen de otros ejemplares exitosos dentro del zoo comunista;
para mostrar que ellas no simbolizan los tristes especímenes, como ejemplares
de la "Mujer Nueva".
Porque en la elaboración del
pretendido "Hombre Nuevo", el
arquetipo les salió, como al del "Aprendiz
de Brujo" (L'Apprenti sorcier);
una "cosa" disforme, especie de alien
del rag urbano, el polimorfa láctico
al estilo de "Baby"
Lores".
Dujou aspiró profundo y con lo más
sedoso de su voz, agregó provocativa,
—Seria novedoso
para la salud el grupo. En especial nosotras, las insatisfechas —y sonrió sardónica, con expresión provocativa. Choi la
pellizcó con suavidad.
—Eres una puta, mejor, una recontra
tataranieta de puta. Tu, no tienes arreglo, Dujou — le susurró Neo en la oreja, al
tiempo que ella continuaba sonriéndole. Lo hizo, de manera que sólo ella lo
escuchara.
Neo quedó en suspenso por unos
segundos y miró a Dujou, como si ésta fuera un volcán sensualoide que destilaba
por cada poro de su cuerpo, miriadas de femonas olorosas, enloquecidas y
saltarinas, que le fluían en tropel hasta por las orejas.
He ahí el conejo
Fue
entonces que Neo advirtió el conejo blanco tatuado en la espalda desnuda de la
muchacha, a la altura del hombro izquierdo y se erizó. Ahora vio con más
detalles los excesos de maquillaje sobre sus rasgos faciales que indicaban una
mezcla rara de mestiza, mulato-tailandesa.
— ¡Que diablos,
es el conejo blanco! —masculló Neo,
asombrado, y abrió los ojos desmesuradamente.
— ¿Vamos,
"jerk"? —le instó Choi,
sin escucharle, expectante.
—Andando, pero
sólo estaré un rato —advirtió Neo,
todavía embelesado, cuidadoso para no hacerles un desaire.
Otras de las muchas cosas que aún no
sabía el hacker era que su
"rato" no seria tal, sino la agonía de un paréntesis que se abriría
eterno, al que sin ton ni son penetraría, absorbiéndole toda su vida
somnolienta.
\ Y que además le sumergió en un
deleite estremecedor, sobrevenido insondable y del cual no se podría evadir. Es
que conocería a la deliciosa Trinity, la espada etérea, audaz e inexorable,
lugarteniente de Morpheus.
La celda No. 101:
¿insinuante, excitante o envilecedora?
Todo,
porque el 101 era el mismo número de la celda especial de tortura dispuesta por
el "Gran Hermano"; para la destrucción mental (los comunistas la
denominan “destrucción paramétrica”) y desinfección anti virus
del orgullo y amor propio, individualismo y el coraje personal. Es el ritual
conocido en sus jergas particulares como "lavado de cerebro".
También un emético clásico, el aceite de castor (palmacristi o ricino, el
cual a Mussolini y sus represores
gustaban de aplicar los inconformes con el fascismo, después, los comunistas lo utilizaron) y que del mismo modo se le
suministra a los inconformes con el paraíso ofertado por Matrix.
Utilizado de manera similar, para
borrar e inter confundir al Id y al Superego por medio de la evaporación
sublimal de la voluntad y además, para reprogramar los estamentos mentales del Ego, acorralado con el desmonte y
destrucción total de la personalidad.
Un succès verdadero, montado por los comunistas a los fines de
reeducar a los enarboladores de la verdad; opositores o renegados; en nombre de
la doctrina proto marxista del “Gran
Hermano”, lo cual sucedería según predicciones literarias marcadas en 1948,
corriendo el año 1984.
Ello devino durante la Guerra Fría,
a finales del siglo XX; en un intento no exitoso de los partidos marxistas
diseminados en el ámbito global, cuando decidieron remodelar y cosmetizar las
truculencias de sus respectivas policías políticas locales (gestapaks), tal si fueran retiros
monacales para el solaz y esparcimiento de monjes cartujanos.
Aquellos infelices que no eran más
que prisioneros estrujados, despedazados y empalados con la verga policíaca del
tentetieso. Todos ansiosos de las
buenas nuevas y aleluyas del sacratísimo mensajero del Thor zurdo, el "Gran Hermano".
Entonces, eran los tiempos en que
las pesadillas de otro dictador, Adolph Hitler, de calzas iguales a las del “Gran Hermano” bolchevique; su antecesor;
porque el "bello Adolph" aprendió de los bolcheviques, las técnicas
del desvanecimiento de los enemigos del III Reich en los campos de trabajo
forzado.
Las también aunque peculiares "Animal Farms" nazis, al estilo
nibelungos.
Unas alucinantes experiencias,
fortalecidas con los experimentos nazis, las cuales los rojos permearon más
tarde a sus satélites —hasta entrado el siglo XXI—, le dieron al teutón por
castigar con torturas hasta la muerte y posterior taxidermia, a los “pecadores
mortales”. Es decir, de cualquiera que les aplaudiera con fervor.
Todo ello, en función de la
curvatura de la nariz, conformación craneana, ángulos faciales, grosor de los
labios, cuadratura mandibular, pantalla de las orejas, color de la piel,
religión, deformaciones, discapacidades físicas y mentales, aberraciones sexuales
contra natura, lengua materna, etc.
Aparte, considerar las evaporaciones
definitivas en el caso de los judíos acusados injustamente de matar al Cristo,
todos los cuales eran pasaportes seguros para ser torturado y asesinado a
sangre fría de inmediato, antes de pasar a los crematorios.
A Choi todo aquello le sonaba
familiar y le recordaba una vieja novela de ciencia-ficción, entre las otras de
consulta obligada como referencia; titulada "MIL NOVECIENTOS OCHENTA Y
CUATRO", escrita por un inglés: George Orwell.
Fue cuando Choi elaboró su Tesis de
Grado en la Universidad, la cual tituló: “La Comunicación
inter personal entre los entes de planos físicos virtuales, en consonancia con
la Teoría de Cuerdas”.
¿Sabe alguien si es "Orwell" o "Freeman"?
La
obra en cuestión, fue un éxito tremendo y resultó premiada a mediados del siglo
XX, concluida la IIGM. Obvio que el autor no podía saber las consecuencias
acarreadas por esa, su novela, un bocadillo futurista que se convertiría en su
"Canto del Cisne"
magistral, aunque prematuro al paladar de los torquemadas del erial comunista.
La obra “1984" fue un relato
escalofriante emanado de la pluma fértil del escritor, periodista, crítico
literario y ensayista británico; Eric Arthur Blair; cuyos pen names ya en calidad de escritor profesional, fueron “George Orwell” y “John Freeman” 1, nacido el 25 de junio, 1903 en
Motihari, Bengala (Bangladesh) en la India.
Dicha obra, muestra una destilación
refinada de la ordinariez bolchevique, a partir del instrumento nazi represivo
en toda su magnitud maquiavélica. Un copycat
sublimado retomado por los marxistas.
Resulta curioso: Orwell se compró un
perrito faldero al que bautizó “KMarx”),
de la antaño estrategia sociópata de represión social adjunta a la
reglamentación de la “sincronización” (Gleichschaltung)
hitleriana.
O sea, la puesta en marcha de la estructura
represiva de la policía política; dispuesta para la aplicación masiva y
aplastante del terror psicológico, cruento, inexorable y permanente, sobre la
población indefensa arrinconada entre sus miedos.
Porque tras desaparecer el III
Reich, los comunistas tomaron la batuta de la represión contra los ciudadanos
fueran o no, opositores o disidentes. Debía ser la sociedad entera pendiente
del terror estatal y del partido.
Tal libro por su excepcionalidad,
está considerado entre los 100 mejores del siglo XX. En esencia, este amante de
las letras ciencia-ficcionales y distópicas, entre otras no menos
controvertibles y que, finalmente, fue reconocido por el sobrenombre de “George Orwell”.
El nombre el nombre, se especula,
está relacionado con uno de los reyes ingleses, George, y el apellido, al río
de homónimo que atraviesa el condado de Suffolk, en Inglaterra) luego dicha
obra viene a colación en su calidad de la exposición de una letra de ficción
futurista tan virtual (por su anticipación) como real.
Golem, ese homúnculo alquímico, "heteronosesabequé"
También
por la crudeza trágica dada la existencia de ese Golem (homúnculo alquímico) de cuando el Génesis hebraico de la
desesperación ciudadana, la gerusia totalitaria no demoró en crear un silogismo
arropado con las multi premisas del “Hombre Nuevo”
en cada una de las dictaduras comunistas.
En el caso de Cuba, fue un cripto
maltusiano engendro aun no nato del onirismo castrista, un ente confeccionado
con pedazos de cadáveres unidos a martillazos (es una forma peculiar de los
alquimistas zurdos para soldar partes humanas) con ripios de zergs diferentes, oxidados entre las
manos delicadas y siempre fructíferas de las comunistas hembras de la horda.
Se trató de crear en laboratorios y
retortas un hombrecillo copia espeluznante de las sociedades armadas en todas
las satrapías europeas y asiáticas, succionadas en calidad de satélites de la
URSS e instauradas durante la Guerra Fría.
Incluyendo las de nuevo corte
populista, unos desgajes de payasos y payasas totalitarios o en vías de serlo;
como son las troqueladoras de las dictaduras izquierdistas recicladas del
Caribe, Centro y Sudamérica. Si viéramos lo fácil que es el confeccionarlas,
pues se trata de juntar un montón de basura humana y prensarla.
Cierto, sin que faltara en el
vodevil el fósil cumbre de la Guerra Fría, el buque fantasma de la Animal Farm de la rumbita fracasada por
excelencia durante el interregno entre ambos siglos; el régimen comunista del
Dr. Fidel Castro Rúz.
Se trataba de un líder indiscutible
reinante en Cuba bajo los sables de su clan y otros miembros de la secta
exógena (Amici delle cheerleaders),
desde 1959.
Es que pocos pudieron suponer que al
final de la sexta década, toparían con un Hasper Lee generoso, matando mockingbirds a diestra y siniestra, al
estilo inconfundible de los anti derechos.
Todo ello devino en la tragicomedia
coincidente con el diferendo Este-Oeste, la confrontación entre las democracias
y los totalitarismos, que se identificó con la línea virtual fronteriza que
separó ideológica y políticamente la libertad occidental radiante de la
opresión oriental oscurecida, en los territorios insertados detrás de la
denominada “Cortina (o Telón) de Hierro”.
Es que la libertad moralizadora no
es, simplemente, una sarta de ajos, cruces papales y balas de plata para el
vampirismo de los licántropos zurdos.
El chiste cruel de un
1984, al revés
El
“otro yo” de George Orwell fue un socialista amante de la libertad plena, de
ideas políticas y económicas democráticas, anti totalitarias a carta cabal, el
cual luchó en la Guerra Civil española (aunque del lado equivocado, el
republicano), tal le sucedió a tantos jóvenes embelesados con las historietas
bolcheviques.
Este detalle le impidió en cierto momento
ser tomado por el Servicio Exterior británico dado que entonces (y ahora) se
consideraba a estas personas lo que ellos denominan “internacionalistas”, como fellow
travellers de la monserga bolchevique. Tal sucedió después con picaruelos tales como Charles Chaplin (incluyendo
sus polluelos descendientes) y otros vividores que pacen orondos bajo
"capitalismo salvaje".
Desde el rumbo traidor tomado por la
Revolución Rusa de 1917, bajo la dirección de Stalin y sus secuaces implantando
el totalitarismo comunista; fueron muchos los intelectuales y socialistas
honestos decepcionados con las mentiras bolcheviques.
Orwell tomó parte de esos
decepcionados de la “Generación Perdida”
inglesa (es un tropo, en relación con sus iguales contemporáneos intelectuales
norteamericanos) con la línea política bolchevique, las atrocidades ejecutadas
por los comunistas rusos, los partidos y gobiernos adheridos, enceguecidos, al Comintern.
El Comintern (la Internacional Comunista o la III Internacional
Comunista, fue creado por Lenin y el
Partido Bolchevique); la cual en teoría agrupaba a todos los partidos
comunistas del mundo, adheridos a la filosofía marxista-leninista liderada por
los bolcheviques, a fin de extender la denominada “revolución rusa mundial” al
resto del planeta.
Un chiste cruel, que por su maridaje
entre la perfidia y la avaricia, costo a la Humanidad (hasta ahora
contabilizadas) unos 100 millones de víctimas.
Entonces, Orwell dedicó el resto de
su vida a promover la democracia, la defensa de las libertades, derechos
humanos y los principios teológicos y humanistas de la civilización
judeo-cristiana occidental. Sin olvidar poner en jaque a sus lectores, con sus
novedosos puntos de vista.
Se especula que el título “1984"
de la novela de George Orwell, provino del año en que de terminó el libro
(1948), pero con las dos últimas cifras (48) al revés del año (84).
Los analistas e historiadores, por
su parte, estimaron que de acuerdo a la vertiginosa velocidad de la expansión
del mundo comunista, el desastre total material, espiritual, moral y teológico
de la Humanidad; tras la resaca cruenta de la pos guerra (IIGM) y según Orwell;
sobrevendría cuando el totalitarismo comunista triunfara en el ámbito
planetario, pasados unos 30 años, o sea, eligió el 1984, que en numerología es
el 4. Una cifra en la que hay que pensar.
El triunfo de las huestes comunistas
de Mao-Tsé-Tung en China contra el gobierno republicano de Chiang Kai-shek,
quien lideraba el Kuomintang,
literalmente “Partido Nacionalista de China”, desbalancearon la correlación de
fuerzas mundiales.
Los movimientos nacionalistas
árabes, indochinos, Pacífico Nororiental y africanos; condujeron a la hipótesis
de que irremediablemente, las hordas marxistas-leninistas conquistarían el
mundo civilizado y democrático.
Estamos en el momento en que la
Humanidad se dividió en dos filosofías hegemónicas que campearon por sus
respetos en la pos guerra (1948); las democracias lideradas por los Estados
Unidos de Norteamérica (EE.UU) y los totalitarismos comunistas nutridos a la
fuerza (con nombres diversos), cuyos hilos yacían en manos de la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
― ¿De
donde retorno?, inquirió Neo. Mientras le retiraban el alimentador
conectado a su nuca.
―Bienvenido.
Solo que vuelves al mundo real ―le
advirtió Morpheus. Quien sonrió y se ajusto
los lentes solares.
¿Cortina de “qué”, dijo el señor Gauleiter, número dos?
―Todo esta bien.
Pero sigo sin entender de dónde sacas la energía ―le susurró Neo y la miró tierno, aunque temeroso por la
tarea.
Trinity se pasó la mano por la
frente y compuso el arreo de donde pendía su armamento. Dentro del local, a
unos pasos, un grupo de agentes de Matrix discutían que hacer con los rehenes.
―La que me queda,
la guardo para lo que viene del otro plano ―le contestó ella y sonrió.
Hans
había preguntado, tembloroso por el frió y confundido como uno de los tantos viejos
militantes del Partido Nazi. Ahora tullido, tras la derrota de la Wehrmacht en Tsaritsyn ("Stalingrado", durante la época el
terror rojo y "Volgogrado"
en la actualidad) y tiritando por la baja temperatura. Estaba sentado y en
alerta plena, tal correspondía a cada militante del partido nazi. Por ser
tullido, lo sentaron en la última fila del local atestado de correligionarios,
fanatizados con la hecatombe inminente del Führer en sus días últimos.
Era fenomenal la confusión dejada
por las palabras finales del orador. Corría un frío canalla y ligero, en los
primeros días de mayo de 1945. La II Guerra Mundial para Europa, estaba por
concluir con la derrota del socio principal del Eje de Acero, la Alemania nazi.
En
la tribuna, un ayudante, tembloroso, se acercó a los oídos del orador y le
susurró:
—Mi Señor
Gauleiter, los de atrás, parece que no entendieron bien sus palabras finales.
— ¡Carajo, dije
Cortina de Hierro!
Gritó la diminuta figura desde el
proscenio, ahogado nuevamente por el estruendo de sus partidarios y quien, a la
sazón, fungía como Gauleiter (Jefe de
Zona) 2 de Berlín en su
calidad de hombre de la ultra confianza del Führer.
La
saga continúa.
Lionel Lejardi. Abril,
2011
lejardil@bellsouth.net
Legacy Press
1
En realidad el pen name de “John Freeman”, el escritor lo utilizó una sola vez en
un ensayo.
2 El Gauleiter de la Zona de Berlín, en la
práctica, tenía casi más poder político que la mayoría de los ministros del III
Reich.
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